Punto de Encuentro es un espacio de Amnistía Internacional para amplificar las voces y miradas de periodistas, comunicadoras y fotógrafas que trabajan en temas relacionados con mujeres y disidencias.
En un contexto de violencia creciente contra activistas de derechos humanos y ante la reducción de estas agendas en muchos medios masivos de comunicación, Amnistía Internacional y elDiarioAR se unen para dar un espacio destacado a contenido federal e inclusivo.
El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad.
Punto de Encuentro pretende ser precisamente un espacio de coincidencia, pero también de debate constructivo. Porque no se puede ser feminista en soledad.
Hacia un Feminismo Mapuche
Las luchas contra la violencia y por el aborto atraviesan al Pueblo mapuche que las resignifica de acuerdo a su propia cultura. Un proceso con tensiones y dolor que llevó incluso a denuncias que apartaron a líderes comunitarios. La desafíos de integrarse al colectivo feminista sin perder identidad.
Hablar de feminismo mapuche… a muchas de nosotras les hace ruido. Se dice que es colonialista, wigka (invasor) en nuestros términos, traído de afuera, impuesto. Sin embargo, incluso sin nombrarnos como feministas, las mujeres mapuche hemos ensamblado luchas con los feminismos desde hace un largo tiempo, y con más intensidad durante la última década.
En Argentina la marea verde generada por la demanda colectiva por la interrupción voluntaria y legal del embarazo, el Ni una Menos y la efervescencia de los feminismos brotando en cada espacio barrial, sindical, institucional y de cada organización, también repercutieron en la generación de espacios de mujeres al interior del Pueblo Mapuche.
Esos espacios empezaron a generarse para encontrarnos entre nosotras y hablar de problemas que a nivel comunitario no tenían lugar aún. Desigualdad entre hombres y mujeres, sobrecarga de cuidados, maternidad, abortos, roles políticos de las zomo (mujeres), roles en la transmisión de conocimientos, violencias de género, abusos sexuales a mujeres y picikece (niñes).
Como a otras colectivas, también nos movía la rabia, la bronca, el dolor y la indignación por las injusticias que provoca el patriarcado y empezar a cuestionar también nos exigió revisarnos como mapuche: cómo habían estado o cómo (no) se habían visibilizado las mujeres en épocas anteriores, qué situaciones de vida y opresiones se repetían una y otra vez en nuestras trayectorias, cuáles eran los espacios asignados y cuáles los relegados. Y estas preguntas fuimos haciéndolas a la par de responder a las emergencias que iban surgiendo y de las acciones que nos hicieron caminar.
También nos empezamos a preguntar, a la par de ser interpeladas por los feminismos, y por los wenxu (hombres), qué significaba posicionarnos desde la lucha feminista además de la mapuche, y qué implicancias tendría eso al interior de nuestra organización, la Confederación Mapuche de Neuquén que en la actualidad contiene a más de 70 comunidades distribuidas en 6 consejos zonales.
De la predominancia masculina a las logko
La Confederación Indigena Neuquina, como se llamó originalmente cuando se creó en 1970, sólo era lugar para varones. Los espacios de toma de decisión y de interacción con el estado provincial, así como el acompañamiento a los mapuche de la iglesia católica con Jaime de Nevares, eran casi exclusivamente entre y para hombres, como el “Primer cursillo de líderes indígenas”. El “casi” lo aporta la participación de mujeres desde roles espirituales y ceremoniales, como pijan kuse (mujer sabia). Pero como discutimos en xawvn de zomo (encuentros de mujeres), este ha sido el único lugar visible y valorado para las mujeres, aunque no sepamos mucho de ellas y tengamos que reconstruir su memoria uniendo retazos. Esto no significa que no sea importante esa histórica consideración, sino que sugiere que las mujeres solamente pueden destacarse desde los roles espirituales, y no políticos, aunque también lo sean, cuando desde la concepción cultural hombres como mujeres pueden ocupar los mismos roles:
“Desde la cosmovisión mapuche, los roles que se ejercen desde lo espiritual, político, social, institucional, educativo no se dan haciendo una división de género en femenino o masculino, sino del ejercicio de los roles y responsabilidades que se asumen en el Wajmapu-territorio. Un rol de machi puede ser ocupado por un hombre o una mujer, en su cuerpo masculino, puede actuar un pvjv-espíritu femenino como en cualquier otra persona que puede auto percibirse de un modo diferente al que sus condiciones biológicas definen, así como el rol político de logko-autoridad máxima o werken-vocero puede ser ejercido por un hombre o una mujer, indistintamente.” (Documento de Zomo Newen, 2020)
En las últimas décadas cada vez son más las mujeres que asumieron roles de autoridad en sus lof (comunidad). Cada vez son más las que ocupan lugares de toma de decisión en los Kvme Feleal (círculo de autoridades del lof), o son elegidas como logko. En el Consejo Zonal Xawvn Ko de la Confederación Mapuche de Neuquén, identidad territorial que se encuentra en el área de la confluencia de los ríos Neuquén, Limay y Colorado, y en donde se explota Vaca Muerta, cinco de catorce comunidades están conducidas por mujeres, y este número crece en toda la provincia. Esto trajo transformaciones en la visibilización política de las mujeres, y también alentó la participación femenina en las comunidades, dando lugar a discusiones que antes no se habían dado, como ¿por qué antes las mujeres no asumían esos roles? ¿Por falta de interés o capacidad? ¿O por falta de tiempo ante la sobrecarga de trabajos de cuidado?
Los cuidados, en y del territorio
A pesar de que desde los años 90 con el levantamiento de los pueblos indígenas tras 500 años de la colonización de Abya Yala, las mujeres mapuche se empezaron a mostrar con más fuerza ocupando lugares de representación y vocería, fueron una minoría. La mayor parte de ellas estaba cuidando hijes propios y de otras, ocupándose de la provisión y preparación de alimentos para toda la organización. Más si se trataba de eventos importantes como el Reencuentro de la Nación Mapuche en 1992, para romper barreras impuestas por los estados argentino y chileno o, en 1995, el encuentro para la comprensión y debate del Convenio 169 de la OIT, sobre los derechos de los pueblos indígenas. Estaban ocupándose de autocapacitarse y generando espacios de enseñanza y recuperación de conocimientos mapuche: del idioma, el mapuzugun, de las artes, como el tejido en telar y la alfarería, y de otras actividades formativas de picikece como las obras de teatro desarrolladas, por ejemplo, en el Centro de Educación Mapuche Norgvbamtuleayiñ desde el año 1997.
Las mujeres mapuche de esa generación y de las anteriores siempre cuidaron, tanto dentro como fuera de la casa. Muchas de nuestras abuelas y bisabuelas siendo apenas niñas, de 11 o 12 años, fueron empleadas domésticas “cama adentro”, viajando a ciudades lejanas y desconocidas dentro de la misma provincia o fuera. Fueron la mano de obra feminizada y precarizada resultante del empobrecimiento que nos generó el genocidio con las campañas del desierto de Roca, que el gobierno de Milei reivindica como el mejor presidente de la historia argentina.
Toda familia de origen mapuche tiene una madre, abuela o tía que trabajó para familias terratenientes, a veces para los propios usurpadores, o para familias de renombre situadas en las principales capitales del país , existiendo incluso rutas de trata laboral de mujeres mapuche.
Les empleadores en muchos casos han sido mujeres, algunas amables y generosas cuentan las mayores, otras explotadoras y racistas con las que consideran “indias”. También empleadas en el sector turístico y gastronómico de la encantadora Patagonia hemos sido las encargadas de la limpieza y de la cocina, pero ¿cuántos rostros mapuche encontramos en la recepción de un hotel en Villa La Angostura, San Martín de los Andes o Bariloche ?
Siempre estuvimos en el trabajo de cuidados tanto remunerado como no remunerado, por lo que la demanda de una ley de cuidados, movilizada por los feminismos y con un proyecto presentado por el poder ejecutivo desde mayo del 2022, nos convoca también como mujeres mapuche. Junto a mujeres de otros pueblos originarios venimos formándonos en el tema de cuidados y haciendo aportes desde las distintas realidades territoriales. A principios de febrero de este año realizamos en el Lof Kinxilew un taller sobre cuidados y la Recomendación General N° 39 del Comité para la Eliminación de la Discriminación Contra las Mujeres (CEDAW),
Las mujeres mapuche conciben el cuidado de manera personal, familiar y territorial e integrados entre sí, aportando con esta mirada una crítica a la tendencia antropocéntrica que predomina sobre los cuidados. Es decir, se excluye el carácter inseparable del cuidado de una misma, de les hijes y del territorio en el que se vive; y que las afectaciones de los extractivismos petrolero, minero, inmobiliario y turístico, entre otros, impiden la sostenibilidad de los cuidados y/o que estos puedan realizarse satisfactoriamente; así como también impiden la preservación de la biodiversidad y de la naturaleza. Indispensables para la cosmovisión y permanencia de los pueblos originarios.
Territorio cuerpo, cuerpo-territorio
La noción de cuerpo-territorio simboliza la confluencia de luchas de los feminismos. Las mujeres mapuche, influenciadas por los feminismos indígenas y comunitarios, de Bolivia y Guatemala principalmente, han invertido la consigna a “territorio-cuerpo”, partiendo del territorio para señalar su importancia y determinación sobre los cuerpos, sin perder de vista ese primer territorio contra el que atentan las violencias machistas, además de las extractivistas. Pero la defensa, cuidados y autonomía de los cuerpos para decidir también es una de las más potentes expresiones de los feminismos a las que nos hemos plegado. La lucha por derechos (no) reproductivos, y contra las violencias de género son activos frentes de nuestra organización.
Las mujeres del Pueblo Mapuche siempre tuvieron métodos para realizar un juzkv (aborto), conservados en los conocimientos médicos milenarios, así como procedimientos ante abortos espontáneos o cuidados del embarazo con apoyo de la pvñeñelcefe (partera). Esos conocimientos además se enmarcaban en un proceso de crecimiento en donde la educación sexual estaba presente. Esta no sólo era responsabilidad de la familia, sino también del entorno comunitario.
La intromisión de la iglesia católica en las prácticas y conocimientos mapuche, como actor fundamental para la construcción de un estado monocultural luego del genocidio, afectó la continuidad del juzkv (aborto). Además de la vigilancia sobre nuestros cuerpos instalaron la culpa, como la mejor estrategia de subordinación, asignando “el mandato de portadoras de la obligatoriedad de la procreación, del sacrificio, de la voluntad de amar sobre todas las cosas” (Zomo Newen, 2020).
La reproducción del Pueblo Mapuche quedó, entonces, totalmente en manos de la sociedad wigka, de sus instituciones religiosas, médicas, educativas, y de sus formas control. Pero durante las últimas décadas se avanzó en la recuperación del conocimiento médico que incluye la recuperacion del aborto no sólo como derecho sexual y no reproductivo sino tambien cultural, “un derecho de la mujer a preservar su vida y revitalizar los conocimientos de nuestro sistema de salud” (Zomo Newen, 2020).
Hay que señalar que hay diferencias entre las comunidades mapuche en la adhesión o rechazo a la legalización del aborto, como sucede en la sociedad en general, y esto habitualmente se relaciona con la presencia de las iglesias católicas y evangélica que inciden fuertemente en el posicionamiento en contra de la interrupción del embarazo. Los desacuerdos entre las mujeres mapuche respecto del apoyo a la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito trajo prejuicios en los territorios con las “pañuelos verdes”, y a sus iniciativas de combate a las violencias de género.
Sin embargo, a pesar de las resistencias y de que el tema del aborto es uno de los más delicados para discutir en los xawvn de zomo, las mujeres de los consejos zonales Lafkenche y Xawvn Ko de la Confederación Mapuche de Neuquén se han movilizado contra las violencias desde el 2020, con mayor organización y visibilidad.
Contra las violencias para el Kvme Felen
-“Nosotras hemos decidido frenar, hacer un corte a toda esa violencia para poder realmente proyectarnos junto a los wenxu (hombres) para un Kvme Felen (Buen Vivir). Si somos violentadas lamentablemente no vamos a poder proyectarnos una buena vida para todas nosotras ni para nuestro Pueblo”, expresa la logko Amancay Kinxikew.
Las mujeres de la Confederación llevan alrededor de cuatro años activos de estar movilizadas y generando distintas acciones para enfrentar las violencias de género en las comunidades, proceso que inició en el Lof Kinxikew cuando algunas integrantes decidieron denunciar a quien entonces era el logko de la comunidad.
Aparte de realizar las denuncias por la vía penal, que prescribieron por los tiempos de la justicia machista, remover al abusador sexual de niñes de su rol de autoridad y expulsarlo del Lof fueron las medidas que se tomaron con el Nor Feleal, la propia justicia mapuche. Esta situación tensionó las relaciones internas y familiares pero volvió a armar la vida comunitaria, por lo que este lof hoy en día es un ejemplo de lucha y de que es posible revertir las violencias. Este caso motivó a mujeres de otros territorios a comenzar a hablar y visibilizar las violencias de género, como la violación de una mujer en el Lof Raquithué, en Junin de los Andes.
Los encuentros de mujeres mapuche vienen siendo espacios liberadores y reparadores al compartir, con mucha angustia, violencias sexuales durante la niñez, dentro de la familia, en las escuelas hogar, en el campo, o en la organización, perpetrados por tíos, primos, padres, estancieros, curas, autoridades mapuche y hasta por reconocidos logko. Los abusos han ocurrido de manera oculta en las propias ruka (casas), en distintos espacios comunitarios o incluso en entornos ceremoniales, a pesar de considerarse lugares sagrados en donde nos fortalecemos como mapuche en interacción con las fuerzas de la naturaleza.
Hay discursos fundamentalistas, y machistas, que insinúan que las desigualdades y violencias se equilibran o resuelven en esos espacios. Las mujeres mapuche y los wenxu que empiezan a comprender la urgencia de combatir las violencias de género, creemos que el camino es seguir encontrándonos, hablando, capacitándonos, generando protocolos de acción en el marco del Nor Feleal (justicia mapuche), y creando espacios de acompañamiento y sostén de mujeres que denuncian. También confiamos en que al fortalecer nuestra espiritualidad reparamos un poco el dolor y el daño. Pero esta es sólo una de tantas instancias necesarias. Con dificultades, resistencias y desconfianza, pero con convicción, estamos avanzando en que la política de género sea transversal en la Confederación Mapuche de Neuquén.
La fuerza de nombrar
Es el ensamble de luchas con otros feminismos el que nos viene permitiendo nombrar y parar las violencias, recuperar la autonomía sobre nuestros cuerpos, así como cuestionar las relaciones de poder patriarcales, alentando a las mujeres a recuperar roles políticos, además de reconocer la propia politicidad de los roles de cuidado ocupados históricamente.
Pero debemos tener cuidados feministas, de no idealizar las alianzas entre nosotras y nosotres, y de no suponer que siempre estamos hablando el mismo lenguaje, sino comprendernos en la construcción que exige una nueva relación social. En estas geografías, del sur del país, el feminismo mapuche aporta a pensar y actuar desde la especificidad del territorio mapuche que la sociedad no mapuche también habita. Desde ahí, compartimos experiencias territoriales y corporales, aunque sin olvidar las historias de despojo y de dolor que nos constituyen y que estamos transformando.
MCD
Hablar de feminismo mapuche… a muchas de nosotras les hace ruido. Se dice que es colonialista, wigka (invasor) en nuestros términos, traído de afuera, impuesto. Sin embargo, incluso sin nombrarnos como feministas, las mujeres mapuche hemos ensamblado luchas con los feminismos desde hace un largo tiempo, y con más intensidad durante la última década.
En Argentina la marea verde generada por la demanda colectiva por la interrupción voluntaria y legal del embarazo, el Ni una Menos y la efervescencia de los feminismos brotando en cada espacio barrial, sindical, institucional y de cada organización, también repercutieron en la generación de espacios de mujeres al interior del Pueblo Mapuche.