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Socorristas en Red: la práctica transformadora de acompañar abortos feministas

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S está embarazada. No quiere volver a ser mamá y decide interrumpir ese embarazo. Habla con su ginecóloga y comienza a recibir información que comparte con sus amigas en un ida y vuelta de datos. En el momento de la interrupción lo hace acompañada por una de ellas.

Abortó y fue un alivio. Sin embargo, piensa lo bueno que hubiera sido no haber tenido que escuchar al ecógrafo hablándole de “su bebé” o haber tenido la recomendación postinterrupción para no tener la pequeña complicación que tuvo.

Cuando ella abortó se estaban cumpliendo dos años de la aprobación de la Ley 27610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo que hoy está garantizada en la salud pública y en la salud privada. Relata esos días en varios audios de WhatsApp, y cinco minutos después de mandarlos, llega otro: “Me olvidé de la parte más importante: fue en mi casa, vino una amiga que me acompañó toda la tarde desde que me puse las pastillas hasta la expulsión. Me daba conversación, me cebaba mates, esa contención me parece que te la tenía que contar”, dice.

Lo que S recuerda en el proceso de la interrupción de su embarazo es precisamente lo que facilitan las decenas de mujeres distribuidas hoy en distintas provincias del país: las Socorristas en Red. La colectiva nació en 2012 y es una pieza fundamental para acompañar a que las personas gestantes accedan a la ley IVE y con ella a su derecho de decidir sobre su propio cuerpo.

Socorrismo o cómo materializar el feminismo

Como colectiva, Socorristas en Red (SenRed) nació en Córdoba en 2012. Fue la propuesta de tres militantes (Ruth, Laura y Lidia Zurbriggen) que formaban parte de la Campaña nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito y que buscaban sistematizar la información que se les brindaba a todas aquellas personas gestantes que se acercaban a consultar sobre abortos.

La referencia a la militancia feminista era, por supuesto, el punto de partida de esas consultas. Por eso, a partir del impulso político de Las Revueltas, terminaron de conformar Socorristas en Red, una de las colectivas más feministas, más dinámicas, más activas y más federales de la Argentina. 

Acompañar con ley

Desde su creación en 2012 hasta 2020, Socorristas en Red acompañó miles de procesos de abortos (en 2019 fueron 12.575). Lo hicieron apoyadas en el protocolo de la Organización Mundial de la Salud, pero desde enero de 2021, la práctica en la Argentina es en el marco de una ley.

A partir de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, los abortos se realizan en forma ambulatoria con misoprostol, considerado medicamento esencial por OMS y que provoca contracciones uterinas que provocan la interrupción. 

“En mi opinión, la aprobación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, -junto con colaborar en muchísimos aspectos vinculados al acceso junto con traer bienestar y salud a quienes necesitan abortar-, colaboró en reconfigurar las apuestas por los acompañamientos”, expresa Ruth Zurbriggen docente y referente ineludible del espacio. “En reconfigurar los sentidos del acompañar, en volver a hacernos pensar, proyectar, significar de qué hablamos cuando hablamos de acompañar las decisiones de abortar. Y nos permitió también poner en primer término o insistir con poner en primer lugar a quienes abortan. Es decir, que quienes abortan sean realmente les protagonistas de esta decisión.”

Y agrega, “sin lugar a dudas, la aprobación de la ley fue un salto muy significativo a nivel subjetivo. Colabora de alguna manera en interpelar los sentimientos referidos a la vergüenza. Me parece que la existencia de la ley trae, entre muchas otras cosas, una legitimidad a esta decisión muy enorme.”

Activismo feminista en estado puro

Antonella Acosta Cappellacci tuvo una situación personal vinculada a un aborto espontáneo. Eran épocas de pandemia y atravesó ese proceso sola. Se reconoce como feminista y hacía un tiempo se preguntaba cómo llevar a una práctica más palpable ese feminismo. Como lo personal es político, esos días en el hospital le dieron una idea: trabajar como socorrista.

Lo hace desde 2020 en Paraná, junto a sus compañeras de Dora te escucha. “Quería aportar desde el activismo feminista a la sociedad, y el socorrismo es lo más poderoso. La posibilidad de acompañar a mujeres o a personas con capacidad de gestar con diferentes situaciones de trasfondo que llegan a nosotras buscando algún tipo de contención, de información. Contribuir en eso está la rebeldía de lo que significa para mí el activismo feminista”, explica Antonella, quien además es docente de Historia.

Juliana Montoya, integrante de Socorristas en Red en la zona Sur del Gran Buenos Aires y de Las Revueltas ingresó en 2018. “Soy de las militantes que entró con la marea verde”, se define. Sus primeros pasos como acompañante los dio en Bahía Blanca donde nació. Recuerda que los primeros acompañamientos fueron con muchos nervios y apoyada en sus compañeras. Por una situación de la colectiva, de pronto sólo quedaron tres y a cada una les tocó acompañar 100 abortos en tan solo un año. “Me curé de espanto”, dice sonriendo.

El socorrismo fue para Sofía Menoyo una “puesta en práctica cotidiana del feminismo”. Su espacio está en Córdoba y se integró a él en 2017. Formaba parte de la Campaña por el derecho al aborto desde 2006 y había realizado algunas investigaciones centradas en Las Revueltas.

“En ese intento cotidiano de hacer feminismo, el socorrismo me aparecía como una respuesta mucho más palpable que otros espacios. Tiiene que ver con la acción directa que es esa posibilidad de transformar en el aquí y ahora una realidad concreta: la realidad de esa persona que estás acompañando. Eso fue para mí muy impactante, ver ese poder transformador que tenía el feminismo en lo urgente”.

¿Cómo se acompaña?

En las paredes de los baños, en los colectivos, subtes, y diversos espacios que tienen que ver con lo social aparece siempre algún sticker, volante o papelito con el teléfono de alguna de las redes de Socorristas que están distribuidas en el país. Hoy son alrededor de 86 las que brindan atención.

De acuerdo a las sistematizaciones publicadas en la web de Socorristas en Red, la colectiva, hasta 2022 brindó acompañamiento e información a 13.292 personas que manifestaron su decisión de abortar. El 10% abortó en el sistema de salud, y el resto lo hizo de manera autogestionada. El 100% recibió contención, información, instrucciones, mensajes de WhatsApp, llamadas telefónicas, compañía virtual y presencial de socorristas.

El 91% de las personas que se contactó con SenRed cursaba 12 o menos semanas de embarazo, y el 70% -de las mayores de 18 años- sabía que podía solicitar un aborto voluntario y legal en el sistema de salud. 

El socorrismo tiene cuatro instancias. En una primera, está la llamada telefónica a los números que circulan públicamente y que están en la web. “Ése primer acercamiento es fundamental”, explica Antonella, “es la primera imagen, el primer contacto que tiene esa persona que se acerca a nosotras. Es fundamental que desde un primer momento se dé la escucha amorosa, la escucha atenta. El poder tener la capacidad de administrar la ansiedad, propia y ajena. Es ella quien deriva a los talleres presenciales, la segunda instancia del dispositivo”.

 “Tengo miedo porque es una práctica insegura”, “tengo miedo de que me maltraten en el hospital”, “me va a doler mucho”, son algunas de las cuestiones que surgen en esa idea y vuelta de preguntas y respuestas por teléfono. “Empieza ahí lo que yo le llamo como el proceso de transformación emocional pensando que muchas veces esa primera llegada al aborto puede traer todos esos prejuicios que las mismas personas tienen en relación al aborto. Quien atiende esa llamada empieza un poco a resolver esas primeras dudas y empezar a transmitir tranquilidad”, detalla Juliana.

La segunda instancia del dispositivo son los talleres grupales y en lo posible, presenciales. Allí se explica todo lo vinculado a la utilización de la medicación y los detalles de la práctica:  cómo se realiza el acceso, cuáles son las unidades sanitarias disponibles para acceder a la interrupción y sus horarios. Previo a esto, las activistas tienen un mapeo general del sistema de salud de la zona en la que están cubriendo. También contribuyen a pensar, en base a la situación particular de cada persona gestante, las ingenierías para facilitar el acceso. 

La tercera parte del acompañamiento es el día en que las personas abortan. “Tienen nuestros números de teléfono y nos van relatando o consultando si es que aparecen algunas dudas o cualquier tipo de conversación que la persona necesite en ese momento. Que las personas sientan que están siendo apoyadas o tienen con quien contar también hace que ese proceso de aborto pueda ser vivido con mayor tranquilidad”, explica Juliana. Luego de ese tercer momento, el trabajo se completa con el asesoramiento para el acceso a un servicio postaborto, ya sea una ecografía o consultar por métodos anticonceptivos que más le convenga.

Abortar como feminista

La llegada de las personas dispuestas a abortar a estos espacios cambió con la aprobación de la ley IVE. Sin embargo, todavía existen algunos temores vinculados a la mirada social y los miedos.

“Cada mujer llega con su historia y muchas veces tiene la necesidad de justificarlo. ‘Voy a tomar esta decisión porque me pasa esto’, y nosotras reafirmarmos esto de que no estamos acá para juzgar”, dice Antonella, desde Paraná. “Hay un alivio que siente esa acompañada cuando efectivamente aborta, el alivio nuestro de saber que eso ya pasó, que lo peor para ella en ese momento ya pasó. Y para nosotras implica ver la posibilidad de esa mujer de poder elegir qué vida vivir. Creo que ese es un poco el triunfo de nuestro activismo. Desde lo personal, siempre es movilizador, muy emotivo, y cada acompañamiento cuando logra terminarse es una alegría que nos invita a seguir acompañando”.

Por su parte, Juliana cuenta otra parte del proceso del aborto. Abortar con alegría. “Nuestro trabajo es acompañar y transformar las emociones de esos abortos para que sean vividos con emociones feministas. Y si tenés que decir que tu aborto fue feliz, decilo, no hay problema: ‘estoy recontenta porque voy a abortar’. Es simplemente poder hablar desprejuiciadamente de la complejidad que implica la decisión de maternar o no. Pienso que esa oportunidad de permitirse sentir emociones que tal vez en el sentido común, una no la asociaría al aborto: aborté feliz, aborté viendo una película con mis amigas, aborté tranquila. Ese impacto feminista es lo que buscamos.”

Acompañar a ejercer derechos

Los debates que se dieron en el seno de las organizaciones socorristas acompañaron y resignificaron los debates feministas en torno a la interrupción voluntaria del embarazo. Esas resignificaciones posibilitaron repensar la práctica y llegar al momento de la aprobación de la ley con otras certezas.

“Comenzamos a pensar el aborto en un contexto más social y desplazarnos la idea del ‘aborto legal para no morir’ y del ‘mi cuerpo es mío’ para llevarlo a un plano de derechos, de acceso a la salud. Eso fue producto de un proceso muy largo dentro del feminismo y por supuesto, dentro del socorrismo”, explica Sofía Menoyo. 

“Ese deslizamiento del aborto como responsabilidad social instala discusiones que veníamos dando dentro del feminismo solamente. Y el socorrismo aporta un montón a ese debate desde la práctica porque decir ‘aborto legal en cualquier lugar’ significa que el aborto puede ser ambulatorio, que puede no ser en un hospital, que puede practicarse con cierta autonomía, que puede ser autogestionado y que no es riesgoso. Quienes acompañamos abortos sabemos que no es riesgoso si lo haces con la medicación indicada, usando bien el tratamiento. Nuestro trabajo como socorrista propuso en la práctica muchas que tienen que ver con la salud comunitaria. Y lo hicimos desde el activismo feminista, pensando en los derechos y en el acceso a ellos”.

La vida de la socorrista

El otoño apareció de pronto en Buenos Aires. Son casi las seis de la tarde y Juliana, después de trabajar todo el día, se sienta con folletos, remeras, carteles y anotadores a hablar de su quehacer. Nunca no es momento de hablar del activismo. Así es como día a día viven las socorristas su trabajo acompañando interrupciones voluntarias del embarazo.

Juliana recuerda que hablar con su mamá de su activismo feminista acompañando abortos, le abrió la puerta para contarles cosas más personales sobre su vida. Y que tanto sus amigues como parejas y familia saben que su quehacer en el socorrismo es algo que no se negocia.

En eso coinciden también Antonella, quien entre clase y clase dio esta entrevista y Sofía, que buscó un hueco por la tarde para hablar. “Cuando asumimos el proceso de entrar en socorristas sabemos que no es un pasatiempo, que no es una forma de activismo en donde una elige los tiempos. Es una forma de transitar la vida. Porque no hay forma de predecir o predeterminar los acompañamientos”, comenta Antonella. 

Tareas de cuidado comunitaria, más trabajo, más tareas de cuidado propias, más entorno social, todo eso le toca compatibilizar a las socorristas. Y es esto lo que en este contexto de crisis económica les genera aflicción. 

“Nuestro desafío es qué tiempo nos deja este capitalismo feroz para quienes realizamos cuidado comunitario. Para nuestras vidas militantes, es trabajar intensamente en eso, en red, compartiendo esas angustias, pero nunca es una opción dejar el activismo”, dice Juliana y en eso coincide con Sofía. “El activismo feminista es el lugar que siempre elijo. Porque podés estar agotada, sin tiempo, pero siempre vale la pena una tarde de sábado encontrándote con tus compañeras para charlar, para mimarte, para pensar, proyectar, es una esperanza de vida pensada siempre desde el feminismo”, dice Sofía.

La ley de interrupción voluntaria del embarazo existe y se defiende

En Paraná, en Córdoba y en la zona Sur del Gran Buenos Aires, una de las preguntas que insistentemente surgen en las llamadas telefónicas tiene que ver con la existencia de la ley o la posibilidad de que deje de existir.

“La red de socorristas, entre otros muchos desafíos, tiene el desafío de cuidar la ley”, dice Zurbriggen. “Tenemos que colaborar desde esta red para insistir para dar cuenta de que la existencia de la ley trajo muchísimo bienestar, muchísima salud. La importancia de mantener tanto su vigencia como disputar y exigir para su implementación en cada una de las ciudades, de las localidades y las provincias de este país. Estamos en condiciones distintas para su implementación a las que teníamos hasta el año 2023. Ese saber nos obliga a pensar creativamente en las articulaciones políticas para que la ley siga siendo una posibilidad en nuestras vidas y en las vidas de todas las personas que necesitan abortar.”

La Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo está vigente desde enero de 2021. Para información de Socorristas en Red se puede hacer a la web: socorristasenred.org. Allí están los contactos de todas las regiones.

MS/MA

S está embarazada. No quiere volver a ser mamá y decide interrumpir ese embarazo. Habla con su ginecóloga y comienza a recibir información que comparte con sus amigas en un ida y vuelta de datos. En el momento de la interrupción lo hace acompañada por una de ellas.

Abortó y fue un alivio. Sin embargo, piensa lo bueno que hubiera sido no haber tenido que escuchar al ecógrafo hablándole de “su bebé” o haber tenido la recomendación postinterrupción para no tener la pequeña complicación que tuvo.