Mar Chiquita y General Madariaga ofrecen propuestas integrales que incluyen excursiones, gastronomía casera y descanso.
Despertar los sentidos
En el partido de Mar Chiquita, la estancia Nahuel Ruca es la opción perfecta para disfrutar de la naturaleza y hacer circuitos al aire libre.
Ubicada en el kilómetro 469,5 de la Ruta Provincial 11, y a 15 kilómetros de la localidad balnearia de Mar Chiquita, desde hace trece años brinda propuestas de turismo ecológico, rural y natural. Allí se pueden realizar cabalgatas, safaris fotográficos, paseos en canoa por los espejos de agua cercanos y caminatas por el bosque de talas. En los últimos años la observación de aves se convirtió en una de las actividades más populares.
Una de las anécdotas inolvidables de la estancia ocurrió durante una recorrida nocturna por el monte. Un grupo de visitantes estaba muy interesado en conocer mitos, leyendas y relatos sobrenaturales para ponerle suspenso a la noche. En plena y profunda oscuridad rural, una serie de luces comenzaron a atravesar el cielo y los turistas creyeron estar vivenciando un suceso paranormal. Sin embargo, al finalizar el recorrido, vieron en las redes sociales que se trató del paso de varios satélites.
Del campo a la playa
El puesto “La invernada” de la estancia Juancho Viejo, que perteneció a Felicitas Guerrero, se encuentra ubicado en el kilómetro 5,5 de la Ruta Provincial 74, a solo 10 kilómetros de Pinamar.
Se trata de una imponente construcción de estilo colonial con algunas influencias italianas que se reflejan en la azotea y la amplitud de las arcadas. El predio cuenta con una superficie de 300 metros cuadrados, que la familia Guerrero donó a la Municipalidad de General Madariaga para la realización de actividades turísticas, culturales y deportivas.
En “La invernada” se puede disfrutar de un día de campo que incluye cabalgatas, caminatas por senderos interpretativos de flora y fauna, relatos históricos, juegos tradicionales, comidas típicas y paseos de artesanos donde se pueden comprar productos regionales.
Martín de Álzaga compró el campo Laguna de Juancho a Martín Diego Suárez en el año 1851, y luego adquirió las hectáreas de Manantiales que pertenecían a Jorge Pascual Suárez. Allí construyó el casco principal de la estancia Juancho Viejo, y los puestos “La invernada” y Martín García, todos en el mismo estilo, similar al de la casa principal de su estancia La Postrera, edificada en el municipio de Castelli.
El estanciero bonaerense que en 1862 se casó con Felicitas Guerrero, una joven destacada de la alta sociedad de Buenos Aires, falleció en 1870. Dos años después, a días de concretar su segundo matrimonio, Felicitas fue asesinada por un pretendiente a quién rechazó. La mató de un balazo por la espalda. Sin descendencia, la propiedad la heredó su padre Carlos Guerrero.
Las estancias bonaerenses, ubicadas a pocos kilómetros de la costa del Atlántico, atesoran historias y ofrecen diversas propuestas para el esparcimiento y el disfrute durante el verano y por todo el año.