Akira Toriyama falleció a los 68 años, víctima de un derrame cerebral, según anunció la página web oficial de Dragon Ball, en un comunicado que lamenta que el dibujante muriera antes de ver concluidos sus actuales proyectos creativos y agradece a los fans de todo el mundo por su apoyo a su obra durante su más de 45 años.
Akira Toriyama nació en 1955 en la ciudad de Nagoya, y desde pequeño se sintió inclinado hacia el dibujo. Forma parte de una generación fuertemente influída por Osamu Tezuka, autor que sentó las bases narrativas del manga y cuyo trabajo Toriyama conoció desde niño. Tras unos años presentándose a diversos concursos, su debut profesional llegó en 1978, con Wonder Island, en la revista donde publicaría sus obras más importantes, la Weekly Shonen Jump. El éxito le llegaría con Dr. Slump (1980-1984) y, sobre todo, con Dragon Ball (1984-1995) y sus diversas secuelas.
Toriyama fue la punta de lanza de un conjunto de autores que modernizaron sustancialmente el shonen —manga dirigido a chicos jóvenes— con un dibujo preciso y atractivo, y un sentido de la acción que se combinaba con un humor referencial, pero profundamente original. Inspirado muy libremente en la novela china del siglo XVI Viaje al oeste, Dragon Ball es la historia de un niño experto en artes marciales, Son Goku, en busca de las bolas de dragón, unos objetos mágicos que convocan a un dragón que cumple los deseos de su poseedor.
La imaginación desbordante de Toriyama mezcló de manera revolucionaria cuentos populares, ciencia ficción, mitos del terror y el mundo de las artes marciales, y creó personajes tan carismáticos como el Duende Tortuga, Bulma, Yamcha, Krilín o Vegeta. Con un sentido del ritmo narrativo impecable y un gran dominio del gag, Toriyama actualizó el lenguaje del manga clásico para la generación de los videojuegos y las películas de acción ochenteras, y se convirtió en uno de los mangakas más influyentes e imitados.
Con decenas de millones de ejemplares vendidos, Dragon Ball no fue únicamente un éxito en Japón, sino que fue una de las principales causas de la expansión del manga fuera de sus fronteras durante los años 80 y 90.
Dragon Ball se convirtió en una lucrativa marca, explotada en las sucesivas secuelas, como Dragon Ball Z, sus adaptaciones al anime, sus OVAs —películas de animación con historias originales, no adaptadas del manga—, decenas de videojuegos y todo tipo de merchandising. Mientras, Toriyama trabajó en otras obras de corta duración, como Cowa! (1997-1998) o Sand Land (2000), realizó diseños para videojuegos como Chrono Trigger y Dragon Quest. Pero sobre todo, supervisó todo lo relacionado con su creación estrella, y, a partir de 2015, trabajó en los argumentos y tramas de Dragon Ball Super, una nueva serie dibujada por Toyotaru, mimetizando el estilo de su creador y recuperando todo el sabor de la serie original.
El legado de la obra de Akira Toriyama puede rastrearse en muchos shonen manga posteriores, desde Rurouni Kenshin de Nobuhiro Watsuki a Naruto de Masashi Kishimoto, pero también reside en su impacto decisivo en la internacionalización del manga, hasta convertirse en el fenómeno global que es hoy.
Tras una ceremonia celebrada en la estricta intimidad familiar, el anuncio oficial de su muerte provocó una oleada de homenajes por parte de seguidores de todo el mundo, y se espera que en breve se anuncien actos oficiales para despedir a uno de los creadores japoneses más importantes de las últimas décadas.
GV/CRM
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