-¿Cómo estás?
-La versión oficial es que estoy cansada. Estoy también en un muy buen momento, esto cada vez se esta poniendo mejor, en muchos sentidos. Me está yendo mejor que nunca, entonces estoy disfrutándolo. Después estoy un poco estresada con el asunto de la pandemia, pero sobre todo lo que empieza a mover alrededor, en cómo se pone la gente.
-¿En qué sentido? ¿La cosa medio policíaca?
-No, más bien el uso político que se le da a la pandemia, a la salud de las personas. El olvido de algunos detalles que hicieran que todo fuera mejor.
-Como que no hay mucha sensibilidad con cómo la está viviendo la gente.
-No, pero además es una sensibilidad que viene de todos lados, del periodista que mal informa, también. Ese uso de la pandemia me parece lo más agotador. Primero nos pone a todos de un lado o de lo otro, defendiendo la salud pública como si tuvieras que hacerlo, como si todavía tuviéramos que ponernos a defender el bien común. Está pasando esto y a la vez están queriendo meter una mina en Andalgalá, y ocurren desapariciones, no aparece un pibe trans hace no sé cuánto. Es tan agotador vivir en un lugar que constantemente te está dando malas noticias.
Toda la creatividad se nos pone en el saludo con el codo, ¿viste? Y nada más.
-¿Estás decepcionada con la política o con la sociedad en general?
-No, con nosotros. Con nosotros mismos, conmigo misma también. Llegó un punto en el que no supimos nada, pero tampoco estamos siendo capaces de inventar nuevos saberes. Toda la creatividad se nos pone en el saludo con el codo, ¿viste? Y nada más. Hasta ahí llegamos.
-Claro, no estamos inventando nuevas formas de compartir, cuidarnos.
-Organicemos recitales al aire libre. Organicemos lecturas para que la gente se encuentre bajo otra regla que no sea: el otro es tu enemigo. Salimos a la calle porque hay un pibe trans desaparecido, porque hay femicidios, porque están pasando hambre, ¿entendés? Empiezan a suceder esas situaciones donde hay una carga de bronca muy grande y digo, bueno, hay que compensar por algún lado. La cultura se tiene que seguir haciendo.
-Vos decís que en cultura no se está armando una comunidad de pensamiento en torno a esto pero también porque la preocupación es sobrevivir.
-Yo leo y escucho a la Susy Shock. Ella dice esto que te estoy diciendo yo, no es que yo estoy diciendo nada novedoso. Ayer veo a la Vale Lois diciendo: la verdad está divino MasterChef pero están encerrados en un estudio sin barbijo y yo cancelé una obra cuando hay mayor seguridad en un teatro que en esos estudios.
-¿Y vos te las arreglás en este contexto para escribir y producir?
-Escribo bastante, casi todos los días. A veces me siento y solo corrijo o hago crecer algo, lo que fuera. Siempre estuve escribiendo.
-Ahora están haciendo con Javier van de Couter (guionista y director) una película a partir de tu novela Tesis sobre una domesticación.
-Sí, eso, y el libro de relatos. Así que estoy con eso metida creativamente. El guion de la película es de Javier, yo estoy ahí. También está la Huberman (Laura Huberman) que es la productora de Implosión, y está trabajando también con el guion.
-¿Vos no escribís el guion sino que vas leyendo lo que ellos arman?
-No, armamos todo. Todas las reuniones son así, sobre la película. Sí, y es de la única manera que me llama. Me gusta saber que estoy absolutamente de acuerdo con lo que voy a actuar. Por lo general cuando me llegan propuestas, hay mucha torpeza o vagancia.
-Pienso, mientras me lo contabas, que es como si fuera una producción más del under. Esta cosa de juntarnos todos a charlar, más todos con todos.
-Sí, y además es una forma de trabajo en la que creo. Me parece que ese es el modo, al menos con una tipa como yo. No sé si puedo hacer lo otro.
El hecho de escribir es como si se me estuviera viendo la bombacha.
-¿Por qué?
-Porque estoy grande, porque también descubrí que no me muero si no lo hago. Tiene que ser una experiencia creativa.
-¿Cuándo escribís extrañás esta cosa de lo colectivo o estás cómoda con que ese sea un trabajo más solitario?
-Me gusta que sea solitario. El otro día estaba con el chongo y me dice: sigamos durmiendo que es domingo. Y le dije que no, que duerma, cerré la puerta y me vine a trabajar. Yo sentía que me estaba chapando a alguien.
-Con el otro en el otro cuarto, lluvia de chongos.
-Esa sensación me sucede en lugares públicos, un avión, el banco, un aeropuerto. El hecho de escribir es como si se me estuviera viendo la bombacha.
-Sentís que estás haciendo algo medio morbo, que los demás no saben que estás haciendo.
-Un secreto. Incluso para el que estaba del otro lado de la puerta. Yo lo viví mucho también. Escribir a puertas cerradas, en Mina Clavero. Yo escribía como si fuera una mujer, entonces si mis padres leían eso se iba a pudrir todo. Para mí siempre fue un acto pecaminoso, sucio.
-¿Sentís que tenés que pelear con vos misma para sostener eso? Porque ahora que te va tan bien, ¿tenés que hacer un esfuerzo para seguir conectando con esa escritura pecaminosa o es lo que te surge?
-Creo que me sale así. En el teatro me pasa igual. En el teatro, a pesar de que el contrato está hecho, que eso es para mostrarse y exhibirse, yo hago algo más.
-Algún imprevisto.
-Sí, que sea como verle la bombacha a alguien.
-Hablame del chongo este, ¿es el tóxico que contás en Twitter o es otro?
-El tóxico.
-¿Y por qué es el tóxico si se porta bastante bien?
-Viene portándose bien últimamente. Es tierno pero es difícil. El otro día vi Mortal Kombat. Es caro coger, es muy caro en tiempos como estos.
-¿En qué sentido es caro?
-¡Porque terminé viendo Mortal Kombat!
-Ah, claro. No podés ir a lugares a inventarte actividades.
-No, y a él le gustan ese tipo de películas, supongo. El amor hay que negociarlo así.
-A veces sale caro, tenés razón. ¿Y cómo se lleva él con que lleves su novela en Twitter, qué piensa de eso?
-Ya le advertí que no me tiene que ver el Twitter.
-Es que sos muy valiente, yo hablo de mi familia pero siempre de cosas del pasado. Hablar de chongos del presente es mucha valentía…
-Él sabe que no se tiene que meter ahí.
-Es como una perfo.
-¡Claro!
-Me encanta, pero como toda buena perfo tiene que haber algo de verdad.
-Sabes que es interesante porque hay algo que se empezó a gestar alrededor de esa historia, de cómo se lo imaginan o cómo se ponen de un lado o de otro. Por momentos reconocen, mis amigas dicen: ay, es este tarado.
-Y a veces la tóxica es una.
-Una amiga me dice: yo te banco, Cami, pero no me digas que te vuelve tan loca. Me encanta que pase eso, es como un misterio. Aparte ahora venimos hace un tiempo medio de novios, entonces todo lo que pasa es muy gracioso.
-Me encanta ese reality. Tengo una imagen en la cabeza: como en novelas de Danielle Steel que en la tapa tiene un semental con pelo largo.
-Es un semental, bien machote. Es un paki.
-¿Y a vos eso te jode?
-Por supuesto, pero me divierto. Yo he mordido de la carne progresista.
-Yo tenía anotado hablar de los progres.
-Yo he comido de esa carne, una carne dura llena de venas.
-A los progres no volvemos nunca más.
-Creo que no. Mi mamá me dice: que no sea hippie y que no sea progre.
-Hace poco tuviste una pelea sobre esto, ¿no?
-Me agarré con alguien que pensó que estoy a favor de la megaminería porque hice un chiste. Eso no puede pasar porque después ya es una bola más grande y la gente está esperando detrás de las ligustrinas para saltarte al cuello, y ya los lees con esos tonitos. Me pasa también que no me aguanto los matones. Y encima siempre la medida del mundo son ellos mismos, no me los aguanto, no me lo aguantaba en la escuela, en las maestras, de mi papá. Inmediatamente me salta, en Córdoba dicen “me hierve la bosta”. Incluso en la escritura, en el uso del lenguaje y la palabra, el hecho de correrte porque no sabes cómo se hace o porque no te interesa saber cómo se hace o porque encontraste una manera que a vos te suena mejor cuando lo lees.
-¿Vos sentiste eso con tu escritura alguna vez?
-Sí, muchas veces. Sobre el uso de las proposiciones o ese tipo de arquitecturas. O por ejemplo sobre la necesidad de aclarar lugares que para mi tenían que quedar en el puro misterio, como si yo no necesitara explicar o decir algunas cosas. Esas cosas yo por ahí entiendo que producen lo mismo que correrse de la corriente ideológica del momento. Además son ideas a las que se les tiene cariño por lo general un tiempo y después se les pasa
Me parece que es hora de darle bola a las travas, de mirar qué está pasando con la población trans en el país y en el mundo, cómo se ha reforzado un discurso transfóbico disfrazado de muchísimas otras ideas pero que en el fondo siguen siendo transfóbicas
-Pasan de moda muy rápido finalmente.
-Ahora yo pensaba para dónde va a ir todo esto que se construyó con la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, cuando salíamos a la noche todas las personas que queríamos un mundo mejor a hacer vigilia, y nos quedábamos viendo los debates enojándonos con nuestra clase política, no poder creer que las personas que deciden nuestros destinos sean tan brutos. Todo eso que pasó: ¿adónde está, adónde se sigue moviendo? Me lo pregunto. Me parece que es hora de darle bola a las travas, es hora de mirar qué está pasando con la población trans en el país y en el mundo, cómo se ha reforzado un discurso transfóbico disfrazado de muchísimas otras ideas pero que en el fondo siguen siendo transfóbicas.
-¿La sentís también en tu vida cotidiana la fuerza de las terfas (N. del. R.: feministas radicales transexcluyentes), por ponerle un nombre?
-No, nunca he tenido el placer de hablar con ninguna. Lo que creo que de todas maneras es que la aparición del terfismo es una llamada a las travas. Es decir, ¿no es mejor que nos retiremos? ¿No es mejor que armemos otro viaje? Nosotras hemos aprendido, hemos sabido leer determinadas cosas del feminismo que nos han educado y enseñado que algunas cosas que vivíamos estaban mal, nos enseñó a diferenciar un abuso de un amor. Entonces ya lo aprendimos, lo agradecemos además, yo al menos lo agradezco. Peronistas o radicales, como era antes. Mi viejo era radical y mi vieja era peronista, y vivían igual, ¿entendés?
-A vos te parece que esto es una llamada a las travas a construir algo por afuera del feminismo, simpático o compañero al feminismo, pero por afuera.
-Sí, que las mujeres que se acerquen, se acerquen porque quieren estar con nosotras, porque entienden que lo que nosotras estamos haciendo es para que el mundo sea mejor, más justo
-Si no siempre es al revés, las travas teniendo que acercarse al feminismo.
-Pidiendo permiso. Y pidiendo permiso también para el término mujer, para decirnos mujeres. Porque si a Lanata se le ocurre que no somos mujeres, no somos mujeres.
-Y esto que una vez te leí decir, en relación con esta frase de Susy Shock sobre lo monstruoso (“Reivindico mi derecho a ser un monstruo y que otros sean lo normal”).. Y después termina habiendo algo de todas las chicas cis diciéndoles “mostras, mostras” a las travas; bueno chicas, bájense del pony.
-¡Cómanse un chocolate!
-A veces siento que es una inclusión irónica, algo que se hace desde un lugar amoroso pero se puede volver oscuro muy rápido.
-Esto no quiere decir que nosotras tengamos que bajar la guardia. Que nosotras tengamos que ponernos laxas e hiperlaxas y distraídas. En verdad estamos en un momento interesante de nuestra historia, es decir, pasó ya tanto, casi una década, de la Ley de Identidad de Género, y es momento de empezar a preguntarnos cuánto ha mejorado nuestra vida. Hacer censos, sondeos, hablar unas con otras y decir: a diferencia de tantos años, qué mejoró de tu vida, qué no, etcétera. Eso creo que tenemos que poder hacerlo: poder también discutir entre nosotras sobre las diferencias generacionales, cómo son las experiencias.
-Estamos en un momento donde también toda la épica parece estar en torno a la juventud, ¿no? Las pibas. ¿Y las que no somos más pibas?
-Y nosotras, nena, ¿qué? Ponele el decreto este de la discusión laboral y todo, a las travas de 50 años que tienen semejante ruta de recorrido, que están hechas pelota por la silicona, los palos que recibieron de la policía, lo que sea. Bueno, no hay manera que esa ley las contemple, porque no tienen el secundario terminado.
-¿Sentiste a veces que te llaman para formar parte de un cupo?
-Sí, muchas veces. Pero como yo me muero de hambre… (se ríe). No me muero de hambre entonces no tengo necesidad de hacerlo. Entonces puedo hacer este movimiento de: mira, yo no lo puedo hacer pero lo puede hacer tal y tal y tal. Porque si no siempre es lo mismo. Antes era Cris y Flor. Durante mucho tiempo fue sólo Flor. Después apareció Lizzy y ya entre ellas la pudrieron.
Te iba a preguntar en relación con esta cuestión del mainstream. ¿Qué sentiste cuando ahora, después del éxito de Las Malas, se reeditaron libros en Planeta que vos escribiste en otro contexto, otra situación, en editoriales más chicas?
-Les pedí que me dejaran reescribirlo, aggiornarlo. Me gustó hacerlo familiar. En un momento me resultaba muy ajeno, un libro como si no lo hubiera escrito yo. Lo escribí en un momento de mucha intensidad, que me estaba separando y sola en Buenos Aires, tenía dolor. Lo reescribí, y me gustó como quedó. Como un chichecito. Tiene una cosa erótica que me gusta y me interesa. Para mí es interesante poder hablar de mi relación con el sexo, con el erotismo, porque para mi siempre ha sido muy importante, y me han pasado cosas divinas y cosas terribles además. (Bernard-Marie) Koltés dice en La noche justo antes de los bosques: “cómo se conoce mejor a alguien si no es después de coger”. Si no sabes cómo respira, cómo habla, de qué cosas te habla, si hace un numerito, si no lo hace, si se duerme. Koltés también decía algo que es cierto: las personas son muy sinceras cuando cogen.
-Te interesa el sexo como una forma no solamente de construir un vínculo con alguien, sea casual o lo que sea, sino también como una forma de acercarse al mundo, de conocer diversidades de sujetos. A mí me interesa así.
-Me gusta el cómo se llega a coger.
-A veces es la parte más divertida.
-¡Sí! Yo me considero una muy buena cogedora, yo creo que es por mi Capricornio, yo tengo mi Capricornio en Venus, Venus en Capricornio, al revés. Una amiga que es astróloga me dijo: ¡eres una profesional del amor! Y yo dije sí que es verdad, yo soy una buena cogedora, supongo porque fui prostituta y eso me sirvió a mí para saber muchas cosas. Y luego, a mí me gustaba mucho coger.
-¿Por qué lo decís en pasado?
-Me gusta también ahora pero no tanto como antes. Yo antes estaba con un pibe a la siesta, a las dos de la tarde caía uno, a las cinco le decía: mira ahora me pasan a buscar, me tengo que ir. Me baño, me tocaba el timbre otro, llegaba ese y le decía mira me tengo que ir a comer con unos amigos, y llegaba otro. Eran tres por día.
-¿Y no se te acababa el deseo?
-No, nunca.
-Lo tenés identificado con una época de tu vida. Con los veintitantos.
-Ardes, yo ardía, me prendía fuego sola. Luego también pasó que me llegó el estrógeno, las hormonas te bajan la líbido. También aprendí a entender por dónde me pasa ahora. Es como si hubiera cambiado de ser visitante a ser local.
-Explicame eso.
-Es como si yo ahora supiera perfectamente qué me gusta, qué admito, que no admito, cómo se accede a coger conmigo, qué es lo que me calienta del otro. Antes era algo que venía conmigo, yo estaba caliente y me daba lo mismo, que fuera el que fuera, yo quería coger. Ahora me pasa esto otro, como no es tan importante porque yo no estoy tan caliente, necesariamente el otro está involucrado. Verdaderamente es el otro.
-¿Los relatos que estás haciendo ahora tienen algo que ver con esto?
-No, los relatos no, pero yo creo que tiene su cuota de cositas sucias, su cuota de bombacha advertida. Sí, estoy escribiendo alrededor de esto, como un pequeño diario. Y después haciendo alguna entrevista a otras travestis.
-¿Cómo es eso? ¿Vas haciendo entrevistas y qué hacés con eso?
-Charlo sobre sexo.
-¿Y después las transcribís, hacés algo con eso o es para alimentarte a vos?
-Yo creo que voy a sacar algo de allí. No se si enteras todas las charlas pero sí momentos que atacan un lugar muy bonito. Sabes que me pasa, que además tenemos que poder hablar de cómo cogemos y qué nos gusta, las travas. Fuimos mucho tiempo el grito ahí escondido, estrangulado en esas bombachas asesinas que nos poníamos para que no se viera el bulto y todo lo demás. Bueno, está bien, ahora podemos hablar también.
-Cuando se piensa en cómo cogen las travestis, lo que se piensa es en cómo son cogidas, no tanto en lo que desean. Del deseo travesti se sabe y se dice poco.
-Se dice: quién no se cogió una travesti.
-Claro, pero siempre es en pasivo. Las travestis son cogidas.
-No, tesoro, no. Yo me acuerdo de una amiga mía que dice: en 7 minutos lo resolvemos, y con eso ha hecho mucho dinero como prostituta. Para mí es una maestra, una de las minas más inteligentes que conozco, ha hecho guita con ese cuerpo, de vivir muy bien, de darle lo mejor a sus hijos, sus hijos son personas privilegiadísimas porque ella trabaja de esa manera. Y ella la otra vez me decía: en 7 minutos vos lo tenés que poder resolver. Y yo decía: ¿pero por qué? ¡Porque son 7 minutos! 10 como mucho, vos tenés que poder hacerlo rápido. Las travas saben todo. Es un lugar de observación, un lugar en el que te ponés a mirar al otro, con atención supongo también porque estás desnuda con él, entonces tenés que saber estarlo mirando todo el tiempo para saber si tiene un golpe.
-Estar alerta.
-Se aprende en la prostitución, se aprende de ese lugar de observación. En momentos también donde está tan en discusión el abolicionismo, el regulacionismo y todo, capaz que esto es una barbaridad, pero hablo de mi experiencia, ¿no? Yo lo viví y es mi derecho, ¿no?
-De esa experiencia aprendiste, la capitalizaste, es una parte de vos, no tenés por qué negar el aprendizaje que tuviste ahí.
-La Veneno dice: “yo soy transexua, lo soy! ¡Soy prostituta, también! No tengo por qué negarlo”. Así que yo creo lo mismo. También para mi era un riesgo decirlo, siempre fue un riesgo. Y yo cuando lo dije estaba en un momento bastante complicado de mi vida, tal vez podría no haberlo dicho.
-Podrías haber elegido no hacerlo.
-Yo estoy pincelando una pintura, ¿sabés? Estoy escribiendo también mi historia, entonces esto también me hace interesante, esto también es parte de mí.
-Creo que vos, sin estar armando un personaje (porque no lo hacés) sí tenés una conciencia de estar armando una vida, y eso es interesante.
-Sí. Mira, incluso cuando te decía de haber decidido hacer teatro independiente en vez de hacer cine, yo sabía que estaba orientando mi carrera y mi bienestar económico también hacia un lugar que era inseguro, pero bueno, el hecho de hacer una vida así, hacer tu propia obra de arte como dice la Marlene, te da a saber que en algunos lugares no vas a ser feliz. Las veces que hago cosas que sé que van a salir mal, digo, no, bueno para qué vine. Cuando fui a Buenos Aires la otra vez, fui con un pibe con el que a veces salgo cuando voy ahí, un actor así, galancito de la tele, qué se yo. Y siempre parece que vamos a terminar en un telo, y siempre me despide con un beso en la mejilla en la puerta de mi casa.
-Esas cosas que una dice: esta vez sí, y nunca.
-Toda la escena, pero no me garcha. Después en una charla en la que me aseguré que sí le gustaba, que estaba en juego, que estábamos calientes el uno con el otro, me dice a la tarde: llevo MDMA para el postre. Vamos a cenar, pedimos la carta y me tira de una: ahora mi novia se queda tres días a la semana en casa, no está comiendo harinas ni lácteos. A la mañana había hablado con mi analista y le dije: ya me veo otra vez volviendo al hotel sola. La galantería sola es insoportable. Me encontré en el hotel poniéndome un vestido de cuero diciendo: ¿para qué dije que sí, para qué??
-Si una lo sabe, en algún lugar de tu cabeza lo sabías.
-Sí. Y digo, lo bueno es que yo ya lo sabía, lo tenía bien estudiadito. Le dije: sos un histérico, no me histeriquees.
-Y con el trabajo es igual, una sabe donde se mete y donde no se mete, va afinando la intuición. ¿Te sentís presionada de hacer un hit o te da igual?
-No. Sé que le va a ir bien. Aunque sea se va a vender la primera edición.
-Mínimo, no estamos para fingir pobreza. ¿Cómo te sentís con el éxito?
-El otro día el chongo me invitó a un outlet de ropa en Córdoba, imagínate. Domingo a la mañana me dice: vamos al outlet. El éxito de Camila Sosa Villada (se ríe).
-En el outlet de segunda selección.
-Te voy a decir lo que sí me pasa: esto de no tener que pensar que el dinero se termina. Es increíble, esto de comer sushi, mañana como lo otro, mañana no como, pasado me compro un vestido, el jueves le regalo las donaciones a mi mamá y a mi papá, el viernes invito a comer a unos amigos. Eso está muy bien, porque además pensaba que es una relación distinta haber estado privada un montón de tiempo de cosas que me gustaban, y no es que yo no las conocía, yo sí las conocía y me encantaban y no las podía tener o comer o beber o vestir. Ahora, digo: bueno, ¿qué hago? ¿Plan invertir para el futuro y comprar dólares y estresarme en el banco pensando cómo hacer para comprar 200 dólares por mes o me lo como, me lo chupo, me lo fumo? Aparte, pienso que no hay mundo. Pienso que se está por terminar o va a ser muy poco disfrutable, va a ser bastante angustiante no tener agua, o estar tapados de agua, o gobernados por Bolsonaro. Entonces pienso que hay que aprovechar ahora.
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