En un año difícil para las editoriales por los vaivenes de la economía y la crisis que afectó seriamente al sector por la caída en las ventas de libros, hubo sellos que decidieron alejarse por un rato de lo estrictamente nuevo. Es que, a lo largo de todo 2024, algunas editoriales recuperaron para sus catálogos publicaciones que hacía rato habían dejado de circular, otras indagaron en los archivos de autores centrales para llegar a materiales poco conocidos, otros eligieron apostar al hallazgo de clases magistrales para convertirlas en textos impactantes.
A continuación, un repaso –arbitrario, personal y siempre limitado, como ya mencionamos en otras oportunidades– por algunos de los rescates literarios más interesantes del año. Entre otros, hay cuentos, novelas, diarios personales, entrevistas, correspondencia, poesía y clases magistrales.
1. Diario del abandono, de Leopoldo Brizuela (Bosque Energético). Con el corazón en la boca. O en el puño, en la mano que escribe, en la garganta, en ese hueco donde quieren brotar las palabras que no terminan de formarse. El libro bien podría venir con la frase que da pie a los Fragmentos de un discurso amoroso, de Roland Barthes: “Es pues un enamorado el que habla y dice”. Diario del abandono, de Leopoldo Brizuela, salió este año por el sello Bosque Energético y, con una belleza descomunal –arrasadora– recupera una serie de textos que el autor escribió en pocas semanas, entre finales de 1990 y comienzos de 1991.
Brizuela, que murió en 2019 y dejó una obra muy sofisticada, se convierte aquí en la voz de un enamorado que habla y dice, por ejemplo, “estamos solos para amar; pero para destruir, toda la historia nos acompaña”. O: “Se sufre porque el teléfono no suena: uno, en su primitivismo, en esa lógica elemental, violenta, absurda de los sentimientos, cree que en la ausencia el otro está olvidándonos. Y cada segundo que pasa es la confirmación de esa teoría. Si él tiene teléfono, y sabe que estoy aquí, y no me llama, si me niega la salvación de una llamada es porque ya no me quiere más (...) ¡Y cuántas cosas se aplazan por permanecer en el lugar del abandonado! ¡Cuánta gente se deja de ver! ¡Qué solos nos quedamos! ¡Qué único se vuelve el otro por nuestra voluntad! ¡Y qué poderoso!”.
Si el amor es, como aprendimos gracias a nuestra educación sentimental y musical, un ejercicio, lo que hace Brizuela es fragmentarlo, repasar sus figuras, hacerlo cuerpo en la escritura de este diario que es más que un diario. Escribir, amar: un arrojo, un tiempo en suspenso. Guido Herzovich apunta esto en el prefacio: “Diario del abandono es un ejemplo anómalo del género diario: no tanto acompaña y registra la vida de alguien sino que llega casi a detenerla, porque su autor entiende esa escritura, que durante tres semanas va tomando la mejor parte de cada día, como requisito para empezar a vivir una vida realmente propia”.
Esa vida propia, detenida en la espera, es la del enamorado, la del hombre que espera a otro hombre, la del hombre niño que fantasea con accidentes terribles o tragedias, la del que bucea abandonos anteriores en su memoria familiar para pensar un abandono transitorio y presente (¿por qué no me llama? ¿por qué no llega?, “dame, pronto, una señal”, diría Virus), la del que busca pistas en cada dolor que percibe en su cuerpo, la del que lee y cita fragmentos de otros para inscribirse en una sucesión infinita de enamorados-abandonados-abandónicos. La del que escribe para ser leído, la del que intenta captar señales en una lengua que es siempre la del cortocircuito.
2. Impresiones de una directora de escuela, de Hebe Uhart (Adriana Hidalgo). La escritora argentina Hebe Uhart (1936-2018) publicó su primer libro en 1962, en una edición de autor: Dios, San Pedro y las almas. Se trataba de siete cuentos y cuatro microcuentos que mostraban la originalidad y el valor de su escritura. Este año la editorial Adriana Hidalgo decidió reunir esos relatos junto con los de Eli, Eli, lamma sabacthani? (1963), La gente de la casa rosa (1970) y El budín esponjoso (1977) en un extraordinario volumen que lleva como título Impresiones de una directora de escuela.
Uhart, que además de una escritora notable fue una gran maestra, como quedó luminosamente registrado en el libro Las clases de Hebe Uhart de Liliana Villanueva, registra ya en sus primeros relatos algunas escenas escolares, con docentes y autoridades en el centro de la escena, además de su mirada siempre ácida de los vínculos familiares. Lo hace, como a lo largo de toda su trayectoria posterior, con filo, con austeridad, con desparpajo y, claro, con su maestría radiante.
3. La obra de Gustavo Ferreyra (Ediciones Godot). Como Adolfo, el protagonista de El amparo, que es sirviente en una mansión misteriosa donde tiene que cumplir una tarea humillante, a la que, sin embargo, se aferra con tesón, casi desesperado: permanecer agachado al costado de la mesa y ser receptor, con su boca, de los carozos de aceitunas que escupe el dueño del lugar cuando almuerza, cena o recibe invitados. Como Piquito, el sociólogo de su célebre saga, ese que fue definido como uno de los personajes más extremos de la literatura argentina por su mesianismo incandescente, por sus diatribas alucinadas y su andar frenético en un arco que va del Polo Obrero, a las instituciones educativas, a la cárcel y a un pueblo remoto en la Patagonia. Como Ricardo, el centro de su última novela, El mamífero que ríe, un psicoanalista que se obsesiona con los lobos marinos y se define como “anarco-macrista” mientras sus fantasías más desenfrenadas no lo dejan en paz.
Los libros de Gustavo Ferreyra están repletos de estos seres desaforados que se mueven en el terreno resbaladizo de sus elucubraciones, ese volcán que es una amenaza permanente y al mismo tiempo una válvula de escape. Todo lo que se puede y no se puede decir está ahí: en la punta de una lengua deforme, abigarrada y cómica; en una prosa que se desliza sin frenos por lo sórdido y lo aparentemente civilizado.
Lejos de los desbordes de sus personajes, sin embargo, el escritor es un hombre retraído que habla pausado y con una calma discreta. Con más de una decena de libros publicados y lectores fervorosos (entre los que se encuentran colegas de él como Martín Kohan o Mariana Enriquez), Ferreyra permanece al margen, en el sigilo, en un territorio corrido del estruendo de los circuitos tradicionales del campo literario, con sus ferias, sus lecturas, sus festivales.
Dedicado durante buena parte de su vida a la docencia, a treinta años del lanzamiento de su primera novela, la potente obra de este escritor volvió a circular durante 2024 con reediciones de sus clásicos y la publicación de textos inéditos a partir de un rescate tramado por el sello Ediciones Godot. Un plan que seguirá el año próximo con nuevas ediciones de dos títulos insoslayables del universo Ferreyra: El director y La familia.
4. Faster, de Eduardo Berti (Híbrida). Publicado en 2019 por Impedimenta en España, este es uno de los libros más entrañables que llegó este año a las librerías locales a través de la editorial Híbrida. Entre la crónica, una novela de coming of age y el ejercicio en plan Me acuerdo, de Georges Perec, Faster se mueve en el terreno difuso y magnético de la memoria. Es por eso que, al ritmo a veces vertiginoso y a veces aplacado de los chispazos de la evocación, cuenta la historia en fragmentos de algunos episodios de la vida de su autor que insisten en ser recordados y, por lo tanto, narrados.
Como en todo relato potente, hay algunos hitos, algunas escenas inaugurales. En este caso, el encuentro de dos adolescentes a finales de los ‘70 en la Argentina unidos por el amor a los Beatles, por algunas obsesiones lectoras y por cierta sensibilidad hacia la palabra escrita. A medida que la novela avanza, irán apareciendo más imágenes iniciáticas, más situaciones que se desplegarán para agrandar el mito de esa amistad incandescente. Entre ellas, el encuentro de los protagonistas con el piloto Juan Manuel Fangio, a quien un día los dos jóvenes, fundadores precoces de una revista deportiva casera, deciden ir a entrevistar.
Como el propio Fangio que cuando lo van a ver prefiere hablar de los inicios y no tanto de sus épocas de gloria, Faster decide posarse con sutileza en los comienzos, en lo embrionario, en la potencialidad de las pasiones en dos de sus múltiples formas: la amistad o eso que rápidamente llamamos profesión. Así, a lo largo de sus páginas las carreras de Fórmula Uno, la música, el periodismo, las velocidades, la literatura y las vidas se entrelazan en un relato extraordinario. Una serie de fragmentos que, gracias al trabajo de orfebrería narrativa de Eduardo Berti, se vuelve anular, redondita, circular como un disco, como las ruedas de los autos, como las mejores canciones.
5. La mujer que escribió Frankenstein, de Esther Cross (Minúscula). El comienzo fue un corazón envuelto en papel. Esther Cross encontró la escena en una biografía de Mary Shelley: cuando falleció su esposo Percy, la autora de Frankenstein conservó su corazón y decidió tenerlo con ella como una reliquia hasta su propia muerte. Ahí donde nadie se detuvo demasiado, tal vez por pudor o para no caer, como sostiene Cross “en algo que para algunos biógrafos entraba en la zona del chisme”, la escritora argentina encontró la punta de un hilo. Un entramado que la llevó a seguir recuperando escenas increíbles de la vida y de la obra cumbre que Shelley escribió con apenas 18 años y también de una época de medicina clandestina, de robo de cadáveres en pos de supuestos avances científicos, de terrores cotidianos y extravagantes, y de escritoras pioneras que decidieron meterse con los muertos y con los monstruos.
Con todo ese material, y después de una búsqueda monumental entre biografías, diarios y todos los registros posibles, Cross escribió La mujer que escribió Frankenstein, un libro inclasificable y excepcional que se publicó por primera vez en 2013 y que volvió a circular en 2024 de la mano del sello Editorial Minúscula.
“Yo había leído Frankenstein varias veces y estaba escribiendo una novela sobre la creación de un robot. Entonces empecé a leer y a releer libros que tuvieran que ver con ciencia ficción, pero sobre todo con esta idea de crear un ente. Una se arma una especie de biblioteca que rodea a un libro y así fue que releí Frankenstein. La versión que releí en ese momento venía con una biografía acotada de Mary Shelley, de esas que siempre acompañaban los clásicos. Ahí aparecía el dato de que cuando Percy Shelley murió a Mary Shelley un amigo le había dado el corazón. Y ahí inmediatamente largué la novela y me puse a leer sobre ella, Me di cuenta de que yo no había reparado en ella, en la autora de un libro tan importante como Frankenstein. Fue impresionante. Y empezar a leer sobre ella fue un deslumbramiento”, reveló Cross en esta entrevista con elDiarioAR.
6. Ricardo Piglia (Siglo XXI Editores y Eterna Cadencia). El novelista, el lector que se convirtió en una suerte de guía para otros lectores, el crítico, el editor, el que intentaba abordar la relación entre los intelectuales y la militancia de los ‘60 y ‘70, el que participaba con sus artículos de la época de oro de las revistas culturales argentinas, el que enseñó a Borges por televisión, el teórico implacable, el docente universitario. Ricardo Piglia (1941-2017) es una figura central para la literatura en idioma español y, por la potencia de su lectura y de su escritura, sus múltiples facetas parecen seguir proyectándose hasta la actualidad.
De hecho este año, diversas publicaciones volvieron a traer el nombre de Piglia a la escena. Desde la editorial chilena Ediciones Diego Portales, con distribución en Argentina, se lanzó el excelente Ricardo Piglia a la intemperie, un retrato exhaustivo que realizó Mauro Libertella del autor de Respiración artificial. Casi en simultáneo, también llegó a las librerías este año Trece prólogos, un libro editado por Fondo de Cultura Económica que reúne los textos que Piglia escribió como introducción a la Serie del Recienvenido, una colección muy destacada que él mismo dirigió en esa editorial entre los años 2011 y 2015.
Otras dos publicaciones que recuperan algunas de sus intervenciones públicas se destacaron a lo largo de 2024. Por un lado, Siglo XXI editores rescató en Ricardo Piglia. Introducción general a la crítica de mí mismo, una serie de entrevistas informales y a la vez muy reveladoras durante una serie de visitas que el escritor realiza al Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDinCi) a finales de los ‘90 y comienzos de los 2000.
“Esta conversación se grabó en un entrañable Sanyo de microcassette. No es la versión oral de Los diarios de Emilio Renzi, sino la memoria detallada y chismosa de los sesenta y setenta, años en los que Piglia fundó y participó en revistas que reflejan los debates de la izquierda, su figura siempre disidente con las convenciones, sus desacuerdos que siempre lo dejaban en un lugar extraño y vanguardista, aunque le disgustara esta palabra: un trotskista que entroniza a Puig, un maoísta que lee a Raymond Chandler y James Hadley Chase, un solitario que camina por la calle Santa Fe mientras sus compañeros caminan hacia Ezeiza para recibir al general”, apunta con agudeza la escritora María Moreno en uno de los prólogos de este libro.
El otro está escrito por el historiador, archivista e investigador Horacio Tarcus, quien se encargó de hacer y recopilar las entrevistas que aparecen en este libro. Según relata el propio Tarcus en sus palabras preliminares, las conversaciones que integran Introducción general a la crítica de mí mismo tuvieron lugar a partir de una serie de visitas de Piglia al CeDinCi que comenzaron en 1998. Esas charlas, de las que participó también Ana Longoni, estuvieron motorizadas particularmente por la revisión de las revistas culturales argentinas de los ‘60 y los ‘70 de las que Piglia fue testigo y parte central.
Transcriptas tal como tuvieron lugar, con mínimas referencias que ayudan a los lectores a completar datos sobre nombres, libros o publicaciones, las entrevistas exhiben a un Piglia lúcido, conversador, por momentos autocrítico y también cómodo con sus interlocutores, que lo van llevando por asuntos como la militancia de izquierda, los años de formación, la tarea de de editor y su relación con otros intelectuales contemporáneos. Entre otros momentos reveladores, se destacan las observaciones que Piglia hace sobre su vínculo con Rodolfo Walsh.
Hacia el final, el libro recupera también algunos textos “juveniles” que Piglia publicó en aquellas revistas emblemáticas que fundó, que conformó, que criticó y hasta que llegó a abandonar.
En noviembre, a través de Eterna Cadencia Editora, llegó a las librerías Borges por Piglia, una publicación extraordinaria que reúne las clases que el escritor y crítico dio por la Televisión Pública en 2013 sobre la obra y la figura de Jorge Luis Borges.
El libro compila aquellas exposiciones televisadas que Piglia brindó en la emisora pública un año después del ciclo Escenas de la novela argentina, un programa que tuvo un formato similar. A partir de una rigurosa labor de la editora Daniela Portas, quien trabajó junto al escritor durante muchos años, la publicación reproduce no solo lo que se dijo en ese curso sobre Borges sino la voz y la cadencia de un expositor magistral.
“Ricardo Piglia se propuso trasladar la dinámica de un curso universitario a la televisión. Cada clase está seguida de la reproducción tanto del diálogo con figuras clave de la escena cultural que tenía lugar al final de la exposición como de la discusión abierta con el público. La primera se titula ¿Qué es un buen escritor? y en la conversación participan Paola Cortés Rocca y María Pía López; la segunda, La memoria, y allí intervienen Marcos Herrera y Germán Maggiori; la tercera, La biblioteca, tema que convoca a Mario Ortiz y Luis Sagasti; y la cuarta, Política y literatura, que culmina con un intercambio imperdible con Horacio González y Javier Trímboli”, informó la editorial Eterna Cadencia sobre esta publicación.
Además de la reproducción de las cuatro clases, el libro trae como anexo una entrevista inédita que el propio Piglia le hizo a Borges, un epílogo del crítico cultural Edgardo Dieleke, las anotaciones que el crítico le hizo a los guiones del ciclo y los programas de los seminarios que dictó sobre Borges en las universidades de Buenos Aires y Princeton.
7. Cartas extraordinarias, de María Negroni (Random House). “Este libro es una colección de cartas cuidadosamente apócrifas de aquellos autores que, para tantos niños y jóvenes argentinos, constituyeron la primera biblioteca. Esos autores, se recordará, venían encuadernados en tapas amarillas –la famosa colección Robin Hood– y los leíamos con avidez, fascinados por las aventuras de sus múltiples pequeños huérfanos. Allí estaban, entre otros, Herman Melville, Emilio Salgari, Hans Christian Andersen, Louise May Alcott, J.M. Barrie, Charles Dickens, R. L. Stevenson, Carlo Collodi, Lewis Carroll, Jean Webster, Johana Spyri, Jonathan Swift, los hermanos Grimm, Jules Verne, Mark Twain, Charlotte Brontë, Rudyard Kipling, Jack London y Daniel Defoe. ¡Qué maravilla de ADN literario”, adelanta María Negroni en el prólogo de este libro que salió originalmente en 2013 a través de Alfaguara y este año fue reeditado por Random House.
Con observaciones sobre sus mundos y sus circunstancias, con miradas que iluminan la propia tarea de la escritura, las cartas creadas por Negroni hacen hablar, por una extraordinaria operación de lenguaje que trae épocas lejanas y mucha poesía, a estos autores y autoras. A veces los intercambios son entre los escritores y sus familiares o seres queridos, a veces, incluso, la correspondencia se da con sus propios personajes. Leer estas Cartas extraordinarias es embarcarse, como en la infancia, en un viaje fascinante por tierras remotas que los libros suelen acercarnos con todo su magnetismo. Una sucesión encantadora que afortunadamente corre los límites entre lo que ocurrió y lo que podría haber sido, entre el asombro y la imaginación; entre vida y literatura.
8. Curso de literatura argentina, de Jorge Luis Borges (Sudamericana). “Quiero advertirles que no pienso enseñarles literatura argentina porque esas cosas no se enseñan. Yo he sido profesor de Literatura Inglesa y Americana durante unos veinte años en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y me di cuenta de que era absurdo enseñar literatura. Creo que lo que uno puede enseñar es el goce de ciertos libros, el hábito de ciertos libros y que un profesor no tiene derecho a imponer sus opiniones”. Con esas palabras se presentó, a comienzos de 1976, Jorge Luis Borges ante un pequeño auditorio de estudiantes de un centro especializado en Literatura Hispánica de la Universidad de Michigan, en los Estados Unidos. Un grupo reducido que tuvo el privilegio de escuchar, a lo largo de diez encuentros, al mítico escritor hablando de Domingo Faustino Sarmiento, de Hilario Ascasubi, del Martín Fierro de José Hernández, de Almafuerte, del modernismo en Leopoldo Lugones, de Paul Groussac y Ricardo Güiraldes.
Aquellas singulares clases, especialmente preparadas por el autor de Ficciones para esa ocasión, quedaron registradas en casetes que permanecieron guardados por más de cuarenta años y, gracias al trabajo de rescate y transcripción realizado por el investigador argentino Nicolás Helft, salieron a la luz y se convirtieron en un extraordinario libro que fue publicado este año por la editorial Sudamericana bajo el título Curso de literatura argentina. Universidad de Michigan, 1976.
Tal como relata Helft en el prólogo del libro, Borges llegó a Michigan acompañado por María Kodama el 2 de enero de 1976 invitado por Donald Yates, uno de sus primeros traductores al inglés. Por entonces Yates era profesor de la universidad estadounidense y se había hecho admirador del escritor luego de leer algunos de sus cuentos en 1954 cuando estudiaba Literatura Hispánica.
9. La poesía de Juana Bignozzi y Joaquín O. Giannuzzi (Adriana Hidalgo y Fondo de Cultura Económica). La poesía y los grandes poetas también fueron rescatados por las editoriales locales a lo largo de 2024. Por un lado, el sello Adriana Hidalgo publicó este año el primer volumen de la obra completa de Juana Bignozzi bajo el título La vida en serio. Obra completa (1998-2019). Editado al cuidado de Mercedes Halfon, el libro contiene lo publicado por la poeta desde 1998 hasta su libro póstumo de 2019. Además, se incluyen dos materiales de diferentes períodos que hasta ahora no habían sido editados en libros. Por un lado, su texto Yo y un conjunto de poemas publicados originalmente en el dossier que el célebre Diario de Poesía le dedicó en 1998.
“El segundo material inédito es La escalera de Aracoeli, una serie de poemas que si bien Bignozzi había anunciado en diversas ocasiones como un poemario que tenía entre manos, nunca salió de su casa. Al recorrido cronológico se suma un apartado con los paratextos originales –contratapas y prólogos- que acompañaron la edición de estos libros, con los comentarios que le dedicaron a sus poemas Jorge Lafforgue, Daniel García Helder, Beatriz Sarlo, Martín Gambarotta, Martín Rodríguez y Halfon”, comentaron desde la editorial.
En mayo de este año salió por Fondo de Cultura Económica Poesía completa (1958-2008), de Joaquín Giannuzzi, un libro que reúne los once volúmenes escritos por el poeta a lo largo de cincuenta años. Con prólogo de Fabián Casas, esta edición recupera una obra poética única, en la que se percibe una música de fondo. “Son apenas cuatro acordes repetidos más cercanos al punk, si es que tomamos al punk en su lado más luminoso: podés hacer poesía con lo que ves mientras caminás por tu casa, no necesitás ser un pequeño dios para escribir un poema”, señala Casas en las palabras que acompañan esta edición.
Giannuzzi nació en Buenos Aires, Argentina, en 1924. Se dedicó al periodismo, publicó críticas literarias en Crítica, Crónica, Clarín y La Nación. En 1962 empezó a colaborar con Sur, dirigida por Victoria Ocampo. En 1958 publicó Nuestros días mortales, con el que obtuvo el premio de la Sociedad Argentina de Escritores. Le siguieron Contemporáneo del mundo (1962), Las condiciones de la época (1967) y Señales de una causa personal (1977). Ya en la década del ochenta publicó Principios de incertidumbre, Violín obligado y Cabeza final. Su último libro publicado fue ¿Hay alguien ahí?, poco antes de su fallecimiento, el 26 de enero de 2004.
10. Querida vieja. Correspondencia de la Guerra del Paraguay, de Dominguito Sarmiento (Omnívora). Esta publicación recupera la correspondencia entre Dominguito Fidel Sarmiento y su madre, Benita Martínez Pastoriza, durante la Guerra del Paraguay. El intercambio se inicia en junio de 1865, cuando el joven Dominguito, hijo del expresidente argentino, se incorpora al Ejército Nacional y concluye en septiembre de 1866, con su trágica muerte en la batalla de Curupaytí.
Las cartas, editadas al cuidado de la investigadora Lara Segade, permiten leer lo íntimo y privado de esta familia junto con el desarrollo del conflicto bélico que enfrentó a Argentina, Brasil y Uruguay contra el Paraguay, mientras que al mismo tiempo dejan traslucir y adentrarse en las vicisitudes políticas y sociales de la Argentina que se estaba formando.
“Morir por su patria es dar a nuestro nombre un brillo que nada borrará y nunca jamás fue más digna la mujer, que cuando con estoica resignación envía a las batallas al hijo de sus entrañas. Las madres argentinas transmitirán a las generaciones el legado de la abnegación y del sacrificio. Pero dejemos aquí estas líneas, que un exceso de cariño me hace suponer ser letras póstumas que te dirijo”, escribe descarnadamente Dominguito en las páginas de esta delicada publicación del sello Omnívora.
AL