Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Entrevista

Marie-Pier Lafontaine, la escritora que reconstruye con rabia la intimidad del abuso y la violencia intrafamiliar

Marie-Pier Lafontaine es autora de los libros "Perra" y "Armas para la rabia".

Agustina Larrea

0

“Entre todas las leyes del padre, había una de índole fundamental: no contar. De niña, disimulaba mis deseos en textos de ficción. Dos hermanas en fuga. Perseguidas por un monstruo de dos cabezas. Huían por sombríos bosques. Se armaban con ramas, palos. Hoy ya no escondo mis deseos. Quisiera que este texto diezmara a mi familia toda”. Con esa contundencia y esas palabras comienza el libro Perra (Ediciones Godot, 2024) de la escritora canadiense Marie-Pier Lafontaine. En las propias palabras de la autora, que está de visita en Buenos Aires para participar de la Feria de Editores 2024 y difundir sus publicaciones editadas en la Argentina, se trata de una “autoficción”.

“Cuando empecé la redacción del libro lo concebía más bien como una novela. Había mucha más ficción antes porque tenía una idea bastante fija de lo que debía ser una novela. Pero, finalmente, al trabajar mucho el texto me quedé con todo lo que tenía que ver con la cercanía y la intimidad de mi experiencia personal. Entonces apareció muy claro que el libro tenía que ser una autoficción: quería denunciar los abusos que había vivido en la infancia. En este sentido,  no se trata de un testimonio porque lo que hago es denunciar los abusos que padecí a través de la ficción y de la escritura”, cuenta la escritora ante elDiarioAR.

Crudo, fragmentario, con imágenes en las que la violencia se multiplica de distintas maneras y donde los interrogantes se van volviendo cada vez más pesados (“¿Nuestros vecinos nunca oyeron nada?”, se pregunta la narradora), Perra fue el primer libro que publicó Lafontaine y en el que por primera vez reconstruye su infancia en un entorno agresivo especialmente para ella y para una de sus hermanas.

Por la forma de abordar un asunto que hasta la actualidad sigue siendo una suerte de tabú, como el abuso intrafamiliar, la publicación impactó en Canadá y también en Francia, donde la autora obtuvo el Premio Sade en 2020. 

“Cada año, miles de padres violan a su propia criatura. Miles de maridos matan a sus parejas. Miles de chiquitas ven a su madre siendo empujada, golpeada e insultada. Miles. Cada año. Nadie se sorprende de oír la misma historia por milésima vez”, se puede leer en las páginas de Perra.

Consultada sobre por qué eligió una forma tan particular para su narración –en las páginas se suceden imágenes aterradoras en pequeños fragmentos, muchos de ellos presentados en letras grandes–, la escritora asegura: “Primero quería demostrar a través de la escritura la repetición de la violencia: en cada página hay un nuevo fragmento que comienza y entonces crea este efecto de retorno, de repetición. Y, luego, también cuando escribí la novela yo estaba pasando síndrome de estrés postraumático y los recuerdos de la infancia que me venían eran fragmentarios. Quería que la escritura pudiera dar cuenta de la lógica de ese trauma”.

Armas para la rabia

Luego de la gran repercusión de Perra, Lafontaine se animó a seguir indagando en la violencia y en los abusos contra las mujeres, pero esta vez eligió el ensayo para hacerlo. Así publicó, en 2022, Armas para la rabia (Ediciones Godot, 2023), traducido en Argentina por Agustina Blanco. En esta publicación, el puntapié es un abuso por parte de un transeúnte que la autora sufre en la vía pública. “Uno de los consejos que más me sacaba de quicio después de que un hombre me agarró el culo en el andén de una estación de subte en Montreal era que no tomara más el transporte público”, se lee casi al comienzo del libro. Una publicación que la propia autora propone “como un combate”.

“Quisiera escribir un ensayo-enojo, un ensayo-rabia. Que fuera recibido como una avalancha de golpes. Entre una frase y otra, habrá que visualizar energía desplegándose (...). Entre cada palabra de cada una de las frases que componen este texto habrá que oír el ruido de un cuerpo pegándole a otro cuerpo. El martilleo de mi ira acaso no baste para que reviente la historia de mi familia”, señala en el texto.

“El episodio en el subte fue el disparador que hizo que reflotaran mis recuerdos de infancia. Atravesé ese recuerdo en particular y dos años después empecé a escribir Perra. La primera versión del ensayo Armas para la rabia la escribí durante mis estudios de maestría, pero retomé el texto después para que fuera más accesible durante la pandemia. Y ahí me sentí lista para volver a ese episodio del subte y era capaz en ese momento de entender el nexo entre eso que había vivido y lo que se cuenta en Perra”, relata ahora.

Con citas a autoras como Annie Ernaux, Laura S. Brown, Virginie Despentes, Martine Delvaux y Anne Dufourmantelle, entre otras, Lafontaine arma un entramado entre sus lecturas, su experiencia como víctima y como alguien que intenta denunciar, y su memoria para reflexionar, una vez más, alrededor de la violencia contra las mujeres y lo que la autora denomina como “la cultura de la violación”.

“La violencia que yo denuncio en el libro es la que destruye vidas”, sostiene al ser consultada sobre si siente dolor mientras escribe y agrega: “La escritura va a ser dolorosa después. Cuando escribo estoy concentrada, estoy buscando la palabra exacta, así que creo que allí no hay tanto espacio para la emoción como tal. Pero a veces después, sí, que tengo una gran reacción emocional”.

Pese a los numerosos padecimientos que describe en sus dos publicaciones, la escritora dice que prefiere no pensar la escritura desde un lugar de víctima. “Pienso que la escritura misma es lo que me define. Y creo que es esa voz narrativa que yo anclo en la ira, en la resistencia. Eso me da una identidad completamente distinta de la de la víctima”, sostiene.

Al mismo tiempo, Lafontaine afirma que pudo ir armando con otras personas algún tipo de contención desde que salieron sus libros y se reveló públicamente su historia.

“Tengo redes de apoyo y también está la red misma de la literatura con todas las escritoras que escribieron antes que yo sobre esto. Eso crea para mí una suerte de red que me ayuda a seguir escribiendo y a quedarme dentro de este movimiento. Lo paradójico con la escritura es que escribir en sí mismo es solitario, pero cuando un libro sale y se convierte en algo muy público se vuelve colectivo. Así que a través de los libros conozco a nuevas personas también, lectoras, lectores, muchos que me cuentan sus propias experiencias. Los libros, después de todo, crean redes de aliados”, concluye. 

DM/AL

Etiquetas
stats