“Si los escritores construimos personajes –dijo alguna vez–, yo soy la escritora tardía”. La escritora Ángeles Salvador, que impactó a lectores y a la crítica con su debut literario, El papel preponderante del oxígeno, en 2017 y luego volvió a hacerlo en 2021 con su segunda novela, La última fiesta, murió en Buenos Aires víctima de una complicación en su salud a partir de un cuadro de Covid-19. Tenía 50 años.
Con un estilo filoso, directo, corrosivo y por momentos muy agudo, los relatos de Salvador, que se formó como actriz hasta que pasados sus cuarenta años se volcó a la ficción literaria, se destacan por su lucidez y su extraordinario sentido del humor.
Además de sus dos novelas notables, Salvador es autora de relatos breves que formaron parte de antologías. Hasta mayo de este año, la autora también publicaba una columna quincenal en elDiarioAR sobre uno de los temas que la obsesionaban: el dinero. Además en diciembre había publicado un cuento inédito en la revista impresa que elDiarioAR le envía a sus socias y socios.
Tal como contó en varias entrevistas, antes de ser escritora –antes, incluso, de siquiera saber que le interesaba escribir– Ángeles Salvador se formó con el director teatral y destacado maestro de actores Ricardo Bartís. Eran los años noventa, una década que reconstruyó con gran maestría en sus dos libros, que salieron por los sellos Reservoir Books y Lumen respectivamente. Entre otros, por aquellos días compartió ensayos y escenas con destacados actores y actrices como Rafael Spregelburd, María Onetto, Soledad Villamil y Luis Machín.
Tal como apunta esta nota que salió en Pez Banana a propósito de la publicación de La última fiesta, de Bartís, contó Salvador alguna vez, aprendió un recurso elemental que después estructuró su literatura: para convencer no es necesario apelar a una memoria, lo importante es la mentira, le enseñaron. “El cuerpo del actor mintiendo convincentemente en un pacto con el público: hacerte creer durante una hora algo para provocar cierta emoción”, recordó la escritora.
Cerca de sus 40 años, Salvador recibió una noticia muy dura: su salud se debilitaba y debía hacerse estudios que le confirmaron un cuadro alarmante. “Tenés una insuficiencia renal grave, te dan altísimas la urea y la creatinina. Buscá ya un nefrólogo y empezá a ver qué hacés”, recordó en una entrevista con el sitio Infobae y agregó: “Hasta que me dicen: ‘Lamentablemente tenés el 14% de la función renal, hay que empezar diálisis ya, y la salida que tenés es un trasplante”.
Entonces comenzó un camino duro, hasta que en 2016, por la donación de un riñón que le hizo su padre –a quien le dedicó su primer libro– logró hacerse el trasplante.
Sobre sus comienzos en la escritura, Salvador recordó en esa misma nota, con la periodista Mercedes Funes, que ocurrió en un momento muy particular de su vida: “Fue después de que me separé. Tenía 38 años y tres hijos chiquitos y muy seguidos, porque dos son mellizos, y la más grande recién había cumplido dos. Yo no tenía mucho sostén de cuidado, nadie que me ayudara. Eran tantos, que si no tenés una madre o una suegra que se metan con vos en tu casa –y eso no había–, quedás como tomada por esa situación: la separación, las mudanzas, y salir adelante de vuelta. Yo había quedado afectada en lo económico y también tenía esa necesidad de cuando empezás a estar un poquito mejor, de decir: ‘Algo quiero hacer yo también, yo existo’. Quería retomar mi interés artístico, lo expresivo”.
Si los escritores construimos personajes, yo soy la escritora tardía
En 2017 llegó su primera novela, El papel preponderante del oxígeno, y con ella la confirmación –por parte de los lectores y también de la crítica: el libro agotó sus primeras tiradas– de que se trataba de una autora notable.
“El papel preponderante del oxígeno, la ópera prima de Ángeles Salvador, aborda el universo vertiginoso de una joven que, al perder a sus padres, es criada por sus tíos, de quienes buscará alejarse apenas traspase la adolescencia para iniciar una vida marcada por la soledad, en la que, muy a su pesar, acumulará experiencias de fracaso, donde lo absurdo parece envolverlo todo”, señaló entonces la agencia Télam.
“El relato en primera persona, dominado por la voz de Rose, está marcado por una asepsia emocional que contrasta con los hechos narrados, que por momentos parecen cruzar el límite de lo real, lo que le permite a la autora tomar distancia y construir un subtexto connotado de sordidez y desesperanza. En el libro, Rose ha quedado huérfana al morir sus padres en un naufragio en el Tigre y es adoptada por sus tíos, dos personas que poco se interesan por ella, y de quienes buscará separarse lo antes posible e irse de Vicente López a la Ciudad de Buenos Aires. En la Capital encontrará sustento trabajando en una peluquería de Barrio Norte, símbolo de la superficialidad y las apariencias, donde cambiará su nombre de Rosa a Rose, y aprenderá el arte del peinado y cómo embellecer pieles y uñas de personas, muchas veces, en decadencia”, agregó la agencia.
“Salvador logra en esta novela atrapante anclada en los años 90 una atmósfera asfixiante, por momentos morigerada por el humor, donde la protagonista sólo parece encontrar remanso en el medio líquido en el que desaparecieron sus padres”, señaló también Télam.
"Salvador logra en esta novela atrapante anclada en los años 90 una atmósfera asfixiante, por momentos morigerada por el humor", destacó la crítica sobre su primer libro.
Llegados los días de la pandemia y del aislamiento preventivo y obligatorio, Salvador, que por haber sido trasplantada debió seguir los cuidados a rajatabla, continuó escribiendo. Entre otras cosas, colaboró con una serie de textos llamados Lista de exceptuados que fueron publicados en la web del Centro de la Cooperación Española de Buenos Aires. Fueron ocho relatos centrados en aquellas personas que tuvieron permiso para circular durante la los días más duros de las restricciones sanitarias.
Por aquellos días, a la vez, la autora terminó su novela La última fiesta, que finalmente salió publicada por Lumen en 2021. El libro cuenta la historia de Stella Blanco, una mujer de 50 años que narra desde una cárcel uruguaya “el derrotero de su vida y de su última gran fiesta en Punta del Este”, según contó Salvador.
“Cuando me preparaba para los mejores días de mi vida vinieron los peores. Me llamo Stella Maris Blanco y cada mañana, cuando me despierto en esta celda que hice pintar de amarillo, me arrepiento de haber organizado la fiesta de mis cincuenta años porque por esa fiesta ya no veo el mar”, se presenta la narradora en el libro.
A comienzos de 2022, Ángeles Salvador debutó en elDiarioAR como columnista. Cada quince días, lectores y lectoras de este medio pudieron disfrutar de sus columnas dedicadas al dinero.
Madre de tres hijos –Francisca, Catalina y Federico– la escritora nació en 1972 en Buenos Aires, donde murió víctima de una complicación en su salud a partir de un cuadro severo de Covid-19.
AL