Exhibicionistas del deporte: qué hay tras la obsesión colectiva por “matarse” en el gimnasio y mostrarlo en redes

Juanjo Villalba

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Hace solo unos días nos sorprendía la noticia de que la influencer Estefi Unzu (Verdeliss), famosa por ser madre de ocho hijos y con más de 1,4 millones de seguidores en Instagram y 2,1 millones en YouTube, había anunciado un reto al alcance de muy pocos: correr 12 maratones en solo 12 meses. “Es algo que tengo conmigo misma”, declaró en unos de sus videos. “Estoy en un momento de mi vida en el que me gusta asumir riesgos, en el que no quiero dejarlo todo en propósitos, en el que para mí el correr supone romper todas mis barreras y quiero ver qué significa ponerme al límite tanto física como mentalmente. No pretendo ser un ejemplo (sé que es una salvajada), no hagan esto en sus casas”, recomendaba.

Este asombroso reto, aunque seguramente muchos sospecharán que se trata simplemente de una estrategia de la influencer para generar contenido para sus seguidores, no deja de suponer una gran hazaña física que se emparenta con cierta tendencia que, desde hace un tiempo, puede detectarse en las redes sociales.

“Matarse” haciendo deporte vende y, además, nos hace sentir muy bien. Y en nuestra búsqueda de ambas cosas, el reto de Verdeliss, a pesar del sacrificio físico (y económico, ya que los maratones que disputará se reparten por medio mundo), resultará envidiable para muchos.

Cuanto peor, mejor

Cada vez es más común ver cómo personas de nuestro entorno (amigos, familiares o compañeros de trabajo) no solo hacen deporte muy a menudo, sino que lo practican de una forma extrema y lo han convertido en una parte muy importante de su vida e incluso de su identidad. Se suele cumplir además, por antinatural que resulte para los más sedentarios, que cuanto más dura y demandante es la disciplina, mayor es la implicación y la fijación de sus practicantes. A algunos lo que les atrapa es el CrossFit, a otros les da por levantar pesas en el gimnasio, por el boxeo o cualquier otro deporte de contacto o por disputar triatlones Ironman (la prueba que consiste en nadar 3,86 km en aguas abiertas, recorrer 180 km en bici y, para terminar, un maratón de 42,2 km), actividades muy duras y que les llevan a explorar los límites de su resistencia.

Esta obsesión está hoy en día, además, ligada estrechamente a las redes sociales, aunque no tengamos tantos seguidores como Verdeliss. Si siguen a alguna de estas personas, sabrán muy bien el tipo de contenidos a los que nos estamos refiriendo. No hay entrenamiento, madrugón o hazaña grande o pequeña que no quede adecuadamente documentada en en Instagram o en TikTok, proporcionándoles a esos usuarios un buen botín de 'me gusta'. Likes que habitualmente no vienen precisamente de sus amigos de toda la vida o de su familia, que suelen acabar un poco hartos de la nueva pasión de esa persona, sino de usuarios que probablemente practican o aspiran a realizar las mismas hazañas, que comparten su afición y que los reconocen como iguales o ideales en su camino de perfección. El sentimiento de comunidad en esta tendencia es fuerte e importantísimo.

Yo soy legión

“Hay ciertos tipos de actividad física que generan sentimientos de pertenencia, de comunidad”, afirma Patricia Ramírez, psicóloga, autora de varios libros de éxito y conocida en Instagram como @patri_psicologa, donde cuenta con casi 560.000 seguidores. “Tú vas al gimnasio, entras en una clase y te sientes parte de ella. Incluso luego con esa gente puede ser que te tomes un café o que quedes fuera para seguir practicando vuestro deporte. O sea, que también la actividad física bien entendida es una forma de relacionarnos en el mundo real y de compartir experiencias que nos enriquecen. La psicología ha demostrado que las experiencias que compartimos con otras personas nos hacen más felices. Así que este sentimiento que se crea, de comunidad, de pertenencia, de poder hablar y compartir una afición que nos apasiona, nos une”, explica.

En ello coincide Damián Gómez, entrenador personal y nutricionista deportivo: “No creo que sea necesario ese sentimiento de comunidad porque si tienes un objetivo de bajar de peso o de ponerte fuerte, si tienes motivación, te vas a apuntar al gimnasio solo, te dará igual. Pero sí que es cierto que muchas veces te sientes bien cuando encuentras a un pequeño grupo de personas, pues como tú, bichos raros (como digo yo), hacen deporte porque tienen un objetivo común contigo”.

Hay ciertos tipos de actividad física que generan sentimientos de pertenencia, de comunidad

Al límite

Yendo al origen: ¿por qué a nuestro alrededor hay tanta gente que quiere llevar su cuerpo al límite? Patri tiene algunas teorías al respecto. “No hay una respuesta clara a esta pregunta. Quizá es una forma de educarse en ese esfuerzo y hacer que esa propia metodología o disciplina les haga sentir bien”, explica. “Es cierto que hay mucha gente que cuando empieza a hacer ejercicio, como ve un cambio positivo en su cuerpo, se siente más fuerte, más ágil, más delgada, se anima a seguir, a perfeccionarlo todavía más, generándose un círculo virtuoso que puede llegar a ser adictivo”, detalla.

“Yo creo que cuando una persona empieza a practicar algún deporte su objetivo es verse mejor, más saludable, porque al final no está contento consigo mismo y tiene un objetivo”, sostiene Damián. “Se quieren parecer a alguien, tienen un modelo y van a por ello. El problema es que en muchos casos, nunca nos llegamos a ver bien del todo, queremos más y al final sí que es cierto que quizá es necesario relajarnos un poco y tener claro que estamos en una carrera de fondo y que todo lleva un tiempo”, asegura.

“También es verdad que el deporte engancha. Eso es un sí rotundo”, afirma el entrenador. “Las primeras semanas cuesta un poco hasta que vamos conociendo nuestro cuerpo, nos familiarizamos con la alimentación, con los ejercicios… No puedes ir de cero a cien porque al final puedes acabar tirando la toalla. Pero cuando vamos viendo cambios poco a poco, si haces las cosas correctamente, empiezas a sentirte muy bien, descansas mejor por la noche, te ayuda en tu vida laboral, en tu vida familiar… Se convierte en tu momento”, apunta.

Si no lo posteas, no existe

Como decíamos anteriormente, compartir nuestros progresos en las redes parece hoy en día una obligación. Lo que no se postea en Instagram no existe y, por tanto, cada día vemos en nuestros feeds y Stories a personas en el gimnasio, la piscina o en bici.

Para la psicóloga, la razón está clara: el deporte tiene muy buena prensa en las redes. La experta distingue entre tres tipos de usuarios dependiendo de lo que busquen al colgar estos contenidos. El grupo más numeroso y en el que estarían casi todos está formado por aquellos que simplemente ven reforzada su autoestima. “En muchos casos, al compartir nuestro esfuerzo con los demás, recibimos un feedback muy positivo”, afirma la psicóloga: “qué fuerza de voluntad', 'yo no soy capaz de levantarme a esa hora', 'hay que ver qué actitud'… Esto nos hace sentir muy bien”.

“Hay un segundo grupo de personas”, continúa, “a las que les gusta o que saben que de alguna forma están influyendo o inspirando a otras con su ejercicio, incluso animándolas a que cambien sus hábitos”, eso proporcionaría un tipo de satisfacción diferente, que está relacionada con el mundo de los influencers.

“Creo también que hay otro tercer grupo que tiene un ego enorme y que necesita estar continuamente escuchando las alabanzas de los demás”, añade.

Hay personas a las que les gusta saber que influyen o inspiran a otras con su ejercicio, animando a que otros cambien sus hábitos

Cuando la cosa se nos va de las manos

Pero una cosa es que el deporte nos proporciona ciertas satisfacciones físicas o mentales y otra muy distinta que nos enganchemos de verdad, que se convierta en una necesidad que se coloque por encima de cosas básicas.

“Ni el deporte engancha, ni el chocolate engorda”, dice la psicóloga. “Engorda quien se lo come y se vuelve adicto al deporte, quien no sabe ponerse límites ni detectar las señales de que algo no está funcionando bien. El gimnasio no engancha, lo que provoca adicción son los neurotransmisores o el estado de bienestar que genera el hacer deporte y la forma en como tú te vas viendo; la relación que estableces entre una cosa y otra. Si comienzas a pensar que tu nivel de bienestar o tu físico están únicamente ligados a la práctica del ejercicio y te convences de que cuanto más, mejor, y sigues haciendo más y más y más, es ahí cuando podemos empezar a hablar de obsesión. Los criterios para reconocerla son muy claros: en el momento en que conviertes la actividad física en tu prioridad absoluta por encima de obligaciones laborales o familiares, cuando dejas de lado otras actividades que son importantes como quedar con amigos, leer, ver un poco la tele, dormir, cuando no hacer deporte provoca que te sientas culpable, entonces tienes un problema. Tienes que parar y buscar ayuda”, concluye.