De qué se habla cuando se habla del rearme en la Unión Europea

Aunque es un debate que planea desde hace tiempo, y especialmente a raíz de la invasión rusa de Ucrania en 2022, la Unión Europea se ha puesto ahora en 'modo guerra'. Sin haber cumplido los primeros 100 días de mandato, la Comisión Europea de Ursula von der Leyen presentó un 'plan de rearme' con el que pretende impulsar el gasto en defensa para que los Estados miembros lo disparen en 800.000 millones de euros. Se trata de una cifra estimada y ni siquiera se han aprobado todavía los mecanismos para llevarlo a cabo. Estas son algunas claves para que sepas de qué se habla cuando se habla del 'plan de rearme' que tanto revuelo está causando.
Cuánto dinero
Von der Leyen cifró en 800.000 millones de euros el dinero que pretende que los Estados miembros movilicen para el rearme de Europa. El grueso de esa cantidad (650.000 millones) se estima de la flexibilidad en las reglas fiscales para que los gastos extraordinarios enmarcados en la seguridad y la defensa no computen a la hora de evaluar el déficit y la deuda. Eso no significa que no vayan a existir, sino que Bruselas no tendrá en cuenta lo que se haya destinado a esas partidas en el momento de fiscalizar las finanzas de los Estados miembros, que se enfrentan a sanciones si superan el 3% del déficit y el 60% de la deuda respecto al PIB, según las normas de la ortodoxia fiscal.

De dónde sale
La Comisión Europea extrae esos 650.000 millones de euros de presuponer que los Estados miembros utilizarán esa herramienta para engrosar de media el gasto en defensa en un 1,5% del PIB en cuatro años, que son los que se dará oxígeno a la disciplina fiscal. El número redondo sería, en realidad, 1.000.000 millones, pero en Bruselas asumen que no se alcanzará el objetivo porque no se disparará el gasto desde el primer momento.
En el caso de España la cifra oscilaría los 24.000 millones de euros al año. El presidente Pedro Sánchez dijo en el Congreso que durante su mandato se ha incrementado en 10.000 millones. O sea, que España tendría que incrementar cada año el doble de lo que ha supuesto la subida del gasto militar desde 2018.
Los 150.000 millones de euros restantes formarán parte de una herramienta con la que la Comisión Europea acudirá a los mercados de deuda. No obstante, el dinero se trasladará a los Estados miembros en forma de créditos, es decir, no a fondo perdido sino que tendrán que devolver el dinero que perciban. No hay una distribución planificada de los préstamos, sino que se financiarán compras conjuntas en las que participen al menos dos Estados miembros o un Estado miembro y Ucrania, que será integrada en la industria de defensa europea.
En qué se gastará
Los préstamos de la Comisión Europea, que se articulan en una iniciativa legislativa bautizada como SAFE, irán a parar las carencias estratégicas que ha detectado en la defensa europea. Así, se concederán para la adquisición o proyectos de sistemas de artillería, defensa aérea y balística, misiles y munición, drones y antidrones, tecnología espacial, movilidad militar, ciberseguridad e inteligencia artificial, entre otras categorías.
Dónde se podrá gastar
En la Comisión Europea son conscientes de que no pueden obligar a los estados miembros a impulsar el gasto en defensa haciendo uso de las herramientas que pone a su disposición y mucho menos a que lo hagan en determinados países con el dinero que sale, al fin y al cabo, de los presupuestos nacionales. Pero sí ha impuesto algunas condiciones 'Made in Europe' para la concesión de los préstamos de la herramienta SAFE.
El reglamento establece que “la infraestructura, plantas, activos y recursos” de las compañías beneficiarias de esas compras conjuntas “deben estar ubicadas en el territorio de un Estado miembro, un estado de la Asociación Europea de Libre Comercio (Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza) o en Ucrania”.
Un 65% componentes 'made in Europe'
“El coste de los componentes originarios de la Unión, de los estados EEE-AELC o de Ucrania no podrá ser inferior al 65% del coste estimado del producto final. Ningún componente procederá de un tercer país que contravenga los intereses de seguridad y defensa de la Unión o de sus Estados miembros”, recoge el documento.
¿Está ya en vigor?
En resumen, el paquete 'Preparación 2030' engloba el Libro Blanco de la Defensa europea que pretende ser una hoja de ruta para el sector de la defensa en el continente con el objetivo de “haber rearmado y desarrollado las capacidades para tener una disuasión creíble” en un horizonte de cinco años. Se trata de una comunicación de la Comisión Europea que establece un marco para ese periodo.
Dentro de ese paquete está el 'plan de rearme', que son los instrumentos financieros para alcanzar los objetivos respecto al incremento del gasto militar. La Comisión Europea ha puesto ya sobre la mesa la regulación SAFE para los préstamos por valor de 150.000 millones de euros, pero tendrá que recibir el visto bueno del Consejo de la UE, donde están representados los gobiernos de los 27. Sin embargo, Von der Leyen se saltará al Parlamento Europeo gracias al artículo 122 del Tratado de Funcionamiento de la UE que se lo permite en casos de excepcionalidad. Los grupos que forman la coalición europea se han quejado de esa decisión. Tampoco está estimado el reparto de esos fondos dado que dependerá de los proyectos que se presenten.
En el caso de las reglas fiscales, la flexibilización será cosa de la negociación de la Comisión Europea con los Estados miembros y tendrá que recibir el visto bueno del Consejo de la UE. Bruselas ha apremiado a países a solicitar la denominada cláusula de escape en abril para tenerla aprobada en el mes de julio.
Las otras patas del 'plan de rearme' de la UE, que pasan por los cambios en el Banco Europeo de Inversiones para ampliar el alcance de su financiación a la industria militar, el desvío de fondos de cohesión no ejecutados a esas partidas o la movilización de capital privado a través del impulso a la Unión del Mercado de Capitales, no están cuantificadas y tampoco se han acometido todavía.
Las grietas en la UE
La retórica del 'plan de rearme' no ha gustado a algunos líderes, como Pedro Sánchez o la ultraderechista italiana Giorgia Meloni, en buena medida por el revuelo dentro de sus coaliciones de gobierno ante la exigencia europea de aumentar el gasto militar. Pero, más allá de la dialéctica, la 'economía de guerra' se está imponiendo en la UE y los distintos niveles de financiación han abierto grietas entre los países del este, que sufren más directamente la amenaza de Rusia, y los del sur, que tienen menos gasto militar porque alegan que encaran otro tipo de desafíos, como la protección de las fronteras.
Ahí va a haber una discusión dado que los nórdicos y países del este quieren que el cómputo sea limitado a lo militar mientras que otros líderes del sur pugnan por abrir el abanico a la preparación contra emergencias climáticas o la ciberseguridad.
Otro de los debates profundos tiene que ver con la emisión de deuda conjunta para financiar la defensa. Lo que defienden países como España es que si se considera un bien común europeo se financie con fondos europeos en forma de transferencia o ayudas directas, es decir, que no se tengan que devolver. A esa tesis se han sumado países del este, como Finlandia o los Bálticos, que normalmente se sitúan con los 'halcones' en ese tipo de iniciativas, pero ven con buenos ojos que se abra esa puerta para financiar el gasto militar. Más allá del reparto de ese hipotético dinero -que los países del este reclamaron para sí al igual que durante la pandemia los estados más afectados recibieron más-, la propuesta choca con el 'no' rotundo de Alemania y Países Bajos.
La pelea seguirá en la negociación del Marco Financiero Plurianual (2028-2034), que es el presupuesto europeo para ese periodo y recogerá el incremento de las partidas de defensa, pero el dinero no es infinito y la batalla se prevé ardua.
¿Habrá recortes sociales por el incremento del gasto militar?
Una de las principales advertencias de las fuerzas antimilitaristas es que el rearme va a tener consecuencias en forma de recortes sociales. Pedro Sánchez ha reiterado que el aumento del gasto en defensa no supondrá una merma en el estado de bienestar. Sin embargo, esa ha sido una de las repercusiones en Reino Unido, que ha subido el gasto en defensa y reducido ayudas sociales.
El plan de la Comisión Europea está previsto para los próximos años, pero la intención es que el nivel de gasto se mantenga posteriormente. Así, la flexibilización de la disciplina fiscal tiene un límite temporal: cuatro años. A partir de ahí, mantener el incremento en defensa conllevará recortes o nuevos impuestos. “Con el tiempo tendrá que ser acomodado en los presupuestos nacionales. Por lo tanto, ya sea subiendo los impuestos o reduciendo el gasto, no hay forma de evitarlo”, admiten fuentes comunitarias.
Y la OTAN, ¿qué?
La UE ha dejado durante décadas su seguridad en manos de EE.UU. y supeditada a la estrategia de la OTAN, de la que forman parte 23 de los 27 estados miembros (a excepción de Austria, Irlanda, Malta y Chipre por neutralidad o razones históricas). Ahora el marco de defensa establecido por Von der Leyen también reconoce que la organización atlantista “sigue siendo la piedra angular de la defensa colectiva de sus miembros en Europa”, aunque Trump ha dejado claro a sus socios europeos que pretende centrarse en la amenaza que supone China en el Indopacífico y desconectarse del Viejo Continente.
Así que el incremento del gasto en defensa impulsado por la Comisión Europea, aunque tendrán que asumirlo en su mayoría los estados miembros, tiene que ver con la necesidad de Europa de ganar autonomía, pero también con dar cumplimiento a los objetivos de la OTAN, que impuso un umbral del 2% del PIB al gasto en defensa. Los miembros europeos en conjunto rozan esa cifra, pero el gasto es dispar desde Polonia que se encuentra en el 4,7% y España, que es uno de los países a la cola, con un 1,3%.
En todo caso, el compromiso del 2% ya se ha quedado viejo y, en plena tensión geopolítica, la OTAN incrementará ese umbral en la cumbre que celebrará en La Haya en junio. Aunque aún es una incógnita, Trump ha apuntado a un 5% y en Bruselas se da por hecho, como mínimo, el 3%.
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