Es el héroe silencioso de este equipo argentino que acaba de consagrarse campeón del mundo en Qatar. Se llama Emiliano Martínez, le dicen “El Dibu”, tiene un buzo verde fluor y lleva el número 23 en la espalda. Es el dueño del arco y fue una pieza fundamental en esta Copa del Mundo.
A lo largo del torneo demostró seguridad en el arco y siempre con personalidad. En los cuartos de final Argentina definió ante Países Bajos por penales y ahí atajó dos. En la final frente a Francia no sólo detuvo uno de los tiros penal, sino que antes que termine el tiempo suplementario Emiliano Martínez se hizo enorme y le tapó un mano a mano extraordinario a Randal Kolo Muani, que los suplentes de Les Bleus imaginaron que era gol. Y si era, ahí se termina la historia y el sueño albiceleste. Pero el Dibu es el Dibu. Gigante, mounstruo, el Uno. Gracias a esa atajada Argentina fue a los penales.
Nacido en Mar del Plata. Ocurrente, insolente. Amigo de los suyos, enemigo de los rivales. Impulsivo, frío. Pasional, equilibrado. Provocador, encantador. Loco, muy loco.
En las semifinales de la Copa América frente a Colombia, le dijo en la cara a un rival “mirá como te como, hermano” antes de atajarle un penal. Ese día atajó tres penales y explicó que tiró esa frase porque les habían dicho “pecho frío”. En la final del mundo festejó en la tanda de penales con baile incluido y cuando le dieron el trofeo como mejor arquero del torneo celebró con un gesto obsceno.
A los 12 años armó el bolso y se metió en una pensión en Avellaneda, hizo las inferiores en Independiente para ir detrás de un gran sueño, que lo llevó, a los 17, del otro lado del océano. Se topó con un mundo diferente, construyó una familia y se adaptó a la vida en Inglaterra.
Era eterno suplente en su club y prometía ser arquero de la Selección. Cuando conquistó América, se propuso levantar la Copa del Mundo. Porque siempre persiguió esos grandes sueños. No los ocultó por miedo al fracaso. Los exteriorizó con una seguridad inusual que contagió a sus compañeros. Ayer, después de sufrir tanto, empate 3-3 en el partido que incluyó 30 minutos de tiempo suplementario, le dijo a su entrenador Lionel Scaloni que iba a atajar dos penales y que iban a ser campeones. Con esa seguridad siempre.
Dibu es hombre clave en el grupo. Scaloni confió en él aún cuando Armani era titular, el técnico ya veía que era el momento de darle lugar al arquero, anónimo para la mayoría de los argentinos. Y cuando dudaba, el destino le dio un empujón: Armani con Covid en Eliminatorias y la chance para el Dibu de Mar del Plata, que no largó el buzo nunca más.
Se ganó la simpatía de más de 40 millones con sus atajadas decisivas. Apariciones heroicas. Pero también por el desparpajo y las frases inolvidables. Es amado por los niños. El número 23 con la leyenda Martínez se mezcla en las plazas con el infinito “10” de Messi. Pocos lo han logrado.
“Otra vez la peleamos, nos empatan el partido, era el destino sufrir, nos pusimos tres a dos y nos empatan, después hice lo mío, lo que soñé (atajar el penal de Kingsley Coman), no tengo palabras” para agradecer. En los penales el “Dibu” dijo que estuvo “tranquilo, se lo debía a mis compañeros, no pude atajar los tres goles y después hice todo bien”, expresó el arquero del Aston Villa de Inglaterra.
No llega a 30 partidos en la Selección y se metió en la historia. En 2018 Martínez miró los partidos del Mundial como un hincha más desde las plateas de Rusia con su hermano Ale. Siempre soñaba con algo grande, pero seguro que en aquel momento no se hubiera imaginado que cuatro años y medio después sería parte de la tercera gran estrella de la Selección Argentina después de 36 años. ¡Sos gigante Dibu!
NB