Ariel Slipak es coordinador del Área de Investigaciones de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), es licenciado en Economía (UBA), docente de Economía en la misma universidad y candidato a doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS). Es también un apasionado de lo que hace. Queda en evidencia ni bien se prende el grabador y comienza a describir lo que organizaciones ambientalistas, conservacionistas y movimientos socioambientales ciudadanos sostienen a lo largo y ancho del país: el lado B de Vaca Muerta, el mayor yacimiento de gas y petróleo no convencional de Argentina y uno de los más importantes del mundo. La promesa postergada. La supuesta salida a la eterna crisis económica. La bestia neuquina que hace temblar pueblo aledaños con sus sismos inducidos. La que brinda miles de puestos de trabajo. La que amenaza al golfo San Matías y Península Valdés. La que iba a traer dólares. La que insume millones de litros de agua. La de los residuos petroleros que colapsan basureros en Neuquén. La del autoabastecimiento y la soberanía energética.
Vaca Muerta comenzó en 2013 con el acuerdo secreto entre YPF y la estadounidense Chevron. Una década más tarde, organizaciones como FARN buscan desarmar el consenso a su alrededor. ¿Por qué se oponen?
-Tanto FARN como otras muchas organizaciones ambientales son muy críticas de Vaca Muerta y hablan de mitos y promesas incumplidas. ¿Cuál es el lado B de Vaca Muerta?
-Va mucho más de los impactos medioambientales y de los sismos inducidos que provoca el fracking y perjudica a pueblos como Sauzal Bonito. En lo que respecta a la transparencia, el acceso a información y la participación ciudadana, Vaca Muerta empezó mal, con un acuerdo secreto entre YPF y Chevron. Hubo que ir a la Justicia para conocer la naturaleza del acuerdo. Si uno mira los trabajos de Ejes, de Gustavo García Zanotti y todo el grupo de economistas que trabajan con el Observatorio Petrolero Sur, se puede ver la difícil investigación que tuvieron que hacer para poder rastrear los fondos y las mamushkas de empresas, la estructura societaria offshore detrás de la primera área para explotación, Loma Campana. Además, ya en ese momento había muchas campañas de desinformación sobre el fracking y sus efectos nocivos. Cualquier posición académica, científica que trajera a la luz los problemas que ya había tenido el fracking en otros países como Estados Unidos, era hostigada, invisibilizada. El proyecto Vaca Muerta fue inconsulto y agresivo, directamente violento, por la represión que se vio el 28 de agosto de 2013 en la legislatura de Neuquén. Y fue así porque había una decisión muy fuerte de profundizar el extractivismo, porque cuando realmente hay un proceso abierto y extenso de discusión, que permite que la población se informe, se involucre, pierden. Eso fue lo que pasó en Esquel un par de años antes.
-¿Cómo fue la experiencia de Esquel?
-Fue con respecto a la megaminería a cielo abierto. En Esquel, la posición en favor de lo extractivo perdió porque existió el acceso a la información sobre los efectos que podía tener el uso de solución cianurada y a que iba a haber explosiones diarias, pero también salieron a la luz todas las desventajas económicas que tenía el proyecto, sobre los subsidios para la exportación de oro, sobre la pérdida de empleos en la zona. Entonces, yo creo que el primer reflejo que tuvieron tanto corporaciones empresarias como el gobierno de ese momento fue no abrir un proceso de discusión en Vaca Muerta para no repetir lo que sucedió en Esquel.
-Otra de las críticas que plantean es que se prometió que Vaca Muerta sería la salida a la crisis económica permanente y eso no ocurrió por lo que el sacrificio que implica para el ambiente y los pueblos afectados fue en vano. ¿Por qué sostienen que no se cumplió con la promesa económica?
-Analicemos la pobreza en Neuquén, la situación fiscal del país, la soberanía energética y la restricción externa. Si uno mira las estadísticas del INDEC, si uno mira la pobreza tanto a nivel personal como familiar, en Neuquén es mayor que hace diez años. Pero claro, lo es en todo el país. Ahora bien, miremos la región patagónica. En Neuquén, la pobreza e indigencia son mayores que el promedio de la región patagónica. Siempre aparece esa idea de que el ambientalismo no deja desarrollar a la Patagonia. La Patagonia tiene otras alternativas vinculadas al turismo. Tampoco estoy haciendo un fetiche del turismo, pero donde hay turismo la situación es mejor que donde hay extractivismo, por ejemplo.
-Argentina tiene un problema de falta de dólares. El Gobierno y la industria sostienen que Vaca Muerta traerá esos dólares…
-La actividad no genera dólares. En realidad, saca dólares del país. Es uno de los mitos más importantes de Vaca Muerta. Que la actividad exporte no significa que genera divisas. Para explotar Vaca Muerta se necesita arena, insumos, agua, químicos y todo eso se importa. Entonces la actividad no tiene un saldo comercial tan favorable. Los requerimientos de insumos del no convencional son mucho mayores que los del petróleo y gas convencionales. Los sets de fractura son importados. La intensidad del fracking, que genera efectos muy nocivos desde lo ambiental, genera también una importante demanda de dólares para abastecer de insumos a Vaca Muerta. Entonces, el no convencional no es un buen negocio en términos económicos. Sólo como ejemplo, se calcula que la salida de divisas, por intereses pagados a las empresas fósiles, entre 2019 y 2020, fue de US$4.300 millones.
-Las renovables también implican importación…
-Siempre en términos energéticos hay un juego entre costos de oportunidad: las renovables también son caras. Entonces, si la energía renovable es muy cara, el gas y el petróleo convencional convienen. Si la energía renovable es excesivamente cara, hay un umbral a partir del cual el no convencional también conviene en términos económicos. Ahora, ¿qué es lo que hacen los gobiernos y agentes financieros a nivel internacional? Para que sobreviva la actividad fósil, mantienen ese umbral de precios de los renovables por encima del no convencional. Lo hacen generando una gran industria de lobby para conseguir subsidios. Entonces, nunca vas a lograr transicionar si el fósil y el no convencional en particular reciben subsidios. Es cierto, fabricar un panel solar también implica importaciones. Pero no estás importando todo el tiempo. Vos importas los paneles solares o partes de los mismos y los instalás, pero no estás importando arena permanentemente. Además, la actividad tiene un peso tan importante en la economía que tiene capacidad de lobby para exigir un tipo de cambio diferencial. Entonces, tienen un dólar especial para importar, a veces un dólar especial para liquidar exportaciones, eso sale del bolsillo de todos los argentinos.
-¿El éxito económico de Vaca Muerta depende del tiempo?
-Hace diez años nos dijeron que la solución estaba a la vuelta de la esquina. Pasaron diez años y siguen necesitando tiempo; y pasaron diez años y siguen prometiendo que van a generar divisas.
-¿Se puede hacer la transición energética justa en este escenario?
-Se necesitan arreglos institucionales serios y se necesitan acuerdos sectoriales; se necesita planificación y una gran articulación entre la información técnica y políticas de gobierno. Además de políticas sectoriales y políticas sociales y científicas. Hoy el sector energético es parte del problema de la restricción externa argentina porque Argentina no puede crecer cinco o seis años seguidos sin encontrarse con un cuello de botella en términos de demanda de energía. El problema fue no haber tomado la decisión de comenzar la transición en 2007 ó 2008, cuando teníamos una situación macroeconómica y fiscal adecuadas.
-¿Estamos a tiempo?
-El tiempo que nos queda para la transición energética es cada vez más corto, el momento es ahora. También hay que promover la regionalización de la producción y el consumo. Hay experiencias como la de Armstrong, en Santa Fe, donde participaron los vecinos, la cooperativa eléctrica, la Universidad de Santa Fe. Nosotros lo impulsamos desde FARN como modelo de transición: los vecinos se ofrecieron voluntariamente para poner paneles solares en sus casas y han participado de las decisiones sobre la producción de energía, la forma de generación de energía, sobre la distribución de las ganancias, por ejemplo. Entonces ahí vos tenés un colectivo de cooperativas, de vecinos, de movimientos sociales y científicos trabajando de manera mancomunada. Cuando hay información y cuando hay participación va mejor. Hoy esa gente no solamente tiene una energía más barata sino que además a veces le vende energía a la red y ahora están contemplando poner almacenamiento propio de energía. El problema es que la respuesta de los gobiernos siempre fue cortoplacista: reestatizar parcialmente YPF y dedicarse a explotar petróleo y gas es más rápido. Si no me alcanza, traigo un barco de GNL.
-¿Cómo se puede hacer esa transición energética sin perder puestos de trabajo, el acceso a la energía, el autoabastecimiento?
-¿Hay autoabastecimiento? Hay provincias enteras que no tienen conexión de gas. Un 50% de la población de Añelo -capital de Vaca Muerta- no tiene gas, no tiene agua, no tiene servicios básicos. Es ridículo. Entonces, primero, Vaca Muerta no está generando ese abastecimiento de energía para la población. En segundo lugar, para dar un mejor abastecimiento energético a la población tenemos la opción de la generación distribuida con renovables, que ha tenido mucho más éxito.
-¿Las renovables implican menos puestos de trabajo en comparación con la industria fósil?
-Se pueden perder o se pueden ganar puestos de trabajo, pero depende de que haya planificación. Si se deja librado al azar o sin planificación política, se pueden perder. Lo que te permiten las renovables y la generación distribuida con renovables, especialmente con programas de paneles solares de pequeña escala, es generar demanda de empleo en lugares que expulsan a la población por la falta de empleo y que justamente van a Neuquén a enfrentarse a la precariedad laboral. Lo que notamos es que hay una gran diferencia entre un proyecto a pequeña escala y un proyecto de renovables a gran escala, con corporaciones, con financiamientos que implican condicionamientos, como tener que importar los paneles, contratar mano de obra extranjera, evitar la transferencia tecnológica. Por eso digo que lo importante es la planificación.
-Entonces la clave es la descentralización, como dice el científico Gabriel Blanco.
-Exactamente. La clave es la descentralización, la participación y la evaluación ambiental estratégica. Que haya empoderamiento tecnológico. Va a haber más y mejores empleos, pero además las renovables tienen una gran ventaja frente a los fósiles. La industria de las renovables va a tener muchas innovaciones de acá a 20 años, muchas más que la industria de los fósiles, que están estancadas en sus innovaciones. Entonces, si te subís a la ola de la energía del futuro en vez de la energía del pasado, vas a tener empleos con más conocimiento. Si no, vas a tener una dependencia de las potencias que tienen el paquete tecnológico. Entonces la transición va por ahí.
-Las renovables también implican impactos socioambientales, como el caso del litio y el uso del agua dulce, o la deforestación para la implantación de paneles solares o molinos de eólica.
-Si, y por eso la participación va de la mano con el monitoreo de los impactos socioambientales que tienen las renovables. Apostar por renovables con estudios e innovaciones para reducir la demanda de minerales que tienen las renovables es importantísimo, como el litio y otros minerales como el cobre.
-Sería iluso pensar en un escenario en el que las petroleras permitan que la transición vaya a suceder porque atenta contra su negocio, y la relación entre la política y la industria es muy difícil de romper…
-Yo creo que no se transiciona por ese lobby justamente. Ese lobby se ve en las audiencias públicas y en las políticas públicas. El gasoducto Néstor Kirchner ha sido la solución de corto plazo porque se podría haber apostado a las renovables cinco años atrás, pero para pasar este invierno se hizo un gasoducto que pagó el Estado nacional. ¿Y quién va a ganar plata? El grupo Techint.
-¿Cuál es tu posición sobre el oleoducto Vaca Muerta Sur?
-Es lo peor de lo peor. Vaca Muerta Sur es petróleo. Es Inconsulto. La audiencia pública fue una fachada, fue violenta. Se vio que hubo agresiones y no se le dio la palabra a la gente que se opone al oleoducto. Además, es tremendo desde la afectación a la biodiversidad marítima y pone en riesgo a Península Valdés, especialmente. Va a generar empleos sólo durante la construcción y sin un alto volumen de empleo. No se sabe cómo se va a financiar y a costear. Pero además de eso es potenciar y darle condiciones de rentabilidad a una actividad que se está cayendo. En realidad va a financiarle ganancias a todas las empresas que están extrayendo. Va a generar más intensidad en la compra de arenas, en la compra de insumos y además van a fracturar más rápido; y como van a fracturar más rápido, van a generar más sismos, entonces van a generar más problemas con el agua de flowback, van a generar más desechos, más metano, más emisiones. Es contradictorio con el propio Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático del Gobierno.
ED/DTC