El mundo de las criptomonedas vivió esta semana la que puede terminar siendo su particular caída a lo Lehmann Brothers. El colapso de la criptomoneda Luna supuso la liquidación de 30.000 millones de dólares en tan solo 7 días. La acostumbrada volatilidad del sector, con fluctuaciones habituales por encima del 10% en un sólo día, se antojaba el miércoles un mero juego de niños comparada con la caída del 96,6% del valor de Luna en tan solo una jornada.
Este jueves a las 18:18 la cuenta oficial de TerraLabs certificaba en Twitter la paralización de su cadena de bloques: “la blockchain de Terra se ha detenido oficialmente a la altura del bloque 7.603.700”. La crisis del ecosistema Terra, impulsora de Luna y de la criptomoneda estable TerraUSD, supuso pérdidas cuantiosas para su comunidad de usuarios, que se estima en más de 600.000 personas en todo el planeta. El cataclismo fue total al saltar por el aire el equilibrio que unía a dos monedas hermanas: Luna dejó definitivamente de orbitar sobre el ecosistema Terra. Las notas de angustia e incluso los pensamientos suicidas aparecían el viernes en diversas redes sociales y foros.
La caída de la cadena de Terra generó turbulencias de consecuencias imprevisibles en todo el mundo cripto. Las pérdidas semanales en el top 10 de las criptomonedas oscilaban antes del parón de la cadena entre el -23% de Bitcoin y el -46% de Solana. Un reguero de sangre que supuso la salida del mundo cripto de 600.000 millones de dólares en una semana. Tras el colapso, la capitalización total del mercado de las criptomonedas ronda aún los 1,3 billones de dólares, el equivalente al conjunto de la riqueza generada en un año en un país como España. Los más optimistas temen que pueda ser el principio de una dura travesía con un prolongado periodo bajista en los mercados. Los pesimistas hablan –una vez más– de golpe letal y redactan el certificado de defunción de las criptomonedas. Todos temen que la crisis pueda saltar del mundo digital y llegue a contaminar la ya de por sí complicada situación de la economía analógica del 'mundo real'.
¿Pero qué pasó para que Luna caiga? La rutilante moneda se había disparado en los últimos meses –aparentemente ajena a la invasión de Ucrania, a la inflación y a los mercados bursátiles– cuando alcanzó este abril su cotización máxima: 119,18 dólares por criptomoneda, una cifra colosal, que suponía multiplicar su valor por mil en solo dos años. Lo cierto es que los nubarrones de la guerra y la subida de precios fueron el caldo de cultivo ideal para el ascenso de la moneda. Las turbulencias buscan estabilidad, y esa era supuestamente la gran cualidad de Luna y su moneda hermana Terra: estabilidad con altos rendimientos financieros: pagaban un 20% por lo que podríamos considerar en el mundo bancario tradicional como el abono de intereses por un plazo fijo.
Luna formaba parte del ecosistema Terra, creado por la empresa TerraLabs, con el fin de fomentar el desarrollo del floreciente mundo de las finanzas descentralizadas (Defi) poniendo coto al problema de la volatilidad característica hasta ahora del mundo cripto. El CEO de Terra, el joven surcoreano Do Kwon, un cerebrito de 30 años graduado en Informática en la prestigiosa universidad estadounidense de Stanford, ideó un sistema que permitía la creación algorítmica de monedas estables sin la necesidad del respaldo real de divisas de curso legal. Su usuario de twitter es significativo: @stablekwon.
Con la aspiración de trasladar estabilidad al mundo cripto, Do Kwon creó en 2019 TerraUSD, la principal moneda estable del ecosistema Terra, de modo tal que TerraUSD tendría paridad con el dólar pero sin que fuera necesario el respaldo de los fondos con dólares reales o divisas de curso legal. El sistema algorítmico ideado por Kwon ligaba el devenir del TerraUSD con la criptomoneda Luna. Agregando a la tecnología blockchain un complejo sistema de incentivos y contrapesos, una moneda respondía, fluctuaba y se emitía en función del comportamiento de la otra. El mecanismo era supuestamente brillante y eficaz.
Lo era al menos hasta que el pasado 8 de mayo, cuando TerraUSD sufrió fluctuaciones perdiendo momentáneamente la paridad con el dólar. Lo que ocurrió a continuación es una incógnita. Algunos hablan de movimientos especulativos propiciados desde el entorno mismo de TerraLabs. Otros del desequilibrio masivo que supuso el desembarco de una 'ballena' (como se conoce en el argot a los tenedores de grandes cantidades de criptomonedas) sacando del sistema cerca de 300 millones de dólares con un solo click. El mecanismo de paridad empezó a fallar, lo que desencadenó una espiral que el algoritmo fue incapaz de frenar, de modo que una moneda desangró a la otra. El sueño de Don Kwon se tornaba en una amarga pesadilla, rompiendo sus leyes de la física, Luna dejaba de orbitar sobre Terra. Aunque en uno de sus últimos tuits, un largo hilo donde trataba de explicar lo que había ocurrido con sus criptomonedas, no parece que tire la toalla: “La vuelta de Terra será un espectáculo para la vista. Estamos aquí para quedarnos. Y vamos a seguir haciendo ruido”.
La caída de Luna pone así de lleno el foco en el resto de monedas estables del mundo cripto. En total una centena de proyectos tratan de mantener la paridad con monedas fiduciarias (dólar, libra esterlina, euro…) o con alguna materia prima (oro o petróleo principalmente). El conjunto de las stablecoins sumaba este jueves, tras la paralización de la cadena de bloques de Terra, un total de 166.188 millones de dólares. La práctica totalidad de esa cifra (el 92%) se concentra en sólo cuatro criptomonedas: el gigante Tether (81.000 millones de dólares); la moneda estable de Coinbase, la USDC (49.500 millones de dólares); la de Binance, BUSD (17.000 millones de dólares); y la originaria del entorno Ethereum, Dai (6.500 millones de dólares).
Las 3 primeras cuentan en teoría con respaldo de sus fondos en dólares contantes y sonantes; Dai utiliza un sistema de contratos inteligentes por lo que se colateriza el capital mediante la aportación de su contravalor en Ethereum. Las dudas se ciernen sobre el futuro de Tether, que hasta ahora no había presentado problemas pero cuya liquidez fue cuestionada en reiteradas ocasiones por la propia Reserva Federal y la SEC (Security and Exchange Comission), el supervisor de EEUU.
Llamadas a la regulación
La secretaria del Tesoro de EEUU se pronunció el martes en el Congreso respecto a la debacle de Terra de forma absolutamente prudente aunque destacando la insoslayable necesidad de regular las stablecoins: “Lo sucedido con Terra simplemente ilustra que este es un producto de rápido crecimiento, y que existen riesgos inherentes. Los nuevos productos y tecnologías pueden presentar oportunidades para promover la innovación y aumentar la eficiencia. Sin embargo, los activos digitales también pueden presentar riesgos para el sistema financiero, y es necesaria una mayor atención regulatoria”.
La alta funcionaria estadounidense cerró las declaraciones reiterando la importancia y urgencia de que el Congreso apruebe una legislación especialmente dirigida hacia las stablecoins, la cual se espera sea presentada ante el organismo para finales de este año. La Unión Europea trabaja igualmente en una regulación del sector que debería aprobarse en los próximos meses. Otras instituciones como el FMI reiteraron la necesidad de “aclarar” el estatus legal de las finanzas descentralizadas para evitar que sirvan para eludir impuestos, sanciones o actividades delictivas.
El fundador de Binance, Changpeng Zhao, recriminaba en Twitter al equipo de TerraLabs por la gestión de la crisis, y apuntaba a no pervertir la innovación tecnológica con artificios de ingeniería financiera: “Estamos en un mercado nuevo, con muchas innovaciones. Las monedas estables son una de ellas. Cuando están calientes, están de moda. Cuando caen, pueden generar círculos viciosos. Algunas innovaciones tendrán éxito. Otras muchas, no. Al final del día, tenemos que volver a los fundamentos. Hay que construir productos reales, que no dependan de incentivos o promociones a corto plazo, pero con un valor intrínseco para la gente”.
La caída de Luna afectó a las cotizaciones del resto de criptomonedas. Bitcoin se mantuvo durante todo el jueves por debajo de los 30.000 dólares, cifra de referencia en los últimos tiempos tras la caída sufrida desde el pasado noviembre, cuando llegó a alcanzar su máximo histórico (69.789 dólares). A las 9:19 del jueves fijó su suelo en 26.350 dólares. Ya en la madrugada del viernes recuperó la cotización por encima de los 30.000 dólares. El resto de criptomonedas retomaron el viernes igualmente valores al alza, aunque se extendió el sentimiento de miedo, incertidumbre y duda (el archiconocido FUD del sector –fear, uncertainty and doubt por sus siglas en inglés–). El mundo cripto aún mantiene la respiración, aunque al fin el verde ha vuelto a sus pantallas.
AFS