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Volatilidad cambiaria

El plan Caputo, en jaque: dudas en la negociación con el FMI y viejas internas que amagan con resurgir

El ministro de Economía, Luis Caputo.
1 de abril de 2025 06:18 h

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La semana pasada, mientras la brecha cambiaria se ampliaba y las reservas netas perforaban los 26 mil millones de dólares, Luis Caputo apostó todo a un anuncio sin demasiado respaldo. Durante un encuentro en la Bolsa de Comercio, el ministro de Economía filtró que el Fondo Monetario Internacional (FMI) estaba por otorgar a la Argentina un crédito de 20 mil millones de dólares, desembolsado en una sola vez. La información no solo era inexacta: violaba un pacto tácito con el organismo que dirige Kristalina Georgieva que prohíbe divulgar detalles sensibles mientras las negociaciones están en curso.

La reacción en Washington fue inmediata. Al menos cinco directores del Board expresaron su malestar ante la directora gerente. Sin embargo, este lunes, fue la propia Georgieva la que dejó abierta una puerta: calificó como “razonable” el pedido del gobierno argentino para recibir un primer desembolso del 40% del nuevo acuerdo. “Se la han ganado, dado su desempeño”, dijo la titular del FMI en una entrevista con la agencia Reuters.

Se trató de la primera señal pública que moderó el tono tras varios días de tensión, aunque no implicó una definición formal ni resolvió la interna del organismo, donde las resistencias siguen firmes. Es que, la semana pasada, la portavoz Julie Kozack había salido a contradecir públicamente al ministro, recordando que el eventual programa se estructuraría en cuotas y que solo una parte del dinero podría destinarse a intervenir en los mercados.

El episodio encendió alarmas dentro y fuera del gobierno de Javier Milei. No faltaron voces internas que admitieron que la estrategia de Caputo fue improvisada y riesgosa, pero explican que estuvo motivada por una urgencia real: la falta de divisas ya compromete la estabilidad del programa económico. En apenas diez días, el Banco Central vendió más de 1600 millones de dólares, en un contexto en el que el agro apenas liquidó 150 millones diarios. El viernes 28 de marzo, el Central cerró con un saldo negativo de casi 350 millones. La lógica del crawling peg y el dólar planchado, que durante semanas sostuvo la expectativa oficial, empieza a mostrar sus límites.

Las últimas declaraciones públicas del ministro tampoco ayudaron. En una entrevista televisiva en LN+, este domingo por la noche, Caputo negó que el Gobierno esté interviniendo para sostener el tipo de cambio y responsabilizó a la oposición y a los medios por generar incertidumbre. “Esto provoca que haya sectores que especulan”, afirmó. A su juicio, “las reservas que se van a perder hoy se van a recuperar en los próximos días” y “este es un esquema monetario tan robusto que puede haber volatilidad, pero no cimbronazos”.

Por ahora, Caputo se esfuerza por transmitir tranquilidad, incluso mientras admite que los exportadores están reteniendo a la espera de una mejora del tipo de cambio. “Ante la duda, unos importadores aceleran importaciones y los exportadores retienen”, explicó. ¿Serán ciertos los rumores de que desde Hacienda activaron llamados directos a las cerealeras para que empiecen a liquidar, una gestión que habría encabezado el secretario de Finanzas Pablo Quirno? En el sector agroexportador, sin embargo, hay malestar por el 25% de retenciones y la percepción de que el dólar está atrasado.

Es que, lejos de calmar el ánimo, la mención de Caputo a un eventual cambio de régimen hacia un esquema de flotación reactivó las dudas. Según versiones que circulan en despachos oficiales, el FMI podría exigir una banda entre 1300 y 1600 pesos. De confirmarse, implicaría una devaluación de hasta el 50%. ¿Está dispuesto el Gobierno a asumir ese costo político en pleno año electoral?

La intención de Caputo es evitar a toda costa que, de concretarse, la primera cuota del préstamo acordado sea de entre 2000 y 3000 millones de dólares. Por eso, la insinuación de Georgieva acerca de un posible primer desembolso de 8000 millones trajo cierta tranquilidad. Podría suceder en mayo, mientras que otro tramo similar recién llegaría para después de las elecciones legislativas, condicionado a una devaluación. Un monto de libre disponibilidad real que sería, en el mejor de los casos, de 5000 a 6000 millones.

Ruidos internos

En paralelo, el margen político del ministro se angosta. La filtración del monto del préstamo no solo tensó la relación con Washington: también reavivó la interna en el gabinete económico. Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado, juega su ficha. Según trascendió, lejos de ocultar sus diferencias con Caputo, en reuniones con Milei planteó que el esquema de tipo de cambio atrasado y represión financiera no es sostenible. Propone levantar el cepo cuanto antes y avanzar hacia una nueva etapa del plan. En las últimas semanas se dejó ver en foros internacionales, incluido uno del FMI, donde hasta compartió foto con Georgieva, quien acaba de se presentado como flamante miembro de su Consejo Asesor sobre Emprendimiento y Crecimiento.

Los resquemores entre Caputo y Sturzenegger son conocidos y de larga data. Fue “Toto” quien reemplazó al flamante ministro en 2018 cuando el expresidente Mauricio Macri lo expulsó del Banco Central. Para el hasta hoy asesor económico del Presidente, el actual ministro de Economía fue uno de los responsables de haber modificado las metas inflacionarias, en diciembre de 2017, que muchos identifican como el comienzo del fin del plan económico de Cambiemos. Dato de color: Milei fue otro de los mayores críticos de esa jugada.

Ahora, con roles invertidos pero viejas heridas a flor de piel, la historia parece reescribirse con el mismo telón de fondo: el FMI. Mientras Caputo parece bailar en la cuerda floja, Sturzenegger gana volumen como alternativa técnica. Pero no todo depende del Gobierno. En Washington, también se acumulan dudas.

La carta firmada por senadores de Unión por la Patria, en la que advierten que podrían desconocer un nuevo acuerdo si no pasa por el Congreso, fue leída en el Fondo como un signo de fragilidad política. Poco parece importar la reciente ratificación del DNU que habilita a Milei a cerrar cualquier tipo de pacto con el organismo: la posibilidad de que el próximo gobierno cuestione el programa financiero vuelve más difícil justificar, para los equipos técnicos de Georgieva, un nuevo crédito excepcional. La estabilidad institucional, o su ausencia, también cotiza.

Pero puertas adentro del Fondo también hay debates. Mientras el staff técnico —alineado con el Tesoro de Estados Unidos, que reporta a Donald Trump— busca sostener políticamente a Milei, el Board mantiene la cautela. Es la instancia en la que tienen voz los países con mayor peso dentro del organismo, como Francia o Japón. El recuerdo del fracaso del programa con Macri, que comenzó con un crédito récord y terminó en colapso, todavía pesa en las discusiones. El antecedente está demasiado fresco como para volver a apostar sin garantías. Y esta vez, nadie quiere ser el que se equivoque.

PL/JJD

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