Coletazos de la batalla porteña: la escalada de tensiones entre Macri y Karina complican el acuerdo bonaerense

En el PRO ya comenzaron a llegar los manuales de supervivencia para la elección porteña. El catalán Antonio Gutiérrez-Rubí, que encabeza la estrategia de campaña de Jorge Macri, les habla de “Escucha” y “Conversación”, a la espera de que la dirigencia baje al territorio a hacer el trabajo pesado. El PRO encara los comicios porteños como quien encara una lucha a muerte y, en una lucha a muerte, no hay lugar para los tibios: Mauricio Macri quiere a toda la plana mayor amarilla en la cancha. Los quiere haciendo campaña frente a la amenaza libertaria que viene a extinguirlos. Aún a pesar de saber que, por las noches, estos mismos dirigentes trabajan para cerrar un acuerdo electoral nacional con el enemigo.
Es una situación difícil, contradictoria. Por un lado, los Macri han decretado el estado de alerta y movilización en el territorio porteño. Vislumbran que la candidatura de Manuel Adorni, más que una amenaza a su poderío en CABA, es una amenaza a su propia supervivencia como partido. Fue así que se definió la candidatura de Silvia Lospennato, luego de que María Eugenia Vidal rechazase el ofrecimiento: necesitaban una leal, sólida y con elevado nivel de conocimiento, que le pusiera el cuerpo a una campaña de tono municipalista pero que irradiara sobre el resto del país.
Desde entonces, el macrismo no ha hecho otra cosa que escalar las tensiones con La Libertad Avanza. Y, fundamentalmente, contra Karina Milei. “La obsesión de Karina es ir por el PRO”, se quejó Mauricio Macri, en diálogo con Radio Mitre, acusando al “triángulo de hierro” libertario —léase, Karina y Santiago Caputo— de haber hundido las posibilidades de cerrar un acuerdo electoral. “El PRO, en momentos muy complejos que podrían terminar siendo una crisis económica, votó y se ocupó de hacer trabajo legislativo mientras otros se tiraban con agua o hablaban por megáfono”, se quejó el expresidente de la Nación.

Macri ponía el dedo en la llaga y le recordaba al oficialismo que, sin sus votos, no hubiera podido aprobar ni una sola ley en el Congreso. En el caso de la Ley de Bases, por ejemplo, había sido la propia Lospennato la que se había echado la tarea al hombro de diseñar la estrategia legislativa que permitió la sanción de la ley. Macri le recordaba al presidente sus debilidades y, detrás de la enumeración de DNUs y vetos blindados por el PRO, palpitaba una advertencia. ¿Qué pasaría si el PRO, en pleno sacudón de los mercados, decidía soltarle la mano a LLA en el Congreso?
En LLA no cayó bien la amenaza. Y mucho menos que estuviera direccionada hacia la figura más importante del espacio junto al presidente. Karina, sin embargo, no se quedó atrás y le respondió a Macri con una foto de Adorni sosteniendo una motosierra delante de la puerta de Uspallata, sede del gobierno porteño, junto a toda la lista de candidatos a legisladores de LLA. En el medio, abrazada a Adorni, estaba la misma Karina, sonriendo.

Tanto Macri como Karina están dispuestos a ir a la guerra total. Karina quiere barrer al PRO, comerse sus dirigentes y dejar a LLA como única opción de derecha en el tablero nacional. Y Macri lo sabe y resiste, resuelto a evitar que mileísmo lo devore (a él y la caja de la Ciudad). Pero en el medio, atrapado, hay una tercera parte involucrada: el ala acuerdista del PRO que fantasea con cerrar una alianza electoral con LLA en la Provincia de Buenos Aires.
El PRO bonaerense está en una encrucijada: ¿cómo negociar una alianza electoral nacional mientras los dos principales líderes de ambos espacios se tiran con granadas?
La incógnita de la alianza bonaerense
A todos los dirigentes les llegó el mensaje del comando de campaña porteño advirtiéndoles que esperaban que participaran en la campaña. También a los bonaerenses, para quienes la división de la General Paz no significa nada: Macri espera que todos participen. Cristian Ritondo, Alejandro Finnochiaro, Guillermo Montenegro, todos. Solo Diego Santilli rechazó participar. El resto, en cambio, aceptó colaborar con la estrategia del catalán Rubi.
Será una campaña incómoda, porque ninguno quiere enemistarse públicamente con Milei. El plan de Ritondo es hacer campaña pero hacer foco en lo municipal, nada de temas nacionales: el PRO bonaerense no cuestionará ni al Presidente ni a la hermana ni a ninguno de los funcionarios del Gobierno. Ni siquiera al propio Adorni, que además de ser candidato es el vocero presidencial. “Yo me junto a charlar con jubiladas. Te timbreo y te voy a la tele, si me lo piden. Pero no voy a hablar mal del Gobierno”, afirma, tajante, un dirigente de peso del partido amarillo en PBA.
El PRO bonaerense se jacta de que podrá edificar una muralla china que divida ambos mundos - la elección porteña, de un lado, la alianza bonaerense, del otro-, pero a ninguno le hace mucha gracia la situación. La mayoría está inquieto, temeroso ante la perspectiva de que una escalada de tensiones en CABA —como se vio en las últimas 48 horas— afecte la dinámica de las negociaciones en PBA. Y es por ello que buscarán dilatar las conversaciones más relevantes hasta después de la elección del 18 de mayo.

El resultado de la elección, además, brindará un panorama de la relación de fuerzas de los espacios. Y en el PRO se entusiasman con que una victoria de Leandro Santoro en la Ciudad funcione como un incentivo para arribar a un acuerdo electoral en las elecciones nacionales. El diputado de Unión por la Patria, que encabeza la lista Ahora Buenos Aires, es el principal beneficiario de la fragmentación de la oferta de centro derecha y todas las encuestas lo dan primero. El peronismo celebra poder ganar, después de años, una elección en la Ciudad de Buenos Aires. Pero no es el único: el PRO también celebra, ya que observa que un triunfo de Santoro podría funcionar como fábula aleccionadora sobre lo que podría suceder en PBA si LLA y el PRO juegan por separado.
Es el argumento perfecto, el fantasma de la amenaza kirchnerista hecha carne. “Si Santoro gana nos beneficia. ¿Sabes lo que va a ser el operativo clamor del círculo rojo cuando nos empiecen a reclamar que si vamos desunidos el kirchnerismo gana? Nos va a facilitar la tarea”, reconoce un dirigente del PRO bonaerense.
Es la carta bajo la manga de quienes observan, con temor, que la balacera entre Karina y Macri termine con perdigones sueltos que hieran a quienes quieren cerrar una alianza. Están molestos con Macri por su negativa a cerrar un acuerdo, pero coinciden en algo con él: un LLA debilitado es un LLA con el que es más fácil negociar. Y allí es donde ponen fichas en la candidatura de Ramiro Marra e, incluso, la de Ricardo Caruso Lombardi –ese anuncio bomba que tiró Oscar Zago al filo de cierre de listas cuando falló el acuerdo con el PRO—.

En el PRO fantasean con un debilitamiento de LLA que derive en una llamada desesperada por cerrar un acuerdo. Confían en que Karina, cuando vea que sale segunda o tercera en la elección porteña, querrá cerrar un acuerdo en PBA para hacerle frente a Axel Kicillof. Habrá que ver si Karina -que hasta ahora viene sosteniendo una lógica de purismo absoluto- piensa lo mismo.
MC/JJD
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