Los jubilados son de los que más perdieron en los primeros 100 días del gobierno de Javier Milei, pero, al igual que en el resto de la sociedad, las opiniones están divididas sobre las responsabilidades del ajuste, si competen o no a la administración anterior. “O mantenemos la prepaga, que se nos lleva el 70% de la jubilación, o comemos fideos”, le dijo Carlos Martínez, de 68 años, a su esposa Marta Enríquez, de 70, ambos exempleados gráficos residentes en San Bernardo. Quizá Carlos exageraba, pero por ahora resignan salidas a comer afuera, algún vino o en llevarle medialunas de Atalaya cuando visitan a sus nietos en Buenos Aires. “Esto alguien lo iba a tener que hacer, voy a seguir apoyando a este loco porque me harté de que me afanen”, opina Marta. “Tengo esperanza, pero tampoco podemos caminar entre cadáveres. ¿Hasta cuándo la gente va a tener paciencia?”, se pregunta Carlos.
Quien nunca le tuvo confianza a Milei es Susana Said, socióloga jubilada de 75 años, vecina de Caballito. “Soy paciente oncológica. Tengo la medicación por PAMI (Programa de Asistencia Médica Integral), pero otros remedios los debo pagar cash. Me da vergüenza contarlo, pero uno lo dejé de usar porque cuesta $100.000. Cuando se lo conté al médico casi me mata, me dijo: 'No lo puede dejar de usar porque va a dejar de respirar, le van a tener que poner un pulmotor”. Entonces quemó ahorros y se compró el medicamento. No es el único ajuste: compra menos carne vacuna, pescado o verduras y le pidió a su empleada doméstica que trabaje una vez cada quince días en lugar de dos por semana. “Milei no sólo alteró la forma de vida sino que me arrancó de cuajo las ilusiones de que iba a haber cambios en este país”, opina Susana.
Los testimonios de los tres jubilados de clase media reflejan parte del impacto de alza de precios en el consumo en la era libertaria. En una de las principales cadenas de supermercados de la Argentina cuentan que la venta de leche cayó 15% en enero. En otra advierten que sobre todo cae la comercialización de los locales ubicados en barrios de clase media baja y baja y en las provincias más dependientes del empleo público, con sueldos más retrasados, y de planes sociales, cuyo presupuesto global disminuyó en términos reales (ajustados por inflación) más allá de duplicarse la asignación universal por hijo (AUH) y la Tarjeta Alimentar.
Uno de los consultores que más conoce el mercado argentino, Fernando Moiguer organizó un estudio cualitativo online este mes para identificar el humor social entre 1.300 personas de 16 a 75 años la ciudad y la provincia de Buenos Aires, Córdoba, Neuquén y Salta. Se titula “Del presente negativo al futuro esperanzador”, pero esa ilusión va poniéndose más en duda que en febrero.
“El presente negativo se recrudece y se percibe una aceleración en el deterioro de la calidad de vida”, advierte el informe de la consultora Moiguer. “El 54% considera que la situación del país es peor o mucho peor que hace un año. Si bien la inflación lidera el ranking de preocupaciones, el 64% cree que es el principal problema del país, la pobreza crece como problemática: 44% versus 32% período 2021-2023. El 72% considera que los ingresos de su hogar están por debajo de la inflación. El 47% evalúa negativamente su capacidad de consumo. El 58% considera que su capacidad de consumo es mucho peor que hace un año.”
“No estábamos bien pero ahora no se puede con la vida, con las cosas más básicas de todos los días. Está muy difícil”, comenta un encuestado del área metropolitana de Buenos Aires (AMBA). “Aparece una disparidad en cómo impacta en AMBA versus en Córdoba”, señala Moiguer. “En AMBA, hay algo más de tolerancia en términos emocionales, acompañado de un poco más de oxígeno en términos materiales para aguantar. En Córdoba se siente más la rapidez del deterioro del poder adquisitivo, con mayor desilusión entre votantes de Milei. El 20% de sus votantes declara estar arrepentido. ”El cambio que se aplicó fue un cambio salvaje, o sea, fue... vamos con toda. No nos dio tiempo ni de reaccionar, básicamente“, soltó un cordobés.
“El dinero no alcanza y el presupuesto se acota”, continúa el informe. “Todos recortan gastos. El 52% debió utilizar ahorros para pagar gastos del presupuesto cotidiano. El 85% redujo la cantidad de productos de la compra habitual para el hogar. Nueve de 10 reemplazaron sus marcas habituales por otras más económicas. En la provincia de Buenos Aires, seis de 10 utiliza la cuenta DNI para aprovechar descuentos y promociones”, comenta el estudio.
“Empiezan a restringirse rubros básicos, como alimentación y educación”, señala la consultora y después detalla por rubro:
- Alimentación: se reduce el consumo de carnes y lácteos. Cuatro de 10 hogares redujeron el de carne en el último mes. “Yo uso soja texturizada, la mezclo con la carne para que me rinda más”, confiesa un cordobés. Se consumen sólo verduras y frutas de estación por ser más económicas. “Ahora compro verduras de estación que antes no era algo en lo que me fijaba. El otro día comí puré de brócoli por primera vez”, dijo un encuestado en el AMBA. Se recorren diferentes canales para encontrar mejores precios. También se reducen la cantidad de comidas al día, y se priorizan los miembros de la familia. “A la noche dejamos la comida para que coma nuestra hija y nosotros tal vez no”, cuentan en la Docta.
- Educación: si bien es uno de los rubros que más se trata de defender, también hubo recortes: el 20% cambió a sus hijos de colegio. El 56% debió reducir actividades extracurriculares de los hijos. El 85% reutilizó materiales y uniformes del año pasado para el inicio de clases.
- Salud: mientras algunos ya han dado de baja la prepaga, quienes tienen miembros vulnerables en la familia intentan mantenerla o renegociar la cuota. El 40% dio de baja su plan. “Yo tengo una prepaga que quiero dar de baja, pero no puedo porque tengo una bebé de 10 meses. Vamos a tener que negociar, pagaba $35.000 y la factura de ahora me vino por 188.000”, advierten en el AMBA.
- Vivienda: el alquiler se hace difícil de afrontar, con personas que tienen que volver a la casa de sus padres.
“La limitación de gastos más orientados a la indulgencia alcanza valores máximos desde 2018”, se refiere Moiguer a los gustitos que se da la gente. Uno de dos declara no haber salido a comer fuera, ni comprar ropa ni electrodomésticos en los últimos 30 días. “Antes podías ir a comer fuera, ahora no te alcanza ni para comer en casa”, cuentan en el AMBA. En vistas del próximo fin de semana extralargo, no se están planificando escapadas. Se deciden más en el día a día los gastos extra y los gustos que son posibles. Uno de cada tres declara hacer usualmente viajes durante los fines de semanas largos, pero el 67% de quienes viajan canceló o redujo el gasto planificado para hacer una escapada durante Semana Santa.
Pero “a pesar del presente negativo hay una perspectiva positiva a futuro, sostenida en la idea de que el desarme era necesario”, concluye el informe. “En votantes de Milei, se mantiene la idea de que estamos es un periodo de transición necesario: de la 'destrucción' a la 'reconstrucción'”, prosigue. “La gente quiere tener confianza de que va a cambiar algo, pensando que el sacrificio que está haciendo es para algo mejor. No es que estamos dormidos, queremos creer”, dice un encuestado en el AMBA.
El 73% acuerda con que la “Argentina necesitaba medidas de ajuste del gasto estatal para mejorar la situación de la economía”. El 56% acuerda con que “las medidas de ajuste y desregulación que el Gobierno está llevando a cabo son las adecuadas para que mejore la situación del país”. Desde esta perspectiva, se abren expectativas positivas a futuro que se contraponen con la mirada pesimista del presente. El 47% cree que la situación país va a mejorar en los próximos 12 meses, versus 63% que evalúa negativamente la situación actual del país.
“Si bien la macro empieza a dar signos positivos, la falta de correlato en la economía de los hogares genera preocupación en relación a cuanto se podrá 'seguir aguantando'”, señala Moiguer. “Desde la macro aparecen señales que alimentan las expectativas positivas de futuro: estabilidad del precio del dólar, crecimiento de reservas, reducción de los porcentajes de inflación, reducción de gastos estatales y déficit fiscal. Sin embargo, en la micro no se reflejan. Siete de 10 declara que el nivel de ajuste no es tolerable para su situación doméstica. El 43%, tanto votantes como no votantes de Milei, declara que ya no tiene resto para esperar a que mejore la economía.”
“Hay que aguantar un poco más, en dos años vamos a estar mejor, pero siento que no voy a llegar”, dice alguien en el AMBA. “Y bueno, tenemos justamente esperanza en que las cosas por ahí terminen siendo mejor y esperando a que la situación cambie, pero vemos que no, no sé cuándo va a estallar esto, pero en algún momento va a terminar estallando si las cosas siguen aumentando como están aumentando”, comparte otro vecino.
“Desde este encuadre, se esperan medidas del Gobierno, que todavía no aparecen, para mitigar el contexto de dificultad”, alerta Moiguer. “Se esperan herramientas que ayuden a aliviar el ajuste, como: 1. el 46% espera un aumento de la jubilación mínima. 2. el 44%, una canasta básica de productos regulados a precios accesibles 3. el 33%, subsidio a las tarifas de electricidad. Sin embargo, no se percibe empatía ni acompañamiento desde el Gobierno, con críticas hacia las formas en las que se están implementando los cambios: sin gradualidad y sin ningún tipo de apoyo para los bolsillos más delgados. ”Me estás pidiendo que aguante, pero no me estás dando nada para poder aguantar“, confiesan en el área metropolitana. ”Al final, ¿la casta éramos nosotros?“, suelta otro.
AR/JJD