El dólar contado con liquidación (CCL) bajó este lunes a $1.097, el menor valor desde mayo, y el dólar blue, el que se compra en las cuevas, cerró en $1.100. El MEP, a $ 1.074. En la pizarra electrónica del Banco Nación este mismo lunes el llamado dólar oficial minorista se vendió (a quienes pueden comprarlo libremente, que son muy pocas personas, y solamente hasta US$200 por mes) a $1.032. Esta caída del dólar redujo la brecha cambiaria a entre el 5% y 9%, lo que podría parecer una buena noticia. De hecho, el gobierno del tándem de economistas Javier Milei-Luis Caputo lo festeja con bombos y platillos. Pero no.
El cepo cambiario sigue vigente, sin novedades al respecto de parte del gobierno de La Libertad Avanza, que les viene prometiendo a los trabajadores y a los sectores económicos que un día lo va a levantar y se producirá la bendita unificación cambiaria, para ser “un país normal”. Y en este contexto, como consecuencia de los dólares baratos no son ni pocos ni menores en tamaño los sectores de la economía nacional que viven una grave crisis: el campo, la industria, el turismo receptivo y el sotftware, entre otros.
Los brasileños que vinieron el último fin de semana a Buenos Aires para ver la final de la Copa Libertadores entre Botafogo y Atlético Mineiro en la cancha de River se agarraban la cabeza de lo caro que les parece hoy la Argentina que hace un año era baratísima. Pero para los argentinos también es caro vivir en la Argentina porque los ingresos de la gran mayoría de los ciudadanos no se han recompuesto al nivel de la inflación, que va en baja pero este año cerrará, con suerte, en el 105%. La apertura de las importaciones, en este contexto, supone además un golpe de nocaut a la producción nacional.
En el mercado oficial de cambios, este lunes, el dólar mayorista escaló $1 a $1.012,50. El mes pasado trepó cerca de un 2% y en el año acumula una suba de 25,12%, contra una inflación que lo cuadruplica.
En el comienzo del último mes del año, el Banco Central (BCRA) vendió dólares por segunda jornada consecutiva, con un resultado negativo neto de US$52 millones, que se sumaron a los US$171 millones vendidos el viernes. Mientras tanto, las reservas brutas internacionales se recuperaron parcialmente al alcanzar los US$31.324 millones.
En cuanto al dólar futuro, el contrato de diciembre cedió 0,2% a $1.037, mientras el de enero recortó 0,1% $1.059,5. Para el resto de los plazos de 2025 se observaron comportamientos muy dispares; en todos la tasa nominal anualizada (TNA) se ubicó por debajo del 30%.
No todo lo que brilla es verde
El modelo económico y específicamente cambiario y de comercio exterior aperturista que proponen Milei y Caputo provoca, por ejemplo, que la industria automotriz enfrente costos en dólares que superan los niveles regionales, lo que llevó a algunas empresas a analizar su traslado a Brasil. El turismo también muestra señales de alerta: las reservas en la costa bonaerense disminuyen, mientras que los argentinos que pueden pagárselas eligen destinos como Brasil (que para colmo produjo una devaluación del real) y Chile, donde los costos son más competitivos.
Sectores como el agro y las economías regionales también sufren. La importación de productos como carne porcina, tomate en lata y vino chileno crece exponencialmente, desplazando a los productores locales. El cine y el software no escapan a esta crisis: productoras argentinas se mudan a Uruguay y otras analizan paralizar proyectos por costos insostenibles.
Estas problemáticas rememoran la crisis de los años 90, cuando la paridad cambiaria y las políticas de apertura dejaron un saldo de cierres fabriles y pérdida de empleos. Las políticas actuales del gobierno libertario parecen repetir ese camino: priorizan la estabilidad nominal del dólar a través del carry trade y la intervención del Banco Central a costa de la producción, el empleo y la competitividad estructural.
Mirtha Legrand lo había advertido en 1991, en los albores de la década de gobierno de Carlos Menem (Partido Justicialista), en una entrevista que le concedió a Jorge Guinzburg, en su programa Peor es nada, que se viralizó en redes sociales en las últimas semanas (no por casualidad). “¿Qué opinás de este gobierno?”, le preguntó el conductor y humorista a la diva, que le dio una visión suya que se terminaría confirmado con el correr de los años hasta que el país estalló en diciembre de 2001, un diagnóstico que se pareció a una premonición: “No me gusta la enorme cantidad de gente que está sin trabajo, no me gusta nada. Y no me gusta la vida cara en la Argentina. Es muy cara la Argentina. Los sueldos no son altos y, en ese sentido, realmente hay mucha gente que no lo está pasando bien (...) Hay un caudal de argentinos que no lo están pasando bien”.
Treinta y tres años después de las palabras de Mirtha Legrand, la película parece la misma aunque ahora con guion libertario. En lugar de la paridad cambiaria de los 90, el uno a uno establecido por la ley de Convertibilidad, hay una pretendida y prometida unificación cambiaria que sigue en veremos; y en lugar de estabilidad, una inflación que baja pero con sueldos que siguen aplastados y la producción, ahogada. Eso sí, siempre queda el consuelo de los números en las pizarras y las reservas que “se recuperan parcialmente”. Porque si algo hemos aprendido en esta tierra es que, entre espejismos y realidad, el dólar siempre será el gran protagonista.
JJD