El éxito del nuevo blanqueo: bancos llenos, dólar barato por un buen rato y evasores en fila

Los bancos parecían supermercados. Los clientes iban con bolsas. Llevaban dólares para blanquear. Esos cara chica que los cueveros cotizan a menos que su valor por el riesgo de falsificación, pero que valen igual eran aceptados por los empleados cajeros (no los automáticos) sin chistar. Los deteriorados por tantos años de soportar el peso de sus dueños debajo del colchón encontraban trabas en los bancos privados, pero por suerte Javier Milei no privatizó aún el Nación, que sí los recibía.Había sucursales llenas. Algunos clientes iban con las manos vacías a sus cajas de seguridad y de ahí, a depositar. Eso sí, no cerraba las cajas fuertes, a ver si el día de mañana vuelven a generar dinero evadido o si algún gobierno se le ocurre meter un plan Bonex (1989) o un corralito (2001).

Cierto locales del Santander o BBVA, que eliminaron las cajas físicas, aceptaban como excepción que sus empleados de escritorio recibieran allí el dinero blanqueado. En los últimos días, entre los apagones informáticos de los empleados de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) el lunes y martes, el paro de transporte del miércoles y la amenaza hasta último momento de huelga de colectivos el jueves, se complicó el registro del blanqueo en la web del organismo y el depósito. El ministro de Economía, Luis Caputo, anunció entonces este jueves que la primera etapa del jubileo impositivo, que finalizaba ayer, se extiende hasta el próximo día 8, aunque alegó “algunos problemas informáticos y administrativos con respecto a la transferencia desde el exterior del pago del impuesto”.

Ya ocho veces en 41 años de democracia se blanqueó a los evasores, como señal de que siempre hay una próxima vez. Pero nunca como en esta oportunidad fue tan generosa la amnistía tributaria. Pensar que quien se atrasa en el pago de impuestos debe abonar con intereses lo que debe, pero quien evadió puede registrar hasta ayer sin pagar nada, sin castigo alguno, efectivo, criptomonedas o fondos repatriados desde el extranjero por hasta US$100.000 o incluso más que esa cifra siempre y cuando se invirtieran en determinados activos, como desarrollos inmobiliarios u obligaciones negociables (ON), los títulos de deuda de empresas que se han puesto de moda en estos meses. El blanqueo de criptoactivos es engorroso y no está funcionando bien.

Aparte se puede formalizar sin costo otros US$100.000 en inmuebles, empresas o cuentas del exterior. Lo que supera ese monto en ambos casos tributa sólo 5%, Es lo que está aguardando ahora Caputo. Siendo tan amables con los evasores, tal como lo votaron el oficialismo y la oposición dialoguista en el Congreso, era difícil que el blanqueo no fuese un éxito. Y lo ha sido: se formalizaron hasta este jueves US$18.000 millones , según anunció el vocero presidencial, Manuel Adorni. En la segunda etapa, que arrancará el 8 de noviembre y finalizará el 31 de enero, y en la tercera, que terminará el 30 de abril, el mercado espera un blanqueo “residual”, dado que ya no podrá sincerarse el efectivo y que los montos que excedan los US$100.000 deberán abonar un gravamen del 10% y del 15%, respectivamente.

Pensar que quien se atrasa en el pago de impuestos debe abonar con intereses lo que debe, pero quien evadió puede registrar hasta ayer sin pagar nada, sin castigo alguno, efectivo, criptomonedas o fondos repatriados desde el extranjero por hasta US$100.000 o incluso más que esa cifra

La suma blanqueada representa apenas el 14% de lo que se registró en la anterior amnistía fiscal, la de Mauricio Macri, en 2016/2017. En aquel entonces dueños de grandes fortunas como Alfredo Coto, Javier Madanes Quintanilla, Marcelo Mindlin, Gianfranco Macri, María Bulgheroni y Nicolás Caputo, el exministro de Economía Nicolás Dujovne y muchos más blanquearon entre la amenaza de que entraba en vigencia un acuerdo de intercambio de información tributaria entre unos 100 países, incluida Suiza, y la esperanza empresarial de que con el entonces presidente sobrevendría un periodo de bonanza que dejara al kirchnerismo en el pasado. No fue así.

Cristina Fernández de Kirchner volvió al poder como vicepresidenta, se desandó la rebajar del impuesto a los Bienes Personales, se exigió un aporte extraordinario para financiar gastos de pandemia y el desarrollo de Vaca Muerta y se escrutó la veracidad de la mudanza de residencia fiscal de los ricos que emigraron a Uruguay para abonar menos gravámenes. “Por eso el gobierno de Milei tuvo que hacer algo muy atractivo para atraer a los que generaron plata en los últimos años”, comenta un contador de grandes evasores.

Pero esta vez los millonarios sólo blanquearon una parte acotada de lo que ampliaron de patrimonio desde 2017 hasta ahora, mientras que sobresalió lo que en la jerga contable llaman el chiquitaje, sobre todo lo que tenían menos de US$100.000 en efectivo. No por nada este blanqueo duplicó al de Macri, no en dinero registrado, sino en fondos depositados en bancos. Hace siete años muchos ricos registaron sus patrimonios en el exterior, tributaron por ellos, pero no los repatriaron. Ahora, ellos pero también otros ciudadanos de ahorros más moderados ingresaron efectivo o blanquearon plata que tenían en Estados Unidos —que este año se sumó al intercambio informativo—, lo depositaron y no pagaron un peso a la AFIP. Por algo los depósitos bancarios superan ahora los US$32.000 millones, como antes de la victoria de Alberto Fernández y Cristina Kirchner en las primarias de 2019.

El previsible exitoso blanqueo vino a tranquilizar el mercado cambiario, intranquilo en julio pasado, cuando el dólar blue tocó el récord de $1.500; el contado con liquidación (CCL), a $1.457 y el MEP, a $1.455. Ahora cotizan a $1.190, $1.158 y $1.128, respectivamente. Primero fue el Banco Central, que dirige Santiago Bausili, el que comenzó a intervenir quemando reservas para bajar el CCL y el MEP. Pero después ya no se necesitó de su fuego. Por el blanqueo ingresaron dólares al blanqueo, que a su vez los bancos aprovecharon para prestar 11% más a los exportadores, que entonces cambiaron esas divisas por pesos para comprar insumos en el campo, la minería o la energía o para hacer bicicleta financiera invirtiendo en bonos Lecap y ganar hasta 35% en moneda norteamericana. Un préstamo en dólares a seis meses tiene una tasa de interés del 4% anual, con un tipo de cambio oficial que sube 2% mensual y quizás pronto corra al 1% en la medida en que baja la inflación, mientras que un crédito en pesos cuesta 50% anual. Blanqueadores y cumplidores con el fisco también cambiaron divisas para pagar por anticipado Bienes Personales de los próximos cinco años a precio de oferta.

Pero al efecto blanqueo se sumaron otros factores para tranquilizar al mercado cambiario. El mérito de Milei y Caputo de bajar la inflación a fuerza de ajuste fiscal, monetario y de la economía desalienta las expectativas de devaluación. Los nuevos depósitos en dólares elevan las reservas brutas del Banco Central, no las netas, pero le otorgan poder de fuego en caso de eventuales turbulencias. La merma inflacionaria y la firmeza en la motosierra del Estado los acerca a la posibilidad de conseguir financiamiento para pagar la deuda en enero próximo.

Ante este panorama, el campo se apura a liquidar lo que no vendió en tiempos de cosecha de soja y maíz. Las recientes lluvias traen buenas perspectivas para la colecta de trigo en diciembre y la de los otros dos cultivos en el segundo trimestre del año próximo. Gracias al aporte de las grandes fortunas que permitió construir el gasoducto Néstor Kirchner, este año se prevé que el antiguo déficit comercial energético derive en un superávit de US$4.000 millones, ya termine la temporada de importaciones por el frío, comiencen los sobrantes para exportar a Chile y Brasil y en 2025 se prevea un saldo favorable que duplique el actual. Por esa bonanza de los hidrocarburos, Milei anticipó en el último coloquio del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA) una mayor apreciación del peso que la actual. Malas noticias para el campo, la industria —desde el calzado hasta las autopartistas—, la economía del conocimiento o el turismo, cuya producción se encarece en dólares y pierde contra la competencia extranjera. De ahí que el secretario general de la Asociación Gremial de Computación, Ezequiel Tosco, advierta sobre los conflictos salariales que atraviesan sus representados en gigantes informáticos como Globant y Technisys.

Milei anticipó en el último coloquio del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA) una mayor apreciación del peso que la actual. Malas noticias para el campo, la industria —desde el calzado hasta las autopartistas—, la economía del conocimiento o el turismo, cuya producción se encarece en dólares y pierde contra la competencia extranjera

En los grandes bancos no esperan, por tanto, sobresaltos cambiarios hasta después de las elecciones legislativas de octubre próximo. Sólo entonces especulan con la salida del cepo cambiario, que impulsaría a las multinacionales a girar utilidades que no pueden transferir a sus casas matrices desde 2019 y que sumarían US$10.000 milllones. No aguardan turbulencias con el dólar no sólo por el ingreso de divisas sino también porque algunos prevén que la economía apenas se recupere el 1% o 2% en 2025 y que, por tanto, apenas crezcan las importaciones. Son los que creen que la meta oficial de inflación del 18% será posible sobre la base de una economía fría. No hay mucho entusiasmo por el Régimen de Incentivo de Grandes Inversiones (RIGI) mientras siga el cepo, aunque pueden tirar la energía, la minería y el campo. Sin embargo, el consumo continuaría fresco. En lo que va del gobierno de Milei, el salario privado formal perdió el 1,8%; el informal, el 4,8% y el estatal, el 16,5%, según calcula la economista Mariana González, de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA), a partir de datos del Instituto de Estadística (Indec). No por nada paran los gremios del transporte o la administración pública.

Hay expectativas del mundo financiero de que el dinero blanqueado, sin embargo, dinamice algunos sectores económicos. Por ejemplo, la construcción, aunque el encarecimiento del costo en dólares abre dudas. Tres de cada cuatro dólares invertidos en las nuevas ON emitidas por grandes empresas argentinas por US$900 millones fueron al sector energético, aunque también otros fueron a bancos como el Galicia, que así financió la compra de la filial local de HSBC. En las multinacionales automotrices también esperan que se consolide la recuperación de las ventas. Eso sí, de los autos importados, antes con ingreso bloqueado. Los nacionales, por ahora, caen como el consumo masivo. Los afecta la pérdida de rentabilidad del campo.

Quienes analizaron el panorama con relativo optimismo esta semana fueron diez de los principales dueños de empresas argentinas reunidos en Buenos Aires, entre ellos Paolo Rocca, del grupo Techint, ilusionado por la petrolera Tecpetrol pero preocupado por la siderúgica Ternium; y Eduardo Elsztain, amigo de Milei y dueño de Cresud, el conglomerado con campos y shoppings en recuperación, frente a la crisis de los pequeños comercios. En el cónclave coincidieron en elogiar el trazado económico del Gobierno, confían en una baja sostenida de la inflacion, aunque les disgusta que se pisen algo las tarifas de energía y el dólar. Creen que en algún momento será necesaria una devaluación controlada. Los inquieta que Milei retrase la salida del cepo para después de las elecciones de 2025. Reconocen que algunos sectores se recuperan más que otros, mientras están los que siguen cayendo, como los supermercados. Lo que más los preocupa es el mal temperamento de Milei, con sus ataques a periodistas y economistas, entre otros. No es sólo él: por ejemplo, el viceministro de Economía, el chileno José Luis Daza, aunque juega de visitante, no se privó de atacar esta semana por la red X a su colega Marina Dal Poggetto. La duda de los grandes empresarios es cómo reaccionará el Presidente el día en que se pase la primavera actual y comiencen los problemas, como siempre le sucede a cualquier gobierno tarde o temprano.

AR/JJD

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