Aliviado por el bálsamo de legitimidad que le regaló Alberto Fernández justo cuando empezaba a disiparse el humo inicial y a crujir la tolerancia social al ajuste, el Gobierno volvió a pararse solo en el centro del ring y a desafiar a quienes se mantienen escépticos sobre su programa económico. Quien dobló otra vez la apuesta fue Luis Caputo, con enérgicas arengas a quienes todavía “no la ven” en el mercado âmás de los que quisieraâ y con nuevos endulzantes como la generosa reglamentación del blanqueo y la promesa de proyectar el próximo presupuesto sobre la base de los pagos de deuda, para que los recortes recaigan sobre los demás gastos e inversiones del Estado.
Caputo también se animó a festejar una inflación de julio (4%) que esperaba inferior, en línea con lo que proyectaban las consultoras (3,8%). Lo hizo pese a que aumentaron tanto la inflación núcleo âsin contar rubros estacionales ni reguladosâ como la mayorista, que escaló del 2,7% en junio al 3,1% el mes pasado. Un piso difícil de perforar incluso pese a la magnitud de la recesión, que volvió a llamar la atención por el desplome de las compras en supermercados y autoservicios que detectó la consultora Scentia, de un inédito 16,1% interanual en volumen.
¿Hizo bien el influencer bursátil Ramiro Marra en agradecer la campaña que lanzó Newsan para apuntalar las ventas de sus recién adquiridas marcas Pantene, Pampers y Always? ¿Habrá escuchado que el spot donde anunció que retrotrae los precios a los del verano pasado explica que lo hace “en momentos de crisis”? ¿Sabrá que nunca en la historia argentina se vendieron menos pañales que en lo que va de este 2024, aun tratándose de un producto cuya demanda suele ser poco elástica frente a los saltos de su precio?
No es para menos. Entre noviembre y julio, según el INDEC, los pañales se encarecieron un 237%. Más de cien puntos porcentuales por encima de la inflación acumulada desde que asumió Javier Milei, que trepa al 135%. El desplome de sus ventas supera pero no escapa a la tendencia del rubro higiene y cosmética, que se derrumbó un 20,9% en julio según Scentia y acumula un 12,4% en lo que va del año. Tampoco al de los productos de limpieza de ropa y hogar, que cayeron un 17,9% en el mes y 10,6% en lo que va de 2024. Son datos que no surgen de encuestas sino de los tickets de las propias cadenas, cuyas variaciones rara vez superan el 5% en volumen para arriba ni para abajo.
La paz de los cementerios, a la que aludieron tantos pensadores después del historiador Publio Cornelio Tácito, quien reprochaba a los monarcas romanos del siglo II que “llaman paz a lo que convierten en desierto”, es la descripción más cabal de lo que ocurre entre las góndolas. Los expertos en mercadotecnia descubrieron que, en los últimos dos meses, los consumidores ya no abandonan los productos que no pueden pagar en la línea de cajas como hacían a principios de año. Se pusieron en modo “búsqueda del tesoro” y ahora solo llevan lo que ven en oferta. Son capaces de apiñarse los días de promoción con tal de ahorrar y se cuidan de no comprar nada a “precio lleno”.
Es un fenómeno policlasista. En Jumbo, que apunta al público ABC1 y ofrece un 15% de descuento a los mayores de 60 años los miércoles, dispusieron un operativo especial para atender la demanda extraordinaria de ese día de la semana. “Parece un geriátrico, salvo por la cantidad de gente joven que se hace acompañar por un adulto mayor para aprovechar la rebaja”, contó a elDiarioAR una fuente del sector.
Con todo, la cadena de capitales chilenos (que también incluye a Disco) es la que mejor capea el temporal recesivo. Coto y Carrefour lo sufren con mayor intensidad. La peor parte se la lleva Chango Más, de Francisco De Narváez, quien sondeó discretamente a posibles compradores. Por ahora no los encontró.
Comiéndose el capital
Es lo mismo que registran los frigoríficos, con la menor faena para el mercado interno en un siglo, o las usinas lácteas, que vieron caer la demanda de leche larga vida un 18,5% y de sachets un 12,2% en el primer semestre del año.
La industria y la construcción, grandes motores del empleo junto con el comercio, tampoco salen del estado catatónico en que las sumió la política antiinflacionaria oficial. Se lo hizo saber a Caputo la Cámara Argentina de la Construcción, en una carta secreta donde le pidió que declare al sector en emergencia y le otorgue facilidades impositivas para evitar una quiebra masiva de empresas.
Con la poda a cero de la obra pública âargumentaron Gustavo Weiss y León Zakalik, presidente y secretario de la cámara respectivamenteâ “en los últimos meses se han perdido casi 110.000 puestos de trabajo directos” y uno más indirecto por cada uno de ellos. Pero además, aclararon, “se pone en riesgo el mantenimiento necesario de toda la infraestructura existente en nuestro país, comprometiendo la seguridad y continuidad de las actividades productivas y de las personas”. Aunque saben que difícilmente conmoverán a un mandatario que se refiere a ellos como “la cámara argentina de la corrupción”, preparan por estas horas un informe donde contabilizan las pérdidas e ineficiencias que genera haber interrumpido obras casi terminadas o con financiamiento garantizado por fuentes externas. Derivaciones imprevistas de la batalla cultural.
La conflictividad, mientras tanto, se extiende como un reguero de pólvora por el mapa productivo. Las fábricas de neumáticos están prácticamente paralizadas por el SUTNA y su personal aterrorizado ante la perspectiva de que FATE o Bridgestone cierren y se reconviertan en distribuidoras de importados. Un centenar de miembros de la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC) se manifestaron el viernes frente a la Casa Rosada en reclamo de una “emergencia Pyme” similar a la que piden los contratistas de obra pública. La huelga aceitera, interrumpida luego de una semana por la conciliación obligatoria que dictó la Secretaría de Trabajo, promete volver a frenar el despacho de granos al exterior apenas termine.
El jefe de la Cámara de la Industria Aceitera, Gustavo Idígoras, aprovechó la huelga para redoblar la presión sobre el Gobierno para que les otorgue algún aliciente para liquidar. Las multis del sector dieron por cerrada la discusión con Caputo y esperan que vuelva al pie cuando necesite las divisas. “Vamos a ver quién liquida hasta octubre, cuando vencen los alquileres”, le transmitió por terceros. Septiembre promete ser un mes de manta corta en términos de reservas. Y con la soja en su menor valor en 4 años, 25% más barata que en enero, peor aún.
Quinta a Fondo
Milei sigue sosteniendo a Caputo con la misma convicción con la que defendía a varios de sus antiguos alfiles hasta pocas horas antes de eyectarlos. Los meses que vienen testearán el vínculo entre el jefe del Palacio de Hacienda y el triunvirato presidencial, que además de Milei incluye a su hermana Karina y al Peaky Blinder wannabe Santiago Caputo, su sobrino lejano cada vez más hundido en la ciénaga del espionaje y ahora en la mira telescópica de Elisa Carrió. A ‘Toto’ no solo lo atormenta la meseta inflacionaria en torno al 4% mensual y una perspectiva para el resto del año que no baja del 3,5% en ningún mes, al menos según el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) del Banco Central. También le augura dolores de cabeza la ley de financiamiento universitario que logró media sanción en Diputados y que puede aprobar en el Senado otra coalición variopinta. Puede que Milei lo vete, como amenazó, pero desde su ventanal del quinto piso de Economía se oye ulular al fantasma del fugaz ministro Ricardo López Murphy.
¿Está en condiciones el ministro de eliminar el impuesto PAIS en diciembre, como dijo que hará? En julio el tributo que se cobra sobre las importaciones, la compra de dólares y de servicios del exterior arrimó un 6,3% de la recaudación: $698.351 millones. El superávit primario (antes del pago de intereses) fue de $908.253 millones. ¿Y si la recesión sigue perforando el ingreso de tributos como el IVA, que recolectó un 12% menos en términos reales que en julio de 2023? ¿Será que anticipa a su modo que va a devaluar en diciembre para unificar el tipo de cambio? ¿O que otro ministro lo hará en su lugar?
Lo seguro es que el fin del cepo será un requisito indispensable para cualquier acuerdo con el Fondo Monetario que involucre nuevos desembolsos. Incluso si gana Donald Trump en noviembre, algo que el repunte demócrata tras la unción de Kamala Harris como candidata volvió menos probable. Ya lo dijo el cubano-americano Mauricio Claver-Carone, gestor de la excepción que hizo el organismo en 2018: Milei no es Macri.
La trampa de Caputo, además de esa elección de final incierto, es el análisis de sostenibilidad de la deuda (DSA) que debe aprobar el staff técnico del Fondo antes de que el directorio apruebe un eventual nuevo préstamo. Con Christine Lagarde, por orden de Claver-Carone, lo firmó el entonces jefe para el Hemisferio Occidental, Alejandro Werner. Nacido en Argentina pero criado en México, Werner forzó el reglamento y diagnosticó entonces que la deuda era “sustentable, aunque con baja probabilidad”. Eyectado Werner apenas colapsó aquel programa, hoy ocupa ese lugar el chileno Rodrigo Valdés. Uno de los “econochantas” a los que Milei no se cansa de insultar.
AB/DTC