21 días. Ese es el tiempo que habrá entre el balotaje y el 10 de diciembre, cuando asuma el nuevo presidente. En esas tres semanas el que gane entre Sergio Massa y Javier Milei tendrá que definir aspectos claves de su gestión, empezando por los nombres de su gabinete. El objetivo final es encontrarle la solución a una economía que, con solo mirarla de lejos y sin lentes, uno logra ver que no funciona desde hace años.
La Argentina no crece sostenidamente desde hace más de una década, casi no tiene reservas internacionales, exporta la misma cantidad de productos que hace 15 años, reestructuró su deuda y no logró despejar los fantasmas del default, la brecha entre el dólar oficial y el blue supera el 150%, los salarios reales siguen en caída, la pobreza aumenta y ya llega al 43%. Esta lista de datos negativos podría seguir, pero en el día a día se resume quizás en una sola palabra: inflación. La suba de precios en los últimos 12 meses llegó al 142%, el número más alto desde la salida de la hiperinflación en 1991.
Ninguno de los dos candidatos confirmó quién sería su ministro o ministra de Economía, por lo que no se sabe quiénes liderarán sus gestiones económicas ni detalles de sus políticas. Pero la mayoría de especialistas coincide en que el equipo del presidente electo tendrá que tomar decisiones rápido porque ya no hay tiempo para el gradualismo.
Un ministro que estabilice
“Junto con el imperativo de evitar que la crisis se profundice peligrosamente, el principal desafío de la próxima administración será estabilizar la economía como una condición necesaria para recuperar el crecimiento”, afirma un documento en contra de la dolarización propuesta por Milei que firmaron más de un centenar de economistas, entre ellos Andrés Borenstein, Diego Bossio, Miguel Ángel Broda, Marina Dal Poggetto, Roberto Frenkel, Leonardo Gasparini, Javier González Fraga, Miguel Kiguel, Juan José Llach, José Luis Machinea y Roxana Maurizio.
Estabilizar la economía suena bien, pero no es algo fácil. La gran mayoría de los planes de estabilización de los últimos 50 años en la región han fracasado en el objetivo de disminuir la inflación y anclar las expectativas inflacionarias, según muestra un estudio de la consultora Equilibria hecho por Gabriel Palazzo, Martín Rapetti y Joaquín Waldman.
Los autores analizaron 46 planes de estabilización en América Latina y encontraron algunos puntos en común entre la docena de planes que funcionaron a largo plazo, como que ajustaron previamente los precios relativos, el frente fiscal y las cuentas externas -es decir, la relación entre los dólares que entran y salen del país-. Pero en términos generales la mayoría de los programas económicos fallaron en su primer año y medio, muchos de los cuales terminaron en crisis cambiarias, financieras y de deuda.
Este último tema, la deuda, será uno de las primeras pruebas que tenga que pasar el próximo ministro de Economía. Entre diciembre y febrero el Gobierno nacional deberá afrontar pagos en moneda extranjera por más de US$6.200 millones, según cálculos de la consultora Ecolatina.
Para achicar la necesidad de dólares será fundamental la séptima revisión del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que el organismo finalmente realice el desembolso previsto por casi US$3.300 millones. Esta revisión, que debía realizarse a principios de noviembre, todavía no tiene fecha prevista por lo que será una de las primeras negociaciones de la nueva gestión.
Banco Central: sin reservas y con la “bomba” de las Leliq
Pero la estabilización no depende sólo del presidente ni de sus ministros. “Cualquier estrategia de estabilización para reducir la inflación debe considerar la existencia de las Leliq y proponer un camino para su reducción y extensión de plazos en el tiempo”, explica Guido Zack, director del área de Economía de Fundar.
¿Qué son las Leliq? Las Letras de Liquidez (Leliq) son títulos de deuda que entrega el Banco Central a entidades financieras y con los cuales fija la tasa de interés. Esta deuda, que dura 28 días y se renueva cíclicamente cada martes y jueves, tiene el objetivo de regular la cantidad de dinero en circulación. Es decir, así como el Banco Central emite pesos para financiar el déficit fiscal del Gobierno, el objetivo de las Leliq es absorber parte de esos pesos emitidos para que no terminen presionando el tipo de cambio y la inflación.
El problema es que actualmente las Leliq ya representan cerca del 10% del PBI. Es tal el tamaño, que simplemente dejar de renovar esta deuda de un día para el otro no es una opción viable porque generaría que todos esos pesos presionen sobre la inflación o sobre los pocos dólares que tiene el Banco Central.
Las opciones para estas Letras de Liquidez son varias, desde un reperfilamiento o canje con los bancos, hasta un plan integral que permita ir reemplazando las Leliq gradualmente por títulos del Tesoro (como proponen, entre otros, el ex ministro de Economía Martín Guzmán).
Pero así como hay varias opciones para las Leliq, también hay muchas posibilidades para una eventual salida del cepo cambiario, otras para bajar la inflación, distintas políticas para subir los salarios y bajar la pobreza, muchas medidas posibles para aumentar las exportaciones y acumular reservas. ¿Cuál es el mejor plan para hacer todo esto? ¿Qué botones hay que tocar y cuáles no? En la última década fallaron 7 ministros de Economía y 6 presidentes del Banco Central, así que no parece haber una respuesta fácil. En 21 días (o menos) confirmaremos qué camino propone el nuevo presidente.
MS/DTC