El medallista no olímpico Javier Milei ya tiene aprobada su ley Bases para la Libertad, que flexibiliza el empleo privado y estatal e incentiva a las grandes inversiones, excepto las industriales; y su paquete fiscal, que aumenta el monotributo a los que menos ganan y alivia el impuesto a la riqueza. Pero carece de dólares, que precisa para salir del cepo cambiario sin que ello provoque un salto del dólar oficial que vuelva a elevar la inflación. Y los necesita para reactivar una economía que se deprime cada vez más.
Pero Milei se puso como prioridad disminuir el índice de precios al consumidor (IPC) a costa de recesión porque considera que así ganará las elecciones legislativas de medio término, sin el voto de los nuevos desempleados pero con el de los ocupados que vayan en camino de recuperar el poder de compra. Si el “mayor ajuste de la historia humana”, como lo califica el presidente, hunde la economía cuatro años seguidos, como le pasó a Grecia con una receta similar dictada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), quizá no le alcance para reelegirse para 2027. Pero para eso falta mucho tiempo. Primero hay que ver si evita un rebrote inflacionario que arruine sus planes para 2025 y si el Régimen de Incentivo de Grandes Inversiones y el blanqueo de capitales le traen algunas divisas para compensar la sequía.
Pero esta vez el FMI está en desacuerdo con la hoja de ruta del ajuste a la argentina. A Milei y al ministro de Economía, Luis Caputo, les cayó pésimo el reporte del staff del Fondo y por eso el jefe de Estado cargó contra el director del Departamento del Hemisferio Occidental (desde Canadá hasta Tierra del Fuego), el chileno Rodrigo Valdés, exministro de Hacienda de la socialista Michelle Bachelet, pero también doctor en economía en el Massachusetts Institute of Technology (MIT, igual que el mentor de la ley Bases y candidato a ministro, Federico Sturzenegger) con pasado en Wall Street, en concreto en el banco Barclays. Sería el “chileno malo”, en contraste con el “chileno bueno”, José Luis Daza, que iba a ser el ministro de Hacienda de un eventual gobierno del ultraderechista José Antonio Kast si vencía en el balotaje de 2021 y que Caputo espera que sea su viceministro a partir de la semana próxima.
Daza también tiene nacionalidad argentina porque nació en Buenos Aires cuando su padre estaba aquí de diplomático. Sin embargo, hasta hace poco sólo usaba la primera persona del plural para hablar de los chilenos, no de los argentinos. Socio de Demian Reidel, jefe de asesores económicos de Milei, en un fondo de inversión de alto riesgo, QFR Capital Management en Nueva York, Daza participó hace dos meses de una reunión de una quincena de economistas oficialistas en la capital argentina en la que discutieron si la economía iba recuperarse rápido, en forma de V, o transitaría una larga recesión. La mayoría se inclinó por el optimismo, incluido Daza. Fue entonces cuando el jefe de Estado prometió en público que la actividad iba a “subir como pedo de buzo”. Por ahora bucea en las profundidades. En la primera quincena de junio, el consumo en supermercados cayó 11%. No por nada los precios se mantuvieron quietos la tercera semana del mes, como festejó Milei. Es que a las empresas no les queda otra para vender algo y pagar los costos.
Daza, cuyo ingreso al Gobierno aún está por confirmarse, vendría a reemplazar a Joaquín Cottani, que a sus 70 años se sentía poco incluido en el equipo de Caputo y estaba más cercano a las posiciones del FMI que a las ideas con que el ministro convenció de su receta al presidente. Cottani, doctor en Yale y exsubsecretario de Programación Económica y Financiamiento entre 1991 y 1995 en el equipo de Domingo Cavallo, se había marchado a Estados Unidos tras ese paso en la función pública y su esposa permaneció allá durante este medio año en el que retornó a la Argentina. Por eso, en el Palacio de Hacienda alegan que renuncia al finalizar este primer semestre por “razones familiares”. Allá en el Norte el “chileno malo”, Valdés, no será removido de la burocracia de un organismo donde pesa el gobierno de Joe Biden, por más que lo critique el libertario amigo de Elon Musk y Donald Trump.
El FMI rechaza la “dolarización endógena” que propone Milei. Es decir, forzar tanto la recesión, secar tanto la plaza de pesos, que obligue a los argentinos con dólares ahorrados a usarlos para vivir, como sucedió a principios de año, hasta que las continuas bajas de la tasa de interés terminaron por recrear el apetito por la divisa. El organismo que encabeza la búlgara Kristalina Georgieva no está dispuesto a acceder al pedido de Caputo de que le presten más dinero a su principal deudor, la Argentina, desde tiempos en que Toto oficiaba como ministro de Finanzas de Mauricio Macri, sin un nuevo acuerdo con un compromiso firme de levantamiento del cepo y un giro en la política de tasas.
Al Fondo le preocupa el derrape del nivel de actividad y considera que puede erosionar el poder político del “primer presidente liberal libertario de la humanidad”, como se proclama Milei. Fue lo que les sucedió a sucesivos gobiernos griegos de derecha a izquierda entre 2010 y 2019. Al organismo tampoco le convence la continuidad del dólar blend para la exportación (80% se liquida al oficial y 20% al paralelo), que el ministro de Economía renovará tras su vencimiento de este domingo. Además aboga por que, en caso de que instale una competencia de monedas, los impuestos se sigan cobrando en pesos, lo que asegura que el gasto público se siga ejecutando en esa moneda y lo que dificulta, en última instancia, una dolarización endógena. La demanda de pesos continuaría.
Milei y Caputo pretenden US$10.000 millones del FMI, pero con la idea vaga de ir desarmando el cepo a poco, con prudencia para evitar nuevos saltos inflacionarios, manteniendo el objetivo de la dolarización, con dureza fiscal y sin preocuparse por las alertas del Fondo sobre la necesidad de gasto social ni la agenda verde. “Son unos boludos los FMI, no entienden nada, nos patean en contra”, le dijo el ministro al presidente después de fracasar una vez más en su intento de conseguir un nuevo crédito.
En Wall Street, uno de los argentinos con más trayectoria allí, Alberto Ades, director gerente del fondo de alto riesgo NWI Management, analiza el panorama en conversación telefónica con elDiarioAR: “Bajar la inflación será un desafío por un tiempo más, porque el ajuste continuado de pecios regulados te suma uno o dos puntos porcentuales de inflación mensual. En términos reales, los salarios y las jubilaciones tocaron piso en enero y vienen recuperándose. En el margen, eso te impulsa el consumo. Pero no veo una recuperación en V, que es típica de estabilizaciones con tipo de cambio fijo, como en 1991. Ahora además tenemos un ajuste fiscal muy drástico y recesivo, y además tenés la incertidumbre asociada a varios tipos de cambio. Una preocupación es el tipo de cambio real, que creo debería ser más competitivo que en el pasado para acumular reservas y que no se abra el déficit de cuenta corriente (balance comercial, de servicios, rentas y transferencias). Vas a necesitar un tipo de cambio débil para que haya ingresos de dólares por la cuenta corriente, no por entrada de capitales como en 2016-17. Conviene liberar el cepo y tolerar alguna depreciación ahora que hay recesión y estás bien lejos de las elecciones”.
Los jubilados que cobran la mínima y compensan su haber con bonos tocaron piso en febrero, cuando ganaban 32,5% menos que en noviembre pasado, con el anterior gobierno, y ahora están recuperándose pero todavía 18,4% abajo, según calcula Carlos Martínez, economista de la Universidad de General Sarmiento. Las jubilaciones medias y altas, que nunca tuvieron bonos, llegaron a depreciarse el 29,2% en febrero, pero ahora están sólo 2,7% por debajo de noviembre. Los salarios también comenzaron a levantarse del pozo, pero aún están devaluados respecto a lo que dejó la administración de Alberto Fernández: entre los empleados formales, los del sector privado ganan 9,5% menos y los del Estado, 21,6%, según analiza Luis Campos, investigador del Instituto de Estudios y Formación de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), a partir de datos oficiales.
“Mientras no se recomponga la masa salarial, va a ser muy difícil que haya una recuperación genuina, más allá de un pequeño rebote en estos meses porque está tocándose un piso”, analiza Pedro Gaite, economista de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) y nieto del exministro de Economía Aldo Ferrer. Duda de que puedan mejorarse los sueldos porque prevé que la inflación mensual permanezca en niveles similares a mayo (4,2%) o junio (que se prevé alrededor del 6%). Las remuneraciones tampoco aumentarán en un contexto de suba del desempleo, que abandonó el piso del 5,7% de fin de 2023, el menor nivel en 37 años, y saltó a 7,7% a principios de 2024. Sin incremento del consumo privado tampoco se levantará la inversión privada, según Gaite. Observa que las exportaciones del campo se recuperan de la sequía de 2023, pero en una de las grandes empresas agrícolas advierten que la cosecha 2024 no fue tan buena, los precios internacionales bajaron, las retenciones continúan y el tipo de cambio no convence, por lo que esperan un segundo semestre “complejo porque no hay dólares”. Las ventas externas de la industria apenas mejoran. El gasto público tampoco impulsará. “El panorama para lo que queda del año es más bien de estancamiento, siempre y cuando no haya otro salto cambiario”, advierte Gaite.
“La apuesta del Gobierno es que siga bajando la inflación, que eso permita que el tipo de cambio no se aprecie tanto y que haya ingreso de dólares sin tener que devaluar, al tiempo que se consiga algo de financiamiento internacional, del Fondo u otros organismos”, analiza el economista de FIDE. En el entorno de Milei admiten que si no es del FMI, Caputo buscará préstamos de bancos privados, de países europeos o incluso de China, ahora que ya no les importan que sea comunista.
“También esperan que con el RIGI (Régimen de Incentivo de Grandes Inversiones, incluido en la ley Bases para incentivar la minería, la energía, la infraestructura, la tecnología y el complejo agroforestal) comiencen a entran dólares. Todo eso debería mejorar las perspectivas del mercado y permitiría salir del cepo sin comerte una devaluación grande. Pero ese escenario es muy optimista por todos lados. No veo que la inflación vaya a bajar al 2% mensual por los aumentos de precios regulados y la puja distributiva. El Fondo no marca que vaya a darnos financiamiento. Con otros organismos es limitado lo que puede llegar a conseguirse. La inversión extranjera está en mínimos históricos y aun con la aprobación del RIGI son inversiones que tardan en madurar, no las veo en el corto plazo. Además hay vencimientos de deuda con el sector privado fuertes a partir del año próximo. La escasez de divisas va a seguir fuerte y eso dificulta una salida ordenada del cepo.
Se espera que tras la aprobación de la ley Bases, Milei defina qué puesto le dará a Sturzenegger. No se espera que le poden secretarías, subsecretarías o competencias a Caputo sino que el mentor de las liberalizaciones las ejecuta desde un ministerio que coopere con los demás. Pero en el entorno del Presidente hay quienes advierten que, aunque valoran todas las reformas incluidas en la ley, disienten con la prudencia de Caputo y abogan por levantar el cepo e instalar la dolarización endógena cuanto antes para evitar una recesión prolongada por años e iniciar la reactivación económica. Alertan que mientras no haya dinero del FMI y prosiga la estrategia de control de agregados monetarios, el peso se volverás más escaso, pero demandado para transacciones y la economía continuará contrayéndose. Aunque celebran un “cambio de época”, de “jóvenes que se la bancan”, se preguntan si lo tolerarán hasta las elecciones de medio término. Por ahora parece que sí, pero nadie lo puede asegurar.
AR/DTC