“Lamentablemente, no hay plata”, le dijo Javier Milei al pueblo argentino el día en que asumió la presidencia, el 10 de diciembre, y después su frase se convirtió en cumbia de verano, pero ahora es un tango de otoño. Es prácticamente la misma oración que esta semana en Washington escuchó el ministro de Economía, Luis Caputo, cuando se reunió con la subdirectora gerenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), paradójicamente llamada Gita Gopinath, y con responsables de bancos y fondos inversión.
Aunque el FMI y estos inversores financieros estén tan entusiasmados con el giro ideológico de la Argentina encarnado por Milei como los 150 millonarios argentinos que lo recibirán este mediodía en el Foro Llao Llao, en Bariloche, están lejos aún de prestar, invertir o ingresar divisas –según el caso– en este país. Y eso que la mayoría piensa que la marcha atrás en la desregulación de las prepagas es un hecho aislado y por ahora sólo una minoría teme que este tipo de retrocesos en el sendero de “viva la libertad (económica), carajo” termine multiplicándose en la medida en que sea rentable en términos políticos.
En el hotel Hyatt de la capital estadounidense, unos 400 ejecutivos invitados por JP Morgan llenaron uno de los salones para oír a Caputo, un conocido de estos ámbitos dado su pasado en ese banco y en Deutsche Bank. Incluso algunos debieron quedarse parados, por falta de asiento. “Estuvo muy sólido, tranquilo, cauto, pero optimista sobre la perspectiva de continuar con el ajuste fiscal y bajar la inflación”, lo valoró uno de que lo escucharon de pie. “Si bien reconoció que no es un experto en el Congreso, espera que la ley Bases va a pasar. No quiso dar un plazo para eliminar el cepo. Dijo que lo hubiera querido eliminar, pero que necesita tener más reservas, propias o prestadas”, continuó el inversor, que continuó con una reflexión propia: “Las reservas prestadas no pintan factibles. Da la impresión de que deberá esperar un poco más para levantar el cepo, no creo que mucho más y en forma gradual”.
Se trata de un inversor con diálogo frecuente con técnicos del Fondo, que le dejaron claro que “no hay apetito de aumentar la exposición con la Argentina”, que es su principal deudor, con un pasivo casi tres veces mayor al segundo, Egipto. “Puede haber algún apetito para aumentar la exposición más adelante, pero mucho pero mucho menos que US$15.000 millones”, se refieren en el FMI a la cifra que Milei y Caputo mencionan para salir del cepo a mitad de año. Las dudas sobre la sustentabilidad del ajuste fiscal y del tipo de cambio oficial pesan en el Fondo.
Otra quimera del Presidente –el mismo que a mediados de 2023 decía que tenía los US$30.000 millones para dolarizar– y su ministro es conseguir US$5.000 millones del FMI, otros tantos de préstamos bilaterales de otros países y un tercio más de hedge funds (fondos de inversión de alto riesgo). “Tengo serias dudas de que en el corto plazo haya otros gobiernos o hedge funds que te pongan 5.000 millones cada uno”, agrega el inversor que escuchó a Caputo. Esta reticencia quedó plasmada en la reunión que este jueves protagonizaron Caputo, el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, el vicepresidente del Banco Central, Vladimir Werning, y el representante argentino ante el FMI, Leonardo Madcur, en una reunión con el subsecretario de Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, Jay Shambaugh, y otros integrantes de su equipo. Si no pone dinero la superpotencia, difícil que lo haga otro país. Al gobierno de Joe Biden no gustó tanto coqueteo de Milei con Donald Trump.
En la reunión de primavera boreal del Fondo y del Banco Mundial, que concita esta semana la atención de actores económicos de todo el mundo, un consultor de estos organismos que viajó a Washington advertía sobre el recelo de los fondos de inversión por seguir apostando por los ya no tan baratos bonos y acciones de la Argentina después del entusiasmo que despertaron los primeros cuatro meses de gobierno de Milei. “Al parecer se cortó el rally (suba de activos financieros”, alertó. “Para un rally se necesita un disparador. El anterior, el ajuste fiscal, yo dio lo que tenía para dar. Además, las tasas internacionales no aflojan, por la inflación resiliente en EEUU, lo que no ayuda a la búsqueda de riesgo. Y el programa con el Fondo, que sería un nuevo disparador, no aparece”, explica el economista en los pasillos del edificio del 700 de la calle 19 de Washington, sede del FMI.
Fe en Bariloche
Entre los empresarios reunidos en el Llao Llao, sin embargo, continúan la fe en Milei e incluso algunos están con planes concretos de inversión, como Marcos Bulgheroni, que con sus socios británicos y chinos pondrá US$700 millones en el histórico yacimiento estrella de Pan American Energy (PAE), en Cerro Dragón, Chubut, o Federico Braun, que junto a las otras familias dueñas del Grupo Financiero Galicia, los Escasany y los Ayerza, pusieron US$550 millones por la filial de otra multinacional que se va del país pese al cambio de gobierno, el banco inglés HSBC.
En el sector energético celebran los recientes aumentos de tarifas de luz y gas, aunque advierten que falta que el secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo, cumpla su promesa de que a partir de ahora vayan actualizándose por inflación y que se cree una canasta básica de energía, para acotar los subsidios a los más pobres. También esperan que el Estado abone las deudas que mantiene con petroleras, centrales eléctricas y transportistas, pero confían en que el rumbo a su favor está claro, a diferencia de lo ocurrido con las prepagas.
La misma confianza cobijan en el negocio bancario. Eso sí, los bancos reunidos en Modo ansían que en dos semanas el Banco Central active la demorada interoperabilidad de los QR con tarjeta de crédito, una medida que resiste Marcos Galperin –otro de los asistentes del Llao Llao– si esas entidades financieras no le pagan una comisión por usar la red de Mercado Pago que él se ocupó de expandir con rotundo éxito. Otros a los que les resbala la intervención gubernamental en la medicina privada son los empresarios de las telecomunicaciones, que celebran que Milei haya derogado el decreto de necesidad y urgencia (DNU) de Alberto Fernández que regulaba el sector, más allá de que las tarifas ya estaban liberalizadas por la Justicia.
Mas caros que las prepagas
Pero hay hombres de negocios a los que sí les preocupa que les ocurra lo mismo que a las prepagas. “Ya no es más viva la libertad, carajo”, advierten en un supermercado. “Llaman, presionan escrachan, desde Caputo y (Pablo) Lavigne (secretario de Comercio) hasta Marco Lavagna (a cargo del Instituto de Estadística), llama para saber qué onda los precios”, agregan. En el sector cayeron 10% las ventas en el primer trimestre. “Por eso bajan precios”, añaden. Lavigne constató más desaceleración de subas que descensos en el Sistema Estadístico de Precios Argentinos (SEPA), que creó el gobierno anterior y que obliga a los supermercados a informar sus precios a diario. Lo que no hace es llamar para pedir en concreto que baje tal o cual precio. En una de las grandes empresas de alimentos admiten que sí reducen algunos precios “por la caída del consumo, no por reprimendas del Gobierno”. Incluso en alimentos no básicos y en bebidas, sobre todo alcohólicas, la baja de las ventas ronda entre el 20% y el 30%.
Por ahora no aparece mucha competencia importada, pese a la habilitación del Gobierno. Sólo algunos casos como la cerveza alemana St. Wendeler en la cadena Día. Pero hay productos que aumentaron más que el 129% de las prepagas en los primeros cuatro meses de Milei y ni aparece la importación ni la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia obliga a retrotraer precios como en el caso de la medicina privada. En un mensaje por la red social X, el economista Esteban Domecq señaló varios casos de rubros que aumentaron más que OSDE, Swiss Medical y compañía: aceites, grasas y manteca (130%), combustibles (166%), transporte público (191%) y artículos de cuidado personal (148%).
Dos emisarios de las prepagas se había reunido en diciembre pasado con el asesor sanitario en las sombras de Milei, Mario Lugones, presidente de la Fundación Sanatorio Güemes, y al entonces superintendente de Salud, Enrique Rodríguez Chiantore, que duró un mes en el cargo. Ambos les anticiparon la desregulación de cuotas y la libre competencia con obras sociales. También les dieron el visto bueno a un alza del 40% en enero para empezar a recuperarse del atraso en el gobierno anterior, donde había subido aranceles un tercio menos que la inflación. Después irían siguiendo el índice de precios al consumidor (IPC) más dos o tres puntos adicionales. Pero comenzaron a acumularse recursos de amparo de pacientes mayores, muchos de ellos votantes de Milei, y hace dos semanas Caputo declaró que las prepagas le habían declarado la “guerra a la clase media”. Entonces comenzó una negociación para suspender aumentos por dos meses. Hominis, la prepaga de Lugones, lo anunció de forma unilateral. Pero de repente el diálogo se quebró hace una semana, según fuentes de la medicina privada. “No queremos seguir hablando, nos dijeron en una reunión donde estaba Lugones”, cuentan. “Santiago Caputo y Rodrigo Lugones (hijo de Mario), los asesores de imagen de Milei, se dieron cuenta de que el tema garpaba y guapear contra (Claudio) Belocopitt era ganancia y fueron contra él con sus trolls con denuncias viejas”, concluyen. No es la primera vez que se duda del origen de los fondos con que el contador dueño de Swiss Medical construyó ese emporio de la salud. La Comisión de Defensa de la Competencia obligó a retrotraer y devolver los aumentos a sólo siete prepagas, las denunciadas por la Coalición Cívica en enero pasado. Lavigne niega que se discutan los aumentos sino la presunta cartelización de empresas para fijar aumentos, en detrimento de la competencia.
Algunos empresarios llamaron a Belocopitt para solidarizarse en privado: desde algunos de medios de comunicación hasta otros del campo. “¿Y si no liquidamos la cosecha, nos van a intervenir?”, se preguntó uno. Aunque Caputo les dijo a los inversores reunidos por JP Morgan que el tipo de cambio actual está en niveles promedio históricos. Pero a los sojeros y maiceros no les parece atractivo y por eso en lo que va del año liquidaron 16% menos que en el mismo periodo de 2023, y eso que el año pasado había sequía. Los dólares de la cosecha son necesarios para salir del cepo, sobre todo a falta de que el FMI, EEUU o los hedge funds presten. “El Gobierno no quiere modificar el tipo de cambio oficial más que el 2% mensual hasta tanto se produzca la unificación cambiario. Mientras tanto, veremos qué pasa con la liquidación, que es fuerte en maíz y no tan fuerte en soja”, analizan en la industria cerealera. El problema es que sin un dólar atractivo, no hay tanta liquidación y eso retrasa la salida del cepo. Y si se pospone la liberalización cambiaria, no hay salto del dólar ni tanta cosecha que se venda y menos inversiones considerables que ingresen del exterior.
AR/MG