El pasado lunes, el director para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Juan González, mencionó nueve veces a la empresa de tecnología de telecomunicaciones china Huawei en la conferencia de prensa para explicar el reciente viaje de su jefe, Jake Sullivan, a la Argentina y Brasil. No sólo el anterior presidente norteamericano, Donald Trump, estuvo obsesionado con sancionar a Huawei con el argumento de que ponía en juego la seguridad de su país. También lo está su sucesor, Joe Biden. Ahora está en juego el negocio del futuro de la telefonía celular, la Internet de las cosas (interconexión digital de los objetos cotidianos, como la programación a distancia del lavarropas, por ejemplo) y las ciudades inteligentes (que usan tecnología para resolver cuestiones urbanas): la tecnología 5G, o de quinta generación.
La prensa brasileña le preguntó a González por el diálogo con su presidente, Jair Bolsonaro: “Hablamos sobre 5G y seguimos teniendo preocupaciones sobre el papel potencial de Huawei en la infraestructura de telecomunicaciones de Brasil. Tanto Brasil como la Argentina están preparándose para realizar importantes inversiones en su infraestructura digital. Todo el mundo habla de 5G, pero no sólo se trata de redes de telecomunicaciones 5G sino también de servicios de datos en la nube y redes de cable de fibra óptica. El impacto potencial en el desarrollo y la prosperidad económica de estas inversiones puede ser transformador para estos países. Y nuestro mensaje fue que queremos que tengan éxito en esas ambiciones. Y que para hacerlo necesitan una infraestructura digital que sea segura, resistente, rentable y que fomente nuevos jugadores nacionales de un modo en que las tecnologías Open RAN prometen hacerlo y que Huawei y otros proveedores no”. RAN es la sigla en inglés de Red de Acceso por Radio. Open RAN es una tecnología 5G que permite la combinación de infraestructuras de distintos proveedores y no de uno solo, como ofrece la compañía china. A la carrera por la quinta generación llegaron tarde las empresas norteamericanas: está dominada por Huawei, su compatriota ZTE, la finlandesa Nokia y la sueca Ericsson. Pero la norteamericana Cisco y otras firmas pueden participar de parte del negocio proveyendo antenas, routers y otros equipos si se adopta la Open RAN.
A la carrera por la quinta generación llegaron tarde las empresas norteamericanas: está dominada por Huawei, su compatriota ZTE, la finlandesa Nokia y la sueca Ericsson.
La Argentina y Brasil “tienen la oportunidad de crear empresas de tecnología nacional innovadoras que respalden las implementaciones de Open RAN no sólo para el mercado nacional sino también para exportar en la región y más allá”, dijo en tono vendedor González, asesor clave de Biden para Latinoamérica. Se refería a proveedores industriales y de software. “Las implementaciones de 5G atraerán clientes de miles de millones de dólares de inversión en todo el mundo durante los próximos años”, agregó.
“Entonces, ya saben, también subrayamos un punto importante que realmente no se ha cubierto lo suficiente: Huawei se enfrenta a grandes desafíos en su cadena de suministro de semiconductores y dejará a los clientes internacionales, francamente, secos al no cumplir con sus compromisos, ya que prioriza el despliegue nacional de 5G de China o, en el mejor de los casos, al ofrecer equipos deficientes e ineficientes en términos de energía que serán mucho más costosos de operar que los de la competencia”, continuó el funcionario estadounidense. “Por tanto, las autoridades nacionales, los operadores de telecomunicaciones y sus accionistas deben tener esto en cuenta. Y acordamos tener diálogos técnicos y estratégicos de seguimiento que analicen tanto los desafíos de ciberseguridad como las importantes oportunidades que tenemos a mano. Por lo tanto, creo que si los países adoptan a Huawei en América Latina deben reconocer que Huawei se enfrentará a una escasez de chips y dejará, nuevamente, a los consumidores secos, y eso podría detener el despliegue de lo que va a ser una tecnología muy importante para los países de la región”, disparó González. Lo curioso es que la empresa china sufrió carencia de chips por las sanciones que le impuso Trump y que continúan con Biden. Pero Huawei ya se las ha ingeniado para normalizar su abastecimiento de chips. Eso sí, Trump le arruinó el negocio de los teléfonos celulares: no los dejó vender más en Estados Unidos ni incluir las apps de Google, por lo que ha retrocedido fuerte en mercados como el de España. En cambio, en la Argentina fue la crisis económica local la que llevó a que sus teléfonos fueran retirados de la oferta.
La tecnología
La tecnología de los celulares fue evolucionando para ofrecer más cantidad y velocidad de datos transportados: del 1G al 2G, 3G y 4G, también llamado LTE. El 5G aumentará la rapidez de la comunicación entre 10 y 20 veces e incluso puede llegar a 100, dependiendo de la configuración del operador. Si en la actualidad en un kilómetro cuadrado pueden conectarse 10.000 aparatos, con el 5G podrán activarse un millón. Por algo, uno de los primeros servicios que se ofrecería a los clientes es la conexión en estadios, donde por ahora la cobertura falla en eventos masivos de música o deporte. También se reducirá la latencia, que es la demora en la llegada de una señal: se acotará a un milisegundo, lo que resultará clave para el manejo de autos autónomos y el resto de la Internet de las cosas. Aquí usamos los verbos en futuro, pero ya unos 70 países están desplegando desde hace dos años más de 150 redes 5G -más de la mitad, de Huawei- aunque de manera acotada a determinadas ciudades donde la alta densidad de consumidores de alto poder adquisitivo aseguren rentabilidad. No por nada Latinoamérica marcha tan lento en la adopción de la nueva generación.
¿De cuánta inversión estamos hablando? Por nombrar países con población similar a la Argentina, aunque con menor territorio, España y Colombia calculan alrededor de US$ 5.000 millones en una primera etapa. Son inversiones que deben hacer las empresas, no los estados. Y son las compañías las que deben elegir qué proveedor tendrán. La mayoría de las telefónicas en el mundo es privada, hay pocas estatales.
El 5G aumentará la rapidez de la comunicación entre 10 y 20 veces e incluso puede llegar a 100. Si en la actualidad en un kilómetro cuadrado pueden conectarse 10.000 aparatos, con el 5G podrán activarse un millón.
Sin embargo, hay gobiernos como los de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Japón, Australia, Suecia y Canadá que han adoptado normas que por cuestiones de seguridad nacional o competencia bloquearon a la china Huawei como proveedor. Ericsson y Nokia, felices. La excusa radica en que no se debería entregar la infraestructura de telecomunicaciones de un país, incluida la Internet de las cosas y asuntos como el alumbrado público de una ciudad, a manos de una empresa con una vidriosa relación entre su fundador, Ren Zhengfei, y el Estado chino. Huawei asegura que Ren dejó su propiedad en manos de los propios empleados, pero Occidente sospecha y la hija del magnate y ejecutiva de la empresa, Meng Wanzhou, lleva tres años bajo arresto domiciliario en Canadá a la espera de un juicio de extradición a Estados Unidos, donde se la acusa de fraude bancario y conspiración para hacer negocios en Irán.
En tiempos de Trump, Bolsonaro se había alineado con su cruzada anti Huawei, pero con el cambio de gobierno y la tensión con Biden el presidente brasileño ha vuelto a tejer buenas relaciones con China, gran comprador de las materias primas latinoamericanas y fuerte proveedor de financiamiento a obras públicas de la región. No por nada es ahora Estados Unidos el que ofrece créditos para que los gobiernos elijan la tecnología Open RAN, de modo de competirle al gigante asiático con sus mismas armas de seducción de países emergentes.
En tiempos de Trump, Bolsonaro se había alineado con su cruzada anti Huawei, pero con el cambio de gobierno y la tensión con Biden el presidente brasileño ha vuelto a tejer buenas relaciones con China, gran comprador de las materias primas de la región.
Se requieren fuertes inversiones en dólares para clientes que cobran en pesos devaluados, en el caso de la Argentina. Los operadores en el país, Telecom Personal (dominada por los accionistas de Clarín, como Héctor Magnetto y los hermanos Noble Herrera), la española Telefónica Movistar y la mexicana Claro (la marca de América Móvil, de Carlos Slim), están analizando cómo vender servicios 5G a sus clientes. Por ahora, actualizan sus redes 4G y mejoran sus redes de fibra óptica para prepararse para el 5G. Telecom compró ya diez radiobases de 5G: cinco a Nokia y las instaló en Rosario y otras tantas a Huawei y las puso en Buenos Aires. Por eso es que sus clientes pueden detectar la señal 5G en sus celulares cuando andan por el teatro Colón, pero el primer servicio comercial 5G del país, que se lanzó en febrero pasado, está lejos de ser lo que será porque opera en un espectro compartido con el 4G, sin la velocidad y la latencia de la nueva generación. Parece que Magnetto no teme fallas de provisión de China. Tampoco Slim. Claro Argentina hizo pruebas con Huawei en 2019, antes de que la crisis económica se profundizara con la pandemia. En cambio, los españoles, de fuerte presencia en Alemania y Reino Unido, eligieron ensayar con los suecos de Ericsson, también hace dos años.
¿La prédica de Estados Unidos contra Huawei podría llevar a que el gobierno argentino impulse una norma de seguridad nacional como la que aplicaron varias potencias para bloquear a la firma china? Poco probable. Ningún país latinoamericano lo ha hecho.
¿La prédica de Estados Unidos contra Huawei podría llevar a que el gobierno argentino impulse una norma de seguridad nacional como la que aplicaron varias potencias para bloquear a la firma china? Poco probable. Ningún país latinoamericano lo ha hecho. Los abogados de Huawei en la Argentina, donde está desde hace 20 años y tiene 500 empleados, sostienen que sería inconstitucional. Pero no sólo eso. “No es fácil que la Argentina bloquee a China, dado que es un socio comercial clave”, opina el consultor de telecomunicaciones Enrique Carrier. El gigante asiático, comprador de soja pero también de carne vacuna, es junto con Brasil uno de los dos principales destinos de las exportaciones argentinas. “Pero Estados Unidos pide una prueba de amor cuando la Argentina está negociando la deuda”, advierte Carrier. Es que el país del Norte es el principal accionista del Fondo Monetario Internacional (FMI), al que el gobierno de Alberto Fernández deberá devolver en 2022 casi la mitad del megapréstamo contraído por el de Mauricio Macri, a menos que se arribe a un acuerdo que dosifique los pagos a lo largo de diez años.
El Estado deberá licitar espectro entre los operadores para que desplieguen la nueva tecnología y en las condiciones del pliego podría determinar que se use la Open RAN, que dejaría fuera a Huawei y abriría la puerta a Cisco sin tener que invocar la seguridad nacional. Pero los abogados de Huawei consideran que eso requeriría de un cambio regulatorio. Además, si la estatal Arsat, dueña de la red federal de fibra óptica, se lanzara a ofrecer telefonía celular, también debería elegir proveedor de 5G. Por lo pronto, tras las declaraciones de González, el embajador argentino en Washington, Jorge Argüello, de buena relación con el gobierno de Biden, ha aclarado que el país “no aceptará imposiciones de nadie”. La guerra geopolítica entre Estados Unidos y China incluye un negocio que va más allá de la adicción al “celu” y atañe a toda la vida futura de las personas y las ciudades.
AR