La relación con el gigante asiático

Tras renovar el swap, China celebra que Milei apueste a la relación bilateral y reniegue de Taiwán

Javier Milei pasó del “no haría negocios con China” porque “no hago trato con comunistas” en la campaña electoral a que su gobierno celebre la semana pasada que el régimen de Beijing prorrogue por un año el swap (canje de monedas) que refuerza las reservas del Banco Central argentino y establezca su devolución en los 12 meses siguientes, hasta julio de 2026.

En el gobierno chino no pidieron nada a cambio: ni la reactivación de la demorada construcción de las hidroeléctricas del río Santa Cruz, a cargo de la china Ghezouba, ni un pedido de disculpas por las bravatas proselitistas ni una visita a la capital china para estrecharle la mano a su par Xi Jinping. Con la mirada siempre en el largo plazo, se limitan a explicar que es parte de la historia de cooperación entre su país y la Argentina y celebran que Milei apueste a continuar con ella.

Quizás pasó desaparecido en plena asunción presidencial el pasado 10 de diciembre, pero entonces el presidente libertario hizo un gesto que Beijing valoró sobremanera. No sólo recibió a un enviado especial de Xi, Wu Weihua, vicepresidente del Comité Permanente del Congreso Nacional Popular, sino por sus palabras hacia aquel país con el que había prometido no hacer tratos. “Milei dijo que el nuevo gobierno argentino concede gran importancia a las relaciones Argentina-China y seguirá adhiriéndose firmemente al principio de una sola China”, informó entonces un comunicado del Congreso chino, dos afirmaciones clave para los funcionarios asiáticos que pasaron desapercibidas por la vorágine política criolla de aquellos primeros días del experimento libertario.

Por un lado, la República Popular China no admite que los países con los que se relaciona mantengan vínculos diplomáticos con la “isla rebelde” de Taiwán, la autodefinida como República de China. En los últimos años, el gobierno de Joe Biden se ha acercado a Taiwán, lo que ha irritado a Beijing. Pero, pese al alineamiento declamado de Milei con Estados Unidos e Israel, ratificó ante el enviado de Xi que hay una “sola China” y es la comunista, no la nacionalista. En Beijing respiraron tranquilos porque se trata de un asunto crucial para ellos. “Milei aseguró que seguirá firmemente la política de una sola China”, ratificó también por aquellos días de diciembre la vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Mao Ning, cuando comentó en rueda de prensa la reunión del libertario con Wu.

Por otro lado, el jefe de Estado argentino venía a valorar un vínculo que había menospreciado. En Beijing lo comprenden: aunque ellos no tienen una democracia liberal, saben que en las campañas suelen decirse provocaciones que después de desdicen en el poder. Ya lo había hecho un admirado de Milei, Jair Bolsonaro, en su campaña de 2018 y a medio año de su gobierno visitó en 2019 a Xi. “Las economías de Argentina y China son altamente complementarias y Argentina está dispuesta a promover aún más el desarrollo profundo de la cooperación bilateral en economía, comercio y cultura, así como los intercambios entre pueblos, añadió Milei”, según el reporte oficial del Congreso chino. Incluso la vocera de la Cancillería china destacó por aquellos días que el presidente argentino le comentó a Wu su deseo de “promover más intercambios y cooperación en varios ámbitos”.

Días después de aquel encuentro entre Milei y Wu, fuentes diplomáticas argentinas filtraron una supuesta reunión de la canciller Diana Mondino con la representante de Taiwán en la Argentina, Miao-hung Hsie. Mondino la negó, pero tuvo que dar explicaciones al embajador chino en Buenos Aires, Wang Wei. En el gobierno chino eligieron creerle. Dado que no había pruebas fehacientes del presunto encuentro con Hsie, dieron por ciertas las palabras de la poco diplomática canciller.

Superado el asunto, China siguió apostando por la relación y ahora la renovación del swap es prueba de ello. Claro, a los exportadores chinos también les interesa que ese acuerdo se prorrogue porque asegure las divisas que los importadores argentinos les compren sus mercaderías. La Argentina no es el mercado fundamental para China, pero tampoco es despreciable: constituye el destino número 45 de sus productos en un mundo con más de 200 países.

A cambio de la extensión del swap, Milei no tendrá que ir sí o sí a Beijing a ver a Xi, pero su gobierno reconoció que el viaje está en estudio. Ya le pasó a Bolsonaro. Tampoco deberá reactivar sí o sí la retrasada obra de las represas, pero si lo hace al régimen chino le parecerá muy bien. Del otro lado del mundo esperan que la construcción iniciada hace nueve años esté incluida dentro de la lista de obras avanzadas que el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, negoció con los gobernadores su reactivación. Al final de cuentas, los senadores que responden al gobernador santacruceño, Claudio Vidal, votaron contra la ley de Bases, pero facilitaron su aprobación en particular.

No por nada en el reporte del staff del Fondo Monetario Internacional (FMI) acerca de la última revisión del acuerdo se menciona explícitamente “compromisos firmes de China están en su lugar, incluso para refinanciar sustancialmente la parte retirada del swap del Banco Popular de China (US$5.000 millones), mientras que la financiación renovada del proyecto de la represa hidroeléctrica estará en línea con el progreso de su implementación, en la medida en que las autoridades argentinas trabajen para superar los problemas ambientales y laborales”.

Vendrían hasta US$1.000 millones del Banco de Desarrollo de China, el ICBC y el Bank of China, pero debe definirse quiénes se harán cargo de los pasivos ambientales ya ocasionados y volver a contratar a los 2.700 obreros suspendidos en el inicio de la gestión libertaria. Desde 2015 hasta hoy, China ya desembolsó el 40% de los US$4.700 millones necesarios para levantar ambas represas de nombre Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, exgobernadores de la provincia.

Eso sí, a la hora de analizar el pedido del ministro de Economía, Luis Caputo, de un nuevo préstamo del FMI para salir del cepo cambiario, los chinos se desentienden de cualquier responsabilidad. Pese a ser el tercer país con más voto en el Fondo, detrás de Estados Unidos y apenas por debajo de Japón, insisten en que la superpotencia occidental es la que decide, dado su poder de veto, y trasladan el paso a Biden. Beijing suele ser facilitador en el FMI, no es de poner exigencias como Washington, Tokio, Berlín u otras capitales del norte de Europa. Habrá que ver si una victoria del republicano Donald Trump, de estrecha relación con Milei sobre el demócrata en noviembre facilita en 2025 los anhelos del libertario, pero este necesita un nuevo acuerdo antes porque el actual vence justo ese mes de 2024.

En China están complacidos de que el gobierno de Milei haya dejado de sospechar que el observatorio espacial chino en Neuquén sea una base militar encubierta, como deslizaron uniformados y congresistas de Estados Unidos, así como diplomáticos europeos. Mondino dio de baja esa hipótesis tras enviar una inspección a aquel centro. Auguran que también el gobierno libertario desatienda los consejos norteamericanos de que no se adopte la tecnología celular 5G de la empresa china Huawei.

AR/JJD