Javier Milei había prometido hace casi un año, cuando asumió en el Gobierno, que se venía una estanflación; es decir, más inflación y más caída económica que la heredada. Ya en abril, entusiasmado con los primeras señales de un índice de precios al consumidor (IPC) en franco descenso, prometió que la actividad repuntaría “como de pedo de buzo”. Hace pocas semanas sentenció el final de la recesión, esa que comenzó con la sequía de 2023. Pero el estimador mensual de actividad económica (EMAE) que elabora el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), después de marcar dos meses seguidos de crecimiento mensual —el interanual seguía abajo— en julio y agosto informó este viernes un descenso del 0,3% en septiembre. Y encendió las alertas sobre el rumbo de la economía bajo el modelo de La Libertad Avanza.
De todos modos, el tercer trimestre acabó mejor que el segundo y necesitará encadenar un alza en el cuarto para dar por terminada la crisis, según economistas relevados por el Banco Central. Por lo pronto, el EMAE en septiembre se cayó 3,3% respecto del mismo mes de 2023 y acumula una baja del 3,1% en los primeros nueve meses del año. Se trata de una caída mucho menor a la prevista ante un ajuste fiscal como el del presidente de la Nación, pero porque está atenuada por la normalización de la cosecha tras la histórica seca pasada.
¿Qué sectores crecieron en septiembre en relación a un año antes? La explotación de minas y canteras, un 7,6%, aunque no se lo puede adjudicar todavía al Régimen de Incentivo de Grandes Inversiones (RIGI) sino a minas de litio que venían en construcción desde antes y se pusieron en marcha en 2024 por el interés mundial en este insumo para autos eléctricos, gobierne quien gobierne en este país productor.
También, la agricultura y la ganadería, un 3,1%, por la recuperación de la cosecha y por un aumento de la exportación de carne, que ya no tiene límites con Milei y que compensa el derrumbe del mercado interno. La intermediación financiera creció 2,5%, dado que la recuperación de los depósitos y el blanqueo de capitales permitieron la reactivación del crédito al consumo y a las empresas.
Pero pese a esos sectores pujantes, la economía cayó en septiembre. Y lo hizo por que decrecieron interanualmente la industria —afectada no sólo por la recesión sino por la apreciación cambiaria y la importación—, un 6,2%, la energía y el agua —impactada por la menor demanda interna—, un 4,2%; la construcción —via motosierra a la obra pública—, un 16,6%; el comercio —víctima de la pérdida del poder de compra—, un 8,3%; hotelería y gastronomía —golpeada por el mercado interno y la menor llegada de extranjeros ante el encarecimiento de la Argentina en dólares—, un 5,9%; pesca, un 25%; transporte y comunicaciones, un 1%; inmobiliarias, un 0,2%, pese al repunte de ventas y la mayor oferta de inmuebles en alquiler, mientras los precios suben mucho más que la inflación; administración pública, ajustada, un 2%, y servicios comunitarios, sociales y profesionales, un 5,3%. Es lo que hay.
Con vistas a 2025, en cambio, las proyecciones son en general positivas: el Gobierno vaticina una recuperación fuerte de la economía, del 5%; en cambio, los consultores privados que consulta regularmente el Banco Central prevén un crecimiento más moderado, del 3,6%, es decir un repunte que alcanzaría por poco a compensar la caída que se proyecta para todo 2024.
El panorama económico bajo el gobierno de Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, sigue siendo incierto y preocupante. A pesar de la baja de la inflación y algunas señales de recuperación en sectores específicos, la caída general de la actividad económica en septiembre pone en duda la sostenibilidad del modelo libertario.
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