CRÓNICA

“Nunca vi tantos changos hasta la mitad”: el desplome del consumo no repunta ni con jornadas de descuentos

Es miércoles al mediodía en un supermercado mayorista del conurbano bonaerense. Es jueves a la tarde en otro de capital. La escena se repite: unas pocas personas dan vueltas por esas grandes superficies llenas de góndolas y ofertas “con la compra de tres productos o más”. Miran los carteles amarillos –las verdaderas ofertas-, comparan precios en sus celulares, discuten si sumar a la compra adornos para el arbolito navideño. Es el Black Week Nacional  –una semana de promociones que los mayoristas organizaron para repuntar sus ventas y liquidar su stock en todo el país–, pero los locales no explotan de gente: no hay plata. 

“Vengo dos veces por semana, porque no me alcanza la plata”, cuenta a elDiarioAR Homero, un jubilado que mantiene a sus tres hijos de más de 45 años. “Voy llenando el chango y haciendo la cuenta. Cuando alguno en la familia consigue algo de plata vuelvo por lo que falta”. Homero está en la góndola de enlatados, pero a los atunes solo los mira, porque “están muy caros”. Su chango tiene básicos: arroz, fideos, papel higiénico, lavandina y un gustito: mayonesa. “El fin de semana vienen mis hijos y me desvalijan la casa”, sonríe por única vez en la conversación.

Carretas y carritos

Hay un gran debate sobre la recuperación de la economía. Quienes dicen que “pegó la vuelta” se aferran a los incrementos intermensuales de la actividad y ventas, que siguen dando a la baja de hasta dos dígitos interanuales, e incluso de algunos indicadores que tienen más que ver con lujos, como las ventas récord de autos nuevos y usados para octubre. Sin embargo, la luz al final del túnel no se ve en supermercados y mayoristas. 

Osvaldo del Río, director de la consultora Scentia y referente de los indicadores de consumo masivo, es determinante: “Desde hace diez años hago este indicador y nunca lo vi tan deprimido”. En su último reporte indica que el consumo en grandes supermercados y autoservicios sigue desplomado. Cayó 20,4% en octubre respecto al mismo mes del 2023, y siguió estancado y casi sin variación con respecto a septiembre. “Para los mayoristas el impacto es doble: por el cliente final y por la caída en los comercios de barrio, que tampoco están vendiendo y se abastecen ahí”, asegura en diálogo con elDiarioAR, y adelanta que septiembre “fue uno de los peores meses del canal, con 26% de caída (en volumen) contra el 2023 y un 11,9% acumulado anual”. 

Marcos, que trabaja hace once años en el mayorista Makro de Villa Maipú, nota la merma en un detalle: “Fijate que ya nadie agarra carretas, ahora vas a ver puro changuito”. Las carretas, que no tienen cerramiento y sirven para trasladar mayor cantidad de carga, están acumuladas en la puerta del local, al lado de los carteles con ofertas: queso cremoso a $5.499 el kilo, 4 rollos de papel higiénico de hoja simple a $1.125, 4 litros de lavandina de primera marca $4.354,99 el kilo, 1,5 litros de aceite de girasol $3.350 llevando dos botellas o más. 

Ofertas que Silvia, que es feriante en la localidad de San Martín, conoce de memoria: “Venimos buscando precios desde Hurlingham. Ahí conseguí papeles descartables a $2.500 y acá los vi a $5.000, pero también me compré dos cepillos de dientes a $1.600 y acá los veo a $1.200”. “Él –dice señalando a su marido que busca algo en la góndola de limpieza–me retó porque cómo no me di cuenta. Pero le decía que no todas las promociones están en la página. Me quise matar cuando los vi a $1.200”. Su estrategia es diversificar: compara las ofertas que le llegan por Whatsapp en las listas de difusión, compra la carne en un supermercado, las cosas de perfumería en una cadena que no es mayorista pero tiene todo más barato. “Y así. Lo que ya no hago es eso de la compra del mes. Venimos todas las semanas porque ya no nos alcanza para abastecernos tanto. Eso del stock era para momentos de bonanza: ahora vendo y repongo, vendo y repongo”, apunta.

El termómetro de humor social 

“La verdad está ahí”, insiste Marcos señalando un cartel que dice CARNES, al lado de una foto de una suprema, un vacío, dos bifes: “Si no se vende carne no se vende nada”. Ya cerca de la góndola, Emiliano y Matías, del sector carnicería, le cuentan a este diario las estrategias que toman para vender más y cobrar un bono por productividad de alrededor de $300.000 que, como depende de las ventas, no cobran desde agosto: “Ponemos menos producto para que la gente no se asuste”, dice mostrando una bandeja con dos bifes angostos que pesan menos de medio kilo a $3.486, “y por supuesto no cortamos tanto, para que no se heche a perder. Esta heladera estaba siempre llena cuando yo entré, pero ahora nos quedamos con la mitad todos los días si llegamos a desguazar la misma cantidad de res que en cualquier noviembre desde que empecé a trabajar acá”.

Los números de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA) lo corroboran. En 2024, el consumo de carne vacuna en el país cayó drásticamente, marcando el nivel más bajo en 28 años.Entre enero y octubre, el consumo per cápita de carne vacuna se desplomó un 11,2% en comparación con 2023, alcanzando apenas 47,2 kilos por persona al año. Es una cifra muy baja para el país del asado, la tendencia no refleja signos de mejora a corto plazo.

Pero la carne no es el único producto que se vio resentido: “Los que más afectaron la caída del consumo en mayoristas son los prescindibles de consumo personal, o sea cosmética, gaseosas, y profilácticos. Aunque te parezca mentira, es siempre una de las categorías más castigadas”,  explica Armando Farina, vicepresidente de la Cámara Argentina de Distribuidores y Autoservicios Mayoristas (Cadam).

El consumo roto

Al Black Week Nacional que organizó Cadam se adhirieron 150 locales de todo el país que pusieron ofertas de acuerdo a la estrategia comercial que les conviniera. Tenía como objetivo traccionar al consumidor final a las tiendas dada la coyuntura. “El país viene con el consumo roto”, explican a este diario desde una de las firmas participantes.

Ya con la semana cerrada, el vicepresidente de Cadam y dueño de un mayorista en Merlo, confiesa que “hubo más o menos un 30% más de circulación en los salones, pero las ventas no acompañaron lo que nosotros esperábamos”. Y celebra que hubo una recuperación con respecto de lo que venía pasando en noviembre, pero todavía debajo de las ventas de octubre. “No sabemos si es por un tema de temporada, si es por el fin de ciclo del invierno y comienzo del verano o es un tema de poder adquisitivo, pero eso es lo que está ocurriendo con el consumo”. 

Es miércoles por la mañana. Es jueves por la tarde. Las personas buscan “los carteles amarillos, que son los que tienen las ofertas”, buscan precios entre las góndolas. Marcos sugiere otro detalle en el paisaje: “Hace once años que trabajo acá y nunca vi tantos changos hasta la mitad. Fijate que no ves más todo lleno, fijate que son puro papel higiénico y básicos”.

NR/DTC