Gaza, Ucrania e Irán, la figura de Trump y el #MeToo, el Brasil de Lula y la Argentina de Milei, huelgas y manifestaciones... Podría ser el sumario para definir la tapa de cualquier diario de referencia mundial, pero fue el temario que este lunes 13 abordó en sus respuestas Thierry Frémaux, delegado artístico del Festival de Cannes, durante la tradicional conferencia de prensa que se organiza el día previo al inicio de cada edición (mañana comienza la número 77 con la proyección de “Le Deuxième Acte”, comedia de Quentin Dupieux con Léa Seydoux, Vincent Lindon, Louis Garrel y Raphaël Quenard).
Es que el principal festival del mundo se alimenta cada año de la mixtura, la convivencia, la combinación (y a veces de una caótica acumulación) de eventos y celebraciones, de estrellas en la alfombra roja (durante la apertura habrá un tributo a Meryl Streep), pero también de las polémicas que lo tienen como catalizador y amplificador.
La fórmula, el cóctel, la cosecha 2024 incluirá regresos de grandes autores (Francis Ford Coppola, por ejemplo, estrenará en Competencia Oficial “Megalópolis”, la épica futurista de 120 millones de dólares que él financió de su bolsillo vendiendo parte de sus viñedos y que aún no tiene distribución asegurada en los Estados Unidos) y producciones de Hollywood (la precuela “Furiosa: de la saga de Mad Max”; y “Horizon”, primera entrega de los westerns sobre la historia de los Estados Unidos dirigidos y protagonizados por Kevin Costner), pero también un documental de Oliver Stone sobre Lula; “The Invasion”, film de no ficción de Sergei Loznitsa sobre la invasión rusa a Ucrania; una historia de travestis y transexuales ambientada entre Gaza y Tel Aviv (“La belle de Gaza”, de Yolande Zauberman); y “The Apprentice”, film del iraní Ali Abassi sobre el ascenso de un joven Donald Trump (Sebastian Stan) junto a Ivana (Maria Bakalova) y su mentor Roy Cohn (Jeremy Strong).
Aunque en muchas de sus respuestas –como todo buen diplomático– Frémaux evitó dar definiciones tajantes e incómodas para algunos, Cannes no deja pasar ninguna oportunidad de sumarse o darle visibilidad a distintos movimientos. Así como en 2019 programó “Que sea ley”, documental de Juan Solanas, e invitó a varias referentas de la denominada Marea Verde en medio de la discusión parlamentaria por el aborto legal en la Argentina, este año sumó a último momento “Moi aussi” (Me Too), cortometraje en el que la directora, guionista, actriz y activista Judith Godrèche denuncia los abusos en la industria audiovisual francesa que alguna vez tuvo en el foco de la tormenta a cineastas como Benoît Jacquot, Jacques Doillon, Philippe Garrel y ahora llega hasta al actual director del CNC (el equivalente local del INCAA), Dominique Boutonnat, quien está por enfrentar un juicio en tribunales pero se niega a renunciar.
Mientras en los alrededores se preparan manifestaciones del #MeToo o contra Israel y persisten amenazas concretas de huelgas por parte de los trabajadores del festival con contratos eventuales (incluidos varios proyectoristas) que –con el apoyo de centrales sindicales como la UGT– reclaman mejoras en sus condiciones de trabajo, la ciudad comenzó este lunes a vivir esa dinámica tan particular con miles de personas arrastrando las rueditas de sus valijas rumbo a todo tipo de hoteles y departamentos que albergarán durante las próximas dos semanas a los más de 35.000 acreditados provenientes de 160 países que tienen tanto el festival como el Marché du Film (el mercado más grande del mundo que se desarrolla de forma simultánea y en el que se compran y se venden más de 4.000 títulos). Una maratón de proyecciones en el Palais des Festivals y varias otras salas de la ciudad, de fiestas en hoteles de lujo como el Martinez o el Carlton, en playas privadas o a bordo de yates en noches interminables donde impera la ostentación aun en tiempos de crisis.
Mientras se espera un Marché con muy buenos negocios (una recuperación ya casi total luego de la pandemia), Argentina está también en el centro de la escena, pero por razones opuestas: cruzarse con algún colega europeo significa ya no solo recibir un saludo sino una suerte de pésame. Nadie entiende cómo un gobierno puede destruir en tan poco tiempo una industria como la audiovisual que, con una inversión pública mínima, es desde hace décadas referencia a nivel mundial. Así lo expresó el propio Frémaux durante la conferencia de prensa al celebrar el regreso del cine brasileño a los primeros planos gracias a la vuelta de Lula al gobierno en lugar de Bolsonaro y lamentar como contrapartida los brutales recortes en la Argentina, donde el INCAA hoy está cerrado y el sector, prácticamente paralizado desde hace medio año.
De todas formas, el cine nacional se las ingenió para colar varios títulos muy valiosos en esta edición tanto en la selección oficial como en las muestras paralelas: “Transmitzvah”, de Daniel Burman; “Algo viejo, algo nuevo, algo prestado”, de Hernán Rosselli; “Los domingos mueren más personas”, de Iair Said; “Simón de la montaña”, de Federico Luis; “Gloomy Eyes”, de Fernando Maldonado y Jorge Tereso; el corto “Nuestra sombra”, de Agustina Sánchez Gavier; y el clásico restaurado “Rosaura a las diez”, de Mario Soffici, darán muestra de una vitalidad, diversidad y continuidad que hoy está en muy serio riesgo (la presencia en 2025 podría ser nula).
Frémaux también abordó durante su encuentro con la prensa el buen presente de la producción china (se aguarda con muchas expectativas el estreno mundial de “Caught by the Tides”, film del notable realizador Jia Zhangke que retrata desde una óptica feminista los profundos cambios de esa sociedad durante las últimas dos décadas) y la situación del director iraní Mohammad Rasoulof, quien acaba de huir de su país rumbo a un paradero desconocido en Europa luego de ser condenado a ocho años de prisión, azotes, multa y confiscación de bienes por filmar “The Seed of the Sacred Fig”, largometraje que se presentará también aquí en la lucha por la codiciada y consagratoria Palma de Oro.
Pero, claro, no todo es controversia en el festival más importante del planeta. A último momento Frémaux anunció que Cannes se sumará a la celebración de París como inminente sede de los Juegos Olímpicos con la proyección de “Olympiques! La France des Jeux”, documental deportivo (durante la función arribará la llama olímpica) que se suma a otro ya programado como “Nasty”, sobre el brillante tenista rumano Ilie Nastase. También habrá tres largometrajes locales de animación como “La Plus Précieuse des marchandises”, de Michel Hazanavicius; “Sauvages”, de Claude Barras; y “Angelo, dans la forêt mystérieuse”, de Vincent Paronnaud y Alexis Ducord; mientras que los nuevos films de Paolo Sorrentino, Paul Schrader, Jacques Audiard, Sean Baker, David Cronenberg, Miguel Gomes, Yorgos Lanthimos, Andrea Arnold y Arnaud Desplechin tratarán de convertirse en lo que “Anatomía de una caída”, “La zona de interés”, “Los asesinos de la luna” y “Días perfectos” fueron a nivel de crítica, público y premios luego de su estreno en Cannes 2023. Porque, se sabe, no hay mejor (o peor) plataforma de lanzamiento para un film de autor que este festival enclavado en una paradisíaca zona de la Costa Azul. Cannes –el único que no negocia condiciones con Netflix pero acaba de sumar una competencia inmersiva para incorporar todo lo relacionado con la realidad virtual, la inteligencia artificial y las nuevas tendencias estéticas y tecnológicas– puede exaltar, consagrar, reciclar o hundir la carrera de un artista. Más allá de esas tentaciones, promesas y riesgos, nadie quiere perderse la cita. La repercusión a escala global propia de este auténtico mundial del cine.
DB/MG