Si no ves este contenido puede deberse a la carga en tu dispositivo móvil. Haz clic aquí para recargar la página.
El melanoma puede aparecer en cualquier época del año, no solo en verano, si bien es cierto que hay una relación directa comprobada entre la exposición excesiva al sol y el riesgo de aparición de este tipo de cáncer de piel, que además es especialmente agresivo. Sin entrar en paranoias, la mejor manera de minimizar el riesgo es reducir al máximo la exposición y usar un protector solar de factor alto.
Ahora bien, es muy conveniente que los miembros de la familia o personas de confianza, se revisen entre ellos hasta el último pliegue corporal al menos dos o tres veces al año en busca de hipotéticos melanoma. De todos modos:
- en las mujeres aparecen en piernas y brazos con mucha prevalencia sobre otras zonas
- en hombres en tronco, cuello y cabeza
La idea es identificar a tiempo posibles sujetos de este tipo de cáncer para que el dermatólogo confirme su naturaleza, o bien como lunar normal o bien como melanoma. En caso de que el especialista confirme la existencia de un melanoma, pasará inmediatamente a estudiar su estado de desarrollo para determinar si ha crecido hacia el interior del tejido y ha creado una metástasis en otros tejidos u órganos.
Melanoma: un cáncer con diferentes grados
Existen diferentes sistemas para estudiar las fases en las que el melanoma se puede encontrar. El sistema de estatificación más reciente es de la American Joint Committee on Cancer (AJCC), en vigor desde enero de 2018. Se clasifican por el sistema TNM siendo:
- T la profundidad en la que penetra el melanoma en la piel, pudiendo ir de T1, si el tumor entra a 1 milímetro (mm) a T4, cuando el tumor alcanza una profundidad de 4 mm.
- La letra N refiere a la existencia o no de adenopatías tumorales; por ejemplo N0 es que no las presenta, y N1 a N3 indica el número de afectaciones que tiene.
- Finalmente la letra M hace referencia a posibles metástasis. M0 indica que no existen, mientras que M1 indica que hay metástasis, pudiendo haber pasado a la piel o el músculo (M1a), al pulmón (M1b), a otros órganos excluyendo el sistema nervioso (M1c) o al sistema nervioso (M1d).
A este respecto varias situaciones M pueden presentarse a la vez, al igual que los niveles N. Esta estratificación deja clara la importancia de la detección a tiempo de un posible melanoma y por qué es tan importante que las personas de nuestro entorno, y nosotros mismos, nos estudiemos la piel con cierta frecuencia, en especial si solemos tomar sol y lo hacemos en las horas menos recomendables.
Cómo reconocer un melanoma sobre la piel
Existe una norma llamada ABCDE basada en tres características de un lunar que nos puede decir si hay riesgo de que sea un melanoma
- A es asimetría: si le lunar se presenta asimétrico, con dos lados diferentes en lugar de redondo o esferoide. Es decir que la forma esferoidal se rompe claramente.
- B es bordes: si los bordes del melanoma son irregulares y con picos, como si fuera una mancha extendiéndose
- C es color: los lunares son de marrón más claro o más oscuro, pero siempre homogéneos; en cambio el melanoma presenta distintos colores, como un degradado, a veces con un centro negro y las zonas próximas enrojecidas o blanquecinas.
- D es diámetro: aunque muchas personas tienen lunares grandes, estos suelen ser por herencia genética y los presentan desde pequeños. En cambio si vemos un lunar que reúne alguna de las anteriores características y crece más allá de los seis milímetros, o bien un lunar grande de estos de toda la vida de repente crece, debemos sospechar y acudir al dermatólogo.
- E es evolución: si el lunar que antes estaba normal presenta un cambio en cuanto a tamaño, color o espesor, debemos sospechar.
Esta regla ABCDE no es lógicamente definitiva, por lo que no debemos alarmarnos de buenas a primeras, pero sí sin más demora pedir hora en el dermatólogo para que nos examine los lunares sospechosos y determine, puesto que solo el experto tiene la última palabra.