Decenas de angustiados afganos recorrían este viernes hospitales de Kabul en busca de sus seres queridos luego de los tremendos atentados suicidas de ayer en el aeropuerto de la capital afgana, que dejaron más de 100 muertos y un número aún mayor de heridos.
Abdul Mayid buscaba a su hermano, que estaba en el aeropuerto junto a las miles de personas que desde la semana pasada se agolpan en sus puertas con la esperanza de salir de Afganistán por temor a los talibanes, que han vuelto a conquistar el poder.
“Quería irse al extranjero. No sé si pudo entrar finalmente al aeropuerto o no porque los estadounidenses bloquean el acceso”, dijo Mayid a la agencia de noticias AFP en las puertas de uno de los hospitales de Kabul.
“Era un estudiante, tenía talento, pero debido a la situación del país quería irse, como todo el mundo”, explicó.
“Acompañó a una familia al aeropuerto, se fue sin nada, sin papeles. Y la explosión ocurrió cuando avanzaban hacia la entrada”, agregó, contando que no lo ha encontrado entre las decenas de heridos y fallecidos que ha visto desfilar en las últimas horas.
Otros llegaban al centro médico a pie, exhaustos después de una noche sin dormir, y se sientan a sus puertas a la espera de noticias.
Un hombre salía del hospital con el teléfono en la mano, enseñando una fotografía del familiar que estaban buscando y que acaban de encontrar con vida, pero muy malherido.
En un tuit, el hospital de Kabul gestionado por la ONG italiana Emergency, que ha recibido a decenas de víctimas, afirmó que la situación seguía siendo “todavía bastante crítica. Nuestros tres quirófanos han estado trabajando toda la noche. Tenemos personas en cuidados intensivos”, agregó.
Otros afganos abandonaron el hospital cargando un ataúd en la parte trasera de una camioneta e intentando retener las lágrimas.
Es el caso de un adolescente, que escondía la cara enrojecida entre las piernas, tras subir al vehículo y colocarse al lado del féretro que su familia acaba de recuperar.
A pocos días de que concluya la retirada de las tropas extranjeras de Afganistán, el 31 de agosto, y por tanto los vuelos de evacuación masivos, muchos afganos siguen intentando salir del país.
Desde mediados de agosto, cuando los talibanes entraron en Kabul y retomaron el poder, han sido evacuadas más de 100.000 personas.
Este jueves, los ciudadanos, desesperados, desoyeron las advertencias de varios países occidentales sobre el riesgo inminente de un atentado en la zona del aeropuerto de Kabul y siguieron acudiendo con la esperanza de entrar en un avión.
En medio de su espera, dos atacantes suicidas del grupo yihadista Estado Islámico (EI) se inmolaron en ese lugar abarrotado de gente, un ataque que también tuvo por blanco a los soldados estadounidenses que controlan aún el lugar.
Las explosiones ocurrieron en medio de la multitud y su impacto arrojó a decenas de personas a las aguas fétidas de un desagüe que rodea el aeropuerto.
En ese canal de aguas turbias, teñidas de repente de rojo por la sangre, se acumularon los cuerpos.
Varios casi sumergidos, algunos muertos, otros solo inconscientes, como la imagen de un hombre desmayado y malherido, que era mantenido en la superficie por otro, para que no se ahogara.
En medio de ese caos y ese baño de sangre se escuchaban gritos pidiendo ayuda o llamando a sus seres queridos, a los que se había perdido de vista con la explosión.
Milad fue este jueves al aeropuerto de Kabul con su esposa, sus tres hijos y todos los documentos necesarios para montarse en un avión e iniciar una nueva vida en Estados Unidos. Pero todos los sueños se hicieron pedazos tras la primera explosión.
Un “pánico total” se apoderó de este afgano y de otros miles reunidos en la zona del aeropuerto.
Milad, que, como muchos afganos, usa un solo nombre, perdió todos los documentos que le hubieran permitido abordar un vuelo con su mujer y tres hijos.
“No quiero volver al aeropuerto nunca más. Malditos sean Estados Unidos, su evacuación y sus visados”, dijo.
Con información de agencias.
IG