El candidato del centro-izquierdista Frente Amplio (FA) obtuvo el 43,82% de los votos el domingo 27 de octubre en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de la República Oriental del Uruguay. A título singular, Yamandú Orsi se consolidó como el líder entre todos los aspirantes a suceder en el poder al blanco Luis Lacalle Pou, que concluye su mandato de cinco años en marzo de 2025. El importante y sólido respaldo no fue sin embargo suficiente para alcanzar la mayoría absoluta de la mitad más uno de los sufragios necesaria para evitar un balotaje. El domingo 24 de noviembre rivalizará con el opositor en segunda vuelta electoral el oficialista Álvaro Delgado. El candidato del gobernante Partido Nacional (PN, o Partido Blanco), con un 26, 84% de votos ganados, quedó a título personal más de diez puntos debajo de su contrincante frenteamplista. De acuerdo con la Corte Electoral, 2.7 millones de uruguayas y uruguayos, que representa el 89,1% del padrón habilitado para sufragar, emitieron su voto el último domingo de octubre.
De los dos plebiscitos propuestos con simultaneidad a la elección general, uno sobre seguridad social y otro sobre la ley de allanamientos nocturnos, ninguno consiguió los votos necesarios. “No vamos a llamar victoria a lo que no lo es y vamos a reconocer el resultado”, reconoció el presidente de la Central Única de Trabajadores de Uruguay (PIT-CNT), Marcelo Abdala. A la vez, destacó que más de un millón de ciudadanos respaldaron la propuesta impulsada además por los movimientos sociales y por sectores del Frente Amplio. Aunque no por toda la oposición frenteamplista, que fue a la elección dividida sobre este tema, y con Yamandú Orsi opuesto a la iniciativa sindical.
Montevideo se mira en un cromo de Brasilia
El Frente Amplio, cuyo candidato fue el más votado de todos, no festejó el triunfo. A diferencia del oficialista Partido Nacional que celebró como si ya tuviera el gobierno asegurado.
Un escenario, que desde un punto de vista medianamente distante, remite a la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil del 2 de octubre de 2022, cuando Luiz Inácio Lula da Silva del Partido de los Trabajadores (PT), líder de la izquierda en la alianza hoy gobierno, logró una elección extraordinaria con el 48,4% de los votos. Un porcentaje muy pequeño para obtener el necesario 50% para ganar en primera vuelta. El bunker de campaña petista lucía sombrío, en tanto que el del derechista Jair Bolsanaro, era un festejo. Porque habría segunda vuelta, que habían juzgado con altas probabilidades de que no sucediera. En el balotaje, la victoria correspondió a Lula con el 50, 84% de los votos seguido por 49, 16% de Bolsonaro, primer presidente brasileño que no logró la reelección, con la diferencia de solo un punto.
A igual que en ese escenario electoral de Brasil, donde los sondeos de intención de voto le habían otorgado al actual presidente Lula entre el 50 y 51% de los votos válidos, en Uruguay, el propio comando de la oposición de Uruguay instaló la vara muy alta y en el ánimo de la militancia cundió la euforia de que la victoria sería en primera vuelta con la mayoría parlamentaria en ambas cámaras. El jefe de campaña de Orsi, Alejandro 'Pacha' Sánchez días antes, en entrevista con el semanario Búsqueda, supo declarar “el FA ya ganó”. Una vara que impidió o al menos amortizó la valoración de la buena elección lograda. Si bien aún no están perdidas las expectativas que se han frustrado.
El Frente Amplio reconquista el Senado
El recuento de los sufragios muestra que el Frente Amplio, respecto a cinco años atrás, recuperó parte de los votos que había perdido en la pasada elección de 2019, pasó del 39% a casi 44% que le otorga la mayoría parlamentaria en el Senado, donde obtuvo 16 bancas.
El guarismo de 16 bancas ganadas en la elección del último domingo de octubre, que dieron la mayoría a la oposición en la cámara alta del Congreso uruguayo, fortalece al candidato presidencial del Frente Amplio para el balotaje del último domingo de noviembre. Pero la campaña de la izquierda se cuestiona hasta qué punto este dato, que es meramente cuantitativo, entra a tallar en otro ámbito, cualitativo, de carácter subjetivo o acaso emocional. Y se enfrenta a la convicción, de la misma campaña, de que rumbo a la segunda vuelta deben remontar un ‘desinfle’.
Según había previsto el politólogo Diego Luján en el streaming de El Observador, por ser un único partido y la coalición oficialista estar formada por varios partidos, el Frente Amplio “hace un aprovechamiento mejor de los cocientes, y lo beneficia por lo que le daría una banca más”. El guarismo de 16 bancas que dieron la mayoría a la oposición en la cámara alta del Congreso uruguayo fortalece al Frente Amplio en el balotaje. Esta realidad, que es meramente cuantitativo, entra a tallar en otra, de carácter subjetivo o acaso emocional, sostenida en la convicción de la campaña frenteamplista de que rumbo a la segunda vuelta las aspiraciones presidenciales opositoras deben remontar un ‘desinfle’ en el electorado, aun en el propio.
Diferencias cuantitativas que inciden cualitativamente
El resultado de los votos obtenidos por el blanco Álvaro Delgado, candidato del Partido Nacional en el poder, fue mayor de lo esperado con su 26,8 por ciento. De ahí el festejo como si hubiera ganado. Sin embargo, si se comparan los datos de 2019 donde el presidente Luis Lacalle Pou en la misma noche de la primera vuelta se transformó en ganador, obtuvo solo dos puntos menos que el actual presidente.
Delgado salió sonriente de su sede acompañado de la candidata a vicepresidenta Valeria Ripoll hacia el escenario montado en la Plaza Varela, emplazada en una zona céntrica de la capitalina Montevideo, donde se reunió con todos los candidatos de la coalición. “La coalición es el proyecto político más votado en nuestro país”, afirmó Delgado y marcó que es la cuarta vez que “la población le dio a la coalición la mayoría”, tras las elecciones de primera y segunda vuelta de 2019, y el referéndum sobre la Ley de urgente consideración (LUC), sancionada en junio de 2020.
Aun con este escenario ‘triunfalista’ del oficialismo, para obtener la victoria definitiva Delgado necesitará retener los votos que tuvo cada partido de la coalición por pocos votos que hayan obtenido. Un retado desafío: Lacalle Pou que obtuvo la la mayoría en octubre de 2019, en noviembre Lacalle Pou superó a Daniel Martínez del Frente Amplio por sólo 30 mil votos.
Otro de los ganadores de la noche, el abogado Gustavo Salle por Identidad Soberana (IS), partido fundado en 2022. Su discurso crítico basado en el repudio a todos los partidos que gobernaron si bien logró 62.000 votos que le aseguraron el ingreso al Parlamento con una bancada de dos diputados. “Entramos en la cueva de los vendepatria”, afirmó Salle.
La victoria colorada que (por ahora) ayuda al candidato blanco
El abogado mediático Andrés Ojeda por el tradicional Partido Colorado, que forma parte de la coalición oficialista, superó el 12,80% que había obtenido Ernesto Talvi en 2019. Este caudal de votos le ha conferido un papel decisivo no solo dentro de la coalición polarizada entre Delgado y el mismo Ojeda, sino que también lo convierte en figura clave para que Delgado pueda retener al oficialismo en el gobierno.
El colorado Ojeda no desconoce su nuevo lugar en el ajedrez político. Triunfalista, declaró que “el primer objetivo estaba cumplido”: superó la votación partidaria de 2019. Y de paso, también dio por cumplidos dos segundos cometidos: “ampliar el diámetro de la coalición” y “cambiar la correlación de fuerzas”. “Somos el cogobierno del Uruguay que se viene”, dijo. También destacó ser “el partido que más creció de la elección pasada a esta”, ignorando que el Frente Amplio creció más que los colorados.
Hay matices y no menores en este proclamado triunfo. La lista que impulsaba como senador a Ojeda (Lista 25) no pudo superar la del abogado, ex candidato a la presidencia en las elecciones del 2009 y senador en las de 2014, Juan Pedro Bordaberry (Lista 10). Como consecuencia inmediata, la conducción del Partido Colorado, acéfalo desde el retiro de ella del dos veces presidente del país oriental Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000), había parecido posible y a la vez inevitable que quedara en Ojeda. Una lógica que sin embargo queda en veremos con la reaparición de Bordaberry con su lista parlamentaria Vamos Uruguay.
La reunión de Bordaberry con el candidato presidencial del Partido Nacional, Álvaro Delgado y su intención de reunirse también con el presidenciable del Frente Amplio, Yamandú Orsi, con quien cruzó un abrazo en plena campaña, no pasaron inadvertidas. Una figura colorada tradicional sería mucho más cómoda que Ojeda en la famosa institucionalidad uruguaya.
Una izquierda con más anhelos (y chances) que nostalgias
En un extremo del arco electoral trazado por los resultados del domingo, el Frente Amplio confirmó la excelente votación del sector liderado por el ex presidente izquierdista José ‘Pepe’ Mujica (2010-2015), impulsor de la candidatura de Yamandú Orsi, que convierte al sector ampliamente mayoritario con nueve senadores, seguido del Partido Comunista con dos bancas en la cámara alta. .
En el otro extremo, el derrumbe de Cabildo Abierto, fundado en 2019. “Soy claramente el responsable de la votación que tuvo Cabildo Abierto, que no quepa ninguna duda”, afirmó el líder del partido, Guido Manini Ríos, el gran perdedor de la noche tras reconocer que la votación mostraba una caída importante del partido que había sido la novedad en la pasada elección y le había disputado el segundo puesto de la coalición a los colorados.
Mejor le fue al Partido Independiente que la instancia hacia el ballotage del 2019 que se unió a la coalición. Luego de haber integrado el gobierno con varios cargos -el más destacado el de Mieres como ministro de Trabajo- no logró más de una banca en Diputados aunque mejoró la votación. Un dato indicador cuantitativa y cualitativamente: su llegada revierte que no es un partido testimonial.
Los denominados partidos chicos que durante la campaña no figuraban en las encuestas por marcar menos de 1% confirmaron su suerte y ninguno logró bancas en diputados. Incluso se perdió la banca que en la elección pasada había obtenido el partido ecologista, dirigido por César Vega. El detalle de la votación que obtuvieron: Partido Constitucional Ambientalista 0,49%, PERI 0,38%, Asamblea Popular 0,41%, el Partido por los Cambios Necesarios 0,13% y el Partido Avanzar Republicano 0,08 por ciento.
La suma de la coalición oficialista promete alta expectativa a cómo jugará en los votos en la segunda vuelta del 24 de noviembre. Con un Uruguay atento al desenlace, el ballotage definirá quién regirá los destinos del país a partir de marzo de 2025, en un marco que plantea desafíos de crecimiento, seguridad y cohesión social.
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