Los colombianos quieren un cambio. Lo que aún no está claro es hacia dónde. Más de 39 millones de personas podrán elegir este domingo al próximo presidente de Colombia, que asumirá el 7 de agosto y sucederá a Iván Duque. Ni los mejores analistas, ni las encuestadoras más precisas pueden arriesgar quién será el ganador de esta segunda vuelta. La diferencia de menos de dos puntos entre Gustavo Petro y Rodolfo Hernández complica las predicciones.
A la incertidumbre sobre el resultado se suma la ausencia de garantías sobre qué harán los candidatos en caso de resultar elegidos. “Es una segunda vuelta inédita. Estamos ante dos candidatos atípicos, que las encuestas muestran pegados y que replantean el funcionamiento de nuestro sistema político”, dice Sandra Botero, doctora en Ciencia Política por la Universidad de Notre Dame (Indiana, EEUU) y profesora en la Universidad del Rosario en Bogotá.
El nivel de participación y de voto en blanco sono algunos de los elementos para tener bajo radar. La polarización en las propuestas y la novedad de las coaliciones y de la composición de las fórmulas presidenciales podría llevar a incrementar el número de votantes y dejar atrás altos porcentajes de abstención. En Colombia el voto no es obligatorio, y la participación ha ido decreciendo en las últimas elecciones.
Gustavo Petro, el candidato de la izquierda
“Yo creo que en esta coyuntura el progresismo debe construirse como una alternativa. De lo contrario, caeríamos en una distopía como las que salen en las películas”, escribe Gustavo Petro en el epílogo de su autobiografía Una vida, muchas vidas. “En esas cintas se aprecia cómo la humanidad, incluso al borde de la extinción, en los últimos escalones, se destruye a sí misma”.
Si el blanco al que apuntó Álvaro Uribe en su campaña presidencial de 2006 fue la seguridad y el de Juan Manuel Santos en 2014 fue el Acuerdo de Paz, para Gustavo Petro la consigna es la inclusión. “El discurso de Petro se ha centrado en la inclusión y en el reconocimiento de esos otros que no han sido parte de la democracia”, dice Nadia Pérez Guevara, doctora en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca y profesora en la Universidad Autónoma de Bucaramanga.
Entre las promesas del candidato del Pacto Histórico está la de avanzar con un “gran acuerdo nacional” y construir caminos de consenso hacia una serie de “reformas fundamentales”. En sus declaraciones, Petro recupera lo que en 1991, en tiempos de la promulgación de la nueva Constitución, se conocía como un “acuerdo sobre lo fundamental”, un intento de diálogo entre distintos sectores de la política. “Petro ha tratado de decir con ese discurso: hagamos un acuerdo sobre lo fundamental. Él busca crear desde el discurso la unidad de las distintas fuerzas políticas para disminuir los temores que se fundan alrededor de su campaña y de su liderazgo”, dice Pérez Guevara.
Entre sus promesas figura una reforma tributaria, la modificación del sistema de salud pública y una apuesta por la política medioambiental que incluye terminar con el fracking. Pero la idea del “gran acuerdo” funciona más como promesa de respeto a las instituciones vigentes que como un acuerdo programático electoral. “Lo que Petro intenta con la idea del gran acuerdo nacional es canalizar y legitimar el reclamo social que pide reformas, pero hacerlo en diálogo con los otros jugadores del sistema político”, dice Botero.
El principal desafío que Petro deberá enfrentar en el caso de ser electo presidente será conseguir los respaldos suficientes para avanzar con su plan de gobierno. “Es un reto para Petro llevar tranquilidad a los grupos de poder diciendo, por ejemplo, que no va nacionalizar empresas al estilo Venezuela. Ese es uno de sus principales obstáculos porque sin los empresarios no puede gobernar”, dice Pérez Guevara.
En relación con el Legislativo, la situación no es tan complicada para el candidato de izquierda. Finalmente, en esta elección, Petro entendió que era necesario contar primero con una bancada en el Congreso antes de llegar al gobierno. De cualquier modo, no será tan fácil para el candidato del Pacto Histórico sellar una gran alianza de partidos que le permita avanzar con su política desde el Congreso. “Petro es un tipo muy hábil. Él podría crear una supercoalición, pero eso va en contra de sus votantes. Entonces será difícil para él hacer ese balance”, dice Pachón.
Rodolfo Hernández, el candidato de la derecha
En la sala de eventos de uno de los hoteles más caros de Bucaramanga, Rodolfo Hernández recibió el miércoles a más de 200 empresarios colombianos para sellar un acuerdo electoral. Antes de despedirse, Hernández les pidió 50.000 pesos colombianos [unos ] a cada uno de los invitados para cubrir el costo del desayuno.
Pocas certezas ha dejado la campaña del controversial exalcalde de Bucaramanga sobre su contenido político, excepto por una única consigna: el “combate contra la corrupción”, pese a que el propio Hernández esté investigado por un caso de corrupción durante su mandato como alcalde. En su discurso, el empresario incluye el “buen manejo de los fondos públicos” y una lucha enraizada contra lo que Hernández llama “politiquería”. Una campaña diseñada en torno a la promesa de la reducción del gasto público que incluyó propuestas ruidosas pero poco efectivas como la de que el Estado dejara de pagarles un auto a dlos legisladores, la de reducir el costo de las residencias oficiales de funcionarios y la de eliminar algunas embajadas. Poco se conoce de su programa económico.
Según los especialistas, en su administración en Bucaramanga Hernández amplió la competencia entre contratistas en las licitaciones públicas y redujo el déficit de 237.000 millones de pesos a cero. Pero también incrementó la desigualdad. Entre el 2017 y 2018 el patrimonio del 10% más rico de la población creció hasta volverse se 2,2 veces superior al del 40% más pobre. “El aumento de la desigualdad en los últimos años en Bucaramanga se da, sobre todo, porque los más ricos pudieron recuperar sus ingresos anteriores mientras que los demás siguieron perdiendo”, dice el informe de análisis de desigualdad de ingresos de la Universidad del Rosario.
De ser elegido presidente, el principal reto que enfrentará Hernández será el de trabar acuerdos con el uribismo, tanto en el Congreso como en la designación de los cargos técnicos del Gobierno. Y de hacerlo sin perder el apoyo, dentro de su electorado, de la masa de votantes de derecha desencantados con el Centro Democrático después del paso de Iván Duque. “El desafío de Hernández es colmar las expectativas de su electorado, deberá encontrar la manera de materializar ese discurso de la anticorrupción en políticas públicas concretas”, dice Pérez Guevara.
El otro problema para Hernández es que, como define el politólogo Mauricio Jaramillo, es un candidato “sin sustancia política”. Por ese motivo, deberá definir con rapidez un plan de gobierno sobre muchos temas sobre los que no tiene posición. “Hernández va montando las ideas en base a lo que se le pregunte en el momento. Lo que define a este candidato es su pensamiento económico, que es lo que a él le interesa. Lo que pase con otros temas como la marihuana, el glifosato y el matrimonio igualitario no le importa nada”.
El papel de las vicepresidentas
Los únicos rasgos que comparten Marelen Castillo, candidata a vicepresidente por la Liga de Gobernantes Anticorrupción, con Francia Márquez, candidata por el Pacto Histórico, es que ambas son mujeres, nacidas en el Pacífico y de raíces afro. El resto es pura diferencia.
Márquez, a diferencia de Castillo, llega a ocupar ese espacio por el impulso de una votación histórica en las internas del 13 de marzo, por su reconocida trayectoria como defensora ambientalista, por su compromiso feminista y por su conexión con las bases de los barrios más pobres. “Márquez hizo una buena elección no solo entre las personas afro y víctimas de la violencia, sino que conecta bien con un votante urbano joven y con las mujeres”, dice Botero. Para la analista, incluso si el Pacto Histórico pierde este domingo, “ella será una figura política fundamental en este país”.
Por el contrario, la figura de Marelen Castillo es una gran incógnita. Si bien Castillo ha sido vicerrectora de la Universidad Minuto de Dios, ninguna de las académicas consultadas sabían de su existencia antes de que Hernández lograra entrar en la segunda vuelta. “Marelen le ha sumado tranquilidad a la campaña de Hernández”, dice Pachón, en una campaña donde la calma y la previsibilidad no es lo que abunda.
AGB