Cuando los tres partidos del Gobierno alemán consiguieron en 2022 sacar adelante en el Parlamento la reducción de la edad para votar hasta los 16 años en las elecciones europeas, difícilmente pudieron imaginar que la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) sería una de las fuerzas beneficiadas por la medida.
AfD no solo fue segunda fuerza en Alemania con casi el 16% de los votos en los comicios europeos del pasado 9 de junio. También fue la segunda opción más votada –con el 16%– en la franja de edad de entre 16 y 24 años. Solo los conservadores de la CDU quedaron por delante de la ultraderecha por un punto porcentual, según datos del instituto demoscópico infratest dimap.
Los partidos que componen el Gobierno de Olaf Scholz –socialdemócratas, con el 9% de los sufragios, los ecoliberales de Los Verdes, con el 11%, y los liberales del FDP (7%)– quedaron claramente por detrás de la ultraderecha y los democristianos. La ironía de la historia es que tanto AfD y como CDU rechazaron en el Bundestag la reducción a los 16 años del derecho a voto.
En un momento de recesión económica y de gran incertidumbre respecto al futuro, parte de la juventud alemana está virando hacia posiciones conservadoras y reaccionarias. Nadie como AfD supo leer mejor el momento de “antipolítica” que se respira en la primera economía y el Estado más poblado de la Unión Europea. La ultraderecha alemana, pese a estar inmersa desde hace tiempo en un proceso de radicalización que parece imparable y en numerosos escándalos, es el partido que más avanza con diferencia entre los votantes menores de 25 años: 11 puntos respecto a las elecciones europeas de 2019.
Impotencia y desorientación
El día después de las elecciones, la sensación que cundía entre la clase política tradicional alemana –y especialmente entre los tres partidos de gobierno– era de impotencia y desorientación tanto por los resultados electorales generales de AfD, como por su avance incontestable entre la juventud. Sin embargo, el resultado no sorprende a quien lleva tiempo siguiendo tanto a la ultraderecha como quien analiza las tendencias electorales entre la juventud alemana.
“No, efectivamente el resultado no me sorprende. AfD ya fue muy popular entre el electorado joven en las elecciones regionales de Sajonia-Anhalt de 2021 y también el partido más elegido tras la CDU entre los primeros votantes en las regionales de Hesse del año pasado”, dice a elDiario.es Melanie Weiser, especialista en proyectos relacionados con el fomento de la democracia del think tank Das Progressive Zentrum, con sede en Berlín.
La referencia a esos dos estados federados de Sachsen-Anhalt y Hesse tiene relevancia: el primero es un estado oriental, relativamente pobre y poco poblado. El segundo es un estado occidental, con una estructura económica bastante más potente y dinámica, y cuatro millones de habitantes más que Sachsen-Anhalt.
A pesar de que AfD obtiene porcentualmente más del doble de votos en el este –en los antiguos territorios de la desparecida Alemania socialista es ya un volkspartei, es decir, un partido sistémico–, los datos de Hesse demuestran que el éxito electoral ultraderechista está lejos de ser un fenómeno exclusivo de la Alemania oriental. Los datos sobre el voto juvenil en Hesse refuerzan la idea de esa transversalidad electoral.
Las causas
Tras la inquietud y la desorientación, la élite política del país busca ahora los motivos de ese extraordinario avance de la ultraderecha entre la juventud. Un avance que desmiente que el voto de AfD venga fundamentalmente de hombres blancos y mayores, un mantra que se impuso durante un tiempo a la hora de analizar el partido ultra. Dos elementos son claves: una ruptura generacional –alimentada por la crisis demográfica– y la incertidumbre respecto al futuro.
En las últimas elecciones federales, menos de dos millones de votantes tenían entre 18 y 19 años, mientras que los electores de más de 60 sumaron más de 22 –más del 35% del total del electoral –. “Esto significa que la política se hace sobre todo para las generaciones mayores, y que las generaciones más jóvenes a menudo tienen la sensación de quedarse atrás, de no poder influir en la política, de que no se los tiene en cuenta”, apunta Melanie Weiser.
Esa sensación de olvido viene siendo regada desde hace años por una consecución de crisis: crisis climática, pandemia, guerra en Ucrania, inflación, recesión… Esta confluencia genera una enorme incertidumbre entre la generación que heredará la Alemania que ahora es gobernada sobre todo para la última generación de baby boomers. “Todo ello conduce a una sensación de impotencia, a un sentimiento de falta de democracia política; en otras palabras, contribuye a la sensación de que no participan en la democracia”, dice Weiser.
Esto parece estar provocando que parte de la juventud alemana vire hacia las posiciones reaccionarias ofrecidas por Alternativa para Alemania, el único partido alemán establecido en el Bundestag que es nativo digital: es decir, desde su fundación en 2013 hizo un uso sistemático y profesionalizado de la comunicación política digital y de las redes sociales, lo que también explica su popularidad entre la juventud.
Ofensiva ultra en TikTok
AfD es, con diferencia, el partido más exitoso de toda Alemania en la red social TikTok: sus diputados y su fracción tiene el mayor número de impresiones e interacciones dentro del arco parlamentario alemán. Según el informe El universo TikTok de las (extremas) derechas, editado por el Centro Educacional Anne Frank, el partido de ultraderecha alemán cuenta con tres grandes ventajas en la red social de vídeos cortos: hace tiempo que está activa en ella, sus mensajes y contenidos populistas encajan a la perfección en la plataforma y sus algoritmos, y el resto de los partidos reaccionaron tarde y dejaron vía libre a AfD.
En un contexto de creciente descrédito de los medios tradicionales, cada vez más jóvenes usan TikTok para informarse de lo que ocurre en el mundo y también políticamente. Diputados de AfD han sabido interpretar a la perfección el momento y han desarrollado mensajes sencillos y directos en sus vídeos de TikTok, aderezados con un estilo informal, auténtico y cercano.
El ejemplo perfecto es el cabeza de lista de AfD en las elecciones europeas, Maximilian Krah, personaje que cayó en desgracia en medio de la campaña tras blanquear las SS nazis en una entrevista con el diario italiano La Repubblica. “Los hombres auténticos son de derecha”, “el gobierno te odia” o “nuestros antepasados no eran criminales” son algunos de los mensajes que Krah lanzó en una campaña bien organizada en TikTok. El revisionismo histórico y el ultranacionalismo se colaron así de lleno en los móviles de los jóvenes a través de píldoras audiovisuales que se consumen de forma compulsiva.
La estrategia de AfD en TikTok quedó expuesta a la perfección en una conferencia organizada en noviembre del año pasado por el Instituto para la Política de Estado (IfS, en sus siglas en alemán). El IfS es el think tank de referencia del nuevo nacionalismo étnico alemán. Fundado por el editor Götz Kubitschek, es muy cercano a Björn Höcke, líder de AfD en Turingia y figura que raya con posiciones neonazis.
En esa conferencia participó Erik Ahrens, activista y asesor de comunicación de Maximilian Krah. Ahrens resumió el significado de TikTok para AfD y su agenda política de la siguiente manera: “Más de la mitad de jóvenes de entre 14 y 19 años en Alemania consume TikTok un tiempo medio de 90 minutos al día. Es decir, tenemos una ventana diaria de 90 minutos en sus cerebros en los que se puede enviar mensajes. Produjimos entonces tres vídeos con tres mensajes diferentes que alcanzaron tres segmentos de público diferentes. Lo bueno es que eso no lo tuve que concebir previamente, sino que el algoritmo lo hizo por mí. Yo solo tengo que subir el contenido y los vídeos encuentran solos su público. Cuando miro mis cuentas de TikTok, me siento como quien descubrió la radio en 1923”.