Elon Musk se lanza a apoyar a la extrema derecha en Europa
La foto posada de la semana en el bar del club de Donald Trump en Mar-a-Lago, en Florida, estaba especialmente cuidada. En el centro, Elon Musk, el hombre más rico del mundo, propietario de Tesla y X, y asesor del presidente electo; a un lado, Nigel Farage, el líder del partido de extrema derecha Reform UK, y al otro, el tesorero del partido. De fondo, The Visionary (“el visionario”), el retrato de Trump que pintó en 1989 un artista especializado en imágenes idealizadas de cantantes y príncipes.
La fotografía, difundida por Farage, pretendía significar un apoyo potencialmente económico al partido que ahora tiene cinco diputados de los 650 miembros de la Cámara de los Comunes, pero que se ha beneficiado del desplome del Partido Conservador y obtuvo en las elecciones del 4 de julio el 14% de los votos. Farage, el hombre que consiguió su principal misión política, es decir, sacar al Reino Unido de la UE, fue eurodiputado, pero no había logrado nunca un escaño en el Parlamento nacional. Ahora es el líder de partido menos impopular en las encuestas nacionales.
Farage aseguró después de la reunión que Musk está pensando en cómo financiar su partido: “Hablamos de dinero”, dijo Farage en GB News, la cadena de la que ha sido presentador y tertuliano. “Esa es una negociación que volveremos a tener. No está en contra de darnos dinero. No ha decidido del todo si lo hará”. “Nos apoya”, escribió también Farage en el diario conservador The Telegraph sobre su reunión con Musk. “Está suficientemente motivado por lo que está pasando en Reino Unido para pensarse seriamente dar dinero”.
Farage, además, dice que volvió de la reunión en Mar-a-Lago con “un montón de notas sobre cómo aumentar la participación, el registro de votantes y mucho más”.
En Estados Unidos, la estrategia de Musk para movilizar el voto a favor de Trump consistió en sortear varios cheques de un millón de dólares entre quienes firmaban una petición y así identificar a potenciales votantes habitualmente abstencionistas.
“Es bastante inteligente, sinceramente”, explicaba justo antes de las elecciones a elDiario.es David Axelrod, el ex jefe de campaña de Barack Obama y veterano de la política estadounidense. “Los tribunales tendrán que decidir si es legal o no. Musk ha abordado como un ingeniero un problema: necesitamos más votantes en Pensilvania, ¿cómo resolveremos esto? ¿Y cómo nos identificamos?”.
Musk gastó más de 250 millones de dólares (unos 240 millones de euros) para apoyar a Trump en las elecciones del 5 de noviembre. Farage no ha concretado cuánto dinero podría donarle a él, pero otro miembro del partido, Tim Montgomerie, dijo que Musk “probablemente” le dará una cantidad “alrededor” de 20 millones de dólares, es decir, unos 19 millones de euros. “Está fascinado por la tecnología y por el Reino Unido”, dijo Montgomerie en una entrevista en la BBC este jueves. “Es como si fuéramos un laboratorio de lo que le interesa”.
El diario The Times de Londres aseguró unos días antes que la donación podría ser de hasta 100 millones de libras, unos 96 millones de euros y una cifra nunca vista en la política del Reino Unido. Farage negó esa suma y Montgomerie aseguró que 100 sería para un país tan grande como Estados Unidos.
Farage intenta desde hace años, según él, “profesionalizar” el partido que hasta ahora ha funcionado como una empresa propiedad del político y tuvo dificultades para encontrar suficientes candidatos que presentar en las elecciones generales. Dice que “una fracción” del dinero que podría donar Musk ya supondría una gran diferencia para su partido.
Apoyo a Meloni, Salvini y la AfD
Musk ya se ha movilizado para dar apoyo público a otros líderes de la extrema derecha en Europa. Pese a estar ocupado con el boicot al acuerdo presupuestario en el Congreso de Estados Unidos, con más de 150 mensajes al día, Musk le ha dedicado tiempo en las últimas horas en su cuenta a Alemania, Italia y Rumanía.
Este viernes, el multimillonario asesor de Trump ha escrito en su red que sólo Alternativa para Alemania (AfD) “puede salvar a Alemania” pensando ya en las elecciones del 23 de febrero después de meses de apoyo a este partido. Su mensaje, además, amplificaba a una activista que niega la crisis climática y criticaba en un vídeo al candidato de centro-derecha, Friedrich Merz. Musk también compartió el vídeo de la candidata de AfD a canciller, Alice Weidel.
Un retuit de Musk vale dinero dado el alcance de su cuenta en X, que tiene más de 200 millones de seguidores y aparece a usuarios que no la siguen. Según un análisis del Washington Post, los mensajes en su red han tenido 133.000 millones de visualizaciones desde julio, es decir, 15 veces más que los de Trump.
En las últimas horas, Musk también ha respaldado al ministro Matteo Salvini en el juicio por bloquear el desembarco del Open Arms con migrantes rescatados en el mar.
Varios políticos conservadores intentan habitualmente llamar su atención y le ponen en copia en sus mensajes como antes hacían con Trump. En algunos casos, se trata de búsqueda de apoyo político, y en otros de inversiones, como es el caso de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que se ha reunido varias veces con Musk desde 2022. Esta semana, Meloni aseguró en el Parlamento que el multimillonario es su “amigo”, pero que no recibe “órdenes de nadie” y que aplicará la nueva legislación de la UE sobre redes sociales a X.
Este viernes, la cuenta de Musk tuiteó también sobre las elecciones presidenciales en Rumanía, anuladas por el Tribunal Constitucional después de una investigación sobre la inferencia de Rusia y acusó “al juez” de ser “un dictador”. Los jueces, de hecho, son un objetivo habitual de Musk y ha atacado decisiones judiciales también en Italia y en el Reino Unido.
La obsesión de Musk con el Reino Unido es especialmente intensa y ya ha tenido varias reuniones con Farage, que también ha forjado una relación con Trump y su entorno desde la campaña presidencial de 2016.
En el Reino Unido, no existen límites a la cantidad que una persona o una empresa puede donarle a un partido con la condición de que tenga su residencia o su sede en el país y declare la donación. Musk no tiene la ciudadanía británica ni vive en el Reino Unido, pero podría donar a través de la pequeña filial de X en el país. La empresa en la isla tiene un volumen de negocio modesto y unos beneficios inferiores a cualquiera de las cifras de donación que se han barajado, pero no hay nada ahora que le impida transferir dinero desde su empresa estadounidense.
De hecho, acotar lo que puede donar una empresa a sus fondos en el Reino Unido es una de las reformas que piden desde hace tiempo los defensores de la reforma de financiación de los partidos. Reforzar las “garantías” sobre donaciones es una promesa electoral del laborista Keir Starmer, pero no está entre las prioridades legislativas más urgentes para su Gobierno, que afronta múltiples frentes por el deterioro de los servicios públicos y la falta de crecimiento económico.
El organismo de control de la financiación de los partidos aboga por acelerar el cambio para evitar las injerencias extranjeras no sólo de personajes como Musk sino de empresarios ligados a China, Rusia o Azerbaiyán.
Downing Street insistió esta semana en que ya existen reglas y, sobre todo, en tratar de apaciguar a Musk, como ha hecho Starmer sin éxito pese a los insultos continuos del propietario de X, que le comparó con Stalin hace unas semanas. El primer ministro, según un portavoz, sólo quiere “trabajar con el presidente Trump y toda su administración”. El miércoles, Starmer habló por teléfono con Trump y le felicitó por sus “nombramientos”.
Además, el Reino Unido ha nombrado embajador en Washington a Peter Mandelson, ex portavoz de Tony Blair y ex comisario europeo que aconsejó hace unos días al Gobierno de Starmer pedir ayuda a Farage para mejorar sus relaciones con Musk.
Los ‘tories’ también quieren
El Partido Conservador entretanto intenta aprovechar el momento y cortejar a Musk en busca de fondos que lo saquen de su crisis después del batacazo electoral de julio.
La actual líder del Partido Conservador, Kemi Badenoch, ha alabado varias veces a Musk, también después de que difundiera noticias falsas que incitaron a la violencia contra migrantes este verano en Inglaterra. Esta semana insistió en que es “una gran admiradora de Elon Musk y de lo que ha hecho con X” y que apoya el supuesto departamento que prepara en Estados Unidos para recortar agencias públicas y funcionarios.
El portavoz de Empresas de los conservadores en el Parlamento, Andrew Griffith, pidió a Musk que “eche un vistazo al menú completo” antes de dar dinero a Farage. En una entrevista con el Financial Times, Griffith presumió de que su partido defiende los impuestos bajos (aunque los subió en los últimos gobiernos por la crisis agravada por los efectos del Brexit) y es “anti-woke” (una palabra amorfa que en este caso se refiere a los derechos trans). Según él, su partido es “la mejor manera” que tiene Musk de “oponerse a este Gobierno tan socialista”, en referencia al de Starmer. Como otros, también alabó al propietario de X y se dirigió en su súplica también al actual recaudador de Farage.
Nick Candy, el tesorero de Reform que posó con Musk y Farage, es un magnate inmobiliario y antiguo donante del Partido Conservador que ha desertado como otros ante el desplome de popularidad del partido tras el escándalo de las fiestas de Boris Johnson en pandemia y la crisis provocada por Liz Truss con sus planes de bajar los impuestos. El anuncio del nombramiento de Candy como tesorero de Reform fue unos días antes de la visita a Mar-a-Lago.
Vacío legal
Una donación de Musk puede ser el caso más visible de un vacío legal en las normas del Reino Unido, que ha sido ignorada y explotada por los gobiernos conservadores en el poder durante 14 años.
“Es crucial que los votantes del Reino Unido confíen en la financiación de nuestro sistema político”, dijo al diario The Guardian el director ejecutivo de la comisión electoral, Vijay Rangarajan. “Es necesario fortalecer el sistema y hemos estado pidiendo cambios en la ley desde 2013 para proteger el sistema electoral de la interferencia extranjera”.
Hasta ahora la preocupación era más por la manipulación de los gobiernos autoritarios a través de los multimillonarios instalados en Londres, pero el ascenso de Farage y su relación con el nuevo e impredecible Gobierno de Estados Unidos ha cambiado el foco.
Las ideas de la extrema derecha han estado hasta ahora integradas en un ala del Partido Conservador y, hasta este año, Farage, que había retirado de su partido, estaba más centrado en su carrera televisiva. Ahora se ha beneficiado del desplome de los conservadores y de su presencia continua en redes y medios, incluida la pública BBC.
Varias encuestas muestran ahora que es un político menos impopular que Starmer o cualquier líder conservador. Pero algunas voces expertas alertan contra el significado de estos números sobre las preferencias de los votantes entre los líderes nacionales.
“Están muy altas las contestaciones de 'ninguno' o 'no sé'”, decía hace unos días Paula Surridge, profesora de Sociología en la Universidad de Bristol, en una charla organizada por la red académica UK in a Changing Europe. “La gente no está prestando atención. Las elecciones han sido hace seis meses. La gente está un poco a ver qué pasa”.
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