El líder laborista, Keir Starmer, habló en el congreso anual del partido este martes de las listas de espera en la sanidad, la crisis de la vivienda, los borrachos en la calle y las falsas promesas del Brexit. En su discurso en Liverpool, aseguró que le dará la vuelta al declive del Reino Unido contra “el populismo” y la “conspiración” de sus rivales conservadores.
Starmer dijo que los laboristas serán “los que curan” y que su gobierno “reformará” los servicios públicos y reconstruirá el país después de 13 años de gobierno conservador mientras se comparaba con Tony Blair en 1997, la última vez que los laboristas volvieron al poder después de un largo periodo de gestión tory (en ese caso, 18 años). El líder laborista pasó de puntillas por el Brexit, que sigue dividiendo al país, pero recordó algunas de las mentiras de la campaña a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea: “Les dijeron a la cara que el Brexit sólo traería beneficios para sus negocios”, comentó.
El líder laborista dijo hace unos días que, si gana las elecciones, aprovechará la revisión del acuerdo comercial con la UE, prevista en 2025, para mejorar la relación con el principal socio de la isla. Pero no se refirió a esta posible negociación en su discurso central en el que probablemente será el último congreso del partido antes de las elecciones.
Purpurina
Justo antes de que Starmer empezara a hablar, un hombre se subió al escenario, le agarró y le tiró encima algo que parecía purpurina verde mientras gritaba “estamos en crisis” y “nuestro futuro está en peligro”. Tras la detención del espontáneo, el líder laborista se quitó la chaqueta, aseguró que no le molestaba y que se alegraba de que no le hubiera caído nada a su mujer porque llevaba “un vestido muy bonito”. “Protesta o poder. Por esto hemos cambiado el partido”, dijo.
Una entidad llamada People Demand Democracy se atribuyó la propuesta. En una web con muy poca información, este grupo o persona asegura que quiere elecciones con un sistema de voto proporcional y la creación de una asamblea ciudadana cuyos miembros sean elegidos por sorteo.
Starmer hizo una lista de promesas enfocadas en la vida de las ciudades, como la construcción de más viviendas, las patrullas contra los borrachos en las calles o el “comportamiento antisocial” y más poderes para los ayuntamientos y otras autoridades locales. Prometió una sanidad pública “que se levante” y “electricidad británica barata” para todos.
El líder laborista asegura que un gobierno suyo traería “una década de renovación” tras los 13 años de “declive” del país bajo gobiernos conservadores. El mandato para el partido ganador de las elecciones en Reino Unido es de un máximo de cinco años, así que los cálculos de Starmer pasan por la reelección.
Starmer quiso marcar distancias respecto a su predecesor, Jeremy Corbyn, y a la izquierda de su partido. Habló de un “nuevo” Partido Laborista, que “ya no es partido de la protesta”, sino “de servicio”.
El líder laborista tiene muchas posibilidades de ser el primer ministro tras las próximas elecciones generales. Parte de su éxito o fracaso pasa por atraer a votantes centristas que el partido perdió en 2019, y por eso también se dirigió a los votantes que tal vez apoyaran a Boris Johnson, pero ahora que están asustados por “las aguas sucias del populismo y la conspiración” de los tories.
Gobierno impopular
El giro de Rishi Sunak hacia la extrema derecha en políticas climáticas, inmigración y protección de derechos no parece haber tenido efectos en la opinión pública a su favor tras la conferencia tory la semana pasada. Los conservadores siguen 18 puntos por detrás de los laboristas en intención de voto, según las encuestas. La gestión del Gobierno de Sunak sigue siendo muy impopular. Los conservadores están perdiendo en particular a los votantes que se identifican como “clase trabajadora” y que impulsaron la victoria por amplia mayoría de Johnson en 2019, según un sondeo recién publicado de YouGov.
El Gobierno tiene que tramitar la convocatoria de elecciones, como tarde, en diciembre de 2024, aunque se espera que se celebren antes. Cerca de la mitad de la población querría que fuera antes de que termine este año o en los primeros meses del siguiente.
En cualquier caso, el reto para un país aislado y empobrecido es grande, como reconocen los propios laboristas.
“El mayor rival del Partido Laborista en las próximas elecciones generales ya no es el Partido Conservador, sino el cinismo”, dijo Wes Streeting, el portavoz de sanidad del partido. “La gente cree que las cosas están tan destrozadas que se pregunta si alguno de nosotros es capaz de arreglarlas”.
LC