Islandia se paralizó este martes en una huelga feminista histórica en el país nórdico, la más importante desde 1975, hace 48 años. Bajo el lema “¿A eso le llamas igualdad?”, las islandesas estaban convocadas a no acudir a sus trabajos ni realizar ninguna otra tarea doméstica no remunerada en protesta por la persistencia de la brecha salarial y la violencia de género en Islandia, a pesar de ser considerado un país referente en términos de igualdad.
La huelga, convocada por los principales sindicatos y 40 asociaciones feministas, tuvo un seguimiento muy extendido. A la protesta estaban convocadas las mujeres y también las personas no binarias y, desde primera hora de la mañana, tuvo impacto en escuelas, hospitales, comercios (donde mayoritariamente solo se vieron trabajar a hombres), y en los servicios municipales, que se han visto reducidos.
La huelga también se notó en las emisiones de la cadena de radio y televisión públicas RÚV, y ha provocado varias cancelaciones de vuelos de la compañía aérea IcelandAir, en la que más de la mitad de sus trabajadores son mujeres. Según el periódico Morgunblaðið, el tráfico por la mañana en Reikiavik ha disminuido un 28% respecto a un martes normal, en una jornada que ha concluido con una manifestación con miles de personas recorriendo las calles de la capital.
La primera ministra del país, Katrín Jakobsdóttir, también se ha sumado a la protesta aplazando el Consejo de Gobierno para el día siguiente y pidiendo a las otras ministras del Ejecutivo que tampoco acudieran a trabajar. El día antes de la huelga, Jakobsdóttir señaló ante los medios de comunicación islandeses que se unía a la huelga con la voluntad de “mostrar solidaridad con las mujeres islandesas. Como saben, todavía no hemos alcanzado nuestros objetivos de plena igualdad de género y todavía estamos abordando la brecha salarial de género, que es inaceptable en 2023”.
Lejos del “paraíso de la igualdad de género”
Según el Foro Económico Mundial, Islandia ha encabezado durante 14 años seguidos la lista de países en el mundo con mayor igualdad de género. Sin embargo, los datos del gobierno islandés muestran que el hecho de liderar los ránquines de igualdad no significa que las diferencias no existan: “Se habla de Islandia como si fuera un paraíso de la igualdad”, afirmó Freyja Steingrímsdóttir, directora de comunicación de la Federación Islandesa de Trabajadores Públicos (BSRB), uno de los sindicatos convocantes de la huelga.
Pero para Steingrímsdóttir “un paraíso de la igualdad no debería tener una brecha salarial del 21% y un 40% de mujeres que sufran violencia sexual o de género a lo largo de su vida. Eso no es para lo que luchan las mujeres de todo el mundo”, sentenció la portavoz sindicalista. Steingrímsdóttir también quiso hacer referencia a que Islandia tiene una reputación mundial en igualdad de género, y, por lo tanto, “tiene la responsabilidad de asegurarse de que estamos a la altura de esas expectativas”.
Desde el año 2018, Islandia se convirtió en el primer país en exigir a las empresas que demuestren que pagan equitativamente a sus empleados por ejercer las mismas funciones. Sin embargo, los sindicatos denuncian que las empresas aún van a remolque de la legislación y de las reivindicaciones feministas.
Además, para Tatjana Latinovic, presidenta de la asociación islandesa de Derechos de las Mujeres, otro aspecto a tener en cuenta para entender la desigualdad salarial es que “los llamados empleos femeninos (limpiadoras, cuidadoras de ancianos, trabajadoras en guarderías) ahora son ocupados por mujeres extranjeras, porque es difícil encontrar personas que trabajen con los bajos salarios que ofrecen”. Actualmente, las mujeres inmigrantes representan el 22% del mercado laboral femenino islandés, pero, según los sindicatos, su contribución en la sociedad no se ve reflejada en los salarios que estas mujeres reciben.
De acuerdo con el Gobierno, se está estudiando cómo se valoran económicamente en promedio los trabajos que mayoritariamente son ejercidos por mujeres en comparación con los trabajos mayoritariamente ocupados por hombres, ya que cree que este factor contribuye de forma clara a la actual disparidad salarial.
La igualdad no avanza
La otra gran reivindicación de la huelga ha sido acabar con la violencia de género, que la alcaldesa de Reikiavik, Ingibjörg Sólrún Gísladóttir, la calificó en televisión como una “auténtica epidemia que debemos hacer frente con la misma seriedad con que nos enfrentamos a la COVID”. En el programa emitido en la cadena pública RÚV se puso como ejemplo de ello un estudio realizado por la Universidad de Islandia en 2018, que revelaba que una de cada cuatro mujeres ha experimentado violencia sexual a lo largo de su vida.
Los sindicatos organizadores de la huelga también han señalado que, durante la jornada de protesta, “se esperaba que los maridos, padres, hermanos y tíos asumiesen las responsabilidades de la familia y el hogar, por ejemplo, preparando el desayuno y el almuerzo, recordando los cumpleaños familiares, comprando los regalos para la suegra o programando la cita de los hijos al dentista” entre las muchas otras tareas y responsabilidades que normalmente son llevadas a cabo por las mujeres.
Esta huelga feminista representa una repetición histórica de la protesta que paralizó el país el mismo día 24 de octubre de 1975. En aquella ocasión, el 90% de las mujeres islandesas se sumó a la protesta reclamando el kvennafrí (día libre de las mujeres), y que sirvió para avanzar de forma significativa en la igualdad en el país nórdico. Desde entonces, en 1980, Islandia se convirtió en el primer país en el mundo en elegir democráticamente a una mujer como cabeza de estado, la presidenta Vigdís Finnbogadóttir.
Más recientemente, movimientos como el #MeToo han tenido una gran repercusión en el país, sin embargo, la responsable sindical Freyja Steingrímsdóttir admitía que “tenemos la sensación colectiva de que estamos parados y los niveles de igualdad de género no avanzan. En general, en los países nórdicos hay una tendencia en pensar que, como somos los mejores, puede que no haya motivos para reivindicar más, pero creemos que es necesario continuar sacudiendo el debate para avanzar” concluía.