A 58 años de la marcha de Martin Luther King en la que inmortalizó la frase “tengo un sueño”, miles de personas marcharon este sábado por las calles de Washington y de decenas de ciudades en Estados Unidos en defensa del voto de las minorías, especialmente la comunidad negra y la latina, frente a lo que denunciaron como una ola de leyes represivas aprobadas por los estados más conservadores del país.
“Haremos historia” llevando “la antorcha de la justicia que mi padre y tantos otros llevaron” hace 58 años, prometió su hijo, Martin Luther King III, antes de pedir a la multitud “no abandonar” el combate por la igualdad en las urnas, según la agencia de noticias AFP. “Son ustedes los que cargan ese sueño y llegó el momento de realizarlo”, agregó ante una multitud mucho más reducida que las de 1963.
Se estima que unas 20.000 personas se reunieron en Washington, apenas un 10% de la cifra que movilizó el histórico líder del movimiento de derechos civiles afroestadounidense. Sin embargo, entre la gente que salió a la calle pese al duro calor del verano de Washington la sensación de injusticia y urgencia era muy similar.
“Siento que hemos retrocedido en el tiempo”, dijo Rikkea Harris, una estudiante de 25 años que viajó desde Colorado para participar en la protesta junto a su padre. Es necesario “que todos contribuyan para intentar anular estas restrictivas leyes electorales”, comentó su padre, Rickey Harris, de 65 años, junto a personas que levantaban carteles que rezaban “derecho al voto para todos” o “el voto es sagrado”.
En 1965, el Congreso federal de Estados Unidos aprobó la Ley de Derechos Electorales, que prohíbe medidas discriminatorias en el acceso al voto. Sin embargo, desde ese mismo momento, los estados más conservadores -y otros más moderados también- han buscado maneras legales de sortear ese derecho garantizado por ley y poner trabas, a veces burocráticas, para dificultar que las minorías, especialmente la comunidad negra y la latina, participen de las elecciones.
Por ejemplo, la inclusión del requisito del registro de conducir como documento para votar o la reducción significativa de centros de votos en los barrios negros o latinos o el requisito de no tener antecedentes penales.
A esto se suma que en Estados Unidos se vota un martes, día hábil, lo que hace difícil que muchos trabajadores encuentren tiempo de hacer largas colas -cuando están en un distrito con pocos centros de votación- para participar.
A este contexto, se le sumó en este último año las acusaciones sin fundamentos de fraude electoral masivo formuladas por el exmandatario republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales de noviembre de 2020.
Desde enero, al menos 18 estados han aprobado 30 leyes electorales restrictivas y decenas más están bajo revisión, según el centro de estudios Brennan Center for Justice, informó AFP.
Las normas varían según los estados, desde la obligación de tener una dirección para inscribirse en listas electorales hasta la prohibición de votar desde el automóvil en plena pandemia.
En Texas, por ejemplo, el gobernador republicano Greg Abbott impulsó un proyecto de ley que, de aprobarse, restringirá el voto por correo, eliminará algunas opciones de votación anticipada, agregará sanciones penales por violaciones a las normas electorales y empoderará a los observadores electorales partidistas.
Tanto el voto por correo como el anticipado fueron elementos claves para explicar la victoria del actual presidente demócrata Joe Biden.
“Los derechos de voto están total y completamente bajo ataque en todo este país”, alertó este sábado Andrea Pringle, directora de campañas políticas y estratégicas de March On, durante una de las marchas.
CRM con información de la agencia Télam