Más que nunca este año llamaba el colectivo LGTBI a salir a las calles para intentar frenar los intentos de retrocesos en derechos LGTBI. Es una ola reaccionaria con ecos a nivel global, con la vista puesta en las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas, pero también las mujeres, las conquistas feministas o las vidas migrantes. Dos años después del estallido de la pandemia que cambió el mundo, uno de los Orgullos más multitudinarios del mundo, el de Madrid, volvió este sábado a tomar las calles para enfrentar las amenazas, ya sin barbijo y sin distancias, y bajo el lema “Frente al odio: Visibilidad, Orgullo y Resiliencia”.
Es el discurso de odio el que tienen en la diana. La estigmatización, el señalamiento, el estereotipo que suena a épocas pasadas y oscuras y que volivó a resonar en algunos sectores políticos y sociales. España, donde el matrimonio homosexual es legal desde hace ya 17 años, es uno de los países con mayor aceptación del colectivo LGTBI, pero lleva dos años cayendo posiciones en el ranking anual que publica la organización europea ILGA. El punto de inflexión llegó con el asesinato de Samuel Luiz hace justo un año, que prendió la mecha de la movilización contra la violencia LGTBIfóbica.
Poco antes de comenzar la manifestación, los colectivos organizadores quisieron lanzar un mensaje contundente contra “quienes no nos quieren y nos repudian, contra quienes quieren eliminar los derechos conseguidos”, dijo Uge Sangil, presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB). Entre ellos, nombró al alcalde de Madrid José Luis Martínez Almeida, que descartó este año colgar la bandera arcoíris en la sede de Cibeles y al que la oposición acusa de boicotear el Orgullo: “Hasta que no haga políticas públicas para el colectivo LGTBI, este no será el ayuntamiento de todas, todos y todes”, añadió Sangil, que nombró también a la presidenta Isabel Díaz Ayuso y su “alianza” con la ultraderecha en la comunidad.
En la misma línea se expresó Carmen García de Merlo, presidenta de COGAM, que recordó que la manifestación del Orgullo sale a la calle en Madrid desde 1979. “Seguimos, aquí, seguimos adelante. No vamos a permitir que nadie, ni las instituciones, puedan con nosotros. Si no cuelgan la bandera, ya la llevamos nosotros. Sin visibilidad no somos nada. Nadie nos va a meter otra vez en el armario (closet)”. A ellas se sumó este año la comisaria europea de igualdad, Helena Dalli, que también participó en una manifestación con la que “celebrar los logros de la comunidad LGTBI, pero también protestar para asegurarnos que nadie se queda atrás”, aseveró minutos antes.
Recuperar las calles tras la pandemia
Tampoco en Castilla y León este año se iluminó con los colores del arcoíris el edificio de las Cortes por la negativa de su presidente, Carlos Pollán (VOX). Precisamente de allí, en concreto de un pueblo de Salamanca, han acudido José Antonio y Aritz, un matrimonio de hombres gays que viene año tras año “para seguir peleando por la igualdad y defendiendo derechos que no queremos perder” dijo el primero de ellos. Ambos ataviados con camisetas con los colores arcoíris, esperaron pacientes a que iniciase la marcha. Las únicas ediciones a las que fallaron fueron las dos anteriores, las de la pandemia. “Hay muchas, muchas ganas”, aseguró Aritz, que lamentaba contar con un partido en el Gobierno de su comunidad como Vox, que “asegura que solo deben mantenerse relaciones para procrear” o “que el Orgullo no representa a todos”.
Que hubo más ganas que nunca de recuperar la calle en Madrid se vio a cada paso. A duras penas pudo la cabecera avanzar en el primer tramo de la marcha por el tumulto de curiosos e integrantes del colectivo LGTBI que ocupaban las márgenes del Paseo del Prado. Y para muchas, como Allison, fue su primera vez. Tiene 13 años y acudió ataviada con una bandera bisexual atada al cuello. Hace no mucho que se lo dijo a su familia, a su madre Karen y su hermano David, que no dudaron ni un segundo en acompañarla. “Tuve miedo porque piensas en cómo se lo pueden tomar”, reconoció Allison cuando se le preguntaba por su salida del armario. “Ella sabe que puede contar conmigo”, le complementaba su madre. La joven se despide apuntando al motivo que la trajo hasta aquí y que resume la importancia de la visibilidad: “Porque me siento reconocida en las demás”, aseguraba a sus 13 años.
La explosión de diversidad y color que recorrió una de las arterias principales de Madrid cristalizó este año en un centenar de entidades LGTBI que siguieron a la pancarta de cabecera. Las hubo de todo tipo y de todas partes. Vinieron de Asturias, de Murcia, de Castilla-La Mancha, de Extremadura; son colectivos trans, de mayores LGTBI, de personas no binarias, de familias, de deportistas LGTBI. Y vinieron enfundados en sus mejores galas para la ocasión. Con banderas, sombreros, abanicos, camisetas con los colores del arcoíris o purpurina en la cara. Con el avance de la manifestación se escucharon lemas como: “Aquí está la resistencia trans” o “la Mancha rural por la diversidad”, clamó el colectivo que vino de la comunidad vecina. Unos metros más allá el público aplaudió un pase de modelos improvisado de dos hombres en tacones ataviados con plumas que representaban la bandera LGTBI.
Para algunos colectivos este Orgullo fue el primero. Es el caso de la organización de personas intersexuales Kaleidos, que son aquellas que nacen con características sexuales que no encajan al 100% en los cuerpos considerados masculinos o femeninos. Y aunque son la I del colectivo LGTBI, Yolanda Melero, una de sus integrantes, denunciaba que “apenas se nos conoce dentro de la comunidad”. “Es el armario más pesado, estamos sometidas a niveles enormes de secretismo y vergüenza y muchas estamos traumatizadas desde pequeñas, entre otras cosas por las cirugías a las que se ha sometido a nuestros cuerpos para intentar hacernos encajar como hombres o mujeres”. Ella misma pasó por el quirófano a los dos y a los cuatro años. “Me quitaron los testículos internos, me castraron”, lamenta. Este tipo de intervenciones, siempre que no respondan a motivos médicos, tienen los días contados en España a la luz de la futura ‘ley trans’ que ya tramita el Congreso y que prevé prohibirlas.
La 'Ley Trans' y un pacto de Estado contra delitos de odio
La agilización del trámite de la llamada 'Ley Trans' fue otra de las reivindicaciones de la tarde. “Nos deja fuera”, ilustraba Ramón, una persona no binaria que vino acompañade (utiliza el pronombre neutro ‘e’ para identificarse) de su novia Maru. Ambos bisexuales, reconocen que la norma es “un gran avance” al permitir la autodeterminación de género de las personas trans, pero reclaman poder “de alguna manera, ser reconocide como no binario en el DNI”, dijo Ramón, que vino de Málaga a la manifestación.
El Gobierno envió al Congreso la norma el pasado 27 de junio, a las puertas del Orgullo, pero los colectivos reclaman derechos “para todas, todos y todes” y piden que la autodeterminación de género que contempla el texto se extienda a todos los menores de edad, se reconozca la identidad de las personas no binarias y “se garanticen los derechos de las personas migrantes”. Apuestan, además, por una unión de luchas frente a la “división” que propugna la extrema derecha: “Nuestras enemigas jamás serán las personas migrantes ni las feministas, juntas venceremos al odio”, advierten.
Otra de las demandas de este sábado fue el impulso de un pacto de Estado contra los delitos de odio, que se repiten a diario contra el colectivo. “El objetivo es acabar con los discursos de odio que estigmatizan y señalan a los grupos vulnerables y que están socavando la convivencia social, poniendo en peligro los avances logrados hasta la fecha y fomentando el aumento de los delitos de odio”, argumentan las entidades que han salido a la calle.
A la marcha se unieron algunos representantes políticos. La ministra de Igualdad, Irene Montero, aseguró que la Ley Trans y LGTBI --que fue aprobada el pasado 27 de junio en el Consejo de Ministros-- “será ley” antes de que acabe este año 2022 y ha defendido que el colectivo no se sentirá “nunca más” humillado porque habrá leyes e instituciones que reconozcan sus derechos. “Somos un país orgulloso de su diversidad y de celebrar con cientos de miles de personas la visibilidad de esa diversidad”, ha reclamado. Asimismo, ha mandado un mensaje de esperanza al colectivo LGTBIQ+ y ha recalcado que “nunca más” habrá “un país sin ellos, sin ellas y sin elles” y que toda su movilización y su visibilidad estará protegida por las instituciones y leyes.
Por su parte, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que ha acudido en compañía de la ministra de Educación, Pilar Alegría, ha considerado que “a la derecha y a la extrema derecha les gustan más las políticas de retroceso” en lo que se refiere a los derechos del colectivo LGTBI+. Por eso, ha subrayado que esos sectores ideológicos “ponen en tela de juicio los avances” conseguidos en España en favor de los derechos de ese colectivo y ha remarcado la necesidad de “seguir avanzando” en su consolidación y en que estén plenamente garantizados.
La manifestación de este año recuperó la afluencia de los años anteriores a la pandemia. Acudieron entre 600.000 y 700.000 personas según han informado a Europa Press fuentes de Delegación del Gobierno, y un millón y medio, según los organizadores.
MB