Francisco prepara un nuevo viaje antes de que culmine el año. Tal y como confirmaron a elDiario.es fuentes vaticanas, hay una “altísima probabilidad” de que el Papa viaje del 30 de noviembre al 2 de diciembre a Dubai, para participar en la inauguración de la COP28 (la cumbre del clima de la ONU). El anuncio podría hacerse oficial en las próximas horas y supondría un nuevo paso del Papa para implicarse en la crisis climática, pocas semanas después de publicar Laudate Deum, en la que exige a los líderes mundiales que participarán en la cita de Naciones Unidas que tomen medidas “que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente”.
Desde hace meses, y especialmente tras la publicación de la exhortación apostólica, un llamado a la acción de la comunidad internacional que se congregará en Dubai en torno a la cumbre mundial, se habían sucedido los rumores que apuntaban a una posible presencia del Pontífice.
La semana pasada, el presidente de la COP28, el sultán Al Yaber, viajaba a Roma para hacer la invitación oficial, a la que se sumaron las peticiones expresas del rey de Bahrein y del entorno de la universidad Al-Azhar de Egipto, que parecen haber inclinado la balanza para el “sí” de Bergoglio. No obstante, la escalada de la tensión en Medio Oriente podrían frustrar una visita que se presume histórica.
“Nuestro objetivo es garantizar que la COP28 amplifique el llamado a la acción de los líderes religiosos y planeamos hacerlo a través de la cumbre mundial de líderes religiosos en Abu Dabi”, defendía Al Yaber durante su encuentro con Francisco, en el que anunció una cumbre interreligiosa por el clima que se celebrará a comienzos de noviembre en Dubai, como previa a la cumbre climática global.
Un proceso “drástico, intenso y con el compromiso de todos”
El pasado 4 de octubre el Papa publicaba Laudate Deum, un texto en el que ponía énfasis en la crisis climática, al borde del no retorno. En ella, Francisco exigía a la COP28 esas medidas “eficientes”, “obligatorias” y “que se puedan monitorear fácilmente” para un nuevo proceso “que sea drástico, que sea intenso y que cuente con el compromiso de todos”. Si se termina confirmando su presencia en la COP, podrá reclamárselas a los líderes mundiales en directo.
Centrándose en las sucesivas conferencias sobre el clima, el Papa constataba “avances y fracasos” desde 1990 a nuestros días, especialmente desde el protocolo de Kyoto de 1997 hasta el Acuerdo de París de 2016. Tras “la decepción de la COP25 de Madrid” y las siguientes (Glasgow y Sharm El Sheikh), el Papa constata que “los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación”, y pone sus esperanzas en la cita de Dubái. “Decir que no hay nada que esperar sería un acto suicida, porque implicaría exponer a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, a los peores impactos del cambio climático”, reclamaba Francisco.
“Si confiamos en la capacidad del ser humano de trascender sus pequeños intereses y de pensar en grande, no podemos dejar de soñar que esta COP28 dé lugar a una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos y susceptibles de un monitoreo permanente”, reclamaba Francisco en su texto, en el que advertía de que “corremos el riesgo de quedarnos encerrados en la lógica de emparchar, colocar remiendos, atar con alambre, mientras por lo bajo avanza un proceso de deterioro que continuamos alimentando”.
“Suponer que cualquier problema futuro podrá ser resuelto con nuevas intervenciones técnicas es un pragmatismo homicida, como patear hacia adelante una bola de nieve”, señalaba el Papa, defendiendo el papel de los activistas climáticos, que “son criticados como ”radicalizados“. Pero en realidad, continuaba el pontífice, ellos cubren un vacío de la sociedad entera, que debería ejercer una sana ”presión“, porque a cada familia le corresponde pensar que está en juego el futuro de sus hijos”.
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