Eran alrededor de las 5.30 de la mañana del domingo cuando Vincenzo Luciano acudió a la playa de Steccato di Cutro, en la región de Calabria (sur de Italia), tras recibir una llamada de un colega pescador que le contó que había visto cómo una embarcación se desintegraba entre las olas.
“Aún era de noche, pero cuando llegué pude ver muchos cadáveres en la playa, también de niños”, explica Luciano. “Usando la luz de mi teléfono intenté encontrar a otros en el mar. Nunca había ocurrido nada parecido en este tramo de costa y espero que sea un recuerdo que pueda olvidar rápidamente”.
Hasta ahora se ha confirmado la muerte de 62 personas, entre ellas 12 niños, después de que la embarcación de madera naufragara frente a Steccato di Cutro, un pueblecito de unos 450 habitantes y popular destino turístico en verano. El barco había zarpado del puerto turco de Esmirna cuatro días antes, transportando a personas procedentes de Afganistán, Irak, Irán y Pakistán que se encontraban a escasos metros de la orilla cuando ocurrió la tragedia.
El sábado por la noche, un avión de Frontex, la agencia de fronteras de la UE, avistó la embarcación a unos 75 kilómetros de la costa italiana, pero las patrulleras enviadas para interceptarla regresaron a puerto debido al mal tiempo. La policía informó entonces de que había movilizado una brigada para registrar la costa.
Muchos de los cadáveres aparecieron en la playa arrastrados por la corriente y otros fueron recuperados directamente del mar.
Los restos de la embarcación, de 20 metros de eslora, estaban esparcidos por la costa el lunes, al igual que las pertenencias de sus pasajeros, entre ellas zapatos, mochilas y un flotador de goma rosa de un niño.
Luciano se encontraba de nuevo en la playa a primera hora de la mañana del lunes cuando se topó con el cadáver de otra víctima, que se cree que era un joven iraquí. “Iba de un lado a otro de la playa en mi Jeep cuando lo vi”, dijo.
Antonella, que paseaba por la playa con su amiga María, dijo: “Estamos todos conmocionados. La playa parece un cementerio. Mira el mar: es hermoso, pero engañoso”. 80 personas han sobrevivido, de las cuales 20 han sido hospitalizadas y una ha sido ingresada en cuidados intensivos.
Dos personas, entre ellas un ciudadano turco, han sido detenidas acusadas de tráfico de personas. No está claro cuántas personas viajaban en la embarcación.
“Algunos supervivientes dicen que había 120 personas a bordo del barco. Otros dicen que 200”, dice Sergio Tedesco, comandante de la policía local. “Es difícil establecer las cifras, tenemos que esperar. Quizá cuando el mar esté más calmado puedan aparecer más cuerpos, incluso después de una semana”.
Se trata del naufragio de personas migrantes más mortífero ocurrido tan cerca de la costa en Italia desde que 368 personas perdieron la vida después de que la embarcación en la que viajaban naufragara frente a la isla de Lampedusa en octubre de 2013.
“Llevo 30 años atendiendo a inmigrantes y nunca había visto algo así”, cuenta Orlando Amodeo, médico que atendió a los supervivientes. “Sí, en el pasado hemos tenido embarcaciones en dificultades en esta playa, pero todos se salvaron. Estas personas recorrieron 1.078 km por mar para acabar muriendo a tres metros de la orilla: es una tragedia dentro de otra tragedia para gente que ya era desafortunada”.
El naufragio también ha reavivado el debate sobre la inmigración en Europa e Italia, donde el gobierno de extrema derecha de la primera ministra, Giorgia Meloni, que llegó al poder en octubre, impuso duras medidas contra las organizaciones de salvamento marítimo. Estas medidas contemplan multas de hasta 50.000 euros si los barcos de las ONG incumplen el requisito de solicitar dónde atracar y navegar hasta puerto inmediatamente después de realizar un rescate en lugar de permanecer en el mar para ayudar a las personas de otras embarcaciones en dificultades.
El Geo Barents, barco de Médicos Sin Fronteras, se convirtió el viernes en el primer buque multado con arreglo al nuevo sistema, tras ser sancionado con una multa de 10.000 euros y la prohibición de navegar durante 20 días.
Meloni ha expresado su “profundo dolor” por las vidas truncadas por los traficantes de seres humanos en el naufragio, al tiempo que ha reiterado el compromiso de su Gobierno de “impedir las salidas y con ellas las tragedias que se desencadenan”. “Es inhumano intercambiar la vida de hombres, mujeres y niños por el precio de un 'billete' pagado por ellos con la falsa promesa de un viaje seguro”.
Italia es uno de los principales puntos de desembarco de las personas que intentan entrar en Europa, pero la “ruta del Mediterráneo central” está considerada una de las más peligrosas del mundo. Según el proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones, 20.333 personas han muerto o han desaparecido en el Mediterráneo central desde 2014.
Pero en la última década los Estados miembros de la UE no han conseguido elaborar un plan compartido y eficaz para gestionar las llegadas de migrantes y no hay ninguna operación oficial de búsqueda y rescate en el Mediterráneo.
“Nada ha cambiado desde Lampedusa”
“No veo ningún sentido en la expresión 'frenar las salidas', especialmente de un país como Turquía, que acoge a la mayor población de refugiados del mundo y ahora está lidiando con una crisis sísmica”, dice Christopher Hein, profesor de Derecho y Políticas de Inmigración en la Universidad Luiss de Roma, en referencia a las declaraciones de Meloni. “Veo aún menos sentido al 'debemos impedir que la gente abandone sus países de origen' ¿Cómo impedir que salgan de Afganistán o Siria? Son palabras vacías”.
Hein también critica las declaraciones de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que el domingo dijo que hay que redoblar los esfuerzos en el pacto de la UE sobre migración y asilo y el “plan de acción” sobre el Mediterráneo central.
“¿Qué tiene que ver el pacto de la UE sobre migración y asilo, presentado por la Comisión en 2021, con esta tragedia?”, dice Hein. “En más de 500 páginas de ese pacto, no hay ni una palabra sobre un esfuerzo europeo en materia de búsqueda y rescate en el mar... He comparado las declaraciones de los líderes italianos y europeos tras esta tragedia con las realizadas tras Lampedusa en 2013 y nada ha cambiado”.
Los residentes en Steccato di Cutro guardaron un minuto de silencio por las personas que murieron en el naufragio, pero mientras los rescatistas continuaban su búsqueda a pesar del mal tiempo el lunes por la tarde, crecía la ira por el fracaso de las instituciones políticas nacionales y europeas para gestionar la migración de una manera humana.
“Sólo somos un pueblo de 450 personas y todos estamos muy tristes. Ver morir a niños en el mar es inaceptable”, dice Gianluca. “Vienen aquí en busca del espejismo europeo y en su lugar encuentran la muerte”.
Traducción de Javier Biosca