Portugal no fue una excepción. La investigación sobre la pederastia en el seno de la Iglesia Católica logró validar 512 testimonios de víctimas, aunque la comisión independiente que llevó a cabo este trabajo estima que, desde 1950, hubo al menos 4.815 víctimas de abusos sexuales en las instituciones católicas lusas.
Del total de las denuncias recibidas, la comisión envió a la Justicia apenas 25 casos, porque en su mayoría ya prescribieron, aunque la comisión prepara una lista con los abusadores todavía activos, la cual apuntan que podría estar terminada en las próximas semanas y que no será publicada, sino enviada a la Fiscalía. El coordinador de la comisión, Pedro Strecht, reconoció que “no es posible cuantificar el total de crímenes”, durante la presentación del informe final este lunes.
Las conclusiones de esta investigación deben conducir a un “cambio”, reclamó Strecht, en un acto con la presencia de Manuel Clemente, cardenal de Lisboa, y el presidente de la Conferencia Episcopal, José Ornelas, entre otros miembros de la cúpula de la Iglesia católica de ese país.
La mayor parte de los abusos fueron entre los 60 y 90
El grueso de los abusos fueron cometidos entre los años 60 y 90, por eso la comisión -creada por la Conferencia Episcopal e integrada por seis miembros entre psicólogos, sociólogos, juristas y hasta una cineasta- pidió la modificación de las leyes para ampliar a 30 años la prescripción de estos delitos.
La abrumadora mayoría de las víctimas fue abusada más de una vez, y alrededor de un tercio sufrió abusos durante al menos un año -en algunos casos hasta siete años-, según concluyó la investigación.
Algunos de los datos que aporta el informe revelaron que cerca del 53% son niños y comenzaron a sufrir abusos entre los 10 y 14 años, aunque la edad media apenas supera los once. La mayoría tiene 52 años en la actualidad y alrededor del 20% está en los 40. Además, se destacó que casi el 60% residía con sus padres y pocos blanquearon lo que estaba ocurriendo. Como media tardaron diez años en contarlo, y más de una cuarta parte apenas se atrevió a hablar cuando se puso en marcha esta investigación en enero del año pasado.
Los miembros de la comisión concluyeron que el silencio fue el cómplice de los abusadores, ya que el 77% de las víctimas nunca presentó una queja ante la Iglesia y solo en un 4% se denunció ante la Justicia. Muchas de las víctimas que revelaron los abusos a sus familias no fueron creídas o incluso fueron rechazadas.
Perfil del abusador
Las víctimas sufrieron violaciones y todo tipo de abusos: penetraciones, sexo anal, oral, tocamientos, masturbación, palabras ofensivas. La mayoría de los abusadores fueron hombres (96%) y sacerdotes -alrededor del 77%-. Las conductas que fueron señaladas en esta investigación se produjeron en seminarios, dependencias de las iglesias -incluidos altar y sacristía-, confesionarios, casas parroquiales, centros de refugio, escuelas o instituciones deportivas. Por zonas, los delitos se registraron en el todo el país, con especial incidencia en Lisboa, Oporto y Braga, y afectaron a víctimas de todas las clases sociales.
La investigación confirma que Portugal no fue una excepción y que la dimensión y violencia de los abusos en el seno de la Iglesia lusa es similar a la denunciada en países vecinos. “Los testimonios son emocionalmente muy intensos” y deben servir para terminar con “una larga noche de silencio, vergüenza, miedo y culpa”, apuntó Strecht.
Otro de los expertos de la comisión, el exministro luso Alvaro Laborinho, aseguró que en la Iglesia católica portuguesa “hubo una cultura de la ocultación”. “No dejo de ver en varios miembros de la Iglesia actualmente una deseo de regresar a esta cultura, pero hay también una disponibilidad de apertura”, agregó.
Las conclusiones de esta investigación se hicieron públicas cinco meses antes de la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud, prevista para agosto en Lisboa, donde se espera la visita del papa Francisco.
Con información de EFE
LC