Sahraa Karimi es la primera mujer que llegó a ocupar la presidencia de la agencia pública del cine en Afganistán. Invitada por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales y la Academia de Cine, pasó por Madrid para presentar su película “Hava, Maryam, Ayesha”.
La nueva producción, filmada en Afganistán y estrenada en el Festival de Cine de Venecia, donde fue nominada al Premio Horizonte, muestra la vida de tres mujeres afganas de diferentes contextos sociales y aborda temas tabú como el aborto o el divorcio.
Karimi, en conversación con elDiario.es, recuerda el 15 de agosto, cuando Kabul cayó bajo la ofensiva talibán. Ese día, la directora hizo un llamamiento a la comunidad internacional reclamando solidaridad con la población afgana poco antes de ser evacuada. “Les pido que no des el reconocimiento internacional a aquellos que limitan la libertad de las mujeres, los artistas, los cineastas, los niños. Si reconocen políticamente a los talibanes, si los aceptan, ellos destruirán nuestras vidas. No puedo decirlo más claro”, dice.
Refugiada y exiliada
La directora de cine insiste en que no quería marcharse. “Yo no quería irme de mi país, al que volví después de toda una vida en Irán. Ahora no soy solo refugiada, que lo he sido toda mi vida. Ahora soy una refugiada que además es exiliada”.
Para Karimi, abandonar su país tras años de dificultades para lograr sobrevivir en él ha sido traumático. “La sensación de hogar se ha ido para siempre. Me siento bien acogida en Ucrania, Eslovaquia, Francia pero no son hogar. Al abandonar Kabul algo se rompió para siempre”.
Al preguntarle por el reconocimiento internacional de esta nueva versión del régimen talibán, presentada como “más moderada”, Karimi fuerza una sonrisa. “No son más moderados, son algo más estratégicos que los anteriores”, dice.
“Aquellos tenían una ideología, creían en algo y lo llevaban hasta las últimas consecuencias. Los de ahora han aprendido a jugar el juego de la propaganda, son más fuertes en tecnologías de información y comunicación, saben cómo manipular a la opinión pública. Y tienen claro cuál es su principal enemigo: las mujeres”.
Desde el ascenso al poder de los talibán, algunos grupos de mujeres han tomado las calles del país para protestar por las restricciones a sus vidas, que van desde el acceso a la educación básica, una gradual imposición de vestimentas o el aumento de las detenciones a periodistas, defensores de derechos humanos y ejecuciones sumarias de civiles.
La directora señala el protagonismo de una generación de mujeres que en los últimos 20 años han aprendido sus derechos y desarrollado su propia voz tanto en la zona urbana como en la rural.
“Claro que hay una brecha entre lo urbano y lo rural, pero esta brecha es algo que la comunidad internacional enfatiza, como si no existiera en todo el mundo. Lo cierto es que las limitaciones que viven las mujeres en zonas rurales son sobre todo culturales y familiares”, dice Karimi. “Es muy importante reconocer que los derechos y libertades a los que pudimos acceder sirvieron también a muchas mujeres procedentes de entornos rurales, incluidos niveles de educación que no eran posibles en el período anterior”.
La soledad de las mujeres
Al preguntarle por la resistencia del resto de la población, Karimi se muestra tajante. “La batalla la están dando fundamentalmente las mujeres. Las veo en los vídeos de las manifestaciones, veo en sus ojos lo solas que están. Más allá de si los talibán están o no en el poder, hablamos de una sociedad predominantemente misógina, con una fuerte reacción social a los avances de las mujeres en las últimas décadas”.
Recalca Karimi que las mujeres no luchan por cuestiones étnicas o identitarias sino por valores humanos y universales que afectan a toda la población. “La revolución que hagamos vendrá de las mujeres. Los talibán lo saben y por eso su objetivo es silenciarlas”.
Una de esas mujeres que permanecen en el país es la actriz Fereshta Afshar, que interpreta a una de las protagonistas de la película. Presionar por su evacuación es la principal razón de su actual gira por España y otros países. “Sigo intentando sacarla del país, pero no hay embajadas, no hay visados. Para los talibán ser actriz es algo tan terrible que si la encuentran la matarán”.
Karimi trabaja ahora en una nueva película basada en la experiencia de su huida del país y grabada con su móvil en aquellos momentos de caos. “Además de mostrar lo que supuso salir de Afganistán, quiero que la película sea un manifiesto por todas las vidas que hemos perdido, por todas esas personas que hemos dejado atrás y cuya memoria debemos honrar”, dice.
Con información de elDiario.es
LN