Por qué el sucesor de Bergoglio no será una mujer

13 de marzo de 2023 20:08 h

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Según la religión católica, Dios no tiene género. Pero Jesucristo tiene sexo, y de su vicario en la tierra, el papa, para representarlo en la tierra se espera identidad de género y su vicario en la tierra, el papa, lo representa en cuerpo y alma. Dios es una Trinidad: la Potencia que engendra (Dios Padre o Madre), la engendrada y encarnada, un hombre en la historia humana, el Mesías, muerto crucificado, y el Espíritu Santo. Dios es tres personas a la vez, y Cristo es Dios y Hombre a la vez. Como hombre, está encarnado, determinado, sexuado, nacido en Palestina sometida, en un establo, está circuncidado. El papa es el vicario de este hombre, condenado a morir en la cruz. Encarna a una figura histórica, en todas sus determinaciones materiales. 

Catecismo para principiantes remisos

La teología del cristianismo es compleja. Es indiferente para quienes no comulgan con la Iglesia, pero es parte de la vida de una comunidad de hoy casi 1300 millones en 5 continentes. El número de la comunidad cristiana mundial, que incluye a iglesias que no reconocen la autoridad del Pontífice Romano (como los ortodoxos griegos y rusos, los protestantes, los evangélicos), es varias veces mayor. Que sea un varón quien represente a otro varón, el Papa a Jesucristo, no ha sido motivo central de discusión, ni siquiera en las iglesias que se separaron de la Iglesia Católica inicial.

Hasta el año 500, toda la feligresía cristiana reconocía al Papa, que también es obispo de Roma, como autoridad suprema. La separación se debió diferencias teológicas sobre la Trinidad: es decir, las Iglesias cismáticas definían de modo diferente que el Papa a Dios.

Mujeres, hombres, clero regular, clero secular, iglesia universal

Dentro de la Iglesia Católica, el Papa está en la cumbre de dos jerarquías que al fin convergen en él, aunque sin tocarse antes.

El clero regular es el de las órdenes religiosas. Como las carmelitas o los jesuitas. Cada una tiene una jerarquía interna y sus autoridades supremas reportan al papa. Las mujeres gozan de entera autonomía en la organización de sus órdenes. Algunas acumularon poder, riqueza, influencia, aceptación.

En el papado de Benedicto XVI, las religiosas reclamaban al Pontífice por los abusos sexuales del clero varón. No había denuncias contra ellas, o eran excepcionales. En EEUU, bastión de la derecha política católica, las órdenes femeninas tienen una mayor inclinación hacia a la izquierda, una más decidida opción por los pobres, una notable frugalidad en sus vidas, una señalada dedicación a los servicios comunitarios,  y un rechazo a las guerras culturales sobre el aborto o el matrimonio igualitario. Junto con Andrea Tonielli, director editorial de Vatican News, declararon que el fallo de la Corte Suprema de EEUU que dejó sin efecto la sentencia previa de 1974 Roe v. Wade (que declaraba que la interrupción del embarazo era un derecho consitucionalmente protegido) era una irresponsabilidad moral de graves consecuencias para la sobrevida de las mujeres, y en primer lugar de las más pobres, que forman el 75% de la masa de quienes abortan en el país.

Francisco es un jesuita. Es una excepción histórica. Los papas suelen resultar electos al fin de una carrera en el clero secular. Esta es una organización territorialmente global y estructuralmente piramidal. El mundo católico cubre toda la tierra y reporta al Papa. El territorio global está dividido en arquidiócesis que se subdividen en diócesis que se subdividen en las parroquias donde la feligresía participa en las misas que celebra un cura párroco. Un sacerdote varón, y no mujer. El Papa representa a Cristo ante el mundo. Cada cura, en cada misa, revive la pasión y muerte de Cristo. Consagra la hostia in persona Christi. Asume la humanidad de Cristo, condenando a la pena capital, antes de que las fuerzas de seguridad lo arresten, flagelen, coronen de espina y claven en la cruz para ejecutar la sentencia de muerte. Es una tragedia  revivida en cada misa, un relato relatado con las mismas palabras bíblicas. La liturgia es una dramaturgia. Con estos personajes y actores.

La Iglesia es una jerarquía. Es verticalista, no horizontal. El peronismo de Bergoglio no encuentra escándalo en ello. La organización administrativa se ha construido a un fin profesadamente ultraterreno: la conversión. El mayor reclamo por la consagración de mujeres sacerdotes viene de fuera de la Iglesia. En el gobierno de la Iglesia, los cargos jerárquicos no están cerrados a las mujeres. No es imposible, al menos en teoría, una mujer secretaria de Estado. Como si el papa fuera presidente, y una mujer Secretaria de Estado. Es en la promoción de la mujer en esta jerarquía de funcionamiento de la Iglesia que marca la organización de su gobierno, donde se ha destacado la acción, visible, o invisible fuera de la discusión interna, de Francisco. De la mujer. No sólo de las religiosas. También de las laicas.

De un relato eclesiástico complejo a un mensaje universal simple: democracia, igualdad, paridad

El papa es el Vicario de Cristo, pero es también jefe de Estado. Del estado vaticano, el más pequeño del mundo. Hipotéticamente, una mujer podría ser jefa de Estado en Ciudad del Vaticano. Es una tradición la que da al obispo de Roma el poder temporal sobre el Estado. Podría modificarse. Como también es sólo una disposición disciplinaria, aplicada sistemáticamente sólo en los últimos 500 años, la del celibato sacerdotal. Podría modificarse, ha expresado Francisco varias veces, y también al momento de las celebraciones de su décimo aniversario como pontífice.

En la vida política internacional, Francisco, como todos los papas al menos desde Juan XXIII, es un defensor a ultranza de la libertad religiosa. Es decir, de la separación de la esfera del gobierno ciudadano y del la profesión de fe, libre, de cada integrante de esa ciudadanía.

El miércoles 8 de marzo, en el Día Internacional de las Mujeres, Francisco pronunció un discurso donde defendía, consistente con su temprana prédica pastoral, la igualdad sin resquicio de las mujeres ante la ley. La vida interna de la Iglesia tiene reglas sólo para sus fieles. No son un modelo para la vida política laica de la esfera pública civil. Esta convicción está en el corazón del programa de Francisco. Cuando Bergoglio enterró a Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, el papa emérito, enterró al último papa defensor de una Cristiandad cuyo centro era Europa y de una Iglesia eurocénticra modelo de sociedad y cultura para los otros cuatro, periféricos continentes. 

AGB