Familias LGTB en EEUU huyen de los estados con mayoría republicana: “Es una completa caza de brujas”

Amelia Abraham

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Este mes Lauren Rodríguez se irá de su casa en Texas, el estado donde ha vivido durante 20 años, para mudarse a Nueva Zelanda. “La gente piensa que estamos exagerando yéndonos pero si ves lo que le ha pasado a mi familia, no es exagerado”, dice mientras empaqueta las pertenencias de toda una vida. “Ha sido una completa caza de brujas y eso pasa factura”, lamenta.

Hace seis años, su hijo Grey le dijo que era transexual. Esa primera noche Lauren no se fue a la cama, estuvo buscando en Google “qué hacer cuando tu hijo te dice que es trans”. Después, lo llevó a que le hicieran “su primer corte de pelo de chico” y se puso en contacto con las organizaciones locales LGTBQ+ para pedir asesoramiento.

Aunque entonces el clima era menos hostil que ahora, explica, la noticia no fue bien recibida por varios vecinos. Esta mujer fue denunciada por algunos de ellos y por un profesor, y hasta por miembros de su familia ante los Servicios de Protección de Menores [CPS, por sus siglas en inglés] por ayudar a su hijo a recibir tratamiento médico de afirmación de género antes de que cumpliera los 18 años. Rodríguez, que es trabajadora social, ha sido denunciada ante el CPS más de 10 veces. En todas, el CPS abrió el caso, procedió a la investigación y lo cerró.

Durante este periodo, Texas ha sido uno de los estados de mayoría republicana donde se ha producido un cambio político respecto a esta cuestión: en la actual legislatura, han pasado por el senado estatal una cantidad inédita de proyectos de ley contra personas homosexuales y trans. Algunos imponen restricciones a la impartición de clases de sexualidad y de género en los colegios; uno de ellos hasta incorpora una cláusula que permitiría iniciar demandas penales contra bibliotecarios de escuelas por distribuir “material nocivo”.

Otros proyectos de ley quieren prohibir los espectáculos drag y uno en concreto, el SB14, prohíbe dar tratamiento médico para afirmar el género a menores de 18 años. Si el SB14 es finalmente aprobado, Texas pasará a engrosar la lista de 19 estados estadounidenses donde ya está prohibida o restringida la atención médica a transexuales, con sanciones previstas para los profesionales que incumplan la ley.

Persecución judicial

Muchos ciudadanos de estados republicanos han empezado a sentirse inseguros debido a este cambio repentino en las políticas. Según una encuesta llevada a cabo este año en Florida, el 50% de los padres de personas LGTBQ+ quieren abandonar el estado. La mayoría debido a la ley HB1557, también conocida como la ley “no digas gay”, que se aprobó en marzo de 2022 en Florida para impedir que los profesores dieran clases de orientación sexual o de identidad de género a niños desde preescolar hasta tercer curso de primaria. Recientemente, un profesor de Florida fue investigado en virtud de esa ley por proyectar a sus alumnos una película de Disney que incluía a un personaje homosexual.

Casi en el mismo momento en que Florida aprobaba la ley “no digas gay”, el gobernador de Texas, Greg Abbott, publicó una carta abierta pidiendo a los profesionales y a los ciudadanos que denuncien a los padres de menores trans, en el caso de que crean que están recibiendo tratamiento médico para la afirmación de género.

Después de la publicación de esa carta, llegó una nueva acusación contra Rodríguez y, en este caso, las investigaciones fueron más invasivas y violentas. Cuando fue demandada, la mujer ya estaba trabajando en defensa de los niños y niñas trans. En 2021, mientras se tramitaba un proyecto de ley anti LGTBQ+, había dado su testimonio en el Capitolio de Texas explicando su decisión de apoyar la cirugía de masculinización de pecho de su hijo.

Ese testimonio fue empleado contra ella en 2022, cuando Grey ya tenía 18 años y estaba en la Universidad. Un agente del CPS se presentó en el domicilio de Rodríguez y en su lugar de trabajo. “El agente del CPS leyó el testimonio que yo había dado como una prueba en mi contra”, explica. “El agente llamaba 'mutilación genital' a la cirugía de masculinización de pecho. No paraban de decir que si yo podía hacerle esas cosas a mi hijo, podría hacérselas a una de las personas que atiendo. No tengo ni idea de cómo se puede forzar la transición de una persona adulta y en contra de su voluntad”, sostiene.

Para defenderse de esas acusaciones, Rodríguez ha tenido que gastarse más de 15.000 dólares en abogados [unos 14.000 euros]. Durante la última investigación, también fue objeto de doxeo cuando se posicionó en la prensa hablando del agravamiento del clima transfóbico en Texas y alguien publicó en Internet su dirección. Activistas formaron un piquete delante de su casa alzando carteles en los que la acusaban de abuso de menores y colocaron en los buzones de los vecinos octavillas con su cara y el dibujo de una diana.

La mujer ha sido perseguida por la calle hasta su trabajo por personas armadas sin que la policía haya podido intervenir (debido a las leyes constitucionales de Texas sobre porte de armas), hasta que una de las personas que la seguían fue detenida por llevar armas siendo un delincuente convicto.

Un clima cada vez más hostil

La historia de Rodríguez es una de muchas. Una gran cantidad de estadounidenses pertenecientes al colectivo LGTBQ+ está emigrando o pensando en hacerlo debido al clima hostil que se respira en sus estados. El jugador de baloncesto de los Miami Heat Dwyane Wade, padre de una adolescente trans, fue noticia hace poco por su decisión de trasladar a la familia a California por ese motivo: con una legislación regresiva y una hostilidad creciente, no se sentía seguro criando a su hija en el sur de Florida.

El proyecto de ley SB254, firmado por el gobernador Ron DeSantis en mayo de 2023, no solo prohibiría dar tratamiento médico de afirmación de género a cualquier persona menor de 18 años en Florida. También restringiría el acceso de los adultos y daría poderes al estado para dejar temporalmente sin custodia a los padres de niños trans.

Según un agente inmobiliario de Texas, Bob McCranie, son leyes que incitan la “destrucción financiera y emocional” de las personas LGTBQ+. McCranie es el responsable de la iniciativa 'Flee Red States' (Huye de los estados rojos, esto es, de mayoría republicana), que lanzó en 2021 después de ver cómo intimidaban a amigos y colegas pertenecientes al colectivo LGTBQ+.

'Flee Red States' funciona casi como una organización de asistencia a refugiados, pero las migraciones se producen dentro de Estados Unidos. Muchas personas que cuentan con los recursos financieros y la flexibilidad necesarios están huyendo de la persecución política en su propio país. Hasta ahora, la iniciativa ha ayudado el traslado de personas de Texas, Misuri, Alabama, Florida, Indianápolis y Tennessee, donde las leyes les hacen la vida imposible, a Illinois, Colorado, California, Connecticut y Nueva York, entre otros estados de Nueva Inglaterra.

Hace 8 años, cuando el matrimonio entre personas del mismo sexo se legalizó en Estados Unidos y las ciudades conservadoras se volvieron más hospitalarias, varias investigaciones señalaron el traslado de personas LGTBQ+ hacia estados de mayoría republicana.

Florida, en concreto, atrajo a un buen número de turistas, familias y jubilados del colectivo LGTBQ+, con importantes comunidades LGTBQ+ en lugares como Fort Lauderdale, San Petersburgo y el sur de Tampa.

Pero la situación está cambiando. Tanto Equality Florida, asociación de defensa de la comunidad LGTBQ+, como la NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color) están publicando advertencias de seguridad para las personas LGTBQ+ con intenciones de viajar a Florida.

Miedo a ataques violentos

“La marea en contra de las personas LGTBQ+ empezó a formarse desde la elección del presidente Obama en 2008”, cuenta J. Clapp, exdirectora ejecutiva del Durham LGTBQ+ Center que, bajo el nombre de Vivica C Coxx, hace actuaciones como travesti. Carolina del Norte, donde vive, era “un estado violeta (con alternancia de republicanos y demócratas en el poder)”. “La respuesta de la derecha a Obama fue esta: 'Si han elegido a un negro es que les hemos dado demasiada cuerda'”, dice Clapp. “Nuestro estado, que era algo progresista, se volvió tremendamente conservador”, relata.

J. Clapp comenzó a sufrir más experiencias de racismo y transfobia. También, a ver más banderas confederadas (el bando proesclavista que en 1865 perdió la guerra de Secesión) en Durham. Los republicanos de Carolina del Norte ahora están haciendo presión para que no pueda haber espectáculos drag en lugares públicos, una medida que nadie se habría imaginado posible hace diez años.

Cada mañana, J. Clapp consulta las noticias en busca de prohibiciones de espectáculos locales de drag. “No tengo ningún antecedente, la gente me confía a sus hijos, pero si Carolina del Norte aprueba la prohibición de los espectáculos drag, podría ir a la cárcel acusada de un delito federal”, asegura.

Mientras la legislación se interpreta en los tribunales, los grupos de extrema derecha están generando más hostilidad en las calles. En junio de 2022 fueron detenidos 31 miembros del grupo Patriot Front cuando se dirigían con armas a un acto del Orgullo en Idaho. En el condado de Moore, la zona en la que vive J. Clapp, un apagón interrumpió hace poco un evento drag. Los informes posteriores demostraron que alguien había disparado contra la subestación eléctrica de la zona, dejando a 40.000 personas sin luz y provocando la muerte de un ciudadano debido al apagón.

J. Clapp y otras activistas de esa zona creen que los autores del atentado son miembros de la extrema derecha. La policía está investigando a varios de estos grupos pero no se ha producido ninguna detención. “Nadie hace frente a estos grupos, y nosotras, las personas LGTBQ+, nos sentimos impotentes”, lamenta.

The Guardian ha hablado con media docena de familias para la redacción de este artículo. En todos los casos, el temor por el creciente sentimiento anti LGTBQ+ tiene que ver con posibles delitos cometidos con armas de fuego.

“Las leyes que permiten llevar armas sin un permiso han hecho que mucha gente esté muy preocupada por su vida”, sostiene Julio Capó Jr., profesor de historia en la Universidad de Florida y autor del libro 'Welcome to Fairyland: Queer Miami before 1940' (Bienvenidos al país de las hadas: el Miami queer de antes de 1940). “Como hombre latino y gay en Florida, mentiría si dijera que no busco las salidas cuando voy a un bar gay desde que ocurrió la masacre de Pulse, Orlando; estas leyes solo han servido para acrecentar mi miedo y mi ansiedad”, afirma.

McCranie recuerda la intimidación que sufrió el año pasado durante un acto local por el día del Orgullo. “El acto era como una feria comunitaria y había gente vestida de negro con la cara tapada y una AK47 en la espalda sacándonos fotos para su álbum de personas que no les gustan; por qué iba a quedarme en un estado que tolera eso”, se pregunta. “La migración que se está produciendo se debe a una combinación de leyes antitrans y antigay con el brazo armado del Partido Republicano, a los que yo llamo los camisas pardas (el nombre que se daba en Alemania a las milicias voluntarias del partido nazi); la situación para el colectivo es como una olla a presión”, asegura.

El clima para la comunidad LGTBQ+ empeora con cada temporada legislativa de Texas, dice McCranie, cuyo consejo para las familias y personas LGTBQ+ es considerar la posibilidad de una mudanza antes de que sea demasiado tarde. “Creo que en este momento la urgencia está entre el nivel cuatro y cinco, mi temor es que cuando llegue al nivel nueve, ya sea demasiado tarde y la gente no pueda salir”.

Los que pueden, se marchan

En Estados como Texas o Florida, el momento de mudarse ya ha llegado para muchos padres de niños trans menores de edad. No es una elección sino una necesidad marcada por el gran número de proyectos de ley que buscan limitar o criminalizar los tratamientos de afirmación de género.

Camille Rey se mudó en agosto de 2021 de Texas a Maryland cuando terminaron las sesiones de la legislatura ese año. Su pediatra en Texas se negaba a usar el nuevo marcador de género de su hijo, que es trans y ahora tiene 10 años, cuando el niño comenzó a usar su nuevo nombre legal: León.

León empezó a experimentar malestares físicos y mentales derivados del estrés. Igual que Rodríguez, Rey fue una de las madres que dieron su testimonio en el Capitolio para oponerse a los proyectos de ley que prohibían o limitaban el tratamiento médico para afirmar el género de menores de edad.

“Llevé [a León] al Capitolio para que testificara conmigo”, dice Rey. “Quería venir, pero tal vez fue un error. Escuchó los testimonios de la oposición, gente vomitando todo tipo de basuras... Por el estrés que pasó empezó a sufrir dolores de estómago crónicos; llegó a ser tan grave que pensamos que tenía apendicitis”, relata.

Irse de Texas significó sacar a dos niños del colegio, gastarse 20.000 dólares en la mudanza [unos 18.700 euros] (además de los gastos para vender su casa) y perder el contacto con los familiares cercana. Pero Rey pensó que era la decisión correcta para el bienestar de León. Ya no se siente segura volviendo a Texas: “Me siento como una refugiada política en mi propio país”.

Karen es la madre de una menor trans que en junio de 2022 se trasladó desde Texas hasta Portland, en Oregón. Para Karen, que prefiere no decir su nombre completo, el momento decisivo llegó cuando se enteró de que su hija Jessie, que ahora tiene once años, no podría competir en deportes femeninos en Texas, donde en enero de 2022 entró en vigor un proyecto legislativo que prohíbe a las personas trans jugar en equipos alineados con su género.

Karen también sabía que los profesores no estarían obligados a respetar los pronombres de Jessie (algo que ya ocurre en uno de los distritos escolares de Texas). “Las cosas no solo están mal ahora, me cuesta ver cómo van a mejorar si los profesores no tienen que respetar los pronombres de una persona o si ni siquiera se les permite reconocer la identidad de género de alguien”.

El CPS todavía no la había puesto bajo investigación pero Karen temía que fueran a por ella si no se marchaba de Texas. “Incluso después de la mudanza, a mi sistema nervioso le llevó casi un año recuperarse del estrés que eso significó”, afirma.

No todo el mundo tiene la posibilidad de mudarse. La autora de literatura juvenil especializada en historias LGTBQ+, Saundra Mitchell, lleva 26 años viviendo en Indiana junto a su esposa Jayne Walters, mujer trans y bibliotecaria. Hace diez meses que le dan vueltas a la idea de trasladar a la familia, pero para Walters no es fácil encontrar otro trabajo.

“En Indiana han pasado este año por las comisiones veintisiete proyectos de ley anti-LGTBQ+. Al principio de las sesiones, la ACLU [Unión Estadounidense por las Libertades Civiles] sugirió que probablemente la mayoría de esos proyectos terminarían en nada pero, de momento, todos han sido aprobados ya que Indiana trata de equipararse a otros estados rojos”, sostiene Mitchell. “Están convirtiendo en delito grave regalar a un niño un libro donde haya personajes queer, somos una autora de literatura juvenil y una bibliotecaria así que tenemos que salir de aquí cuanto antes”, opina.

Como ocurre con muchos estados de mayoría republicana, las leyes se han centrado por ahora en los niños. Según Mitchell, en la próxima legislatura se centrarán más en los adultos, lo que podría comprometer el acceso de su esposa a las hormonas.

“Estas leyes invaden el derecho a la libre expresión”, añade Mitchell refiriéndose a las prohibiciones locales de espectáculos drag y leyes de censura. “Este lugar se está volviendo un peligro activo para nosotras, y no está garantizado que mi mujer pueda recibir atención sanitaria”, admite.

“Con las leyes de censura, podrían detenernos a las dos por delitos graves y una vez que tienes un delito grave [en tu historial] ya no puedes votar, ¿por qué la respuesta que nos dan todos es 'siempre podéis mudaros'?”, pregunta.

Tanto Mitchell como su hija tienen discapacidad, por lo que la familia pasaría apuros en cualquier estado donde la vida sea más cara que en Indiana: “No disponemos de una gran cuenta de ahorros y tampoco es que tengamos veinte años como para coger una mochila y largarnos adonde queramos. Llevamos casadas más de 25 años y tenemos una familia, no podemos simplemente recoger las cosas y esperar que todo marche bien”.

También McCranie asegura que “encontrar trabajo, establecer una red social, matricular a los niños en el colegio, organizar el cuidado de los padres... tanto económica como socialmente cambiar de estado no es algo que se haga por capricho”.

Ningún lugar es seguro

Según J. Clapp, mudarse de Estado tampoco garantiza la seguridad. En 2022 fueron asesinadas al menos 32 personas trans en Estados Unidos. En su mayoría, mujeres trans racializadas. Daniel Aston y Kelly Loving, dos personas trans, fueron asesinadas durante el tiroteo del Club Q en Colorado, de mayoría demócrata. La ocpión de J. Clapp es quedarse para continuar con sus espectáculos de drag y luchar contra la legislación anti-LGTBQ+ de Carolina del Norte.

“No nos vamos a ninguna parte”, escribió hace poco en un boletín de campaña. Tampoco cree que mudarse vaya a servirle de algo. “No creo que ningún lugar de Estados Unidos sea completamente seguro para mí”, dijo.

La salud del hijo de Camille Rey ha mejorado desde que llegaron a Maryland. Un año después de trasladarse a Oregón, Karen explica que su familia se siente mucho más feliz, pero también que entre sus nuevos vecinos hay cierta tendencia a considerar las leyes anti-LGTBQ+ como un problema lejano.

La realidad es que el sentimiento anti LGTBQ+ no tiene límites geográficos. Los desfiles del día del Orgullo siguen sufriendo ataques. Tiroteos como el que ocurrió en Colorado Springs demuestran que la vida de las personas LGTBQ+ están en riesgo en todas partes. En el Partido Republicano hay una facción que presiona para promulgar a nivel nacional una legislación equivalente a la ley “no digas gay” de Florida.

Tras la candidatura de Ron DeSantis como uno de los contendientes del Partido Republicano de cara a las elecciones presidenciales de 2024, los activistas temen que tampoco los estados de mayoría demócrata garanticen durante mucho más tiempo la seguridad o el refugio a las personas queer.

“La 14ª enmienda ha quedado sin sustancia tras la anulación del caso Roe contra Wade [por el Tribunal Supremo de EEUU]. Si desaparece la 14ª enmienda, nuestro derecho al matrimonio y nuestra libertad frente a las leyes de sodomía podrían desaparecer a nivel nacional”, alerta McCranie. “Así que si ahora huimos de nuestro estado pero eso se aplica a nivel nacional, la pregunta es: ¿tendremos que huir de Estados Unidos? Yo ya estoy diciéndole a la gente que conozco que, si tienen un padre o un abuelo de otro país, deberían conseguir ese pasaporte ya”, indica.

Por si acaso, Mitchell y su esposa prefieren mudarse a Minnesota por su cercanía con Canadá, donde Justin Trudeau ha mostrado su apoyo al colectivo. Rodríguez explica que eligió irse del país, y no solamente de Texas, para tener que mudarse solo una vez. “¿Qué pasa si EEUU aprueba leyes nacionales anti LGTBQ+? Ese es mi temor en los estados seguros”, asegura. “Tuve que vender una casa, tenía que hacerlo para conseguir el dinero con el que ir a cualquier sitio, así que tenía que ser un lugar donde no tuviera que estar preocupada por lo que vaya a ocurrir en las próximas elecciones”, cuenta.

La ACLU ha presentado demandas contra un sinfín de leyes anti LGTBQ+ en todo el país, cosechando algunas victorias para la organización de defensa de los derechos civiles. Si en Texas es finalmente aprobada la SB14, que impediría a los menores de dieciocho años acceder a tratamientos médicos de afirmación de género, es probable que la ACLU la impugne. También se oponen a ese proyecto de ley la Asociación Médica Estadounidense, la Asociación Psicológica Estadounidense y la Academia Estadounidense de Pediatría.

Esas leyes ya están afectando gravemente a la vida de las personas trans. Según un informe publicado en enero por Proyecto Trevor (una asociación nacional que lucha contra el suicidio de jóvenes LGTBQ+), un 71% de los jóvenes LGTBQ+ dice sufrir consecuencias en su salud mental por el debate de leyes que afectan a su forma de vida.

Los activistas también temen que el éxodo de personas LGTBQ+ de los estados con mayoría republicana signifique, a largo plazo, una reducción en el número de comunidades y activistas LGTBQ+.

“Tengo amigos que se han ido fuera de su estado, fuera del país, y otros a los que les da terror hablar o venir al Capitolio a dar su testimonio”, cuenta Jo Ivester, activista por los derechos de las personas trans residente en Texas. “Algunos ya no vienen a los desfiles del Orgullo porque tienen miedo de que el Gobierno les quite a sus hijos si lo hacen,” añade Ivester, que como madre de un hijo trans es la autora del libro 'Never A Girl, Always a Boy' (Nunca una chica, siempre un chico). Más razones, en su opinión, para que familias con hijos trans adultos como la suya se dediquen a la defensa de sus intereses.

A McCranie le gustaría que hubiera más indignación por el hecho de que haya personas que están siendo expulsadas de su hogar: “Tengo amigos en (mi pueblo de) Carlton que vienen a la venta de pasteles LGTBQ+, que participan en el Orgullo, que nos dan la mano... Pero cuando hablo de estos temas, piensan: '¡Ya está Bob despotricando de nuevo!', y dicen '¡Odio la política!', pero esto no es política. Se trata de nuestras vidas”.

Traducción de Francisco de Zárate.