AL FINAL, NO ERA TAN ASÍ

El arresto del dueño de Telegram, la ONU y el problema de la verdad

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En la película Hammarskjöld. Lucha por la paz, el director danés Per Fly narra el asesinato del exSecretario General de la ONU, Dag Hammarskjöld, en 1961 en el marco de una suerte de guerra civil en el Congo durante los años de la Guerra Fría. El jefe de la diplomacia mundial debe intervenir entre un Primer Ministro elegido democráticamente y representante de las luchas anticoloniales, y un dirigente aliado con las compañías belgas que explotaban una región del país (Katanga), a la que buscan independizar como pretexto para no perder sus negocios.

En un discurso histórico durante el punto más álgido del conflicto, Hammarskjöld afirma que la ONU es la institución a la que las naciones medianas o pequeñas apelan cuando sus intereses no pueden prevalecer ante el poder de las superpotencias. Conviene ver la película para sacar conclusiones sobre quién está detrás de la muerte y qué se buscaba con la eliminación del exSecretario General de la ONU, pero desde un primer momento parece estar claro quiénes son los buenos y quiénes los malos, y cuáles son sus intereses.

La ficción -basada en hechos reales- resulta mucho más clara a la hora de hacer análisis político respecto a lo que vemos en la actualidad. En estos tiempos, la reinterpretación forzada de las leyes, el uso excesivo de la comunicación política, y la hipocresía a prueba de todo están haciendo que sea cada vez más complicado advertir quiénes se encuentran del lado de la ley, o, incluso peor, si esa ley se reinterpreta por interés propio. Esta semana, como tantas otras de los últimos tiempos, brinda varios ejemplos.

El arresto de Pavel Durov

Una semana atrás fue detenido el dueño y CEO de la aplicación de mensajes Telegram en Francia, Pavel Durov. La detención se justifica en una acusación de la fiscalía francesa sobre supuesta complicidad en la gestión de la plataforma al permitir que fuera utilizada por uno o varios grupos criminales para cometer diversos delitos.

Dúrov fue arrestado en Francia, país del que se convirtió ciudadano hace poco tiempo, luego de abandonar Rusia por temor a ser detenido en su nación de origen por no compartir con las autoridades el código de encriptación de Telegram. Parece una broma del destino que haya huido de un país en el que no existe el Estado de derecho, para terminar siendo arrestado en la tierra de la liberté, égalité, fraternité.

En cualquier caso, el arresto generó un enorme impacto puesto que es la primera vez que el CEO de una aplicación tan popularmente conocida es encarcelado (ahora libre tras pagar una fianza). La supuesta diferencia con aplicaciones como Instagram o WhatsApp es que los dueños de estas (Meta, de Mark Zuckerberger) sí moderan sus contenidos o sí aceptan cooperar con las autoridades políticas de los países donde operan. En este sentido, Durov ha hecho toda una épica de su plataforma al defender la completa “libertad de expresión” en la aplicación.Detrás de la acusación, que se resolverá eventualmente en la justicia, han surgido las inquietudes políticas. Desde que Rusia inició su avanzada militar sobre Ucrania en febrero del 2022, la aplicación Telegram ha sido uno de los principales canales de comunicación de sus fuerzas armadas. El gobierno ruso no lo ha dicho de forma explícita, pero medios como el Wall Street Journal señalaron que el miedo y la preocupación cunden entre el Kremlin y los mandos militares puesto que mucha de la información estratégica militar podría ser vista por los gobiernos occidentales y, posteriormente, Ucrania.

En el periódico La Vanguardia, el cronista en Francia, Eusebio Val, resume este sábado algunos de los aspectos más misteriosos del caso. Por ejemplo, el semanario francés Le Canard Enchainé sostuvo que Durov tenía una invitación de Emmanuel Macron para cenar en el Eliseo, y por esta razón voló a Francia justo antes de su detención. ¿Fue engañado?, se preguntan.

Otro tiene de protagonista a Serguéi Zhirnov, excomandante del KGB y refugiado político en Francia. Zhirnov afirma que puede haber otras razones detrás del arresto: utilizar a Dúrov como moneda de cambio por un ciudadano francés recientemente detenido en Rusia, o un llamado de atención por la colaboración del dueño de Telegram con Azerbaiyán, “un país muy hostil a Francia debido a la posición proarmenia de París, que está ayudando a movimientos secesionistas en territorios de ultramar como Nueva Caledonia y la Polinesia Francesa”. ¿Se sabrá la verdad pronto o habrá que esperar un par de décadas para que una película cuente lo que realmente sucedió?

Francia y la “estabilidad institucional”

Dos meses después de que la izquierda ganara las elecciones legislativas en Francia, el presidente Macron ha rechazado -de forma inédita- que el ganador pueda elegir al primer ministro del gobierno francés. El argumento que ha utilizado es el ya manido en diversas oportunidades: “estabilidad institucional”. El periódico español El País señaló en una editorial de esta semana que “Macron actúa como si no hubiera habido elecciones”, y que “si no quiere (que el gobierno) sea de izquierdas, tendrá que ser alguien aceptable para la izquierda”.

En los próximos días, el mandatario francés celebrará una nueva ronda de consultas aunque nadie sabe con qué propósito. De momento, la voluntad popular ha quedado secuestrada por los juegos políticos y la interpretación sesgada de los hechos. Cualquiera podría preguntarse cuál es la “estabilidad institucional” que logró Macron en un país donde las protestas nacionales como la impulsada seis años atrás por los chalecos amarillos llegaron a paralizar la nación.

 La ONU de António Guterres no es la de Dag Hammarskjöld

 En la película de Per Fly, el exSecretario General de la ONU se encuentra en un momento ante la disyuntiva de enviar o no tropas militares de Naciones Unidas al conflicto en el Congo. Aunque su mandato sea el de conseguir la paz en la nación africana, parece ser que la única forma de conseguirlo es a través de la fuerza militar con la que -en aquel momento- contaba el organismo.

En estos tiempos más modernos, la única “arma” con la que parece contar el Secretario General de la ONU es la plataforma exTwitter. Con presumible estado de indignación, António Guterres escribió esta semana: “Los últimos desenlaces en West Bank, incluido el lanzamiento de una operación militar a gran escala, son profundamente preocupantes. Condeno duramente la pérdida de vidas, incluidos niños, y llamo a una finalización inmediata de estas operaciones”.

 Habría que fijarse la cantidad de veces que Guterres “condenó duramente” la pérdida de vidas o “llamó de inmediato al cese del fuego”; probablemente unas cuantas. Mientras, el Financial Times publicó este jueves un artículo titulado “Los orfanatos en Gaza viven un insoportable horror”, en el que describe algunas de las vidas de los más de 19 mil niños que han perdido a uno o ambos padres desde que Israel lanzó su operación militar en la Franja. Por supuesto, ningún tuit del Secretario General de la ONU ha logrado detener ni detendrá el asesinato de civiles en Gaza.

AF/MF