Martín Guzmán se fue dejándonos un pésimo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la irresolución de la cuestión medular de las tarifas, una crisis energética que nos chupa las divisas, una inflación rampante, una ridícula brecha monetaria y una gran escasez de dólares producto del descontrol en los regímenes de importación. En su carta de renuncia, sin embargo, nada de esto se menciona. Se atribuye, por ejemplo, mérito en los récords exportaciones sin hacerse cargo del festival de importaciones. Es un ser resplandeciente que dejó una vida confortable junto al ala demócrata-progresista del establishment financiero internacional para tolerar el salvajismo de su país y salvar la Argentina. No la salvó. La jodió más de lo que estaba.
En la Argentina es todo caro menos jorobar al Pueblo. Macri anda lo más pancho por el mundo después de hundirnos en el más acelerado proceso de endeudamiento y fuga de nuestra historia. Guzman y Matías Kulfas seguramente conseguirán trabajo en importantes consultoras u organismos internacionales. Escribirán libros sobre lo que se debería haber hecho y no hicieron. Funcionarios y legisladores que no resuelven los problemas de los argentinos siguen cobrando dietas que, a diferencia del resto del pueblo, no perdieron con la inflación.
Vuelvo a Guzmán. Tras su irresponsable e intempestiva decisión de renunciar, traicionando la confianza que equivocadamente depositó el presidente en él en vez de escuchar un poco a quien lo llevó de la mano hasta el Sillón de Rivadavia, el Frente de Todos entró en una nueva crisis de la que salió con nueva ministra y un esquema político debilitado. Con todo, algunos creímos que el cambio de funcionarios podía traer cambio de políticas. La esperanza duró poco. Hasta ahora, todo indica que no es así. Incluso hay señales en sentido contrario.
La primera fueron las declaraciones criminales de Giorgieva tras la reunión de Batakis con el Fondo Monetario Internacional- Anunció “acciones dolorosas” con el sadismo típico de estos organismos obscenamente injerencistas en cuyas recetas los que siempre sufren dolor son las víctimas de sus tropelías. Cómo se atreve la mismísima jefa del organismo que nos estafó intervenir en la política interna de un país soberano recetando dolor. Increíblemente, nadie le salió al cruce. El que calla, otorga. Al ratito, la portavoz oficial de la presidencia decidió clausurar la discusión sobre la principal reivindicación social de los trabajadores más pobres en la Argentina: el Salario Básico Universal, un refuerzo de ingresos para recuperar un poquito de lo que nos robaron.
Hay 7,5 millones de trabajadores informales, no registrados, precarizados, tercerizados, plataformizados, monotributizados, changarines, cooperativistas y de la economía popular son los que más perdieron con un 32% de poder adquisitivo menos que en 2015, con un salario medio que oscila entre la pobreza y la indigencia. A esto se suma los jubilados de la mínima perdieron el 23%, los laburantes del Potenciar Trabajo el 24%, el salario mínimo el 29% y los empleados registrados 21% que perdieron tanto en el sector privado como en el público. Esto se traduce en hambre, pobreza, desnutrición, suicidios, enfermedades mentales, atraso escolar, delincuencia y un exponencial crecimiento de la presencia del narcotráfico en los barrios. En definitiva, dolor. Mientras tanto, los mismos de siempre fugan, especulan con los precios, concentran la riqueza, sus balances arrojan cuantiosas ganancias. ¿Qué camino vamos a elegir?, ¿más dolor para el Pueblo? ¿Cuál es el límite de injusticia, desigualdad y degradación de las mayorías populares que nuestra sociedad puede tolerar para conformar a los sectores de poder?
En ese contexto, comenzó un llamativo proceso de criminalización contra los Movimientos Populares. No se trata de resolver las situaciones abusivas, sino de disciplinar cualquier conato de lucha de los de abajo en la puja distributiva. La criminalización viene fundamentalmente de los mismos jueces del lawfare que intentaron destruir a los dirigentes políticos populares en toda Latinoamérica: la ex secretaria de Bonadio, la jueza porteña Celsa Ramirez y el inefable Gerardo Morales que asumió la suma del poder público en Jujuy con ciertas complicidades y omisiones a las que ya me referí en múltiples ovaciones. Sin ir más lejos, el Partido Justicialista de Jujuy es el socio principal de Morales ¿el PJ Nacional no tiene nada que decir? A veces los pactos de poder pesan más que las convicciones: hay mucho olor a litio, petróleo y marihuana detrás de las gestos tiernos y declaraciones infructuosas.
Los movimientos de todos los colores, desde los que livianamente suelen asociarse más con albertismo, cristinismo, camporismo, troskismo, nos reagrupamos frente a este ataque en una amplísima conferencia de prensa que unificó todas las voces en un repudio general a la criminalización. La inmensa mayoría de los y las dirigentes de las organizaciones sociales no roban y en ocasiones viven con total austeridad, e incluso en la pobreza. Desde luego, en organizaciones extensas con miles de grupos de trabajo se cuela gente mala y abusiva. Esto pasa en todos los ámbitos de la vida: en las empresas, en los sindicatos, en los medios de comunicación y en la política más que en ninguno. Pero no son todos. Las generalizaciones casi siempre son falsas.
Cómo dije en varias ocasiones, el programa Potenciar Trabajo es una excelente política pública de fortalecimiento de la Economía Popular. Esa fue la visión original del programa y es lo que con claridad establece su resolución de creación. Su desviación radica en que se desmadraron los padrones y hoy hay 1,3 millones de beneficiarios. Muchos de ellos fueron inscriptos por los Municipios y Provincias que le solicitaron los cupos a Daniel Arroyo. Esto se suma a la inscripción masiva de personas desesperadas que se movilizaron a la 9 de julio para pedir un ingreso. Así las cosas, una parte considerable de esa inmensa masa de trabajadores no está encuadrada en proyectos productivos, cooperativas o grupos comunitarios.
Son cientos de miles de personas que reciben el Potenciar Trabajo simplemente como un refuerzo de ingresos. Insisto: Potenciar Trabajo no fue diseñado como una política masiva de ingresos sino para fortalecer la economía popular organizada. Sin embargo, esas inscripciones multitudinarias eran inevitables por el nivel de necesidad social que hay. Cerrar esas inscripciones sin abrir una política universal es objetivamente un ajuste y no puede generar otra cosa que una creciente conflictividad. La única forma de ordenar la situación con una perspectiva superadora es desdoblar el padrón entre quienes tienen una actividad concreta en la economía popular y quienes únicamente reciben un complemento de ingresos sin estar realmente organizados en unidades productivas o cooperativas. Para eso se requiere el Salario Básico Universal.
El Salario Básico Universal fue defendido públicamente por dirigentes y organizaciones tan variopintas como la propia Cristina Fernández de Kirchner, integrantes de la Liga de Gobernadores, el movimiento feminista, el movimiento ambiental, los pueblos originarios, los agricultores familiares organizados, el Movimiento Evita, la Campara, Daniel Arroyo, Martín Insaurralde, Juanchi Zabaleta, Mercedes D’Alesandro, Andrés Asiain, el Cuervo Larroque, Claudio Lozano… sin contar el clamor del propio Papa Francisco que lo reiteró en varias ocasiones. Sin embargo, este consenso de palabra no se transforma en una decisión concreta ni en una pelea real por esta política. Todavía.
En sus últimos tres discursos, CFK trató el tema de las políticas sociales. Tengo coincidencias, diferencias y matices con sus posiciones que obviamente están teñidas por una rivalidad política con el Movimiento Evita en la que hay responsabilidades compartidas. Todos saben que en cuanto a visión estratégica y perspectiva política estoy mucho más cerca de Cristina que de cualquier otra referencia porque es la máxima estadista viva de la Argentina. También que reivindico la tarea social del Movimiento Evita y el rol de Emilio Pérsico como propulsor de la Economía Popular más allá de las diferencias que tenemos en cuanto a opciones políticas. No hay nada de raro en eso. El pensamiento binario no nos lleva por buen camino. Se transforma en sectarismo. Como enseña el taoísmo, en todo lo bueno hay algo malo y en todo lo malo hay algo bueno.
En cualquier caso, coincido con CFK sobre la necesidad de reordenar la política y reforzar las auditorías. Coincido con la necesidad de empoderar a las y los trabajadores para que nadie se pueda aprovechar de su vulnerabilidad. Coincido con la valoración de las cocineras y las cooperativas que ella mencionó. Disiento en la idea de tercerización que esbozó en su primer discurso y en el ninguneo de todas las cosas buenas que se hicieron con el Potenciar Trabajo. Implica una subestimación de la comunidad organizada y una sobrevaloración de la estatalidad. Un descarte de lo que hicieron otros y una valoración excluyente de lo que hicieron los propios.
Entiendo la actitud porque CFK ha sido tan atacada que necesita defender su legado, pero para nosotros sería reparador que, más allá de sus críticas legitimas, pueda reconocer el rol positivo de los movimientos populares y la Unión de Trabajadores de la Economía Popular que, vale recordar, ella otorgó la primera personería como cuenta en su libro Sinceramente. También soy agradecido de las menciones que hizo mi trabajo y el de otras organizaciones con las que simpatiza, pero siempre prediqué que no hay que derretirse frente a ningún elogio y critiqué a los que se conforman con una caricia mientras no se resuelven los problemas de la base. Quisiera que ella y todos los dirigentes de nuestro campo reconozcan al conjunto como un proceso plagado de contradicciones, pero también preñado de esperanzas. Nuestra misión es que más allá del reconocimiento simbólico haya políticas concretas.
Con todo, lo más importante de sus intervenciones sobre la temática fue poner en el centro de la agenda pública la necesidad del Salario Universal siendo la principal voz política del país. Cristina da en el clavo cuando se pregunta: ¿si son 7,5 millones, porque hay para 1,3 y no para todos? Es la pregunta nodal. La respuesta oficial ya la dio la señora Gabriela Cerruti: no cierran los números. La secundaron María Eugenia Vidal, Espert y los editorialistas de Clarín. Nuestra respuesta es que lo que no cierra es un país con la con la gente afuera. Hagan de nuevo las cuentas, porque, aunque haya acuerdos por arriba, por abajo la bronca crece y está todo atado con alambres.
La soberbia de la portavoz oficial del gobierno descartándolo de cuajo es una cachetada para todos. Bienvenida la cachetada. Nos sirve para despertar. Si no podemos dar esta discusión en las instituciones, la daremos en la calle. No se trata ahora de nuestro gran sueño que es una Argentina con tierra, techo y trabajo para todos. No se trata de un Plan Integral de Desarrollo para una Argentina Humana y Federal como venimos trabajando junto a Wado de Pedro en todo el país. En fin, no se trata de arreglar todos los problemas de la Argentina. Se trata simplemente de recuperar lo que nos robaron y calmar el dolor ya insoportable del pueblo en vez de agudizarlo.
Por ese motivo, nos autoconvocamos el 13 de julio en todo el país para discutir con las bases un plan de lucha en los barrios y los espacios de trabajo. Junto a trabajadores del sector público y privado, junto a los jubilados, junto a los pobres, descartados y precarizados de la Argentina, nos toca tomar “acciones dolorosas” parafraseando a Giorgieva pero para defender los intereses del Pueblo frente a los del Fondo, los políticos insensibles y las grandes corporaciones. Que alguna vez les duela a ellos.
JG