Uno de los eventos más determinantes para la política argentina de los próximos años tendrá lugar este noviembre en los Estados Unidos. Donald Trump será nuevamente el candidato del partido republicano que competirá por la presidencia con el actual mandatario Joe Biden, del partido demócrata, con buenas chances de prevalecer. Hay pocas dudas (lo ha proclamado explícitamente) de que, si eso ocurre, Trump buscará debilitar los límites institucionales al ejercicio del poder y a la permanencia en él. Eso no haría más que continuar con un proceso iniciado durante su presidencia entre 2016 y 2020, que culminó con la presión a varios funcionarios (incluyendo el vicepresidente Mike Pence) para torcer el resultado electoral que dio como ganador a Biden, seguida de su incitación al asalto al Capitolio y, finalmente, el no reconocimiento de su derrota (ya que la elección, según Trump, “estuvo arreglada”). En resumen: es posible que en los próximos años los Estados Unidos viren hacia una forma de autoritarismo liderada por Trump y sus seguidores.
¿Por qué esto puede ser determinante para la política de nuestro país? Es bien sabido que el Presidente Milei se identifica con Trump y, más generalmente, con el movimiento conservador de los Estados Unidos que constituye su base de apoyo. Lo demostró abiertamente hace algunas semanas cuando pronunció un discurso en la conferencia de la Acción Política Conservadora de Estados Unidos y aprovechó la ocasión para saludar efusivamente (con abrazo incluido) a Trump. Más generalmente, Milei es parte y referente de una derecha global que incluye a líderes como Jair Bolsonaro en Brasil (quien también buscó interrumpir el régimen democrático), Marine Le Pen en Francia, la agrupación “Alternativa para Alemania” en Alemania, y varios otros líderes y grupos en diversos países. Esta derecha global cuenta además con activistas y referentes que, si bien no se dedican a la política electoral, son sumamente influyentes, como el periodista Tucker Carlson y el empresario Elon Musk. Es evidente que una victoria de Trump en los Estados Unidos representaría un impulso decisivo para esta corriente ideológica, por varios motivos.
En primer lugar, Trump pretende acompañar una agenda liberal a nivel global. La muestra más clara de esto es su afinidad con el líder ruso Vladimir Putin, la cual ha llevado al partido republicano a una creciente oposición a continuar con la ayuda militar por parte de los Estados Unidos a Ucrania. Es muy probable que si Trump vuelve a la presidencia esta ayuda se detenga. También es posible, como han sugerido varios analistas, que los Estados Unidos abandonen la OTAN, lo cual alentaría la política expansiva de Putin y desestabilizaría a todo el continente europeo, dejando a la Unión Europea en soledad como defensora del liberalismo a nivel global. Esto generaría un nuevo sistema internacional de alianzas, favorable para gobiernos menos apegados al sistema democrático-republicano, hoy en día desalentados por la alianza entre los Estados Unidos y Europa. Cuanto menos, el cuestionamiento explícito a tal viraje desde los centros de poder internacional será mucho más débil, si no inexistente.
Otro factor, ligado al anterior, favorable al gobierno de Milei es que la agenda iliberal de Trump muy probablemente se traduzca en apoyo explícito a líderes cercanos. En la Argentina, esto podría significar un respaldo decisivo a la agenda económica, dando lugar, por ejemplo, a un trato favorable por parte del Fondo Monetario Internacional. Entonces, una victoria de Trump aumentaría significativamente las chances de que el programa económico del actual gobierno dé buenos resultados. Sumado a ello, serían de esperar gestos de apoyo político, desde menciones en discursos o visitas por parte de funcionarios norteamericanos hasta el envío de efectivos para luchar contra el narcotráfico, que contribuyan a generar un clima de confianza en el gobierno argentino. Claro está, Trump no podría garantizar ni el éxito económico ni el sostenimiento de la popularidad de Milei, pero sin duda contribuiría a ambos.
Pero tal vez lo más determinante no sea la política ni la economía internacional propiamente dichas, sino algo más intangible: el clima de época a nivel global. Si la nueva derecha consigue, a través de Trump, terminar con la democracia liberal en los Estados Unidos, ello se volverá indefectiblemente un punto de referencia en todo el mundo. La democracia liberal, ya sistemáticamente cuestionada por la nueva derecha global, dejará de ser el modelo de referencia por antonomasia y pasará a ser una opción entre otras. Ideas ampliamente aceptadas en las últimas décadas, como la limitación institucional a la concentración del poder, la división de poderes, la independencia del poder judicial y las elecciones libres probablemente pasen a ser objetivo de cuestionamiento, como ya lo vienen siendo por parte de las nuevas derechas. Si los Estados Unidos se convierten en un modelo de autoritarismo, es probable que muchos votantes en todo el mundo empiecen a virar hacia posiciones abiertamente autoritarias.
Es muy temprano para saber con precisión cuáles son las chances de Trump de volver a la presidencia de los Estados Unidos, pero encuestas indican que está dentro de las posibilidades. Claro está, la intensidad de la política y de la economía en nuestro país hacen difícil seguir de cerca los acontecimientos en el país del norte. Solo para transmitir una idea de lo que estará en juego en las elecciones de noviembre, Trump dijo en un discurso del 10 de marzo: “Si no soy electo, va a ser un baño de sangre. Eso como mínimo. Va a ser un baño de sangre para el país”.
El líder republicano no vuelve a las elecciones como un candidato más sino que, con un partido republicano ya mucho más alineado detrás suyo que en 2016 y con una base mucho más consciente de sus aspiraciones autoritarias, se muestra abiertamente como la única opción legítima. Si gana, es casi seguro que los Estados Unidos cambiarán definitivamente, y con ellos también el mundo y muy probablemente la Argentina.
El autor es investigador en ciencia política del CONICET en la Universidad de San Martín y docente en la Universidad di Tella.
JB/MT