El lobby

La ‘fase 2’ de Caputo divide a la ortodoxia entre pesimistas y peoristas

28 de julio de 2024 00:01 h

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Confiado en su olfato de trader y descollante en un elenco oficialista donde no abundan la formación académica ni el entusiasmo por la gestión pública, Luis Caputo resiste desde hace meses las críticas de economistas ortodoxos a quienes Javier Milei insulta cada vez que puede. La novedad es cuánto se profundizaron esos cuestionamientos por el inicio de la ‘fase 2’ de su plan y cómo penetraron en su entorno más inmediato: su propio viceministro hasta hace un mes, Joaquín Cottani, y el hermano de la canciller, Guillermo Mondino, venerado en el mundillo libertario como uno de los padres fundadores de la convertibilidad. Son ecos de la impaciencia de un establishment que sigue apostando por la ultraderecha pero duda cada vez más por la depresión de la economía real y el riesgo de que vuelva a desplomarse el castillo de naipes financiero que intenta sostener el ministro. 

Las advertencias de Cottani y Mondino se suman a las del Fondo Monetario, con cuyo staff técnico Milei decidió confrontar abiertamente la misma semana en que Caputo definió a Kristalina Georgieva como “la mejor directora gerente de la historia”. Detrás de esa aparente contradicción hay otra apuesta política: si gana Donald Trump, especulan en Economía, el FMI se someterá a los designios de quien él designe en el Tesoro estadounidense y aceptará volver a prestarle a la Argentina aunque el Banco Central esté malgastando reservas para postergar otra devaluación. Así llegarían los U$S10.000 o 15.000 millones que consideran que hacen falta para levantar el cepo y liberar el tipo de cambio.

¿Es tan así? Conviene escuchar a los economistas que gestionaron el megapréstamo de Christine Lagarde a Mauricio Macri, huérfanos desde la derrota de Horacio Rodríguez Larreta en las primarias. Entre ellos ―que se dispersaron laboralmente pero siguen en contacto― se comentó mucho el comunicado de nueve páginas donde el Central bosquejó el martes su “nuevo marco monetario orientado a consolidar la estabilidad de precios”. Uno soltó una carcajada cuando vio que Santiago Bausili se autoimponía allí un “techo de liquidez” equivalente “al monto nominal existente el 30 de abril de la base monetaria amplia (BMA), es decir, $ 47,7 billones de pesos corrientes (o 9,1% del PIB)”. Lo que se presentaba como un audaz compromiso de convertir al peso en un bien escaso le deja en realidad margen para emitir unos 30 billones en el corto plazo, por el traspaso de la deuda del Central al Tesoro. 

Más allá del dato, el macroeconomista de la carcajada calcula ante elDiarioAR que hay entre un 20% y un 30% de probabilidades de que la apuesta de Milei-Caputo tenga premio. La secuencia de ese Trump trade exitoso sería la siguiente:

*Sacrificar reservas entre agosto y noviembre para achicar la brecha entre el dólar oficial y los paralelos financieros.

*Aguantar el atraso cambiario y mantener el cepo. 

*Profundizar el ajuste para intentar reducir el riesgo país.  

*Iniciar en diciembre tras el triunfo de Trump una negociación ‘exprés’ con el Fondo que libere el nuevo préstamo lo antes posible (el de Macri demoró dos meses) y dejar de entregar dólares subsidiados en el mercado financiero para que el staff técnico no lo objete.

*Una vez obtenidos los U$S10.000 millones, devaluar, abrir el cepo y definir una nueva banda de flotación para el peso (porque no alcanzaría para volver a fijarlo). 

En ese escenario “optimista”, 2024 cerraría con un derrumbe del PBI cercano al 5% (más de lo que prevé el FMI), el desempleo en alza y los sueldos aplastados, pero con la inflación bajo control. Eso abriría la perspectiva de volver a crecer lentamente desde el segundo trimestre de 2025 y llegar a las elecciones con el humor social golpeado pero en alza. 

El otro escenario, que los ortodoxos macristas consideran más probable, es peor: la presión cambiaria aumenta, las reservas bajan, la brecha no cede, el riesgo país tampoco, el Gobierno se ve forzado a devaluar (probablemente con otro ministro), no consigue abrir el cepo y la inflación vuelve arriba del 5% mensual, pero con la actividad y el empleo en caída libre. Es lo que intentó advertir sin éxito Cottani, el viceministro de Caputo que finalmente renunció: “La dolarización endógena no es una panacea, sino todo lo contrario. La alternativa es reinstalar la competencia de monedas como la política monetaria a seguir, para lo cual es necesario levantar el cepo cambiario cuanto antes”, escribió esta semana, ya de vuelta en Nueva York con su familia y sin haber llegado a conocer en persona al Presidente.

Curvas de aprendizaje

Urgido para que el complejo agroexportador liquide sus granos cuanto antes y lo ayude a recuperar reservas, Caputo visitó esta semana la Exposición Rural que inaugura formalmente Milei el domingo. Su secretario de Producción, Juan Pazo, se instaló toda la semana en Palermo para escuchar sus inquietudes. No ayuda la caída de la oleaginosa, que cerró la semana en mínimos desde la pandemia (U$S395 por tonelada). Todos prefieren esperar. En su pico, apenas estalló la guerra de Ucrania, hace apenas dos años, llegó a cotizar a U$S 650.

―Nosotros tenemos claro que los productores están en la misma de siempre. Sabemos que si les metemos un ‘dólar soja’ se acelera la venta y que si no, se frena. Vos lo que tenés que decirles es que saquen créditos en dólares, que están con tasas del 1% anual. Con eso se apalancan, cubren costos, liquidan y todos contentos ―se animó a sugerirle el ministro al jefe de la Rural, Nicolás Pino.

―Yo de eso no los voy a convencer nunca, Toto, porque así se fundió mi viejo en los 90. Tuvimos que vender 600 hectáreas en Olavarría para pagar ese crédito. Nosotros somos chacareros, no entendemos de esas cosas financieras ―lo cortó en seco el ruralista. 

Pino retoca por estas horas el borrador de su discurso del domingo, que marcará el debut frente a la pista de los toros campeones de un Milei en plena interna con su vicepresidenta. Victoria Villarruel también irá. Los dos caen bien a priori en la dirigencia sectorial, básicamente por antiperonistas, pero la tensión entre ambos difícilmente pueda disimularse tras el affaire con Francia, desde donde el mandatario describió como “desafortunado tuit” el de Villarruel atacando a Francia por “colonialista”. 

Nadie pone en juego convicciones demasiado profundas. Villarruel es la misma que festejó en sus redes el último 12 de octubre el “Día de la Hispanidad”, en abierta reivindicación del colonialismo realmente existente en la historia de América del Sur. Milei defendió primero los cánticos racistas por los que se disculpó Enzo Fernández, pero agachó la cabeza y envió a su hermana a pedir perdón también para no perderse la cita con Emmanuel Macron ni la inauguración de los Juegos Olímpicos. 

Por las dudas los ruralistas mimarán a ambos. Dirán que los productores no especulan, que solo comercializan, que no son ellos quienes deciden si liquidar o no los granos y, sobre todo, que las retenciones son un impuesto muy nocivo que mantiene a la producción argentina estancada mientras la brasileña no para de crecer. 

Unidos o desregulados

La tranquilidad de Villarruel es ser la única que no está a tiro de decreto de su compañero de fórmula. No correrá nunca la suerte de los más de 50 altos funcionarios eyectados en los siete meses que lleva Milei en el poder. El último fue el jefe de Trenes Argentinos (SOFSE), Adrián Luque, quien curiosamente mantuvo su cargo tras el choque del San Martín en mayo, justo a metros de la Rural, pero fue evacuado destempladamente esta semana.

Aquella vez, según fuentes del sector, Milei le pidió a Nicolás Posse que lo echara y su entonces jefe de gabinete le respondió que su designación había sido un pedido de Santiago Caputo “por razones de caja”. Los ferroviarios aseguran que no hablaba del presupuesto oficial sino del ‘blue’, alimentado por los retornos ―fijados en administraciones previas― de las jugosas concesiones de locales y espacios en andenes y estaciones que usufructúan empresarios amigos del poder de turno. Luque, de hecho, expresa esa continuidad como nadie: fue gerente general de SOFSE con Alberto Fernández y, antes, candidato a concejal en San Miguel por el Frente Renovador. 

Tal como se contó en esta columna la semana pasada, la reprivatización de los trenes que empuja el desregulador Federico Sturzenegger moviliza a distintos actores en torno a un botín todavía desconocido. El exitoso multiemprendedor Augusto Marini, dueño del costoso servicio de telemedicina Alegramed y financista de dos canales de streaming, ya conchabó al exdirector de SOFSE Javier Hibbert con la intención de mostrar experiencia y capacidad de management en una eventual licitación de los ramales metropolitanos. ¿Sabría Hibbert que Luque ya tenía el boleto picado? Dicen que el respaldo del peaky blinder wannabe Caputo al exmassista cedió al comprobarse que no todos los retornos se coparticipaban.

Lo que no tiene explicación aparente es la renuncia de Sergio Lew al directorio del Banco Central, donde fue reemplazado por Felipe Romero Krause, exrepresentante del Crédit Suisse en Argentina. Lew había sido designado CFO de YPF a mediados de 2020 y señalado por Sergio Massa como el responsable del faltante de combustibles que golpeó al tigrense en el tramo decisivo de la campaña para el balotaje. Apenas asumió Milei, casi en una confirmación de las sospechas del derrotado, fue nombrado en el Central con mandato hasta 2028. ¿No habrá querido firmar el envío de oro a Londres que dispuso Bausili, sujeto a una eventual judicialización cuando Comodoro Py ponga fin de la virtual feria que parece haberse iniciado el 10 de diciembre? ¿Tendrá que ver con el repo del que habla el Gobierno, que podría usar ese oro como colateral?

Es cuestión de estar alerta. Como Javier Iguacel, exministro de Energía de Macri en 2018 y 2019 y antes ideólogo de la prórroga de la concesión hasta 2030 de los accesos Norte y Oeste a favor de la empresa Abertis, exsocia del mismísimo fundador del PRO en las autopistas más transitadas del país. Según publicó el portal especializado Econojournal, Iguacel acaba de fundar con su antiguo jefe de gabinete, Lucas Logaldo, una petrolera boutique que presentó la oferta más competitiva para explotar los yacimientos maduros del clúster Neuquén Norte que YPF decidió abandonar para enfocarse en Vaca Muerta. Se llama Bentia, acrónimo de Bendita Tierra. Para algunos la desregulación es un sueño eterno. 

AB/DTC