Admitir el error, no culpar a nadie, dar la cara. Con ese menú previsible, tips del clásico manual de la comunicación en crisis, Alberto Fernández se refugió el viernes, en Olivos, con consultas telefónicas pero la mayor parte del tiempo con sus colaboradores de siempre o en soledad, a confeccionar el esqueleto de su discurso del error. Lo punteó en un texto pero luego, en Olavarría, lo pronunció sin leer.
Un esfuerzo, en medio de la crisis más grave de su gobierno, por recuperar algo de control perdido luego del mazazo de la foto del cumpleaños de Fabiola Yáñez en la quinta de Olivos. Temprano, Santiago Cafiero anticipó la disculpa pero faltaba, por tratarse de un episodio que involucró personalmente a Fernández, el pedido de perdón oficial.
Desde el gobierno se negó versión de que la primera dama abandonaría la quinta de Olivos y se desmintió el rumor de que sería desplazado el jefe de la Casa Militar, el coronel Alejandro Guglielmi.
En un clima interno incendiario dentro del FdT, con malestar en su propio staff por la dimensión del “descuido”, y atormentados por la intriga sobre si la crisis se agotó en esa imagen o hay, por ahí, una carpeta repleta de archivos .jpg. “Puede aparecer un álbum. La mitad de los que están en la foto ya no son amigos de Fabiola”, comentó un dirigente peronista. El dato, de ser cierto, explicar las dudas sobre un capítulo final.
Desde el Gobierno se desarticuló, por lo pronto, la versión sobre que la primera dama abandonaría la quinta de Olivos. “Nada de eso va a ocurrir”, apuntó una fuente a elDiarioAR y desmintió, además, el rumor de que sería desplazado el coronel Alejandro Guglielmi, jefe de la Casa Militar. Fernández discutió el tono y los ejes del discurso con Gustavo Beliz y con Cafiero, y hubo un análisis puntual sobre cómo mencionar a la primera dama, sobre quien llovieron las críticas.
El “querida Fabiola” que el Presidente pronunció en Olavarría tuvo, dijeron en Casa Rosada, ese objetivo. “No culpa a Fabiola: se malinterpretó cuando habló de ella”, explicó una fuente oficial y reforzó el planteo de que Fernández asume su error y no deriva esa culpa en otros como, tampoco, se obsesionaba por las eventuales filtraciones desde el dispositivo oficial. El viernes la Primera Dama acompañó a Fernández a la cena en Olivos con el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou y el canciller de ese país, Francisco “Pancho” Bustillo.
Una crisis crónica
Luego de almorzar, Fernández se subió al Tango 04 rumbo a Olavarría. Viajó, de ida, secreteando con Eduardo “Wado” De Pedro y charló, a la vuelta, con Sergio Massa. Axel Kicillof, el gobernador bonaerense, fue parte de la comitiva al igual que Beliz, el ministro Andrés “Cuervo” Larroque y la diputada Cristina Alvarez Rodríguez. Balance de daños y lecturas sobre cómo seguir.
Hasta el jueves, antes de que estallara la bomba sucia de la foto de Olivos, se deslizó que Máximo Kirchner participaría del acto. Se lo contó como una especie de foto de la reconciliación pública, luego de los chispazos por el cierre de listas y el almuerzo que Fernández y el jefe del bloque de diputados tuvieron hace dos semanas. El viernes, desde el entorno del diputado, se dijo que nunca estuvo en agenda.
El dato es relevante en otro frente: Fernández tiene pautado un acto junto a Cristina Kirchner el próximo martes que, entre la crisis por la foto, y un tironeo público sobre el PJ y La Cámpora que la vice retroalimentó durante un discurso en Lomas de Zamora, nadie en Casa Rosada se atreve a dar por confirmado.
Esa agenda tiene un contexto. Este sábado, el Presidente partirá a Misiones para lanzar, desde Cataratas del Iguazú, la segunda etapa del Pre-viaje. Lo hará acompañado por Martín Guzmán y Matías Lammens, una medida que implicará una inversión de 7 mil millones de pesos, según un detalle oficial. Pero el doblez político es otro: Fernández no adhiere la tesis de que frente al escándalo del cumpleaños debería replegarse y reducir su exposición pública.
Es una posición que circuló sobre la base de que el episodio Olivos, que pega de lleno en Fernández, dañará la campaña del Frente de Todos y que ante eso, una posibilidad sería que el Presidente se repliegue. Eso no está en los planes de Fernández, según confiaron fuentes del entorno presidencial. De hecho, tiene actos y anuncios programados para toda la semana, entre ellos uno el martes con la vice.
“Esto es como una enfermedad crónica, una crisis crónica: la oposición no va a dejar de hablar del tema, nosotros tenemos que recuperar nuestra agenda de gestión”, dicen en Gobierno con un dejo de optimismo sobre que el martilleo opositor le hablará a su mercado electoral. “Los pedidos de juicio político en el Congreso, la Comisión investigadora, eso de limitar las funciones de la Primera Dama son temas que la oposición va a usar para mantener vivo el tema”, aportó un funcionario.
PI