OPINIÓN

Yo también soy Imane Khelif

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Je suis Imane Khelif. Siento el deseo de estampar su cara en una remera, en un buzo, un stencil con su sonrisa victoriosa, su puño levantado en el medio del ring. Je suis Imane Khelif. Yo también soy Imane Khelif. 

Jamás me subí a un ring. Ni siquiera me puse guantes de boxeo. Es más, no soporto ver una pelea. Soy Candelaria Schamun, soy periodista. Y soy intersex. 

Cuando nací creyeron que era un varón sin testículos descendidos. Durante un mes me llamé Esteban. Nací con hiperplasia suprarrenal congénita tipo perdedora de sal. Esa condición de salud alteró la apariencia de mis genitales externos: mi clítoris sobrepasaba los límites “de la normalidad médica”. ¿Qué hicieron? Me lo mutilaron para encajar en una sociedad que no soporta ambigüedades ni cuerpos diversos. Luego vinieron tres cirugías más. Todas me dejaron secuelas que, hasta hoy, las sigo padeciendo. 

En 2023 publiqué el libro Ese que fui, expediente de una rebelión corporal (Penguin Random House). Investigué mi propia identidad y ahora asumo con orgullo que soy intersex: Esteban también me constituye. Rompí el pacto de silencio, liberé a mi mamá, a mi papá y a mi misma.

¿Hasta dónde un cuerpo puede resistir para encajar en la normalidad? 

Durante años, por vergüenza guardé silencio. Me identifico con Khelif; en palabras de la boxeadora argelina: “Frecuentemente sufrí bullying por mi apariencia, resistí y continué a pesar de todo”. 

En Argelia las narrativas de género y el colectivo LGTBIQ+ son criminalizados y perseguidos: Según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado “En Argelia se criminaliza la homosexualidad o cualquier expresión o identidad de género distinta a la cis heterosexualidad”. En Argentina no estamos muy lejos: de un tiempo a esta parte los feminismos son cancelados, las narrativas de género censuradas y las políticas públicas desfinanciadas. 

“El polémico caso Khelif” expuso, una vez más, dosis altísimas de odio e ignorancia. ¿Es mujer? ¿Es varón? ¿Es trans? ¿Es intersex? Una autopsia a cielo abierto, la maldad expuesta en tuits y en comentarios de Instagram. Desde el presidente de la Argentina hasta la primera ministra de Italia, el dueño de X, cientos de miles de haters, de periodistas que opinan con una liviandad e ignorancia que me asusta, pero que por sobre todo me entristece muchísimo. Insisto: ¿Hasta dónde un cuerpo puede resistir para encajar en la normalidad? 

Durante años me acompañó una vergüenza espantosa, me creía un monstruo, un ser indecible. Es por eso que guardé silencio: por miedo a todo ese odio que hoy desparraman contra Imane Khelif. Mamá murió sin poder hablar del “caso” que la atormentó gran parte de su vida.

Durante años me acompañó una vergüenza espantosa, me creía un monstruo, un ser indecible. Es por eso que guardé silencio: por miedo a todo ese odio que hoy desparraman contra Imane Khelif. Guardar silencio es un trabajo de todos los días. Mamá murió sin poder hablar del “caso” que la atormentó gran parte de su vida y ahora entiendo que fue para protegerme de tanta maldad. 

Mi vergüenza era tal que ni siquiera me animaba a hacer un Papanicolaou ni enfrentarme a una simple consulta médica. Hasta que conocí a Julieta Tkatch, médica especialista en endocrinología y coordinadora del Sector Suprarrenal del Servicio de Endocrinología del Hospital Durand. Ahora, muchos años después, le consulté por el caso Khelif: “El debate parte de lo desconocido, no podemos suponer lo que no sabemos. Las causas de mayor o menor producción de testosterona, incluyen un tumor productor de testosterona, la hiperplasia suprarrenal congénita, el síndrome de ovario poliquístico o un hiperandrogenismo idiopático (no se conoce la causa)”.

Para Marina Elichiry, Médica especialista en Medicina General y Familiar y aliada del colectivo intersex, “evidentemente lo que preocupa no es la ventaja que puedan tener lxs atletas olímpicos que, de hecho, son las personas con más ventajas del mundo para cada deporte, motivo por el cual llegan a la cima mundial. Lo que preocupa es que las mujeres sigan siendo femeninas, que se depilen aunque tengan barba naturalmente, que se excluyan aunque tengan testosterona naturalmente, y preferentemente se victimicen como hizo la italiana en vez de competir”, agrega. 

Todos los días, en alguna parte del mundo nacerán bebés intersex, muchos serán mutilados, muchos otros sufrirán bullying por su aspecto físico; serán intervenidos sin su consentimiento y harán tratamientos dolorosos. Otros tantos serán excluidos de competencias deportivas. 

Insisto, una vez más, hasta el cansancio: ¿Hasta dónde un cuerpo puede resistir para encajar en la normalidad?

CS/MG