Cada cuatro años las dos competencias cambian de país pero todos los países del mundo compiten en ese país. Las teleaudiencias de los Juegos Olímpicos son menos masivas que las de la Copa FIFA pero más mundiales porque EEUU es actor y espectador de primer orden. Más apasionado, más violento es el público de los Mundiales donde pelean la victoria equipos masculinos de fútbol que el de las Olimpiadas donde selecciones nacionales de los dos géneros rivalizan en certámenes paralelos. Según un balance generalizado de los medios, en los JJOO parisinos el protagonismo fue de las atletas, de Simone Biles o Jordan Chiles a Rebeca Andrade. En el mismo mes, Kamala Harris, mujer de color como ellas, es la primera mujer oficializada como candidata presidencial en el sistema bipartidista norteamericano. El mismo agosto en que otra mujer, ni vice ni esposa ni viuda, María Corina Machado, lidera a la contestación opositora venezolana como lo hacía ya desde antes de las elecciones presidenciales del último domingo de julio.
Adultos muy mayores, presidentes y candidatos presidenciales
En Brasil hay más televisores que heladeras y este país tropical y pentacampeón de fútbol es único jugador y espectador mayor de Qatar y de París. El 55% por ciento de su delegación olímpica eran mujeres, que ganaron más de la mitad de los 12 oros que llevaron de vuelta desde Francia. Con una población de 205 millones con mayoría blanca de origen europeo y minoría negra afrodescendiente incorporada por la trata atlántica esclavista, con una cultura nacional y popular autosuficiente pero exportable, con una forma de gobierno democrático y un sistema de Estado federal, la mayor economía del hemisferio sur americano, suele compararse con la más grande del norte, y del mundo, también superior con 335 millones de habitantes. Brasil y EEUU están presididos por un petista de 78 años y un demócrata de 80. En el esquema bipartidista de cada pada país, el Partido de los Trabajadores (PT) y el Demócrata (D) representan a la izquierda de un centro a cuya derecha se ubicaban sus rivales el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y el Republicano (GOP). Los electorados que en 2016 y en 2018 dieron el triunfo a candidaturas abiertamente de derecha ofrecidas desde el interior de un GOP renovado en su base y por fuera de un PSDB reducido a la irrelevancia pusieron fin sin reticencias a medio siglo de alternancia entre gobiernos centristas de signo contrario.
A la hora de buscar su reelección, sobre Donald Trump y de Jair Messias Bolsonaro pesó un balance no positivo de su gestión de crisis sanitaria del covid a la hora de buscar un segundo mandato. Ocho años vicepresidente de Barack Obama, senador más joven de la historia al inicio de su carrera, Joe Biden era el candidato presidencial más añoso cuando a sus 77 años frustró en 2020 la reelección del empresario, especulador inmobiliario y ex estrella de reality show devenido en Washington inquilino de la Casa Blanca. Ex presidente con dos mandatos cumplidos, sucedido por su candidata Dilma Rousseff elegida en 2010 y en 2014 mantuvo al PT en el poder como candidata, Luiz Inácio Lula da Silva ganó su tercer mandato cuando en 2022 frustró la reelección del ex capitán del Ejército y diputado federal devenido en Brasilia inquilino del palacio de la Alborada.
Un mandato más, por favor
Las victorias electorales de los dos adultos mayores candidatos de la oposición fueron por márgenes suficientes pero angostos. Los dos son católicos, los dos de familias numerosas de clase trabajadora, los dos frustraron por un margen estrecho de voto la reelección de sus rivales derechistas Trump y Bolsonaro. Los dos, Biden y Lula, aspiran o aspiraban a ganar un nuevo mandato consecutivo en las próximas elecciones presidenciales de 2024 y 2026. Donde se enfrentarían de a dos en dos vencidos y vencedores de 2020 y 2022. Los actuales presidentes tendrían que volver a imponerse sobre los mismos contrincantes que por tan poco superaron en la presidencial anterior.
Si Lula derrota nuevamente a la derecha en 2026, sería su tercera reelección y su cuarta presidencia. El ex obrero metalúrgico nordestino y dirigente sindical paulista, el antiguo militante contra la dictadura cívico militar que gobernaba Brasil desde 1964 y cofundador del PT en 1980, abandonaría el poder en la tercera década del siglo XXI y culminaría a los 85 años la etapa más activa de su biografía política. Casi nonagenario habría culminado la de Biden si este primer martes de noviembre ganaba su primera reelección derrotando a un rival republicano que las encuestas daban como favorito. Después de la catástrofe del debate televisado del 27 de junio, en el que antes que derrotado por el candidato opositor lució inidóneo para conducir el país, renunció a la titularidad de la candidatura presidencial demócrata que como precandidato había ganado en las primarias partidarias votadas en los 50 estados a lo largo del año.
El lunes 19 de agosto se inaugura en Chicago la Convención Nacional Demócrata que proclamará que la vicepresidenta Kamala Harris es la candidata oficial del Partido que el 5 de noviembre disputará la presidencia al republicano Donald Trump en noviembre. Después de renunciar a su candidatura, Biden impulsó la de Harris, su actual vicepresidenta. La segunda en el Poder Ejecutivo era la segunda en la fórmula electoral demócrata. Ahora será la primera. La decisión ha dado aire y entusiasmo a la campaña desalentada de un oficialismo que los sondeos revelaban impopular.
Dos hombres y dos mujeres
Gracias al poco espontáneo abandono de sus aspiraciones electorales por un candidato Baby Boomer que seguirá en la Casa Blanca ejerciendo la titularidad del Poder Ejecutivo hasta enero de 2025, una mujer puede ganar las elecciones el penúltimo mes de este año y jurar como primera presidenta de EEUU el primer mes del año que viene. Los tiempos se aceleraron: cuatro años de lo que podía esperarse en el cálculo más optimista.
Gracias a las limitaciones constitucionales que restringen a dos el número de candidaturas sucesivas, Brasil eligió en 2010 a la primera presidenta de su historia, la petista Dilma Rousseff. Era la favorita de Lula, que había cumplido dos mandatos consecutivos, y que impulsó a esta eficaz ministra de su gabinete como candidata presidencial del PT.
Joven fiscal de la Justicia de California, en 1994 Kamala Harris empezó a vivir en pareja con Willie Brown, presidente de la Cámara de Diputados estadual, 30 años mayor que ella, múltiples veces más más rico que ella , empresario brillante al que se siempre se veía, sentado al volante de su Ferrari, luciendo joven, calzando camisas que crujían recién almidonadas y trajes a medida impecables recién salidos de la tintorería o de las tijeras del sastre. Así lo cuenta Dan Morain, autor de una biografía de la Vicepresidenta. Ese año Brown y Harris viajaron por la costa Este. Interesado en la construcción de un hotel en Los Angeles, un inversor inmobiliario quería hablar con el líder de la cámara baja californiana. Los novios y sus amigos volaron de Boston a Nueva York en el jet privado que les envió el multimillonario; adentro, todo era dorado. Legislador y desarrollador no se pusieron de acuerdo sobre el proyecto hotelero y en 1995 Harris terminó su relación con Brown.
Treinta años después, la ex fiscal estadual californiana volverá a verse cara a cara con el multimillonario. Esta vez, el encuentro será bilateral y televisado. Para el 10 de septiembre se fijó el debate que opondrá al candidato presidencial de la oposición republicana y a la flamante candidata oficialista demócrata. En el primer encuentro, Kamala Harris vio a Donald Trump gracias a su novio treinta años mayor; en el segundo, gracias su compañero de fórmula 20 años mayor.
Lula había elegido a Dilma, dos años menor que él, madre de una hija, de estado civil divorciada desde 1991, como candidata presidencial petista para 2010. Beneficiaria de la reluctante pero al fin consumada renuncia de Biden a la candidatura presidencial demócrata de 2024, la sexagenaria Kamala no tiene hijo ni hija. D.J. Vance, de 39 años, candidato a vice de Trump, ya la estereotipó como ‘típica solterona amargada que alimenta gatos’. Aunque el segundo sea más accidental e involuntario, en uno y otro caso las dos mujeres llegan a aspirar a una posición de primer orden que dos adultos mayores varones se ven forzados por las leyes y las circunstancias a ceder.
La favorita
Dos presidentas hay en América continental, Xiomara Castro en Honduras y Dina Boluarte en Perú. Y una presidenta electa en México el 2 de junio con un arrasador 59,75% de los votos. Claudia Sheinbaum fue la candidata de la victoriosa coalición Sigamos Haciendo Historia después de haberse impuesto en la interna del Movimiento de Regeneración Nacional dirimida por el método sui generis de recurrir a sondeos de intención de voto. La entonces precandidata, ex jefa de gobierno de la Ciudad de México, era la favorita del fundador de MORENA y actual presidente Andrés Manuel López Obrador. Los mandatos de seis años y la no reelección presidencial han sido principios inconmovibles y solidarios del ordenamiento político mexicano.
Durante 71 años consecutivos gobernó México, país federal como EEUU y Brasil (y la Argentina) en un mundo donde sólo el 11% de las naciones han adoptado para su gobierno el sistema federal, el Partido Revolucionario Institucional. Cada nuevo presidente del PRI llegaba a serlo tras haber sido indicado como el candidato partidario por un ‘dedazo’ del presidente saliente al fin de su sexenio en el poder.
La esposa
En enero Xiomara Castro cumplió dos años como presidenta. En Honduras no hay segunda vuelta. La elección es a simple pluralidad de sufragios. La candidatura que tenga más votos gana la presidencia. Un solo voto de más alcanza. Pero el 28 de noviembre de 2021, el partido Libertad y Refundación ganó con tantos votos como para ganar en primera vuelta en otros sistemas electorales. Con 51,12 puntos, este partido socialista puso fin a 119 de bipartidismo y de la alternancia de nacionales y liberales al frente de la República.
Con Xiomara Castro habían llegado por primera al gobierno de Honduras una mujer y la izquierda. Antes de ser presidenta, Xiomara Castro de Zelaya fue primera Dama. Su marido el presidente Martín Zelaya, militante liberal desde 1970, candidato vencedor de ese Partido en las elecciones de noviembre de 2005, en el golpe de junio de 2009 fue expulsado de Honduras por las FFAA a instancias de la Corte Suprema. Regresado al país, en mayo de 2011 Zelaya fundó con sus partidarios Libertad y Refundación. Aspiraba a transitar el camino del Frente Amplio que en octubre de 2004 había puesto fin al bipartidismo secular de blancos y colorados en Uruguay. Como el uruguayo Tabaré Vázquez, tampoco conocieron el triunfo la candidata Xiomara Castro de Zelaya y la nueva izquierda hondureña sin antes haber perdido dos elecciones.
Tabaré fue reelecto presidente en noviembre de 2014 para un segundo mandato no consecutivo. Con 3 millones y medio de habitantes y 176 mil km² de superficie, en el país sudamericano menos del 10% de su población es pobre: es el país con menos pobres de Latinoamérica según la CEPAL. Con 112 mil km², 10 millones de habitantes, y 73% de pobres, el país centroamericano de Xiomara, exportador de café, de bananas, de oleaginosas, tiene menos superficie pero más habitantes y mucha más pobreza que la República Oriental. Otra diferencia, Honduras no admite la reelección de sus presidentes.
El proyecto presidencial de convocar una consulta y averiguar qué opinaba la ciudadanía de su reelección está en el origen del golpe que derrocó a Manuel Zelaya. Nunca más candidato, este ex presidente liberal de familia ganadera y aficionado a los caballos, que había intentado girara hacia una izquierda refundacional como Venezuela, Ecuador o Bolivia, es hoy el primer Primer Caballero hondureño. ‘Mel’ Zelaya ejerce la dignidad bautizada así para él en conjunto con una asesoría de su antigua Primera Dama y actual anfitriona en el Palacio José Cecilio del Valle.
La primera gobernante de izquierda de Honduras no obstruyó la extradición de su predecesor Juan Orlando Hernández que EEUU pidió en febrero de 2022. El ex presidente, del Partido Nacional, fue condenado en junio en Nueva York a 45 años de cárceles por tráfico de drogas y de armas. Con 31,14 homicidios cada 100 mil habitantes en 2023, Honduras logró la tasa más baja en diez años. Sigue siendo más alta que el promedio global y regional. Xiomara y sus votantes no ven con malos ojos para reducir el crimen centroamericano el modelo del reelecto presidente salvadoreño Nayib Bukele, que juzgan eficaz en la misma medida en que es drástico. Xiomara ha impulsado la construcción de dos megaprisiones.
La ex vice
Dina Boluarte es la primera presidenta de Perú. Era vicepresidenta de Pedro Castillo. Este ex maestro rural serrano y sindicalista docente de izquierda en provincias había derrotado en balotaje a la limeña Keiko Fujimori. La hija del ex presidente autogolpista Alberto Fujimori, candidata presidencial vencida en tres elecciones sucesivas, sospechosa de un fraude cometido en su contra, aun hoy no ha reconocido plenamente la victoria de su rival en aquel balotaje del 6 de junio de 2021. Castillo fue arrestado en diciembre de 2022 en flagrancia de cometer el delito de autogolpe de Estado. De eso lo acusaba la Fiscal de la Nación, quien pidió e hizo ejecutar la orden de aprensión. Patricia Benavides fue destituida en mayo de 2024 por voto unánime de la Junta Nacional de Justicia. Está investigada por la actuación corrupta que habría caracterizado desde 2021 al Ministerio Público en la negociación de favores con congresistas entonces opositores y hoy oficialistas en el Congreso unicameral peruano.
Este escándalo de los vínculos entre los Poderes Judicial y Legislativo ha sido el tema político mayor del debate público en el más de año y medio transcurrido desde que la ex vice de izquierda juró en diciembre de 2022 como presidenta de derecha y se puso al frente del Poder Ejecutivo peruano. La oposición popular incrimina a Dina Boluarte por la represión brutal de la protesta social y la culpabiliza por la muerte de decenas de manifestantes.
Las Fiestas Patrias del Perú coincidieron con el domingo de las elecciones de Venezuela. El 28 de julio Dina Boluarte se dirigió a la Nación desde el Congreso durante cinco horas sin distracciones. Fue el discurso presidencial más largo de la historia del Perú. El hermano de la Dignataria y el canciller de la República, rendidos, cayeron dormidos. La Presidenta hizo saber que adelantaría en un año las elecciones quinquenales peruanas. Donde no sería candidata, porque la Constitución fujimorista peruana no admite reelección. Como tampoco la hay, desde la reforma impulsada por Martín Vizcarra, para los congresistas. Adelantadas las elecciones generales, verían recortarse en un año el cobro de sus dietas parlamentarias. Esta mutilación los ha disuadido hasta ahora, según la prensa, de anticipar toda convocatoria a la renovación de las autoridades del país.
Una mujer sin esposas (y otra más)
A las constantes que sobre la viabilidad del triunfo de las mujeres en la disputa por el máximo poder del Estado el hemisferio occidental registra en serie (desde EEUU donde es candidata presidencial la vice Kamala Harris hasta la Argentina donde es ex vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y ex primera dama Fabiola Yáñez) se contrapone una paradójica, nítida circunstancia venezolana. Así lo hizo ver no sin agudeza Javier Corrales en la mesa redonda “Venezuela: un análisis del proceso político actual”organizada por la por la Universidad Torcuato Di Tella. Se trata de la posición de María Corina Machado, una mujer de la cual sería difícil decir que derive o se beneficie de sus vínculos personales, sociales o laborales con un varón mejor situado una militancia contestataria que ha logrado imantar a una oposición endémicamente dividida. Una lideresa que se desdobla en portavoz. Exhorta a quienes votaron por Edmundo González el 28 de julio, acepta o declina en nombre de ese electorado propuestas mediadoras de Lula, para asumir después una vocería pública que da cuenta de lo actuado en la República Bolivariana por ese antichavismo movilizado y sofrenado en buena medida por ella misma.
Otro ejemplo de intervención inesperadamente exitosa y movilización lograda de un electorado futuro que eventualmente podría equivaler a la suma de sus votantes por venir ofrece en los últimos meses y más intensamente en las últimas semanas la ex presidenta socialista chilena Michelle Bachelet. Que acaso podría ser candidata del oficialismo en las próximas presidenciales, y ganar el tercer y último mandato de su carrera como sucesora pero no heredera de Gabriel Boric. A la oposición de derecha se ve perpleja ante este fantasma locuaz que recorre Chile y que es una mujer. Javier Corrales, coeditor de The Politics of Sexuality in Latin America iluminó un conflicto nacional a cuyas oscuridades la ceguera o imperceptibilidad de protagonismos políticos de las mujeres puede contribuir de modos tanto más duraderos cuanto más callados o sigilosos.
DM/AGB